Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

29 dic 2021

Montaña en "La Axarquía" - Subida a la Maroma desde Canillas de Aceituno (semicircular)

Para nuestro segundo día en la Axarquía el plan era la subida a La Maroma, que con sus 2.069 m. es el pico más alto de Málaga y al que ya estuvimos viendo durante gran parte del recorrido de ayer.

Hay varias rutas para subir, pero elegimos la que ya hice en la otra ocasión que estuve por aquí en solitario, hace ya más de 20 años, la subida desde Canillas de Aceituno, que es la subida más clásica entre los montañeros y aunque el recorrido no entraña ningún tipo de dificultad técnica, si supone un gran esfuerzo físico ya que el recorrido hasta la cima es largo, nueve kilómetros y el desnivel a superar son 1.400 metros o lo que es lo mismo, entre cuatro y cinco horas de subida, en función de las condiciones físicas de cada uno, a lo que hay que añadir entre tres y tres horas y media para la bajada.

La tarde anterior, al llegar a Canillas de Aceituno después de realizar la Etapa-7 del GR de la Gran Senda de Málaga, mientras tomábamos las cervezas y esperábamos el coche que nos llevara a Cómpeta, le estuve dando vueltas a la planificación de esta etapa, porque en estas fechas entorno a las 18:20 ya desaparece la luz y si tenemos en cuenta que la duración de la ruta con alguna parada para comer o para descanso puede estar entre las 8-9 horas, que teníamos que desplazarnos desde donde nos alojábamos, Cómpeta, hasta Canillas de Aceituno, lo que supone otros 45 minutos más y que el desayuno incluido en el precio del alojamiento nos lo servían a partir de las 8:10-8:15.... significaba que íbamos a estar con el tiempo muy justo, sin margen a posibles imprevistos, así que pensamos en hacer la compra en un super para desayunar por nuestra cuenta los dos siguientes días.

Antes de coger el coche para ir desde Cómpeta a Canillas de Aceituno, tuvimos tiempo de hacer algunas fotos en algunos bonitos rincones de Cómpeta, como éste.

Así que hoy tocó desayunar en la propia habitación donde nos alojábamos y desde allí salir ya en coche directos hacia Canillas de Aceituno, donde aparcamos en un pequeño parking para después callejear un poco hasta llegar a la plaza del Ayuntamiento y desde aquí, hacer el mismo recorrido que ayer tarde, pero a la inversa, saliendo del pueblo por las calles empinadas y en zig-zag, hasta dejar a la derecha el sendero de la acequia que lleva al puente colgante del "Saltillo" y continuar hacia delante siguiendo las indicaciones de “La Maroma”.

Unos metros más adelante, ya con el  pueblo a nuestras espaldas llegamos a una pequeña construcción para el ganado, donde un viejo cartel indica la dirección de "la Rábita". Al dejar a un lado la construcción, se llega a un carril de tierra, en el que por la zona de la izquierda es por donde tendremos que venir a la vuelta, pero ahora nosotros tenemos que coger el carril hacia la derecha y rápidamente nos toparemos con un panel informativo sobre esta senda, que no es es otra que la "Senda de la Casa de la Nieve", ya que era el recorrido más utilizado para llegar a la zona de La Maroma, donde en un pozo o sima se conservaba la nieve/hielo y posteriormente se transportaba en mulas hasta el pueblo, aunque también era utilizado para otros fines: recolección de esparto, de  leña, para las caleras, pastoreo, etc....

A partir de aquí comienza la ascensión en sí, aunque para llegar aquí ya hemos tenido que ir subiendo y el pueblo queda ya más abajo, a nuestra espalda.

El recorrido, una vez que cogemos la senda, no tiene ninguna pérdida, está muy transitado y además está señalizada con palos de madera y marcas verdes y blancas durante todo el recorrido hasta casi la cima, donde desaparecen los palos/estacas y hay que orientarse por los hitos o pequeños montículos de piedra.

Desde el minuto cero el recorrido no da tregua, se trata de seguir la senda bien marcada, siempre en subida constante, sin desvíos, entre pinares, que en ocasiones nos deja ver a nuestra izquierda el “Peñón Grande”, por donde tendremos que bajar a la vuelta, bordeándolo.


Vistas en el primer tramo de subida hasta "la Rábita", al mirar hacia atrás...

A pesar del cansancio acumulado en el día de ayer, vamos subiendo a un ritmo constante, despacio pero sin paradas, lo que hace que lleguemos en una hora al entorno de "la Rábita", presidida por una fuente y abrevadero en una zona   sombreada, lugar donde tienen su hábitat algunos anfibios, como el “sapo partero bético” (Alytes dickhilleni), sin embargo, la fuente no tiene un buen chorro de agua precisamente, más bien un hilito con el que poder refrescarnos sin gastar el agua que llevábamos, porque más adelante solo hay una fuente y podría estar seca.

Cueva de la Rábita

A pocos metros de la fuente se encuentra una pequeña cueva que puede servir de refugio en condiciones adversas y desde ésta sale de nuevo la senda en continua ascensión, saliendo de la protección del pinar, en un recorrido que se vuelve en algunos tramos más exigente, más pedregoso, más desarbolado, donde al llegar al collado de la Gitana o de Almanchares, incluso algo antes, ya tenemos unas vistas magníficas del coloso malagueño, del macizo ceniciento de La Maroma, de su cara sur, mientras a nuestra derecha, el enorme barranco del "Saltillo", el formado por el Almanchares, el mismo que cruzamos en el día de ayer por el puente colgante, situado éste más abajo.


Aproximación al "Collado de la Gitana". Al fondo la  cumbre de La Maroma; a la derecha se abre la cabecera de la garganta del Almanchares

Desde aquí parece que tenemos cerca la cumbre, pero nada más lejos de la realidad, porque el recorrido gira hacia la izquierda, hacia el oeste y da una gran vuelta antes de atacar definitivamente su cumbre.

La cima redondeada de La Maroma.

Pasamos por el lugar donde se encuentra la "Fuente Agria"... en una zona donde al menos hay algo de arboleda, pero la fuente está completamente seca, así que tendremos que apañarnos con el agua que llevábamos para el resto de subida y para toda la bajada y con las altas temperaturas que tenemos para esta fecha, tendríamos que administrarla bastante bien...

Llegamos a otro pequeño collado, justo donde se encuentra el desvío que tendríamos que coger en el descenso, para a partir de este punto bajar por otro sitio, por el Barranco de las Tejas Lisas, en lugar de por donde hemos subido hasta ahora.

Éste era el punto que tenía previsto para hacer una pequeña parada de un cuarto de hora, más o menos, para tomar unos frutos secos, fruta... Hasta aquí llevábamos dos horas de marcha, más los 10 minutos que estaríamos en el entorno de la Rábita y el tiempo que paramos aquí.

Desde donde estábamos, en la zona de “Los Charcones” se podía ver como el itinerario cruzaba al fondo el seco Barranco de las Tejas Lisas y continuaba por la loma del cerro que teníamos frente a nosotros, en una senda en claros zig-zag con paredes de piedra, que resultaba muy icónica visualmente.

Nos ponemos en marcha de nuevo, justo a las 12 para subir ahora un desnivel más acusado por esta senda en zig-zag con firme muy irregualar, mucha piedra suelta entre afloramientos rocosos, pasando unas veces por zonas arboladas y otras por zonas desnudas, pedregosas, que sin embargo nos dejan ver unas excelentes vistas del Barrando de las Tejas Lisas, el cual parece desplomarse en vertical bordeando la parte derecha del Peñón Grande, cuyas vistas, desde otro ángulo, tuvimos al principio de la ascensión, pero sobre todo, al mirar al fondo podemos ver la costa oriental malagueña, algunas de sus poblaciones costeras, el mar y más allá, en un día nítido como el de hoy, la costa africana, la cordillera del Rif... puro espectáculo visual. porque son estas vistas las que merecen la pena ya que el recorrido de la subida en si tampoco es gran cosa, a excepción de algunos hitos.

En muchos tramos podemos encontrarnos con vistas como ésta, donde al fondo vemos la costa oriental malagueña, más allá el mar Mediterráneo y aún más lejos, en días nítidos como éste, la costa africana.

Este tramo de subida con fuerte desnivel, pedregosa y en claro zig-zag nos lleva unos 40 minutos recorrerlo y termina en el vértice al que llaman la “Proa del Barco”, sin duda un lugar para parar, tomar un poco de aire y admirar las vistas.

Embalse de la Viñuela vistas desde las inmediaciones de la "Proa del Barco".

Desde la “Proa del Barco”, a unos 1.700 m, aún nos quedan casi otros 400 metros de desnivel que subir, ahora ya por la parte alta del Macizo de la Maroma, o lo que es lo mismo, por una zona de roca caliza, gris, cenicienta, desprovista de vegetación, bordeando el cerro por el lado izquierdo, en un recorrido mucho más suave y llevadero, por una senda que si bien al principio es de mucha piedra suelta, al igual que todo el cerro por el que discurre,  después continua con una mejor huella, aunque siga siendo irregular...

En la "Proa del Barco", con el embalse de la Viñuela por debajo.

Pasmos cerca del cauce seco de un arroyo, donde se encuentran esparcidos los restos de un antiguo pluviómetro y es a partir del collado donde se tienen las vistas de  la “Loma de Capellanías”, cuando hay que hacer el último esfuerzo, la última subida con fuerte desnivel para ascender a la Maroma, sobre todo en la primera parte, donde yo por lo menos notaba ya una considerable flojera y aunque continuaba sin parar, lo hacía con pasitos cortos para no cansarme más de lo que estaba, porque la paliza de ayer unido a la poca forma física con la que me había presentado para hacer este reto de tres días en la Axarquía me estaban pasando factura; al final he venido estos días hasta aquí con más corazón que piernas y con algo de nostalgia-morriña de otros tiempos, como cuando me presenté en Canillas de Aceituno, en solitario, hace 21 añitos de nada para subir a La Maroma recién comprado mi primer coche, o cuando en abril de 1999 junto a mi tocayo sevillano nos presentamos en la Axarquía para hacer una travesía y de paso subir al Lucero (que es la subida prevista para el siguiente día).

Durante este último tramo de subida, que suaviza un poco a media altura, vemos a un grupo de cabras no muy lejos, no son muy asustadizas y no fueron las únicas que vimos, puesto que antes ya habíamos visto otras, al igual que más tarde también veríamos a otras en el comienzo de la bajada, junto a la zona donde se encuentran los restos del pluviómetro.

Después de un brusco giro a la izquierda, toca el último desnivel fuerte a salvar, siguiendo los numerosos  hitos... vamos cansados ya, pero ver a la gente por la parte de arriba nos da fuerzas pensando que a penas son  diez minutos los que nos restan.

Al comenzar a ver el vértice geodésico se nos quitan las penas y el cansancio. Al fondo Sierra Nevada, con sus cimas blancas, como helados cubiertos de nata, que le dan un toque de  glamour. En los alrededores de esta enorme cima redondeada, como si fuera una altiplanicie, nos encontramos con cerca de 30 personas y es que el día está espectacular y las vistas nítidas que se tienen desde arriba animan a sentarse y contemplar la inmensidad: la sierra de Tejeda, Sierra Nevada, la costa malagueña, el mar, África mucho más al fondo, etc, etc.. Lógicamente el personal que estaba allí arriba habría llegado por diferentes rutas, ya que por la que nosotros hemos traído solo hemos visto a dos personas en solitario subir hacia arriba y en el trayecto de bajada no coincidimos con nadie.

Junto al vértice geodésico de "La Maroma", con Sierra Nevada de fondo.

Tras las fotos oportunas de los alrededores y junto al vértice geodésico, buscamos un sitio para sentarnos, comer y dejar a que nuestros ojos vayan por libre contemplando estas bastas panorámicas en un día radiante, un lujazo estar allí arriba, la lástima es que aún nos quedaban tres o tres horas y media, si no surgía ningún imprevisto, por lo que íbamos a andar muy apurados de tiempo, así que solo estuvimos 30 minutos sentados allá arriba, lo suficiente para comer y descansar un poco.




Llegamos a la cima poco antes de las dos de la tarde, después de cuatro horas y cuarto de subida, con dos pequeñas paradas incluidas y a las 14:31 emprendimos el descenso, aunque pensando que podríamos atrochar algo con respecto al camino por el que habíamos venido, decidimos seguir a un grupo de chavales que bajaban por otro sitio.... hasta que después de un rato me di cuenta que íbamos por mal camino y que los chavales no tenían porqué llevar nuestra ruta y así, al mirar el track, comprobé que estábamos en sentido totalmente opuesto, pero moralmente no estaba en situación de tener que volver a subir para retomar el camino, así que mirando el mapa, con un poco de intuición y un poco de suerte (porque aunque tuvimos que andar algo más, al menos no tuvimos que perder tiempo ni fuerzas volviendo a subir) fuimos bordeando la loma hasta llegar al cauce donde se encuentran los restos del pluviómetro y desde ahí ya era claramente visible la senda que conducía hasta la “Proa del Barco”.

En este despiste perdimos 20 minutos, que podían haber sido cruciales, menos mal que desayunamos por nuestra cuenta antes de salir de la habitación y conseguimos ahorrar algo de tiempo.

Una vez que tomamos la senda de bajada correcta, me noto bien las piernas y las rodillas, así que avanzo rápido.

Desde la cima de La Maroma hasta el vértice de la “Proa del Barco”, empleamos una hora, aunque había que tener en cuenta que perdimos 15-20 minutos con el despiste al seguir tras el grupo de chavales que iban para otro sitio.

Desde este punto el siguiente objetivo era llegar a la zona de “los Charcones”, donde habíamos parado esta mañana a tomar un piscolabis y que es la zona donde se bifurca el camino, con la idea de bajar por otro sitio distinto que por el que habíamos subido.

Este tramo muy pedregoso, irregular y en zig-zag lo conseguimos hacer en 25 minutos y a partir de aquí un poco de relax, porque aun nos quedaban 2:20 horas de luz y en caso de algún imprevisto (confusión con el camino, problema físico,etc..) teníamos algo de margen.

Emprendemos la bajada por el Barranco de las Tejas Lisas, una zona que a diferencia de la subida, está muy arbolada, sobre todo por pinos y en umbría completamente, con una gran pared rocosa que se levanta a la izquierda. Mucho mas vistoso y entretenido que el monótono trazado de subida.

La senda es cómoda al principio y sin excesivo desnivel, pero poco a poco la bajada se va haciendo más pronunciada por una senda tortuosa, envuelta entre vegetación y dentro de una zona de pinar fundamentalmente, donde de nuevo comienzan a aparecer las piedras en la senda que acaban triturándome los pies en la bajada, pero aún así avanzamos a buen ritmo.

Casi en los metros finales, antes de llegar al arroyo, nos hacemos un pequeño lío porque el camino parece desaparecer entre la vegetación  y el GPS entre tanta arboleda no coge bien la señal... después de unos instantes de incertidumbre, retomamos la senda correcta, aunque mi teléfono sufre un “apagón”, la pantalla se queda completamente en negro y no veo nada.

La última referencia que había tomado era que una vez que bajáramos casi hasta el arroyo, la senda iba durante un buen rato casi paralela a éste, pero en esta zona no hay mucha señalización y había algo de dudas, aunque un guiri que apareció por allí, haciendo una ruta circular desde Canillas de Aceituno, nos sacó de dudas y nos comentó que íbamos bien y como el también iba en la misma dirección simplemente le seguimos, ahora ya mucho más relajados y en un tramo de senda sin tanta piedra y sin mucho desnivel, así que avanzamos con buen paso.

En los últimos metros de senda ésta se vuelve más pedregosa, siempre en umbría y desde donde ya se podía ver la pista que bordea el “Peñón Grande” y que baja hasta el pueblo; sólo restaba cruzar el arroyo por un pequeño puente, justo después de dejar atrás una antigua “calera”; finalmente, tras unos metros de ligera subida por senda por fin enlazamos con la pista forestal, donde un cartel indica la dirección a seguir por senda (por la que hemos bajado) para subir a la Maroma desde este punto.

Al llegar a la pista nos encontramos con este cartel que indica la dirección a seguir por senda (por la que hemos bajado) para subir a la Maroma desde este punto.

El recorrido sigue en descenso bordeando el “Peñón Grande”, como he comentado antes, ahora por pista por la que se puede llegar hasta el pueblo y aunque en un principio se agradece caminar por tierra firme tras tanta piedra y con los pies triturados, lo cierto es que después de un rato andando por ella se acaba haciendo aburrida... por suerte, para evitar las vueltas y vueltas que hace la pista para seguir las curvas  de nivel, una senda baja pronunciadamente, pero en  línea recta, cortando a la pista en un par de ocasiones, ahorrando tiempo y distancia y haciendo más entretenido el tramo final.

Justo al abandonar la pista y coger la senda que aparece a la derecha en la foto, en la última parte del recorido, con las casas blancas del pueblo de Canillas de Aceituno en el centro de la foto.

Y por fin llegamos al cruce desde el que partimos esta mañana, ya solo restaba girar a la derecha y bajar hacia le pueblo, dejando a la izquierda el desvío hacia el puente colgante y dejándonos caer hacia la plaza del ayuntamiento presidida en estas fechas por un enorme árbol de navidad.

Al final acabamos llegando a las 17:45, o sea, tres horas y cuarto de bajada, contando los 15-20 minutos que perdimos en el despiste que tuvimos al principio de la bajada, con lo que al final hemos bajado bastante bien, sobre todo teniendo en cuenta el cansancio con el que subimos el último tramo y el temor a que las “bisagras” (o sea, las rodillas, mi punto débil), no respondieran bien.

En el mismo sitio de ayer paramos para tomar unas cervezas que bien merecidas las teníamos, después de ocho horas de ruta desde que comenzáramos esta mañana a las 9:40...

Aún quedaban otros 45 minutos en coche para llegar a Cómpeta, la merecida ducha y el homenaje correspondiente en forma de cena antes de caer muertos de sueño y cansancio.... y al día siguiente tocaba la “Subida al Lucero o Raspón de los Moriscos” para poner fin a esta escapada navideña en la Axarquía.

Las fotos que aparecen en esta entrada y alguna más, a mayor tamaño y resolución, podéis verlas en ESTE ENLACE.

El track de la ruta podís consultarlo haciendo clic AQUÍ.

Los DATOS de esta ruta son los siguientes (en nuestro caso habría que añadir casi dos kilómetros más de recorrido por el despiste y consiguiente mini-rodeo que hicimos al inicio de la bajada):


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