Como estábamos disfrutando de un puente en la Axarquía malagueña, nuestro puesto base lo teníamos en una casa rural en Cómpeta, desde donde cada día hacíamos nuestras escapadas (el día anterior estuvimos haciendo la etapa-7 del GR de la Gran Senda de Málaga que es la que pasa por el puente colgante del Saltillo, un recorrido que ya estuve haciendo en las navidades del año anterior) y como el inicio de esta ruta estaba en el Área recreativa del Robledal, en pleno Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, en el término municipal de Alhama de Granada, había que hacer un largo desplazamiento de una hora prácticamente, siendo los cinco últimos kilómetros por una pista de tierra en perfecto estado, por lo que tocaba madrugar un poco para el tema del desayuno, preparativos y el desplazamiento en coche, aunque tampoco había excesivas prisas, ya que la ruta no era de gran exigencia y tampoco excesivamente larga.
A las 10 de la mañana llegamos a la amplia explanada rodeada de robles, encinas y pinos resineros, en lo que es el Área recreativa del Robledal, una hora de salida para nada recomendable en épocas en las que las temperaturas sean elevadas, porque en la última parte no hay arboleda y el sol pega de lleno, pero ahora en invierno, con un día soleado pero con temperaturas de unos 12 grados, no hay problemas, más cuando tampoco íbamos a encontrarnos con nieve en la subida ni con placas de hielo, así que aparentemente tendríamos un día ideal para patear por el monte, aunque no íbamos a poder disfrutar de unas vistas nítidas debido a la calima que estábamos sufriendo durante estos días.
Comenzamos la caminata, siempre en umbría, inmersos en un bosque de robles y pinos resineros, apareciendo los típicos cubitos y marcas en los troncos de los pinos para recoger la resina, en un recorrido por pista en ligera subida, muy llevadera.
Pronto llegamos a una bifurcación donde había que elegir si seguir por la zona de “los Barracones” o por el “Salto del Caballo”, nosotros tiramos por la izquierda, hacia el “Salto del Caballo”, camino ancho, siempre por el interior del bosque, en un tramo donde a partir del desvío hay un poquito más de desnivel que sigue siendo muy llevadero, continuando la marcha a buen ritmo mientras vamos charlando animosamente entre nosotros.
A unos 2 km del inicio de la ruta, un cartel que nos informa sobre la repoblación de la zona con la flora autóctona, marca el cambio en el trazado del recorrido, la pista/camino amplio se transforma en senda estrecha, tapiza de agujas de los pinos, flanqueada por árboles de buen porte, siempre en umbría, en un recorrido que sigue resultando muy entretenido y ameno, sin excesivo esfuerzo físico y con buena huella.
Un poco más adelante, la senda se abre paso entre la roca, formando un estrecho pasillo al que llaman el “contadero” y que se utilizaba en otros tiempos para el recuento del ganado que subía o bajaba de la sierra, porque debido al estrechamiento tenían que pasar de uno en uno y era así más fácil contarlos.
Continuamos a buen ritmo por esta entretenida senda en subida constante hasta que llegamos a uno de los hitos del recorrido, al mirador del Valle del Temple, donde un panel informativo muy acertadamente colocado, nos ilustra con los nombres de todo lo que se puede en esta vasta panorámica… bueno, eso si no es un día como los que estábamos teniendo, donde la calima difuminaba por completo el horizonte, hasta el punto que Sierra Nevada, que es claramente visible desde este punto en circunstancias climatológicas normales, no se llega a distinguir, aunque si se puede ver claramente la vega del Valle del Temple así como la cercana Sierra de Játar.
Este es el primer punto desde que comenzamos el recorrido, después de 3,5 km aproximadamente, en el que el bosque nos da un pequeño respiro y podemos contemplar las primeras vistas panorámicas de la subida. A partir de aquí el recorrido se hace mucho más exigente, el desnivel que hay que afrontar es mayor, pero caminando tranquilamente se hace llevadero, sumergiéndonos de nuevo entre el bosque para después salir a una zona más pelada, con un tramo donde el sendero va por zona de roca calcárea en el perímetro del bosque, subiendo continuamente hasta llegar a un collado al que creo haber leído que llaman “Collado de Rojas”.
En esta zona más abierta tenemos otra vez una muy buena panorámica del bosque, sobre todo de pinos, que va quedando por debajo de nosotros, así como nos hacemos una idea de la distancia recorrida desde donde dejamos los coches. Observando el recorrido que tenemos que seguir, vemos que éste nos da un pequeño respiro, solo pequeño, ya que durante unos metros la senda atraviesa una especie de falso llano hasta llegar a la zona donde aparece el panel informativo sobre el “Tejo”, árbol catalogado en peligro de extinción por la legislación andaluza vigente hoy en día y es que desde este punto podemos encontrarnos algunos ejemplares dispersos, mezclados entre pinos silvestres y laricios o entre flora como el arce o el mostajo, abocados a barrancos sombríos y húmedos, si bien es cierto que hubo una época donde el “Tejo” (Taxus baccata) era muy abundante en esta sierra hasta el punto de darle nombre, la Sierra de Tejeda, pero parece ser que fue utilizado en otros tiempos por la industria como combustible para la obtención de azúcar mediante refinado a partir de la caña de azúcar… y “de aquellos polvos, estos lodos”…
Es a partir de aquí cuando comienza el tramo más bonito, entretenido e interesante, al menos para mi, como es al que llaman el “Salto del Caballo”. Se trata de una senda que sube un fuerte desnivel a base de continuos zig-zags y que transita junto a la pared rocosa del farallón que tenemos a nuestra izquierda, mientras a nuestra derecha lo que tenemos es la caída al barranco, aunque con una climatología normal no entraña ninguna complicación, otra cosa es que hubiera placas de hielo o nieve o época de mucha lluvia que estuviera resbaladiza la piedra y cualquier resbalón podría provocar la caída por el barranco, pero como digo, en circunstancias normales, no hay ningún problema, todo lo contrario, es un auténtico gustazo subir por ella y realizar alguna que otra parada para contemplar las panorámicas que disponemos desde allí, una gozada de tramo que cuanto más se acerca a su fin más desnivel tiene.
Iniciando el primer tramo de la senda en la zona del "Salto del Caballo".
La senda del Salto del Caballo termina es una especie de collado y sabremos que hemos llegado a su fin cuando veamos un cartel que indica 2 km para la cima de la Maroma, mientras, el pico que hemos estado divisando durante gran parte del último tramo de la subida, frente a nosotros o ligeramente hacia la derecha, aunque destaca por encima de los demás, NO es la Maroma, ya que ésta se encuentra más atrás y no se ve aún desde esta parte de la subida.
En este collado, una vez dejado atrás el Salto del Caballo, realizamos el reagrupamiento de la tropa, porque este tramo de subida cada uno lo hace a su ritmo. Desde arriba, podemos ver a los compañeros que aún faltan por llegar afanándose en las vueltas y revueltas de este entretenido sendero. Una vez todos juntos, aprovechamos para un pequeño descanso, tomar unos frutos secos y echar un merecido trago de agua.
A partir de aquí, desaparece cualquier atisbo de zona boscosa, nada de árboles, toca el recorrido clásico por el macizo calcáreo de la Maroma, solo vegetación más rastrera como piornos, enebros…
Es una zona completamente abierta y expuesta a todas las posibles inclemencias meteorológicas, desde el sol que da de lleno al fuerte y gélido viento que podemos encontrarnos en la cima.
Nos ponemos en marcha de nuevo y a los pocos metros vemos un cartel con las indicaciones a la fuente de la “Tacita de Plata”, a 600 metros a la izquierda, fuera del recorrido, así que como no tenemos problemas de agua, decidimos seguir hacia delante y a la vuelta, si nos convenía, acercarnos a verla.
Un poco más adelante nos encontramos con otros tres chavales que ya van bajando y que nos comentan que arriba, en la cima, hace mucho viento, frío y superdesapacible, vamos de esos que sólo con su rugido dan dolor de cabeza.
Tocaba afrontar otro de los hitos importantes del recorrido, una zona de roca y piedra, por la arista de la montaña, por la zona conocida como el “Tajo Volaero”… ni que decir tiene que se trata de una zona donde la senda va por la arista, donde a nuestra izquierda lo que tenemos es un enorme tajo con una muy buena caída, así que hay que andar con un pelín de cuidado, porque aunque no hay nieve ni hielo, si comienza a soplar fuerte el aire, alguna ráfaga fuerte puede provocar desequilibrio y caída.
En esta zona el recorrido está señalizado con marcas de pintura en la roca. Las vistas desde allá arriba, desde la zona de la arista y el “Tajo Volaero” hacia el sur, son magníficas, pudiéndose ver parte de la subida desde Canillas de Aceituno, además de la costa malagueña, el mar e incluso si fuera un día nítido y no hubiera calima, la costa de África.
Si durante la subida y hasta llegar a esta zona pelada no hemos tenido sensación de frío en ningún momento, aquí el panorama cambia radicalmente, la temperatura ha descendido y el viento hace que la sensación térmica sea mucho más baja, así que aquí ya hay que tirar de forro polar y chaqueta térmica.
Superada la zona del “Tajo Volaero”, la senda se aleja un poco de la arista y desparece cualquier tipo de peligro. Toca un último tramo de ascensión más suave, donde cada vez hay más roca y pedregal, cada vez menos vegetación y en cada metro que se avanza el viento arrecia con más fuerza y es más gélido.
Llegamos al vértice geodésico de la Maroma (2.069m), ni un alma por allí, nadie, nada que ver con la romería que había al última vez que estuve por aquí en las navidades pasadas, donde habría de 50 personas... aunque lo de hoy es normal, con este viente tan frío y desapacible.
Hasta llegar aquí hemos empleado unas tres horas y cuarto, incluida la parada para el piscolabis.
Mientras espero a que llegue el resto del personal, deambulo por los alrededores en busca de la 'sima' de la Maroma que si no recuerdo mal, la última vez me la encontré con algunas vallas o alambrada para impedir caídas, encontrándome en estos menesteres con algunos neveros, los cuales se resisten a desaparecer, a pesar de que el sol incide directamente sobre ellos, pero este efecto queda contrarrestado por las bajas temperaturas en la cima y por el frío viento que sopla… así que aunque sea para una apuesta, diremos que “pisé nieve”…
Nuestra idea era comer… y beber la botella de vino que llevábamos para la ocasión, allá arriba, pero todos estuvimos de acuerdo en que iba a ser un auténtico “penaero”, incluso metiéndonos en algunos de los vivacs que hay por la zona, así que aprovechando que otro grupo de cuatro personas llegó al rato de estar nosotros por allí, les dijimos que nos echaran unos retratos junto al vértice geodésico para dar testimonio de que llegar, llegamos, y con los gorros de las chaquetas puestos y algunos hasta con guantes, emprendimos el regreso y como se suele decir, bajamos ¡cagando leches!…
Ahora en bajada y deseando perder de vista las fuertes y frías ráfagas de viento vamos rapiditos y en un pis-pas, unos 30-40 minutos, llegamos de nuevo a la zona previa al Salto del Caballo, donde habíamos parado para el piscolabis, así que en ese mismo sitio, al solito y fuera del alcance del viento, con buenas panorámicas, decidimos realizar la parada y comer tranquilamente, sin prisas, con gran parte de los deberes ya prácticamente hechos.
Mientras estábamos comiendo, vimos bajar al grupo de cuatro que subió justo detrás de nosotros y que también duraron poco por allá arriba y es que viendo lo desapacible del día en la cima, es normal que allí no pare nadie.
Terminada la comida que nos tomamos con ‘calma chicha’, emprendemos el descenso de forma muy tranquila, distendida, sin prisas, disfrutando de la bajada y las panorámicas cuando el bosque nos dejaba verlas, aún así, el último tramo, justo donde la senda deja paso a la pista y donde el desnivel es mucho menor, se le hizo largo a más de uno.
En definitiva un recorrido muy agradable, entretenido, bonito y no muy exigente que poco tiene que ver con la subida desde el sur, desde Canillas de Aceituno, un recorrido más largo, mucho más duro, con firme más irregular y con un recorrido menos vistoso, aunque también se pueda disfrutar en ese recorrido de buenas vistas hacia el sur.
Todas estas fotos se pueden ver en más resolución y detalle en ESTE ENLACE.
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