Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

Aquí mis batallitas sobre cicloturismo, senderismo, montaña, viajes, naturaleza, música, teatro, ...

"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

9 nov 2019

Senderismo Portugal: Ruta del Jabalí + Ruta del Pozo del Infierno (Manteigas, Sierra de la Estrella).

De nuevo la Sierra de la Estrella,  casi un año después de la última vez que estuve por aquí, ahora en plena otoñada, porque esa era la idea, la de disfrutar del colorido del bosque otoñal (como aparece en la foto de la izquierda, foto de nuestra compañera Ana Tena).

En esta ocasión no vine en solitario, ni tampoco con el minigrupo con el que hago las escapadas de algunos fines de semana, vine con la asociación de senderismo de la que formo parte, ASTOLL. Tocaba enseñar a los compañeros parte de los encantos que atesora este Parque Natural de la Sierra de la Estrella, un grupo muy numeroso porque al final fueron 110 personas las que se apuntaron para este fin de semana en este entorno, la lástima fue que el tiempo en cuanto a la climatología se refiere no acompañó y así la ruta del domingo quedó deslucida, aunque el sábado a pesar de la lluvia en el tramo final, pudimos llevarnos un buen sabor de boca.

Nos alojamos en Covilhã, por aquello de estar todos juntos en un mismo hotel, ya que en Manteigas tendríamos que repartirnos porque no había alojamiento para tantos en un mismo sitio.

La idea para el sábado era salir de Covilhã sobre las 8:30, después del desayuno en el propio hotel, para desplazarnos hasta el inicio de las rutas en la propia localidad de Manteigas, y comenzar en torno a la 9:30 a caminar, nada más bajar del bus.

Después de barajar varias opciones y ver los pros y los contras, nos decidimos por hacer el sábado una ruta larga como era la Ruta del Jabalí añadiéndole a su vez la Ruta del Pozo del Infierno, o lo que es lo mismo, unos 2,5 km extras, con lo que acabarían saliendo 16 km o poco más, aunque la dificultad no estaba tanto en los kilómetros, sino en que gran parte de ellos son en subida y que parte de ésta es por senderos de firme irregular, lo que retrasaría la marcha, además, si como se preveía, a partir de media mañana empezaba a llover, la bajada por camino enlosado o de piedras podía estar resbaladizo y habría que ir con precaución, esto hacía que la ruta no fuera apta para un grupo tan numeroso, por lo que se puso esta ruta para las personas más acostumbradas no sólo a andar,  sino también a hacerlo en todo tipo de terrenos, y para el resto, un ruta algo más corta, de unos 10-12 km en función de dónde se empezara la ruta, en un recorrido más cómodo pero también muy bonito, como es la Ruta de las Hayas (en ella, tras realizar una subida por camino-pista de unos 2,5 km, se llega al punto más alto de la ruta, una zona de miradores con vistas espectaculares si las nubes y la niebla no lo impiden, y desde donde se continua caminando por un bosque de hayedos, de ahí el nombre de la ruta, y posteriormente por un bosque de pinos, en un recorrido agradable, interesante y muy bonito, más en esta época del año).

Yo me fui con el grupo reducido, de unas 36 personas, para realizar la ruta del Jabalí y la del Pozo del Infierno, y como el bus nos dejó por aquello de tener un sitio donde aparcar, cerca de la oficina de información y turismo de Manteigas, tuvimos que callejear un poco, sobre todo por calle adoquinadas y resbaladizas, cuesta abajo, para llegar al río, al Zêzere, y después de cruzarlo, un fuerte repecho, también por calle adoquinada, donde dejamos a la derecha el hotel Berne, justo donde aparece un panel informativo con el inicio de la ruta. Unos metros más arriba, se acaba el repecho, llegamos a un camino donde realmente comienza la ruta circular, nosotros giraríamos hacia la izquierda, para hacer la ruta en el sentido de las agujas del reloj, y regresaríamos por la parte de la derecha.

Hasta aquí el tiempo nos respecta, el cielo está totalmente cubierto pero no llueve, las nubes cubrían por completo las partes altas de la sierra y la temperatura no era muy fría, y menos cuando se va caminando.

Los dos primeros kilómetros son de caminata cómoda y suave, por camino con buena huella. flanqueado por pinares a nuestra derecha y zona de castaños y huertos en bancales a la izquierda, más abajo el río, y en su otra orilla las casas de Manteigas dispuestas en la falda de la sierra. Al término de este corto tramo giramos a la derecha para comenzar una larga subida, constante, sin desniveles excesivos, por camino pista, rodeados de pinos a un lado y castaños a otro lado, aunque conforme vamos avanzando los pinos van desapareciendo y van dejando paso a los robles y castaños que flanquean el camino produciendo estampas visuales muy bonitas, tal y como estamos acostumbrados a ver en este tipo de bosque y en estas fechas otoñales, con sus característica gama de colores ocres, amarillos, rojos, marrones...

Foto de nuestra compañera Ana Tena.

De nuevo hacemos un giro a la derecha, dejamos la pista y nos introducimos en un camino más estrecho, más en contacto con el bosque que nos envuelve por completo, en el tramo donde el recorrido en cuanto a vistosidad va ganando enteros. Tal y como le comenté a los compañeros, la ruta va de menos a más en cuanto a vistosidad, colorido y naturaleza en general... y también en cuanto a exigencia física.

Junto a la antigua casa utilizada por la “Guardia Forestal de Carvalhais”, ahora abandonada, donde en unos azulejos sobre la puerta se lee “Matas Nacionais”,  hacemos una primera parada de reagrupamiento, para evitar que las distancias fueran grandes entre los de cabeza y cola. En este punto, además de robles y castaños que son los mayoritarios, vemos también abedules, arces y algún que otro abeto de Douglas,...

A partir de aquí el recorrido resulta espectacular, recorriendo el interior del bosque, con la Ribera de Leandres a la izquierda, cuyo curso de agua corre raudo y veloz entre escarpados valles; a poco que estemos en silencio podremos escuchar claramente el agua bajando por el estrecho valle, aunque no la veremos porque la profundidad y la masa arbórea lo impiden, pero su sonido se convierte en nuestro hilo musical, al menos hasta que  hacemos un giro brusco hacia la derecha, convirtiéndose el camino en una estrecha senda que gana altura rápidamente, rodeada de una frondosa vegetación y de abundantes helechos que se elevan cual paredes flanqueando la senda, la cual se encuentra cubierta en ocasiones por un manto de hojarasca... casi un kilómetro de subida por senda con la que llegamos a la estrecha carretera que une Manteigas con el paraje del  Pozo del Infierno, después de salvar un fuerte desnivel, así que al llegar a la carretera, tocaba de nuevo otra parada para reagruparnos antes de seguir hacia delante por esta carretera durante unos 700 metros, hasta llegar a uno de los hitos principales de la ruta, el Pozo del Infierno, un bonito enclave, con un salto de agua que cae en una poza, desde donde sale otra pequeña cascada cuyas aguas pasan por debajo de la carretera. Unas escaleras estrechas talladas en la piedra y un pequeño puente sirven para el que quiera pueda acercarse a la poza donde cae el primer salta de casi diez metros...

En este punto, desde que salimos a la carretera, dejamos por un tiempo la ruta del Jabalí para emprender la ruta del Pozo del Infierno, una ruta circular que acabará enlazando de nuevo con la ruta que traíamos.


Como no podía ser de otra forma, aquí tocaba otra pequeña parada para las fotos de rigor y para todos aquellos que querían curiosear un poco, aunque después del último tramo de subida, estar parado en esta zona de umbría, con frío y humedad, y con la niebla que invade ya gran parte de la zona del valle, hace que uno se quede frío rápidamente, además, comienza a caer una tenue lluvia, un ligero chirimiri, así que toca ponerse en marcha, para seguir por esta estrecha carretera, durante algo más de un kilómetro, dejando una torre mirador a la izquierda, con el merendero junto al curso del río, bastante más abajo, y con vistas a un extenso bosque con sus distintos tonos dorados que hace que uno se quede embobado contemplándolo, pero el agua pronto te hace salir del ensimismamiento y hay que colocarse el chubasquero y seguir hacia delante.




Al abandonar la carretera y girar a la derecha, en una zona más aclarada, es cuando notamos que sopla el viento más frío, así que no es cuestión de pararse mucho en este punto, a pesar que faltan algunos compañeros, porque estamos muy expuestos.

Seguimos por el camino y pronto cogemos una senda en ligera subida, en esta ocasión el bosque es de pinos, hasta que al llegar a un cruce hacemos una parada para comer, quizás no era el mejor momento ni el mejor sitio, pero ya iba siendo hora y algunos lo necesitaban, y mejor que fuera así, porque más adelante el viento y la lluvia hubieran hecho complicada la parada.

Terminado el piscolabis nos ponemos en marcha de nuevo, cruzamos el camino y nos adentramos en una senda que atraviesa una zona boscosa en el que se produce un cambio de arboleda, caminando por esta senda de tierra que se interna en este bosque de oro, que es puro espectáculo, la delicia para cualquier senderista y para cualquier amante de la naturaleza en general. Este tramo de un par de kilómetro es el único que desconocía, que no había hecho y que acabó encandilándome, me gustó mucho no sólo esta primera parte sino también la que le seguiría.


Foto de nuesta compañera Ana Tena.

La senda de tierra se va convirtiendo en un senda enclavada en la roca, con firme más irregular, y con tramos en los que la piedra al estar mojada se convierte en resbaladiza, al tiempo que dejamos atrás la protección del bosque pero ganamos en cambio en visión, gozando de unas buenas panorámicas y adoptando precauciones para no dar un paso en falso y acabar rodando hacia bajo.



En este tramo también nos encontramos desperdigadas por todo el sendero rastros de cagadas que creo son de garduña, donde se aprecian perfectamente los frutos rojos del serbal de los cazadores, los cuales nos vamos encontrando entre las rocas a un lado y otro de la senda.

Cruzamos una pequeña pasarela de madera para salvar las aguas en un arroyo que bajan con gran fuerza, en medio de un contraste entre los tonos dorados de las hojas de la arboleda y la roca desnuda de vegetación, gris como el cielo plúmbeo que teníamos, por la que transita la senda.




Pasamos por encima de la cascada del Pozo del Infierno, aunque no podemos verla desde arriba, pero sí se intuye por el sonido, y poco después tenemos que ir bajando con precaución hasta enlazar de nuevo con la ruta del Jabalí, después de este tramo pequeño de recorrido por la ruta del Pozo del Infierno, y más concretamente, el último tramo de kilómetro y medio que no conocía, me ha resultado espectacular, bonito y muy entretenido.

Justo al enlazar de nuevo con la ruta del Jabalí, comienza un tramo de fuerte subida por senda, con firme muy irregular, mientras el tiempo empeora, comienza la lluvia y el viento arrecia más fuerte conforme se va ganando altura. Por suerte, apenas quedaba poco más de un cuarto de hora para llegar a la parte más alta de la ruta, desde donde seguiríamos caminando por un altiplano, dejando atrás la senda y continuando por camino.

La lluvia al menos nos había respetado durante toda la subida, en lo que es la parte más agradable y entretenida de la ruta, y también la parte más exigente a nivel físico,  algo que hubiera sido más complicado si el agua hubiera aparecido desde el principio.

Quedaba la larga bajada final hasta Manteigas, primero por zonas abiertas, de poca arboleda y con muchos bolos graníticos; poco a poco el camino empedrado se va introduciendo de nuevo en un bosque de robles, en donde la lluvia aparece y desaparece, pero justo cuando cruzamos de nuevo la carretera de Manteigas a la Pozo del Infierno, la lluvia comienza a caer más fuerte y ya no pararía hasta llegar al pueblo, pasando de nuevo por otra  Casa dos Serviços Florestais (Casa de los servicios Forestales), junto al Horto Florestal (vivero forestal de arbustos).

En el último tramo de bajada, nos encontramos con varias formaciones, "corral de brujas", de la Amanita muscaria, como la que aparece en la foto. La verdad es que para ser un bosque y un lugar propicio para setas, apenas hemos visto, igual es que no ha llovido lo suficiente o que hay muchos aficionados a la micología.
Al final, y a pesar de la lluvia, la bajada se me hizo más llevadera de lo que pensaba, aunque tomando las precauciones necesarias para no resbalar...

Una vez en el pueblo, toca subir por la calle adoquinada por donde a primera hora de la mañana habíamos bajado, buscando el restaurante donde nos esperaban otros compañeros que habían realizado la otra ruta, para disfruta de una merecida comida.

En definitiva, una ruta que creo que le ha gustado a todos y que a pesar del esfuerzo y de la lluvia en el último tramo la hemos disfrutado, y es que una auténtica gozada y más en esta época otoñal donde el bosque de robles y castaños tiene un colorido y magia especial.

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