Aunque teníamos varias opciones, al final nos decidimos por hacer la que se encontraba más cerca de Torre de Don Miguel que era donde nos alojábamos, ahorrándonos desplazamientos más o menos largos en coche.
La ruta a realizar era una circular con inicio y fin en la localidad de Gata, de unos 18,5 km, a la que se le podían añadir dos “apéndices” lineales, o sea de ida y vuelta: uno para subir a la Almenara y otro para subir al pico de la Jañona, en total, estos dos pequeños tramos de ida y vuelta podían suponer unos 3,5 km, pero que sin duda eran los más exigentes de todo el recorrido, así que en función del tiempo que tuviéramos y de la climatología, lo iríamos viendo sobre la marcha, porque el resto del recorrido tenía una parte importante que transitaba por camino-amplio o carril, que aunque en subida, facilitaba mucho la marcha.
Tras el desayuno portentoso en la casa rural, nos desplazamos en dos coches hasta Gata, aparcando en la primera calle por la que accedemos a la localidad.
Tras la operativa habitual de inicios de ruta, nos ponemos en marcha continuando por la calle que accede hacia la iglesia y la plaza de la localidad, aunque a los pocos metros abandonamos esta calle para seguir por la derecha por un estrecho, empinado y tortuoso callejón, continuando callejeando un poco más hasta ver a la izquierda de una de las calles por las que transitábamos, los paneles informativos sobre la senda de la Almenara.
A partir de aquí, un camino empedrado nos saca fuera del pueblo por la parte alta de éste, transitando por el “Camino del Concejo”, bordeando a media ladera las cumbres de Los Perdigones y La Manforta, que quedan a nuestra izquierda, mientras a la derecha tenemos unas muy buenas vistas de los pequeños huertos surcados por la Rivera de Gata, que baja de la sierra con unas aguas muy ‘cantarinas’, sobre todo después del aumento de caudal provocado por las lluvias de los últimos días, a las que además se le unen las aguas del Arroyo del Concejo.
A primera hora en el cielo había nubes y claros, pero en esos primeros compases del recorrido disfrutábamos más tiempo de los rayos de sol que de las nubes, algo que nos parecía mentira después de la jornada anterior y si a eso le unimos que el principio de la ruta, que la hicimos en sentido contrario a las agujas del reloj, es un recorrido muy ameno, bonito, entrañable, bucólico... pues íbamos disfrutando y sin notar el cansancio del día anterior.