Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

18 abr 2023

Senderismo Extremadura: Ruta de Piedras Labradas y las ruinas de su templete romano.

Para nuestro segundo día de pateo por los los Montes de Traslasierra, divisoria entre el Valle del Jerte a un lado y el Valle del Ambroz y las Tierras de Granadilla al otro, la ruta prevista era una circular por Piedras  Labradas y visita a la Garganta Perdida, desde el pequeño pueblo de Jarilla, de apenas 140 habitantes,  estando muy cerca de la ruta realizada en el día anterior por Cabezabellosa.
 
"Los pobladores de las tierras de Ambroz fueron los vetones, un pueblo ganadero que ya en la edad de hierro les gustaban fortificar sus poblados. Celtíberos y vetones fueron los primeros pobladores de los que se tiene constancia, que dejaron restos de pequeños castros y asentamientos en las inmediaciones de Jarilla y Cabezabellosa, uno de los asentamientos más espectaculares es el de Piedras Labradas situado a más de 1.000 metros de altitud en el término municipal de Jarilla".

Dejamos el coche a al entrada del pueblo y aún no nos habíamos bajado de él y ya había un lugareño preguntando por lo qué íbamos a hacer y ofreciéndose a hacernos una descripción completa de la ruta a realizar, aunque lo que él no sabía es que no íbamos a realizar el trazado marcado como PR de subida ‘oficial’ desde Jarilla, pero como estaba tan entusiasmado y viviendo su momento de gloria le dejamos hacer…. incluso nos acompañó a la salida del pueblo para enlazar con la ruta, pasando por el viejo lavadero del pueblo hoy restaurado y en donde aparece un panel informativo sobre la ruta.

El track de referencia que seguimos para estar ruta podéis consultarlo AQUÍ.

Tras despedirnos de este buen hombre y agradecerle sus explicaciones, emprendemos la ruta, encontrándonos con una bifurcación al poco de dejar atrás las últimas casas del pueblo. Nosotros continuamos por la izquierda, y regresaríamos por la derecha porque la idea, al  igual que ayer, es realizar el recorrido en el mismo sentido de las agujas del reloj.

El carril en los inicios es de  hormigón, pero pronto éste da paso a un camino de tierra flanqueado por paredes de piedra, caminando por un bonita dehesa, en un mañana soleada pero fresca a primera hora y más luminosa que la del día anterior, con una luz más nítida, con las mismas vistas que teníamos ayer, pero sin tener difuminado el horizonte, de nuevo con las Tierras de Granadilla en primer término y más al fondo las Hurdes, la Sierra de Gata y la Peña de Francia.

Es un gustazo caminar a primera hora de la mañana, con una temperatura fresca, atravesando una bonita dehesa sobre un manto verde y con bonitas y extensas vistas a nuestra izquierda, mientras avanzamos cómodamente, sin apenas desnivel.

Al llegar a una bifurcación, donde el camino hace una curva muy pronunciada y donde realmente se inicia la subida ‘oficial’ hacia el altiplano de Piedras Labradas (donde se encuentran las ruinas de un antiguo templete romano, nuestro objetivo de esta ruta) marcada con estacas de señalización propias del PR, es cuando abandonamos este recorrido y seguimos rectos por el cómodo camino unos metros más hacia delante, hasta que cogemos un desvío a la izquierda bien señalizado, hacia Casas del Monte, abandonando el camino y continuando por una senda ligeramente en bajada, bonita para caminar por ella, rodeada de vegetación y arboleda, aunque no tardaríamos mucho en llegar a una amplia pista tras cruzar una cancela.

Mariposa Almirante rojo o Vulcano (Vanessa atlanta), sobre el tronco de un árbol.

Continuamos en dirección hacia Casas del Monte, que tenemos frente a nosotros y comienzo a  tener dudas sobre si nos habíamos equivocado porque estábamos aproximándonos demasiado al pueblo, pero a la altura del Arroyo de las Gorroneras, es cuando por fin dejamos la amplia pista, junto a un cartel informativo de la ruta hacia Piedras Labradas, pero en esta ocasión la que parte desde Casas del Monte, no desde Jarilla.

Aquí es donde realmente iniciamos la larga y en algunos tramos, fuerte subida hacia Piedras Labradas, por un camino de firme irregular, paralelo al arroyo, con vegetación primaveral exuberante, tanto en los alrededores del camino como en mitad de éste, a pesar de que aunque aquí corren los arroyos y las gargantas, también se nota la falta de agua y ésta no es tan abundante como en otros años…

Botón de Oro (¿Ranunculus acris o repens?)
 
Cerraja (Sonchus oleraceus).
 
Sobre el musgo del tronco de un roble ¿?

Pasamos por un bonito paraje, una zona boscosa, cerrada, repletas de robles y cercados pequeños con muros de piedras recubiertos de musgo, aunque éste algo seco, en una zona por donde baja el arroyo y donde me encuentro con varios tipos de mariposas: la arlequín, la aurora o musgosa, la saltamuros y algunas Pieris, sin duda un buen lugar para descansar, aunque aún nos falta mucho y tras un rato intentando fotografiar a las mariposas que no paraban de revolotear desisto y seguimos hacia delante con la subida, relativamente cómoda hasta ahora, sin fuertes desniveles.

Mariposa Cejialba (Callophrys rubi)

Mariposa aurora o musgosa (Anthocharis cardamines)


Mariposa Saltacercas (Lasiommata megera)

Prácticamente sin darnos cuenta salimos del manto protector del bosque para encontrarnos en una zona más abierta, de praderas, donde la senda se llega a perder y tenemos que echar mano del track para volver a reencontrar de nuevo la senda más hacia delante y más a nuestra izquierda porque nos habíamos apartado de la ruta.

Llegamos a un camino bien marcado que cogemos a nuestra derecha, con algunos tramos de hormigón, y a partir de aquí la subida es cuando tiene tramos de pendiente más fuerte, subiendo el camino en claros zig-zag para ganar altura rápidamente y volver a tener unas buenas vistas del embalse de Gabriel y Galán y de las Tierras de Granadilla en general.


En esta foto de abajo, Zarza de Granadilla, y al fondo, en el centro de la foto, sobresaliendo, la Peña de Francia.

Cuando creíamos que ya todo lo que quedaba de subida iba a ser por este cómodo camino, de nuevo hacemos un brusco giro a la derecha, abandonándolo y metiéndonos de lleno de nuevo en otra zona de robles y desde este punto hasta el final, para mi fue una gozada el recorrido, porque volvíamos a los caminos estrechos en  el interior del bosque, a las sendas que acaban perdiéndose y volviéndose a encontrar, sendas de tierra, de hierba y de losas de piedra, sendas que atraviesan arroyos y zonas de exuberante vegetación, tramos cortos y de fuerte pendiente que enlazan con tramos de falsos llanos por la ladera del Risco Llano.

Al llegar a un interesante paraje, envuelto en grandes rocas que en algunos casos parecen muros, donde la senda que transita por la falda de la sierra  hace una curva pronunciada y es atravesada por un arroyo, al tiempo que caminamos por un mosaico de piedras y losas, rodeados de abundante flora, es donde me encuentro con varias mariposas que pululan por los alrededores de la senda, además de ver de nuevo, al igual que ayer, los narcisos de roca (Narcissus rupicola), aunque en menor cantidad.


Un poco más adelante encontramos una bifurcación; la senda que continua recta aunque está cortada por una cancela, pero a la derecha continua otra senda bordeando la alambrada. Sobre la cancela vemos una marca de PR, así que aunque el track continua por la senda exterior, nosotros abrimos y cerramos la cancela y seguimos rectos, viendo por el mapa que al final se podía ir por los dos lados, porque acabarían uniéndose en el mismo punto una vez que salimos definitivamente  del bosque para llegar a una zona completamente abierta, donde después de un último repecho llegamos al altiplano o meseta de Piedras Labradas, a 1.062 m. de altura, encontrándonos primeramente con un recinto circular de piedras, a modo de recinto defensivo, en cuyo interior, en el centro, se encuentran las ruinas o los bloques de piedra granítica (bastante abundante por esta zona) que constituirían la base de este pequeño templo romano, de forma rectangular,  donde como he dicho, lo único que queda es una hilera de bloques que marcan lo que era la cella (habitación en el centro del templo, que usualmente contiene la imagen del culto o estatua), más otros bloques en su interior y otros  en los alrededores, pero nada más del resto del templo que la incluiría en su interior.

Mientras hacía fotografías, era observado atentamente por numerosas vacas que se encontraban allí pastando, intentando no alterar su tanquiliad, además de por una lagartija colilarga (Psammodromus algirus) que sobre uno de los bloques de garnito del interior del recito tomaba el sol, dignándose a posar para mí.

Parte de los bloques que conforman un posible recinto defensivo.


Ruinas del templo roman de Piedras Labradas, rodeado de un rebaño de vacas pastando.

 

Lagartija colilarga (Psammodromus algirus)... la única moradora del antiguo templo romano de Piedras Labradas.

Desde allí, al igual que durante el inicio de la bajada que nos esperaba, se tienen unas bonitas vistas de Cabezabellosa con el Cerro del Búho a su derecha, resaltando en él la ermita de Nuestra Señora del Castillo.


Desde las ruinas del templo romano de Piedras Labradas se puede ver Cabezabellosa (a la izquierda de la foto) y el Cerro del Búho, con la ermita ye l mirador (a la izquierda de la foto).

Estuve un rato por allí, en silencio, imaginando como sería toda esta zona y este tempo en su pleno apogeo, porque realmente poco se sabe de su función. Para algunos un pequeño templo de culto a alguna deidad, aunque otros dicen que es raro que los romanos establecieran este tipo de templos en sitios tan elevados; para otros pudiera ser que hubiera existido aquí previamente un asentamiento vetón, pueblo del que hay evidencias en la cercana localidad de Segura de Toro; para otros quizás fuera un puesto de control o vigilancia de los numerosos manantiales que hay por la zona, ya que había una captación de agua que surtía a la ciudad romana de Cápara, visible desde esta zona, incluso  al hilo de esto, podría haber sido también un puesto de vigilancia para avisar mediante señales luminosas, a esta ciudad romana de algún tipo de peligro o ataque de enemigos, en fin, muchas teorías que acaban mitificando este lugar, envolviéndolo en un aura de misterio.


Volvemos hacia el exterior del recinto delimitado por bloques de piedras, para buscar un sitio donde poder disfrutar de mejores panorámicas de todo ese llano que tenemos frente a nosotros, mirando hacia abajo, las Tierras de Grandilla surcadas por la autovía de la Plata y las sierras al fondo de las Hurdes, Gata o la Sierra de Francia de la que sobresale su célebre Peña.

Es aquí, sentado sobre unas piedras, como  no podía ser de otra forma en este paraje, donde realizamos una pequeña parada para tomar un piscolabis, con unas vistas maravillosas, en un día con mejor luz  y más nítido que el de la jornada anterior y con una temperatura muy agradable ya que soplaba arriba un ligero viento fresco que incluso invitaba a ponerse algo de ropa de abrigo.

Después de un tiempo de descanso y contemplación, mientras comentábamos lo bonito que había sido prácticamente todo este tramo de subida, nos ponemos en marcha, enlazando con un cómodo  camino de bajada y que supongo es el causante de que el acceso hasta aquí arriba sea tan fácil y que por ello este enclave hubiera sufrido tanto expolio.

Realmente este camino que tomamos de bajada, por zona totalmente abierta, sin arboleda, es el oficial de subida y que muchos también utilizan para bajar, o sea, que realizan la subida y la bajada por el mismo sitio, lo cual resulta aburrido, por no hablar de que este camino tan cómodo se acaba convirtiendo en monótono, pero por suerte, nuestra idea era seguir el track que llevábamos que nos metería por otros sitios, menos cómodos, donde se avanza más lentamente, pero mucho más entretenidos y vistosos.

Pasamos por una zona de grandes bolos graníticos que invitar a posar sobre ellos con el fondo de las Tierras de Granadilla y las Sierras o hacia el otro lado, con las vistas de Cabezabellosa y su Cerro del Búho.

Bolos graníticos en el principio de la bajada.
 

En las zonas más altas, los cerezos aún están en plena floración.

Un poco más adelante, siguiendo este camino en bajada no muy acentuada, nos encontramos con una fuerte curva marcada hacia la derecha, que se ha convertido en improvisado mirador a la vez que en lugar de descanso, puesto que han colocado con muy buen acierto una mesa y bancos corridos, tipo merenderos, ideal, aunque nosotros ya habíamos hecho un ratito antes la parada.

El pueblo de Jarilla desde la bajada.

Es justo unos metros más adelante del merendero, siguiendo el camino, cuando definitivamente abandonamos la comodidad y posible monotonía de este camino, pasa coger una senda a la izquierda. A partir de aquí empieza otro recorrido que nada tiene que ver con este pequeño tramo de bajada que habíamos realizado.

Es un tramo que va perpendicular a la Garganta Perdida, nuestro siguiente hito, por donde no pasa el recorrido “oficial” de Piedras Labradas, aunque también se puede llegar a ella bajando por el camino que habíamos dejado para después coger otro que saldría a la izquierda, pero de esta forma se daría un largo rodeo.

El tramo de bajada hasta la garganta nos devuelve de nuevo al bosque, entre la arboleda, en bajada muy pronunciada, a veces por senda visible, otras guiándonos por algunos hitos de piedra y en otras ocasiones ni lo uno ni lo otro, campo a través, por lo que no quedaba más remedio que tirar de track porque entre la arboleda no había referencias visibles, pero realmente es un tramo de los que gustan hacer, entretenido, divertido, en zona boscosa, fuera de amplios caminos o pistas, sintiéndote aislado, donde es verdad que evitamos dar un buen rodeo pero donde también es verdad que se avanza más lentamente.

Salimos de nuevo a una senda, por la que hubiéramos llegado si hubiéramos venido por el camino, la cogemos durante unos metros a la derecha y después de este último tramo de bajada pronunciada y en algunos casos de campo a través, estos metros de senda que obliga a ir en fila de a uno, nos parece una autovía, aunque pronto la abandonamos para seguir bajando directos a la garganta, en un segundo tramo de bajada algo más corto que el anterior que nos conduce finalmente a un paraje idílico a los pies del cauce de la Garganta Perdida, en una zona con varios saltos de agua, un antiguo y pequeño puente sin baranda y envuelta en una zona de arboleda y vegetación que hacen que gran parte de este entorno esté en umbría.


No pude resistirme a sentarme un rato allí, sobre una piedra, al lado del agua, escuchando el relajante ronroneo que produce el agua en su bajar y entrechocar con las rocas.

Un pequeño vídeo del discurrir del agua por este pequeño tramo:

Seguimos nuestro último tramo del recorrido, unos dos kilómetros hasta llegar al pueblo, dejando el puente a nuestra izquierda, eludiendo a un grupo de vacas y cruzando una cancela sobre un muro de piedras de los que delimitan fincas… desde aquí lo que resta es un bonito, divertido y entretenido tramo de senda que transita paralelo a la garganta, que queda a nuestra izquierda, junto  a vetustos muros de piedra, siempre entre arboleda, vegetación exuberante, zigzagueando entre algunos enromes bolos graníticos, en ocasiones viendo de cerca la garganta, pero cuando nos separábamos de ella siempre seguíamos escuchando el sonido del agua precipitándose con gran rapidez hacia bajo, hacia el lugar donde se encuentra la piscina natural de la localidad y siempre acompañados del hilo musical del trino de los pájaros y de algunas mariposas ‘arlequín’ a las que sobresaltábamos en nuestro caminar por la senda.

Llegamos a la curiosa y profunda piscina natural, ahora vacía, con las compuertas abiertas, y debajo de ella, las ruinas de un antiguo molino, creo que de cubo, que aprovecha el cauce de la garganta para la molienda.


Restos de un antiguo molino al lado de la piscina natural de Jarilla.

Desde aquí un tramo de camino de hormigón, pasando por el depósito de agua de la localidad y llegando al punto por el que habíamos iniciado el recorrido esta mañana.

Nos dirigimos hacia la plaza, con el fin de tomar una cerveza, pero el único bar creo que estaba cerrado por reformas o por día de descanso, así que aprovechando que la antigua carretera Nacional, la Vía de la Plata, está a tiro de piedra y que hay varios hostales-restaurantes de carretera, nos fuimos derecho al que más cerca nos quedaba, para tomar la merecida cerveza y el bocata, antes de continuar con las actividades previstas para la tarde, como era la visita a la antigua ciudad romana de Cáparra y Granadilla, sitios en los que ya había estado en otras ocasiones, aunque ya hacía tiempo y remataríamos con la visita a la iglesia de Abadía que nos cogía de paso hacia el lugar donde nos alojábamos.

En definitiva, un recorrido intenso, muy bonito y entretenido, de los que gustan  a cualquiera que se precie de hacer senderismo y no solo caminar por caminar. Es un recorrido para sentirlo y no tener prisas, porque se va despacio en algunos tramos, unos por el desnivel de subida, otros por el desnivel de bajada y otros simplemente porque no aparece una senda marcada o ésta ha quedado cubierta, por no hablar de algunas paradas recomendadas para disfrutar de las panorámicas, de la tranquilidad y la soledad, o del agua bajando garganta abajo.

Todas las fotos que aparecen en esta entrada, a mayor tamaño y resolución podéis verlas en ESTE ENLACE.

 


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