Dentro del fin de semana en la Sierra de la Estrella (Portugal) con ASTOLL, para los que el sábado realizamos la ruta larga, el recorrido que combinaba la Ruta del Jabalí con la Ruta del Pozo del Infierno, para el domingo lo previsto era realizar la Ruta de las Hayas (Rota das Faias, PR-13 MTG), y para los que el sábado hicieron ésta ruta, para el domingo lo previsto era que hicieran la de Ruta de las Quartelas.
Esto era lo previsto, pero el ¡hombre propone y Dios dispone!, así, si el sábado se pudieron realizar al completo las rutas previstas, tanto la larga como la corta, para el domingo no pudieron llevarse a cabo los planes previstos por diversas circunstancias...
Para empezar, la salida de Covilhã hacia Manteigas se retrasó más de media hora, porque a diferencia del día anterior, nos tendríamos que desplazar todos y con el equipaje en el bus, puesto que a la vuelta no pasaríamos de nuevo por el hotel para no perder tiempo, ya que el regreso a casa era largo... y por diversas circunstancias logísticas, algo que puede estar dentro de lo normal en un grupo tan numeroso de más de 100 personas, se produjo este retraso.
Antes de llegar a Manteigas comenzó a lloviznar, y las sierras que rodeaban la localidad estaban totalmente cubiertas y aparentemente no parecía que fuera a abrir durante la mañana, y aunque así fuera, no podíamos esperar un tiempo prudencial para decidir si salían adelante las rutas previstas o no, porque el autobús, por temas de horario de los conductores y ante el viaje de vuelta que nos esperaba, tenían que salir en torno a las 12:30, y como máximo sobre las 13:00 horas, si queríamos llegar a una hora prudencial a casa.
Después del último tramo de la ruta del día anterior en el que el personal sufrió una buena mojada, hoy no había ganas de pasar por lo mismo, y si a eso le unimos los 40 minutos de retraso en la salida de Covilhã más el tiempo en decidir qué hacíamos... pues tenemos casi una hora de retraso, lo que implicaba que al menos la Ruta de las Hayas fuera complicada de hacer, porque de tiempo íbamos a andar muy justos, y se convertiría en una carrera más que un disfrute del entorno, eso si no teníamos ningún otro percance, y eso por no hablar que tan sólo un grupo muy reducido de 8-10 personas era el que realmente estábamos barajando la posibilidad de hacer esta ruta.
Finalmente decidimos descartar la Rota das Faias por los problemas de tiempo, pero como seguía lloviznando, el personal decidió dar una vuelta por Manteigas a la espera de la salida del bus, mientras que un grupo de poco menos de 20 personas son los que se animaron al final a hacer la Ruta de las Quartelas (marcada como PR-16 MTG), de corto recorrido, unos seis kilómetros (partiendo desde la oficina de información y turismo), lo que significaba que podíamos hacerla sin problemas y al menos no tendríamos la sensación de perder el domingo sin hacer nada, después de un desplazamiento tan largo en bus.
Nos ponemos en marcha, al principio siempre en subida, primero por las calles adoquinadas de pueblo, después por una tramo de asfalto desde donde ya podemos ver el pueblo algo más abajo, dispuesto en la ladera de la sierra, y después de dejar a la izquierda una fuente y antiguo lavadero, cogemos un antiguo camino, con un fuerte repecho y firme irregular, entre paredes de piedra, rodeados de bastante arboleda y vegetación, y con buenas vistas de Manteigas a nuestra derecha.
Este tramo de subida fuerte acaba justo al llegar a una casa junto a una pista asfaltada, que cogemos en un brusco giro a la izquierda, para adentrarnos en un bosque de pinos, principalmente, aunque se alternaran después, al igual que al principio y final de la ruta, zonas de olivares y pequeños huertos.
Ya hemos alcanzado en este punto la cota máxima de la ruta y ahora continuamos por un tramo de pista asfalta y después por camino, siguiendo las curvas de nivel, por la ladera del monte, con muy buenas vistas a nuestra izquierda: Manteigas queda más abajo, a los pies de una zona que parece mas bien un anfiteatro, con la ladera del monte dispuesta en escalones, formados por muros de contención para albergar pequeñas terrazas o bancales con el fin de aprovechar el terreno, la falda de la sierra, y poder cultivar así pequeños huertos, olivares, viñedos o algunos árboles frutales, en lo que son pequeñas explotaciones agrícolas que aquí se llaman “Quartelas”, de ahí el nombre de la ruta; más allá del pueblo, y separado por el río Zêzere, el monte por el que ayer estuvimos realizando la primera parte del recorrido, y por supuesto, al fondo, el largo y ancho Valle Glaciar del Zêzere, que se extiende hasta Covão d'Ametade, arrancando justo donde terminan las últimas casas de Manteigas y Caldas de Manteigas. Bonitas panorámicas que podemos disfrutar aún más, gracias a que la tenue lluvia del principio paró al dejar atrás las últimas calles del pueblo, y ya no volvería a llover durante el resto de la ruta, ni durante el poco tiempo que estaríamos después en el pueblo, aunque el cielo continuaba oscuro y amenazante, con las partes más altas de la sierra que seguían cubiertas.
Al fondo, el comienzo del Valle Glaciar del Zêzere, tras las últimas casas de Manteigas y Caldas de Manteigas. A la derecha las pequeñas explotaciones agrícolas en bancales, con muros de contención y pequeñas y típicas casas de piedracon sus escaleras de acceso también de piedra.
Salvamos en algunas curvas cerradas un par de arroyos cuyas aguas bajaban bravías por la pendiente pronunciada por la que transitan. Durante el recorrido, después de dejar el pueblo, vemos también diseminadas por la ladera de la sierra algunas casitas típicas, en algunos casos con pequeñas escaleras de piedra para acceder a ellas, asociadas a este tipo de terreno en bancales, algunas de ellas con una terraza que en lugar de estar tapada su parte superior por enredaderas o parras, de las que colgarían los racimos de uvas, aquí son kiwis los que cuelgan, algo que es la primera vez que veo. Fue precisamente al pasar por una de estas casas cuando tenemos un pequeño imprevisto porque salen a nuestro paso un par de perros, autóctonos de esta zona, el “perro de montaña de la Sierra de la Estrella” (similar al mastín, con un pelaje más oscuro), la primera vez que los veo, por suerte salió pronto la dueña para controlarlos, aunque de una forma tosca y poco correcta...
También nos encontramos al igual que ayer con alguna que otra Casa de la Guardia Forestal, casas construidas en diferente puntos de la sierra “para equipar las unidades de gestión y los perímetros forestales de infraestructuras de soporte a la actividad forestal allí desarrolladas, permitiendo la fijación en el local de los Guardias Forestales y sus familias, quienes tendrían por incumbencia la vigilancia y control de las áreas que les fueron asignadas. Esta forma de gestión, constitución y ordenamiento de los Perímetros Forestales tuvo inicio en el año de 1888 con el objetivo de arborizar los baldíos municipales que se deparaban con graves problemas de erosión, debido del aprovechamiento excesivo de la vegetación existente en la sierra”.
Durante el recorrido atravesamos algún tramo de bosque de pinos, pero también podemos observar castaños, nogales, el abeto de Douglas, el serbal de los cazadores, madroños, etc...
Justo cuando teníamos que coger una senda que arranca a la izquierda, junto a una casa, y que nos llevaría en claro descenso hasta el pueblo, la pasamos por alto inmersos en la conversación, así que seguimos hacia delante por el camino que llevábamos, y pronto comienza una fuerte subida por camino empedrado en mitad de un bosque de pinos con hayas intercaladas, en un tramo que prometía ser de lo más bonito del recorrido, pero pronto vemos señalizaciones de un PR que no es el 16, que es el que nosotros estábamos realizando, así que paramos en seco, consultamos el track de la ruta al que no le estábamos echando mucha cuenta, y nos damos cuenta que el desvío que teníamos que haber cogido lo dejamos atrás un rato antes, y es que ésta es otra ruta que empalma con la que nosotros estábamos realizando.
Damos la vuelta y ahora sí estamos atento para coger el desvío correcto, por senda y camino estrecho, para después seguir por algún tramo de firme de hormigón y camino empedrado que nos conducen a las primeras calles de la localidad, con adoquines mojados y resbaladizos, así que precaución en la bajada.
Una vez en el pueblo, nos encontramos con algunos compañeros que ya han realizado algunas compras de productos típicos, entre otras cosas porque hay una especie de mercadillo que suelen poner en una especie de pabellón, en esta época otoñal.
Antes de dejar Manteigas, camino de Castelo Branco, donde realizaríamos la parada para comer, aprovecho para tomar un café caliente mientras espero a que vaya llegando el resto del personal para poder salir los dos autobuses juntos.
Ruta circular corta, que en nuestro caso la hemos realizado en sentido contrario a las agujas del reloj, un pequeño paseo para estirar piernas, y como he dicho al principio, para no tener la sensación de domingo perdido. Lo mejor de la ruta son sin duda las vistas de Mateigas y alrededores, así como del Valle Glaciar del Zêzere y las “Quartelas”, las pequeñas explotaciones agrícolas en bancales o terrazas; lo peor de la ruta es que al margen de los tramos de inicio y fin, por las calles adoquinadas del pueblo, hay pequeños tramos de carretera, o de pistas asfaltadas o tramos de hormigón.
Manteigas y al fondo se intuye el Valle Glaciar del Zêzere [Foto cedida por Ana Tena, compañera de ruta]
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