Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

16 abr 2023

Senderismo Extremadura: Subida al Pico Pitolero con visita al roble de Romanejos.

Dentro de la Semana Santa de este 2023, de lunes a miércoles teníamos previstos un par de rutas por la zona de los Montes de Traslasierra y otra, más corta, por el valle del Jerte para el último día coincidiendo con el viaje de regreso.

Los Montes de Traslasierra forman una  línea divisoria entre el Valle del Jerte a un lado y el Valle del Ambroz y las Tierras de Granadilla al otro, siendo su punto más elevado el Pico Pitolero, de 1.352 m. de altitud, el cual será nuestro objetivo en la primera de las rutas previstas, sirviendo de excusa para poder realizar una ruta circular en la que partiendo desde Cabezabellosa transitaremos por las dos vertientes de estas sierras, las Tierras de Granadilla a un lado y el Valle del Jerte al otro y ya que estábamos en Cabezabellosa, localidad de apenas 350 habitantes, no podíamos dejar de visitar su afamado mirador,  inaugurado en el 2022 pero convertido ya en un reclamo turístico.

El track de referencia que seguimos podéis consultarlo en ESTE ENLACE.

Dejamos el coche a la entrada del pueblo, justo después de pasar el desvío de la carretera que va hacia el Torno, pero antes de iniciar la ruta nos fuimos a visitar el mirador con la idea de verlo más tranquilamente, ya que a lo largo de la mañana iría pasando por allí todo un reguero de turistas, al ser Semana Santa.

Nos dirigimos a la coqueta Plaza Mayor del pueblo, porticada en parte y  donde se encuentra el Ayuntamiento y la "Torre del Reloj". Desde aquí, continuamos  por una de las calles estrechas y en bajada hasta el cementerio, a los pies del cerro del Búho, tras el que se oculta el pueblo cuando intentamos verlo-buscarlo desde la autovía o desde la antigua carretera nacional, la Via de la Plata.

En la calle en bajada entre la Igleisa y el cerro del Búho, nos sorprende este bonito mural.

En la parte alta del cerro es donde se asienta el mirador y desde abajo, apenas unos 300 metros de subida entre robles y bolos graníticos, camino-senda empedrada al principio y más estrecha y de tierra después, subiendo en zig-zag, dejando a la izquierda la ermita de Nuestra Señora del Castillo, situada en lugar privilegiado, como un balcón desde donde poder contemplar el pueblo de Cabezabellosa con su sierra de fondo, culminada por el pico Pitolero. No pudimos ver la emirta, ni por dentro ni por sus alrededores, porque tiene un recinto vallado con puerta candada.

En la subida al mirador, en la cima del Cerro del Búho, se pasan por enormes bolos granítcos en los que podemos tomarnos con cosas curiosas como ésta, y es que de entre una de las grietas de la roca ha surgido un pequeño arbolito.

Unos metros más adelante, tras encajonarse la senda entre bolos graníticos, ya se encuentra el espectacular mirador, con dos brazos de longitudes diferentes, en forma de Y. Un primer tramo que se adentra al vacío y que acaba bifurcándose en dos ramales: por un lado es el que se adentra hacia las Tierras de Granadilla y por otro, el más largo, el que permite contemplar la emita abajo y todo el pueblo de Cabezabellosa con el fondo del  Pico Pitolero y todos los Montes de Traslasierra que se extienden hacia el norte.


Vistas desde el mirador de Cabezabellosa, con su Pico Pitolero de fondo (arriba) y la emirta de Nuestra Señora del Castillo (abajo).

Vastas vistas las que podemos admirar desde estos pasillos de acero que se adentran al vacío y que nos permiten contemplar estas magníficas panorámicas como si estuviéramos suspendidos en el aire, es reconfortante, agradable, más cuando uno puede disfrutarlo tranquilamente, como fue nuestro caso, sin gente, sin ruidos, sin las típicas poses, antes de convertirse en “la pasarela cibeles”…. Un banco dispuesto en el brazo más largo del mirador es un auténtico acierto, porque desde él, tranquila y relajadamente podemos ver por un lado, en el lateral del pasillo, un vinilo transparente con una foto panorámica donde se encuentra detallado los nombres de todo lo que se puede ver, así que solo hay que alzar un poco la vista y asociar todo lo que se puede ver con el nombre que aparece en el vinilo.


Arriba, sobre uno de los brazos-pasarelas del mirador de Cabezabellosa. Abajo, a la derecha parte del pueblo de Cabezabellosa y en el centro de la foto, los cerros y collados por los que transitará la ruta prevista para el día siguiente.

Unos momentos de relax, en un día con una temperatura fresca a esa hora aunque el horizonte no estaba nítido completamente, más bien difuminado, aún así, es fácil distinguir el embalse de Gabriel y Galán, Zarza de Granadilla, Granadilla, las ruinas romanas de Cáparra y al fondo, sobresaliendo entre todas la sierras, la Peña de Francia, además de poder ver las sierras  de las Hurdes y Gata, además de más pueblos más cercanos...


Apenas un cuarto de hora de gloria, porque pronto llegaron dos grupos y mientras bajábamos del cerro subían más personas, vamos, que yo creo que tendrían que hacer cola para pasear por este mirador o para hacerse la típica foto con las Tierras de Granadilla de fondo.

Un pequeño vídeo panorámico realizado con el móvil, en un día con el horizonte difuminado, desde el mirador.

La verdad es que no soy mucho de fomentar este tipo de plataformas-miradores que si se ponen de moda pueden hacer que se desvirtualice mucho el entorno a cambio de ganar turismo, pero en este caso, creo que todo un acierto.

Deshacemos el tramo andado y volvemos hasta el punto donde dejamos el coche, aunque antes de llegar a él, como estaba la iglesia abierta porque estaban realizando labores de limpieza tras el Domingo de Ramos, entramos a visitarla. 

Se trata de la Iglesia parroquial de San Lorenzo del siglo XVII,  en donde destaca como curiosidad, sus tumbas de piedra en el propio suelo de la iglesia, con losas de granito, sobre las que vamos caminando mientras la visitamos.


Sin saberlo, resulta que la ruta se iniciaba prácticamente desde el lugar donde teníamos aparcado el coche, ya que desde ese punto solo tuvimos que seguir por la calle Rezumbaera, toda cuesta arriba; siguiéndola nos sacaría fuera del pueblo, a la carretera que va desde Cabezabellosa al Torno, continuando tan solo unos metros por ella para rápidamente coger una senda a la izquierda de la carretera que en fuerte pendiente nos conduce hasta el depósito de agua, realizando alguna parada para tomar aire y contemplar las vistas de Cabezabellosa, que ya queda por debajo de nosotros,  con el cerro del Búho de fondo, donde destaca su blanca ermita y el mirador en su parte más alta, y con el zoom de la cámara puedo ver el goteo de turistas que siguen pasando por allí... más al fondo, las Tierras de Granadilla y el embalse de Gabriel y Galán.

Cabezabellosa y a continuación el Cerro del Búho donde resalta su blanca ermita.

En la parte alta del Cerro del Búho, destaca la ermita de Nuestra Señora del Castillo, rodeada de robles y bolos graníticos, y por encima de ella, el mirador, donde se puede ver que sigue habiendo gente sobre las pasarelas y otras que están más a la izquierda, llegando o esperando para adentrarse por las pasarelas.

Dejamos el depósito en un giro a la izquierda para seguir con la subida que acabamos de iniciar hacia el Pico Pitolero, realizando el recorrido circular en el sentido de las agujas de reloj.

Nada más dejar el depósito, tenemos una pequeña decepción. El viejo camino, por los que realmente gusta practicar senderismo, estrecho y rodeado de vegetación, según las fotos que había visto, se encuentra totalmente modificado, ensanchando, limpio de vegetación, preparado para el paso de maquinaria pesada y la razón de este cambio es que están abriendo zanjas en los laterales para meter tubos-gomas, supongo para canalizar el agua de las diferentes gargantas que va cruzando el camino en perpendicular.

Esta pequeña decepción se ve compensada con las amplias y magníficas vistas que tenemos a nuestra izquierda, un lujo, prácticamente todo lo que puede verse desde el mirador pero desde un punto de vista más elevado.

A penas llevaríamos unos 20 minutos de subida cuando un coche que bajaba con encargados de la obra nos paran y nos comentan que no podemos seguir hacia delante, que hay obras en el camino y maquinaria y que un cartel al inicio del camino advierte de ello aunque nosotros hemos cogido un atajo, la senda que sube al depósito, por lo que no hemos visto ningún cartel de camino cortado por obras.

Esto es otro varapalo a nuestros planes… lo que nos quedaba es volver atrás y subir y bajar por el mismo sitio y para una vez que viene uno por aquí, esto deslucía mucho el recorrido.

Una vez que el coche siguió hacia el pueblo estuvimos unos minutos dilucidando qué hacer. Finalmente decidimos seguir hacia delante, pero con la idea de que al llegar al tramo donde estaban las máquinas tendríamos que realizar  algún recorrido alternativo, si fuera posible, para esquivarlas y no llevarnos una reprimenda.

Continuamos con la subida y cuando empezamos a ver las máquinas en el camino, a unos cuatrocientos metros antes de llegar a ellas y justo a la altura de una de las gargantas por las que bajaba agua aunque no en gran cantidad, decidimos dejar el camino y hacer una trepada, monte a través, de unos doscientos  metros, que nos llevó un buen rato, hasta alcanzar una especie de senda difusa que aparentemente se intuía desde el camino,  a mitad de altura entre éste y la parte alta de la sierra.

Tuvimos suerte y tras el penoso ascenso comenzamos a enlazar una serie de sendas, en algunos tramos cerradas, hasta que por fin cogimos una claramente marcada, que siguiendo la línea de la sierra, sin fuertes subidas ni bajadas, con el camino siempre por debajo de nosotros y paralelos a él. Conseguios esquivar el tramo de camino donde estaban las maquinarias trabajando y más adelante volvimos a bajr y enlazar con el camino, para continuar por él de nuevo en subida, aunque bastante llevadera si se hace a un ritmo normal y siempre con las magníficas vistas a la izquierda que no nos cansamos de mirar.

Por fin este camino, desde mi punto de vista algo insulso para la práctica del senderismo, aunque mucho más práctico para facilitar el paso de vehículos y excavadoras, se acaba bruscamente y continuamos por una senda envuelta entre algunos árboles y vegetación. Un tramo de senda muy bonito y entretenido, aunque en alguna zona hay que estar atentos porque la senda se cierra por la vegetación o  hay bifurcaciones que no se si llevan al mismo sitio.

Este bonito y entretenido tramo de senda acaba justo cuando desaparece la vegetación y hay que continuar por una zona totalmente abierta hacia un collado donde a la derecha, se ven unos bolos graníticos, encaminándonos hacia ellos siguiendo algunos pequeños hitos de piedra  o simplemente dejándose llevar, porque ya no hay camino ni senda.

En esta zona abierta y en altura estamos más expuestos al viento frío que sopla, lo que hace que tengamos que abrigarnos.

Llegamos al collado de Mingoperro y desde aquí ya tenemos las primeras vistas de la otra vertiente de la sierra, vistas  al Valle del Jerte, donde claramente son distinguibles algunos de  sus pueblos, como Casas del Castañar, Cabrero, Valdastillas y más arriba, Piornal.

Nos dirigimos siguiendo los hitos de piedra a los grandes bolos graníticos, constituidos en una especie de mirador natural, donde paramos un buen rato, para sentados allá en las alturas, en completo silencio y tranquilidad, contemplar estas magnificas vistas, si bien el día, como he dicho al principio no tenía una luz nítida y el fondo aparecía algo difuminado.

Con el Valle del Jerte al fondo.

Junto a estas grandes piedras nace una buena colonia de narcisos de roca (Narcissus rupícola). Al fondo, siguiendo la cresta de la sierra, se ven las antenas y el vértice geodésico del Pico Pitolero, y hacia allí nos dirigimos, en un principio sin senda ni camino franco, siguiendo algunos hitos de piedra o simplemente orientando con la mirada puesta en las antenas, hasta llegar al camino-pista que sube desde la carretera del Torno, el que se utiliza para subir con coche para las labores de mantenimiento de las antenas de comunicaciones, o el que utilizan también los que suben hasta aquí para practicar parapente o los que suben en bicicleta tras salvar unas pendientes de traca… Es en este tramo donde nos encontramos con algunas praderitas repletas de Narcissus bulbocodium (Narciso acampanado o narciso de olor o trompeta de Medus).







Las dos primeras fotos son de Narcissus bulbocodium (narciso acampanado o de olor) y las otas de Narcissus rupícola o narciso de roca. Están hechas con el telefono móvil y no tienen muy buen enfoque.

El camino-pista ancho y polvoriento resulta aburrido y sin alma, por suerte apenas andamos por él unos 700 metros hasta llegar a la altura del vértice geodésico, donde el viento se hace notar aún más. Las vistas desde allí son de nuevo magníficas, pudiendo recorrer todo el valle del Jerte con la mirada, desde Plasencia y su cercano embalse del Jerte, pasando por los pueblos antes mencionados y enlazando hacia el norte con la Sierra de Gredos.

Las antenas del Pico Pitolero, ya la izquierda sobre un promontorio de roca, el vértice geodésico.
 
Gredos Occidental... y a riesgo de equivocarme, creo que el pico de la izquierda puediera ser Castilfrio, y a la derecha en primer plano Azagallas y justo detrás de éste sobresaliendo un pelín, la Covacha...¡pero solo es mi interpretación!...

No paramos mucho tiempo allí arriba, aunque mi idea era parar a comer en este punto, pero el viento que soplaba hacia desagradable la estancia allí, así que decidimos emprender la bajada y buscar un lugar más oportuno para comer.

Vistas del embalse del Jerte y Plasencia desde el vértice geodésico del Pico Pitolero.
 
Junto al vértice geodésico del Pico Pitolero.

Para bajar por la otra vertiente, la del Jerte, lo fácil y cómodo es deshacer el tramo de pista ancha y cómoda que habíamos hecho y seguir por ella en franca bajada a lo largo de una larga curva que hace ésta, para después seguir más en línea recta hasta desembocar en la carretera de Cabezabellosa al Torno, pero como la cabra ‘tira pal monte’ utilizamos un track en el que se evitaba volver por el tramo de pista insulsa, aunque cómoda para andar y avanzar, a la vez que también eludíamos la amplia curva  que realizaba ésta, a modo de semicircunferencia, aunque claro, la alternativa no era obvia, no había una senda clara, más bien andar entre piornos y sendas difuminadas aquí y allá, para llegar primero a la Fuente del Padre Samuel y después seguir paralelos al curso del arroyo, sin camino ni senda clara, simplemente  dejándose uno llevar por lo que cree que es la mejor opción, teniendo siempre como referencia el amplio camino-pista que queda abajo y al que tendríamos que llegar evitando el rodeo que da ésta.

En la bajada campo a través desde la Fuente del Padre Samuel hasta enlazar con el camino de hormigón, se puede ver la amplia curva que describe el insulso camino-pista y que nosotros eludimos cogiendo un atajo.

Llegamos al camino-pista tras salvar unos metros antes el cauce del arroyo. El firme de tierra en este punto pasa a ser de hormigón, no sé si es así hasta enlazar con la carretera, en lo que sería la opción fácil, pero si todo este tramo está de hormigón y la subida inicial del antiguo camino por el que hemos subido, se encuentra ahora limpio de vegetación, ampliado y preparado para que puedan pasar vehículos, hacen que la opción fácil del recorrido pierda mucho encanto.

Por suerte, nosotros solo tuvimos que andar a penas unos metros por este camino de hormigón, ya que pronto y según el track que llevábamos, nos desviaríamos a la izquierda por una nueva senda, adentrándonos en zona boscosa, envueltos en naturaleza, alejados de amplios caminos o de zonas hormigonadas, aunque también en un recorrido más complicado de seguir, puesto que se aleja de caminos obvios para seguir en bajada por veredas perdidas y campo a través, paralelos a la garganta del Neblillo, hasta llegar a un vado sobre ella, donde nos encontramos con un antiguo camino a la derecha, un camino en desuso, poco transitado, con vegetación exuberante en los alrededores y en el propio camino, asaltándonos a cada paso muchas mariposas que me alegran el día, por no hablar de las muchas lagartijas que corren a esconderse a nuestro paso, teniendo siempre frente a nosotros unas vistas estupendas de un gran robledal, con sus árboles desnudos y cenicientos ahora, pero con el fondo del embalse del Jerte tras el cual aparece Plasencia.

A la derecha de la foto se ve el viejo camino que transita entre retamas, en bajada y directo al 'esnudo' robledal, tras el cual se aprecia el embalse del Jerte y a continuación Plasencia.


Mariposa Arlequín (Zerynthia rumina).
 
Mariposa saltacercas (Lasiommata megera).
 

 Lagartija lusitana (Podarcis guadarramae).

Un lujo todo este tramo de senda y viejos caminos desde que abandonamos la pista de hormigón, por la que por suerte apenas estuvimos andando unos 200 metros.

Primavera o Flor de San José  (Primula vulgaris).

Nos adentramos en el bosque de robles y de nuevo, en un punto, en lugar de seguir este viejo camino, cogemos una senda pronunciada que acorta camino y nos deja a los pies del impresionante roble de Romanejos, siendo en este corto tramo donde me encuentro en dos ocasiones con la “Rosa de Alejandría” (Paeonia broteri).



“Rosa de Alejandría” (Paeonia broteri).

El Roble del Acarradero o de Romanejos, es un monumento viviente, con una edad estimada en 500-600 años, catalogado como Árbol Singular de Extremadura, es el más significativo ejemplar en su especie de la comunidad, y uno de los más valiosos de toda la península ibérica. Destaca su majestuosidad e impresionante estructura (Altura:20,50m / Perímetro del tronco a 1,30m: 5,77m / Diámetro máx. de copa:31m / Proyección de copa: 804 m²)”. [Fuente: Wikipedia].

Roble del Acarradero o de Romanejos,

Un pequeño descanso para contemplar este espectacular árbol. Un privilegio poder estar frente a él y a su lado…  ¡la de historias que podría contar si pudiera hablar! con todos los años que tiene de vida…

Nos ponemos en marcha de nuevo. Cruzamos perpendicularmente la carretera del Torno y a continuación un paso canadiense, para continuar por una senda a la derecha, pero resulta que salen varias sendas y al final con la conversación nos dejamos llevar, sin prestar atención al track, hasta que nos dimos cuenta que por donde íbamos nos estábamos alejando de la carretera y el track iba más bien paralelo a ésta, así que de nuevo algo de campo a través para conseguir enlazar con la senda buena, aunque nos dejamos atrás sin ver una era y unas piletas echas en la misma roca, pero al menos pudimos enlazar a tiempo para pasar por el mirador improvisado que se ha formado: “el mirador del espino”, un rincón donde han colocado varias piedras a modo de banquitos, desde donde poder contemplar sentados y en total tranquilidad el embalse del Jerte al fondo, un verdadero acierto el colocar estas piedras aquí y de esta forma incentivar una parada para echar un rato aquí, sin prisas, algo que de otro modo igual hubiera pasado desapercibido porque iríamos mirando hacia el suelo, ya que por aquí la senda tiene una huella regular y hay que ir pendiente de los hitos de piedra para seguir el recorrido.

"Mirador del Espino".

El tramo de senda que parte desde este mirador “improvisado” y que llega prácticamente hasta el pueblo, es al menos para mi una auténtica delicia. Senda estrecha, con todo tipo de firme, envuelto en vegetación que ocasiones casi cierra el camino, tramos de paredes de piedra, pequeños repechos y  bajadas y bonitas vistas del pueblo y del Cerro del Búho donde se asienta la reluciente ermita y el mirador.



En las fotos de arriba, tramo de senda y fuente; en la de abajo, llegando al final de ruta, con Cabezebellosa a la derecha, el Cerro del Búho con la ermita a la izuierda y tras él el embalse de Grabiel y Galán, mienrtras en el centro de la foto aparece Zarza de Granadilla y al fondo, en el centro, sobresaliendo sobre la línea de sierras, la Peña de Francia.

Por fin entramos en el pueblo y llegamos a donde teníamos el coche, para a continuación hacer una parada en el bar que hay a la salida, en dirección Villar de Plasencia y tomar ya completamente relajados unas cervezas mientras comentábamos el recorrido que habíamos hecho, que si bien no empezó bien por el tema de las obras en el camino de subida y que apunto estuvieron de hacernos desistir en realizar el recorrido circular, la verdad es que después de terminarla tal y como teníamos pensado hacerla, puedo decir que es una ruta muy gratificante y muy  interesante de hacer y que puede que la repita algún día, quizás  en otoño, por aquello de ver el robledal con su manto otoñal.

Lo que menos me ha gustado es el estado actual del camino de subida, quizás más cómodo, ya que está ensanchado, limpio y con buena huella, preparado para el paso de vehículos todoterrenos y maquinaria pesada, pero se ha convertido, para mi gusto, en un camino totalmente desnudo, sin alma, no tiene nada que ver con el antiguo camino que había visto en fotos, aunque todo ello queda compensado con las excelente vistas de las Tierras de Granadilla y más al fondo, la Sierra de Gata, las Hurdes y la Peña de Francia.

La parte más alta, los alrededores de las antenas y de la cima del Pico Pitolero, está muy pelada, con solo vegetación rastrera, pero compensa enormemente las panorámicas del valle del Jerte, de Gredos o del embalse tras el cual se puede ver claramente Plasencia, y además, para los amantes de la botánica, hay buenas praderitas de Narcissus bulbocodium (Narciso acampanado o narciso de olor o trompeta de Medusa) y de Narcissus rupicola (Narcisos de roca) en la zona de los bolos graníticos.

Por último, para mi lo más atractivo ha sido la segunda parte de la ruta, la bajada, y más concretamente desde que dejamos atrás la pista de hormigón y hasta llegar al pueblo, bajando primero por una senda paralela a la garganta, en zona boscosa, a veces campo a través, para después enlazar con una antiguo camino con unas vistas magnificas del Jerte, del robledal que teníamos en primer termino y del embalse y Plasencia al fondo, todo ello con muchas mariposas y lagartijas que salen o se esconden a nuestro paso… continuando con la visita al magnífico roble-abuelo de Romanejos y terminando con el último tramo de senda, sobre todo a partir del “mirador del espino”.

Todas estas fotos a mayor tamñao y resolución podéis verlas en ESTE ENLACE.

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