Lo previsto era entre 5-6 horas, incluidas las paradas, entre la ida y la vuelta, a lo que habría que añadir otros 45 minutos que se tardan en llegar en coche desde Cómpeta a Puerto Blanquillo, puesto que la mayor parte es por camino-pista con un firme muy irregular, más otros 45 minutos para la vuelta, así que si queríamos regresar a casa después de comer tendríamos de nuevo que salir pronto, desayunando al igual que ayer en la habitación donde nos alojábamos, para ahorrar tiempo y tener margen para algún imprevisto que pudiera surgir.
Tal y como nos comentó Carlos, de "Salamadra rural", cuando nos recogió en Canillas de Aceituno el primer día, después de finalizar nuestro recorrido por la etapa 7 de "La Gran Senda de Málaga", entre Cómpeta y Puerto Blanquillo, los 40-45 minutos no nos lo quitaba nadie y menos sin conocer el estado del camino ni el recorrido (aunque no hay mucha pérdida porque desde Cómpeta sólo hay dos cruces y el resto es subir por el camino hasta llegar al puerto) y efectivamente así fue, aunque me resultó bastante cansino este trayecto por camino "regulero", pero llegamos a la hora prevista a nuestro objetivo, donde pudimos aparcar sin problemas, junto a otro coche que estaba ya por allí.
Desde la misma pista que traíamos y que continúa hacia delante, justo en la curva donde aparcamos, sale una senda a la derecha, marcada con postes de madera, con unos 50 primeros metros con fuerte pendiente de subida por senda con mucha piedra suelta que se adentra por estrechos callejones flanqueados por paredes esculpidas en roca. Es la vereda de Cómpeta o Camino de Granada.
Tras este primeros metros de fuerte desnivel, el recorrido se suaviza, caminando tranquilamente por senda y en umbría, pasando por una zona de pinar en un recorrido agradable y apetecible a esa hora de la mañana, sin mucha dificultad física, al que le sigue otro pequeño tramo de senda muy irregular y pedregosa, con recorrido sinuoso y con algo más de pendiente por el que alcanzamos el Puerto de Cómpeta (1.400 m), nuestro primer objetivo de la jornada y desde el que ya tenemos las primeras vistas de Sierra Nevada al fondo, con sus cimas nevadas.
En el Puerto de Cómpeta se sitúa el límite entre la Sierra Tejeda y Sierra Almijara, entre Málaga y Granada y donde también coinciden los límtes de los términos municipales de Alhama de Granada, Canillas de Albaida y Cómpeta. Fue un importante paso de arrieros hacia Játar o el paso que también utilizaban para transportar productos desde la costa malagueña a Granada, como por ejemplo el pescado (en este caso lo hacían por la noche para evitar el calor).
En este punto, mientras hacíamos una miniparada para tomar algunas fotos, nos alcanza un grupo de cuatro personas que también van a subir al Lucero y con los que coincidiríamos en varios puntos del recorrido.
Desde el "Puerto de Cómpeta", se baja unos metros hasta alcanzar un camino-pista, con la presencia a nuestra derecha de una enorme cantera de mármol cerrada hoy en día. Esta cantera estuvo activa en diferentes períodos desde 1980, hasta que en el 2002 el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ordenó la paralización de toda su actividad productiva basándose en la infracción muy grave por ocupar sin autorización un monte público del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama.
Al llegar al camino-pista lo tomamos a la izquierda y en ligera y muy cómoda bajada, dejando a nuestra derecha la vieja caseta del guarda de la cantera, abierta, pudiendo en un momento dado servir de refugio improvisado en caso de necesidad. Más adelante, a la izquierda del camino y un poco a más elevada que éste, se encuentra una balsa de agua como apoyo en la lucha contra incendios y cercano a ella la Fuente de la Barrera, aunque está dentro de una pequeña caseta con puerta y no se puede acceder a ella lo que fastidia bastante, porque a la vuelta nos habría venido bien, puesto que en este recorrido no encontramos puntos de agua.
Llegamos a un desvío donde dejamos la pista o carril de las Lomas de las Vacas y giramos a la derecha por el Camino de la Cuesta Parda, por zona de pinares, en un cómodo y tranquilo paseo, en zona con mucha sombra, hasta que llegamos al desvío, justo en el punto donde se encuentra un panel informativo con el sendero clásico de subida al Lucero, también llamado "Raspón de los Moriscos", aunque como algunos apuntan, este último término más que ser el nombre del pico a lo que haría referencia es a la arista afilada de su vertiente noreste, ya que hablando de montañas, con el término “raspones” a lo que se hace referencia es más bien a crestas rocosas.
En este punto abandonamos el “Camino de la Cuesta Parda” para coger la senda que sale a la derecha, la cual tras cruzar por un puentecito de madera el cauce completamente seco de un arroyo, continua ascendiendo a la sierra por la falda de ésta, de nuevo en umbría y con temperatura agradable.
Poco a poco, el desnivel va aumentando al tiempo que la senda se vuelve mucho más irregular, con mucha piedra y recorrido tortuoso, aunque con algunos puntos-miradores donde la subida da un respiro y se pueden contemplar bonitas vistas.
Después de unas dos horas aproximadamente, llegamos a nuestro segundo hito, el Puerto de la Mota, con el cerro del mismo nombre a nuestra izquierda y a escasos 200 metros, en ligera bajada, el Collado de la Perdiz o Puerto Llano, en la base del Lucero, donde comienza la subida.
Es este collado o puerto de la Mota, una especie de improvisado mirador en el que hay que detenerse y mirar sin prisas. Frente a nosotros tenemos la icónica subida al Lucero (1.774 m), observando como la senda va ascendiendo en completa umbría por el cerro situado a la derecha, el Lucerillo (hermano menor del Lucero) o también llamado Cerro de los Mosquitos, para llegar al collado que sirve de separación entre los dos cerros, entre los dos hermanos y al que llaman “Coladero de los Mosquitos”, desde donde se continúa la subida ya por el Lucero, dejando la umbría para adentrase en el último tramo de subida bañado completamente por el sol, en un recorrido clásico en zig-zag para llegar a la cima, en la que aún se puede ver, incluso desde abajo, donde estábamos, el muro o el lateral que aún queda en pie de una pequeña y derruida casa cuartel o puesto de vigilancia, desde donde la benemérita controlaba, tras el fin de la Guerra Civil, a los maquis que se escondían en estas sierras.
Las vistas desde este punto, como he comentado, es muy icónica, observando todo el recorrido de subida y viendo los que van por delante de nosotros como hormiguitas por el sendero, cada vez más chiquititos con forme van subiendo y alejándose de nosotros. A la izquierda del Lucero, al fondo, aparece de nuevo Sierra Nevada, inconfundible en esta época, con sus cimas blancas.
Vienen a mi cabeza los recuerdos del recorrido que hice con mi tocayo en abril de 1999, cuando en este punto donde nos encontrábamos, el Puerto de la Mota, acampamos tras partir a media mañana desde Cómpeta, para subir al día siguiente sin mochilas y sin la tienda, recordaba como nos sentamos por la tarde contemplando absortos esta bonita subida que desde abajo parece más larga y dura de lo que realmente es, o por lo menos son mis sensaciones, tanto en aquella ocasión como en ésta.
Nos ponemos en marcha para afrontar la subida definitiva, que como he comentado, se hace más cómoda de lo que inicialmente parece y es que los tramos en zig-zag, unido a que la primera parte de la subida, la que transita por el Lucerillo, se hace aún en umbría y por tramos de senda con mejor huella, hacen que sea más llevadera, a pesar el cansancio acumulado de los dos últimos días y de lo que llevábamos de éste. La segunda parte, la que transita exclusivamente por el Lucero, una vez dejado atrás el collado del Coladero de los Mosquitos, tiene más desnivel, la senda tiene mucha piedra suelta y el sol da de lleno, aunque corría una ligera brisa fresca que era de agradecer.
Las vistas que se contemplan, sobre todo desde la segunda parte de la subida y cuando hacemos alguna miniparada para contemplar las vastas panorámicas y hacer algunas fotos son magníficas, tal y como las recordaba y más en un día como hoy, que al igual que el de ayer, nos permiten tener unas vistas nítidas, con una bonita luz.
El collado que separa ambos cerros, el “Coladero de los Mosquistos”, se puede decir que es parada obligatoria para contemplar las vistas que se tienen desde él, tanto mirando atrás con el recorrido que estamos realizando desde abajo y al fondo la Sierra de Játar (perteneciente a la Sierra Tejera), como las que tenemos frente a nosotros, con la Sierra de Almijara con todos sus picos y la cuenca del río Higuerón a la derecha, en su camino hacia el mar, que en días claros y nítidos como el de hoy es fácil verlo, al igual que la zona de Nerja, en la costa.
Al final nos pusimos arriba en 45 minutos, desde el collado de la Perdiz, a pesar del cansancio. En este último tramo de subida, por el Lucero, nos cruzamos con varias personas que bajaban ya de la cima y que a buen seguro madrugaron más que nosotros.
La cima no tiene nada que ver con la de la Maroma, que es como un altiplano, aquí es un pico donde se encuentran como he comentado antes, los restos de una casa cuartel de la que únicamente queda un muro lateral y la base de ésta y unos metros de espacio antes y después de ésta, pero me sorprende que después de 22 años siga igual que la recordaba, que ni siquiera se hubiera caído la única pared que aún queda en pie...
En relación al por qué de esta casa cuartel o puesto de vigilancia para controlar a los maquis (en este caso de “la Agrupación guerrillera de Málaga-Granada"), en el blog de Manuel, comenta que:
“El 27 de julio de 1947 el destacamento de las Venta de López sufrió una emboscada de maquis en las inmediaciones del Puerto de Cómpeta, cerca de fuente Barrera, resultando muerto uno de los guardias civiles.
El 6 de diciembre de 1948 tuvo lugar el enfrentamiento de Cerro Lucero (descrito en el libro "Causa Perdida" de Juan Morente Jiménez). Los guerrilleros tenían previsto reunirse en la Venta de Panaderos para intercambiar dinero, armamento e información. Gracias a un chivatazo la Guardia Civil preparó un concienzudo plan de ataque sorpresa. El enfrentamiento fue uno de los más importantes, principalmente por el gran número de contendientes, cerca de un centenar de maquis y aproximadamente el mismo número de guardias civiles. Duró todo el día, pero cuando cayó la noche los guerrilleros, muy conocedores de la zona, se escabulleron escalando el barranco hacia el Coladero de los Mosquitos y alcanzando Puerto Llano, dispersándose camino de la Sierra de Loja. Al parecer hubo un descuido ya que cerraron todas las vías de escape menos la salida a Puerto Llano (o Collado de la Perdiz). Este fracaso fue decisivo a la hora de abordar la construcción de un puesto de vigilancia en la cumbre del Cerro Lucero. [Para los que tengan curiosidad y quiean leer más sobre este enfrentamiento entre guardias civiles y los maquis de la “Agrupación Guerrillera Málaga-Granada”, lo pueden hacer haciendo clic en ESTE ENLACE].
Se comenzó a construir en enero de 1949 y se acabó en junio del mismo año. Es destacamento de Cerro Lucero contaba con seis guardias civiles al mando de un cabo que se iban permutando cada quince días con otro grupo similar (el sendero que existe hoy en día de subida al Lucero es el mismo que fue construido para el transporte de los materiales para este puesto de vigilancia).
A finales de 1952 la sierra quedó libre de guerrilleros y el destacamento del Cerro Lucero regresó a los cuarteles de los pueblos”.
Arriba un pequeño grupo de tres personas que estaban ya apunto de bajar y el otro grupo de cuatro con los que hemos coincidido hoy en varias ocasiones durante el recorrido y con los que estuve hablando un rato antes de que ellos emprendieran el camino de vuelta, porque ya llevan un buen rato allí, habían subido antes y mucho más rápido que nosotros.
Nos quedamos solos allá arriba, en donde estuvimos casi 40 minutos disfrutando como niños chicos de todo el entorno que nos rodeaba y es que a diferencia de la Maroma, aquí basta con que uno vaya girando sobre sí mismo para tener unas panorámicas en 360 grados, sin moverse del sitio y más en un día como hoy con unas vistas tan lúcidas, tan nítidas: al noreste, las cimas nacaradas de Sierra Nevada; hacia sur la cuenta del río Higuerón o poblaciones como Nerja, Torre del Mar o la costa de Torrox, acariciadas por el mar Mediterráneo que en días como hoy se ve claramente; hacia el este la Sierra de Almijara con sus picos, algunos de los cuales da la impresión de que podemos tocarlos simplemente extendiendo la mano, como el de Los Machos o el Cisne, otros quedan más al fondo: el Cielo, Cabañeros, Navachica (1.831 m), etc...); hacia el norte, en el llano, el embalse de los Bermejales y hacia el oeste, una vistas estupendas donde se puede apreciar claramente todo el recorrido de subida desde el puerto de la Mota, junto al cerro de su mismo nombre, pudiendo ver por la parte de la umbría del Lucerillo, las personas del último grupo que estaban bajando, siguiendo la senda claramente marcada y visible, como si fuera una cicatriz en la montaña... y más al fondo, de nuevo la característica cima redondeada y gris cenicienta de la Maroma (2.069 m), en donde estuvimos el día anterior y algo más a la derecha de ésta, la Sierra de Játar con su cima más alta, el Cerro de la Chapa (1.818 m).
Se cuenta, se dice, se rumorea... que el nombre de este cerro, el Lucero, que parece ser que es visible y bastante identificable desde la costa, se debe a que al amanecer el planeta Venus (el 'lucero' del alba) aparece justo encima de esta cumbre.
Quizás no lo manifestara, pero estaba muy emocionado, porque a mi cabeza volvían los recuerdos y emociones de otros tiempos pasados, veintidos añitos de nada, ¡cómo pasa el tiempo!... otra época, otra forma de hacer y ver las cosas, cuando hicimos una travesía por esta zona, cargados con nuestras cutre-mochilas y nuestras cutre-tiendas pero sobre todo cargados de entusiasmo, de ganas por hacer cosas, de conocer sitios nuevos... me acuerdo mucho estos días que he estado en la Axarquía de mi tocayo Manolo, con el que acabé perdiendo el contacto con el paso de los años, aunque espero y confío que le vaya todo bien y que pueda seguir haciendo como yo, en mayor o menor medida, todo eso que tanto le gustaba.
Tras contemplar con emoción las vastas panorámicas en todo nuestro alrededor, tras tomar un pequeño piscolabis parapetados tras el muro de la casa cuartel, al socuello del aire y tras hacer las fotos para el recuerdo, emprendemos la bajada, el regreso al punto donde teníamos el coche, por el mismo sitio, aunque en un principio la idea era haber hecho una ruta circular, pero para evitar imprevistos y sobresaltos y si queríamos regresar a una hora prudencial a casa, decidimos hacerla lineal e ir a lo seguro.
La bajada, sobre todo el primer tramo, el más pedregoso y con algo más de desnivel, comienzo a hacerla con precaución por temor a que las rodillas cedieran, pero viendo que al igual que ayer éstas van bien, aumenté progresivamente el ritmo de bajada, llegando en 20-25 minutos al punto donde habíamos estado parados para contemplar las vistas de la subida y llegando a donde teníamos aparcado el coche en apenas dos horas, sobre las 14:45, sin ningún tipo de problemas, según lo planes.
Al final unas tres horas escasas con paradas incluidas para subir y dos horas escasas para bajar. Sobre las 15:30 estábamos de nuevo en Cómpeta donde comimos algo ligero, repusimos líquido y tras el café pertinente, tocó la hora de poner punto final a esta escapada navideña de tres días donde todo ha salido según lo previsto y donde hemos podido disfrutar de lo que nos gusta, desconectado del día a día.
Lo peor de todo son las casi cinco horas de viaje de regreso a casa, aunque al menos veníamos con la mochila cargada de buenos recuerdos y sensaciones.
Dejo a continuación un pase de fotos que aparecen en esta entrada del blog y otras:
Por otro lado, en ESTE ENLACE tenéis las fotos a más tamaño y resolución.
El track de esta ruta podéis consultarlo/descargarlo AQUÍ.
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