Este dolmen fue la primera de las evidencias megalíticas localizadas en la Meseta Sur, y su datación radiocarbónica permitió situar cronológica y culturalmente las comunidades del Neolítico medio, Neolítico final y Calcolítico (edad del cobre), en la cuenca media del río Tajo; así como sus relaciones con los numerosos megalitos del interior de la península.
Las excavaciones, realizadas han revelado no solo la presencia de enterramientos colectivos que datan de miles de años atrás, sino también restos de un asentamiento prehistórico ubicado justo debajo del túmulo que alberga el dolmen. La ubicación cerca del río Tajo y sus afluentes (arroyos de Linares y la Anguilucha), junto con fuentes de agua cercanas, invita a pensar en la importancia de estos elementos naturales en las prácticas diarias y rituales de las antiguas comunidades que habitaban la zona y tras los estudios realizados, de los que a continuación expongo algunos fragmentos que me parecen especialmente relevantes, se puede descartar por completo la idea de una amplia área despoblada durante el neolítico, como es la cuenca interior del Tajo.
Los análisis polínicos llevados a cabo demuestran la presencia de trigo cultivado en el relleno del túmulo, presencia de miel en vasijas, restos de harina de bellota en los molinos que indican un aprovechamiento mixto del entorno y todo esto, junto a su proximidad con otras vías de paso tradicionales y a los objetos encontrados, parecen indicar unas amplias relaciones con otros puntos peninsulares.
De todos estos estudios llevados a cabo se pueden concluir que "hábitat y contextos funerarios configuran un espacio multifuncional, constatando además, según los de restos materiales localizados, que tuvo un amplio período de ocupación, con el reaprovechamiento de este espacio para enterramientos sobre el túmulo, lo que parece indicar que el valor simbólico de este emplazamiento se mantuvo durante un amplio margen temporal, desde el Neolítico medio hasta el campaniforme" (según la cerámica encontrada).
En cuanto a la descripción del dolmen decir que se trata de un dolmen de corredor con cámara circular, con un túmulo que mide 18,5 m de diámetro y tiene una altura de 3,70 m. Está compuesto de tierra, cantos rodados y lajas de pizarra. En su interior se encuentra la cámara funeraria de planta circular de 5m. de diámetro, formada por 14 ortostatos de una altura máxima de 2,75m. (la altura máxima se corresponde con los dos ortostaos que dan acceso a la cámara funeraria) y mínima de 0,50m.
En las dos fotos anteriores, imagen de los dos ortostatos que dan acceso a la cámara funeraria (vistos desde el exterior y desde el interior) y que marcan la altura máxima de todos los ortostatos que componen este dolmen, de 2,75 m.
A metro y medio de la cámara se levantó un segundo círculo de 20 ortostatos de una altura media de 2 m. y cuya función era la contención de la masa tumular. El sepulcro está provisto de un largo corredor orientado al E que presenta menos altura que los ortostatos de la cámara, con un ensanchamiento trapezoidal en el punto de intersección con el círculo de contención del túmulo.
Los ortostatos están decorados, mayoritariamente con cazoletas, aunque también se encuentran otros motivos, entre ellos una figura antropromórfica. Es en la cámara funeraria donde se concentran el mayor número de grabados, ocho de los doce ortostatos presentan alguna decoración.
En relación a esta decoración, un paralelo inmediato a este dolmen sería el del dolmen de Magacela, provincia de Badajoz (y del que podéis saber más leyendo ESTA ENTRADA de este mismo blog), “...formado por doce ortostatos de labra cuidada, cinco de ellos decorados con cazoletas, uno con un animal esquemático y otro, con un antropomorfo ramiforme y un serpentiforme acompañados de cazoletas.
A ello ha de añadirse la existencia un ortostato de menor altura que el resto y otro con una amplia entalladura, similares a los descritos en el dolmen de Azután. Igualmente, señalar que no parece casual la análoga disposición de los bloques decorados en ambos dólmenes.
La vinculación que desde un punto de vista iconográfico y arquitectónico ello supone, nos lleva a pensar en la estrecha relación entre el megalitismo de este sector de la Meseta y el extremeño.
Elementos decorativos de la cámara del dolmen de Azután: 1. Jamba de acceso - 2. Ostostato con acanaladura en el reverso - 3. Cazoletas - 4. Diseño antropomorfo del ortostato nº 11 - 5. Anverso y reverso del ortostato nº 13.
Estas dos imágenes corresponden a calcos del dolmen de Azután extraidos de la publicación: «Los grabados del sepulcro megalítico de Azután (Toledo)», de Primitiva Bueno Ramírez; J. Pereira y F. Pinón.
Por otra parte, la distribución espacial de los elementos decorarivos del dolmen de Azután traduce un sistema ordenatorio que con carácter simbólico define los distintos ámbitos que componen el conjunto arquitectónico, de acuerdo a un programa previo, según el cual la cámara constituye el núcleo central. Sin poder constatar cualquier otro tipo de práctica ritual al margen de las meramentes sepulcrales, la complejidad de su concepción arquitectónica induce a pensar en un posible significado social para el megalito como punto focal de la sociedad que lo erigió o, como lugar de culto y de recepción de ofrendas". [3]
Como he comentado antes, se trata de un dolmen de corredor largo con cámara circular formada por un doble anillo y el “espacio existente entre la cámara y el círculo exterior está ocupado por grandes bloques de granito, de menor altura, dispuestos de manera paralela a los ortostatos de mayor tamaño que conforman la cámara y el anillo exterior.
El espacio
existente entre la cámara y el círculo exterior está ocupado por
grandes bloques de granito, de menor altura, dispuestos de manera
paralela a los ortostatos de mayor tamaño que conforman la cámara y el
anillo exterior.
Los enterrados, hombres, mujeres y niños, se acompañaron de microlitos geométricos, láminas, cuentas de collar, cerámica y punzones de hueso (Figura-A). Se reaprovecharon espacios para más enterramientos sobre el túmulo, con lo que el valor simbólico del dolmen de Azután debió mantenerse durante un amplio margen temporal que, desde luego, alcanzó el campaniforme. En este monumento se han documentado fragmentos de campaniforme marítimo.
Excavaciones realizadas bajo el túmulo han permitido verificar evidencias de habitación (Figura-B). Por un lado, materiales incluidos en el relleno del túmulo con una destacada presencia de molinos; por otro, auténticas estructuras, como un sector de cocina en uno de los cortes, encontrando abundantes restos de conejos asados y algo de Ovis.
Figura-B: Planta de las cabañas bajo túmulo del dolmen de Azután y la ubicación de sus hallazgos.
La diferencia entre los materiales del sector habitacional y los del sector funerario se establece a partir de la escasa presencia de piezas líticas talladas y de punzones de hueso en el área de habitación.
Con respecto a la cerámica encontrada en los dos ámbitos, decir que posee más decoración la del área de habitación que la del área funeraria. Entre las cerámicas decoradas de las estructuras habitacionales destacan impresas de punto y raya, e incisas, además de bordes con surco, reiterando formas y decoraciones verificables en toda la cuenca interior del Tajo durante el Neolítico Medio.
Los análisis polínicos demuestran la presencia de trigo cultivado en el relleno del túmulo, que se interpretan como procedente del habitat junto al monumento, de manera que éste quedaría insertado en un área de habitación de la que sería su referencia visible y simbólica.
Los fitolitos localizados en útiles de molienda en las excavaciones e investigaciones realizadas, señalan aprovechamientos del entorno de gran interés. Algunos molinos han servido para triturar harina de bellota, lo que confirma un sistema mixto de panes de trigo y bellota que va obteniendo cada vez más evidencias en el neolítico peninsular, proponiendo un modelo equilibrado de explotación del medioambiente en el que la dehesa habría constituido una explotación sistemática y, por tanto, un cultivo.
Los análisis realizados por el mismo equipo, sobre el contenido de algunos vasos, han documentado miel en una vasija de una de las cabañas estudiadas. Se trata del primer indicio de miel en Europa con fechas del Neolítico medio, pues hasta ahora, las referencias de miel se asociaban a rituales alcohólicos presididos por cerámicas campaniformes.
Modelo de explotación temporal por estación del año, de los recursos económicos en el neolítico toledano.
La paleodioeta de los enterrados apunta hacia un consumo importante de frutos secos, la bellota en los molinos, carne y leche". [1]
PERO la importancia del dolmen de Azután es que a través de los estudios e investigaciones realizados sobre él, así como en otros yacimientos adyacentes, tanto de la Cuenta del Tajo como del interior peninsular, es que han puesto “patas arriba” las teorías e hipótesis que se tenían hasta ese momento en relación a esta zona.
Así, publicaciones como “Vida y Muerte en los grupos megalíticos del interior de la Península Ibérica: La cuenca del Tajo como Modelo” [1] contradicen rotundamente las hipótesis que se daban por hecho hasta ahora, dejando claro que ninguna de las razones que se exponían en ellas sobre las diferencias costa/interior pueden sostenerse a la vista de datos obtenidos en las investigaciones realiazadas tanto en la cuenca del Tajo como en sectores igualmente calificados como "marginales": ni demografías escasas, ni desconocimientos de la técnica agrícola, ni retrasos cronológicos.
Hasta ahora las creencias eran que en un neolítico tardío, en estas zonas como la cuenca del Tajo, se encontraban pequeños grupos de pastores trashumantes, sin ninguna complejidad social, pero los nuevos estudios e investigaciones evidencian una cierta abundancia poblacional protagonizada por grupos que ocupaban todos los territorios interiores, con sus más directos antecedentes en poblaciones Epipaleolíticas y Paleolíticas. Ya sea en los primeros momentos neolíticos, ya durante las primeras construcciones megalíticas, las áreas interiores peninsulares tenían un poblamiento preexistente que mantenía redes de intercambio con otros sectores de la Península.
De los restos encontrados en el dolmen de Azután y en otros de esta zona de interior, de los estudios sobre los fitolitos localizados en útiles de molienda o de los análisis polínicos, se deduce "la existencia de una agricultura del trigo, de las legumbres o la domesticación de ovejas y vacas, situándose en fechas comparables a las de los sectores costeros peninsulares y, su pleno asentamiento en el Neolítico medio conecta con el uso de los productos secundarios que están bien constatados en los yacimientos toledanos, con lo que la meseta sur y, todo el interior peninsular, quedarían en una posición cultural similar a la de otros grupos peninsulares.
La constatación a partir de las investigaciones realizadas de agrupaciones humanas semisedentarias, supone una cierta elaboración de las relaciones sociales. De hecho la concentración de las áreas de habitación en torno al sepulcro de los ancestros es un argumento de interés en este aspecto. Otro, muy interesante, es la decoración de estos sepulcros con los símbolos de la colectividad, mediante el código funerario reiterado en toda la Península, que tiene su versión cotidiana en los grabados y pinturas al aire libre. Si económicamente los grupos estudiados para esta zona del interior conectan con el panorama global del Neolítico medio del sur de Europa, simbólicamente responden a los parámetros generales, con el interés de aportar decoraciones del máximo interés al catálogo peninsular.
La explotación de la dehesa juega un papel fundamental para el sostenimiento de una demografía que va en aumento. La dehesa como sistema de cultivo propio en el que se inserta la agricultura del trigo, como demuestra la verificación de panes mixtos de harina de bellota y de harina de trigo en los yacimientos, o el consumo de la miel, conforma un modelo económico de explotación de los recursos locales como un factor más generado por la intensificación demográfica y económica.
La constante conexión entre las áreas funerarias y las áreas de habitación sitúa los monumentos funerarios como los elementos visibles de las áreas habitacionales. La variabilidad de asentamientos y la semisedentariedad serían los elementos que definen el hábitat neolítico asociado a los megalitos. Heredero desde el punto de vista simbólico de los pobladores mesolíticos, es la relación con los ancestros, la que preside las áreas habitacionales de los constructores de megalitos.
Los megalitos se explican en esta dinámica como el elemento visible de la posesión de la tierra por parte de grupos concretos que exhiben a sus ancestros como justificación de la misma. Es el argumento de la herencia el que constituye la base fáctica de la organización territorial, en un momento de amplio asentamiento de estos grupos, que ya practicaban la agricultura del trigo y las legumbres, la domesticación de ovejas y bóvidos, además de la explotación de sus productos secundarios".
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El dolmen de Azután fue usado de manera continua hasta el III milenio a.C y después, esporádicamente, muchos cientos de años más durante el Calcolítico y la Edad de Bronce.
Como curiosidad, señalar que durante la Guerra Civil española fue utilizado como parte de una fortificación lo que ocasionó algunos daños en su estructura sobre todo en su corredor, en el que se emplazó un nido de ametralladoras, encontrándose abundante munición en el proceso de las excavaciones realizadas.
Por último comentar que hay estudios arqueo-astronómicos que han intentado identificar patrones constructivos que los relacionen con la posición de los astros:
“Estudiadas sus piedras según la astroarqueometría, tienen correspondencia con ciertas estrellas y constelaciones de las épocas en que fue construido según su acimut. Hacia el Este nocturno, frente a la puerta del hito se observa al comienzo del verano la constelación del Pastor, con su famoso Arcturus, guía para los antiguos y protector de los peligros, que pudieran acechar a los que atraviesan el viaje de la muerte, como en este caso. Lo que nos hace comprender que esta construído este dolmen de una manera mágico-religiosa, al igual que los más parecidos a él en otras zonas de la península ibérica.
Al fondo del dolmen, hacia el Oeste, se ve la constelación de Orión, con sus perros el can mayor y el menor y la liebre “Lepus”. Guerrero que alza su arco y se cubre con el famoso vellocino. Creencia que debían de tener aquellos seres en aquellos tiempos prehistóricos, para alcanzar otra vida superior más allá, en el paraíso”. [5]
Cierro esta entrada dedicada al Dolmen de Azután, con un párrafo de la web de turismo de Castilla la Mancha:
“Así, envuelto en ciencia, astrología, superstición y magia, este dolmen de cámara y corredor se abre paso a nuestra mirada y permanece en nuestra memoria merced a su grandiosidad y a los elementos que han prevalecido en su conservación”. [6]
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FUENTES CONSULTADAS:
[1] «Vida y Muerte en los grupos megalíticos del interior de la penínusla ibérica. La Cuenta del Tajo como modelo». Cuadernos de Arqueología. Universidad de Navarra 12,2004, págs. 51-77, Primitiva Bueno Ramírez, Rosa Barroso Bermejo y Rodrigo de Balbín Behrman.
[2] «Megalitos en la meseta sur: los dólmenes de Azután y La Estrella (Toledo)». Excavaciones arqueológicas en España, n.° 159, Madrid. 1991. 130 págs. Primitiva Bueno Ramírez.
[3] «Los grabados del sepulcro megalítico de Azután (Toledo)». Primitiva Bueno Ramírez; J. Pereira y F. Pinón.
[4] «Áreas habitacionales y Funeraria se en el Neolítico de la Cuenta interior del Tajo: La provincia de Toledo». Primitiva Bueno Ramírez, Rosa Barroso Bermejo, Rodrigo de Balbín Behrman, Manuel Campo Martín, Francisco Etxeberría Gabilondo, Armando González Martín, Lourdes Herrasti Erlogorri, Jordi Juan Treserras, Pilar López García, José Anonio López Sáez, Juan Carlos Matamala y Begoña Sánchez.
[5] Web: "Toledo Escondido".
[6] Web: "Turismo de Castilla La Mancha".
[7] Blog: "ArKeológica".
[8] Web: "Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha".
[9] Blog "Francisco Javier Torres Goberna", sobre arqueología e historia, rutas, naturaleza y fauna.
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