Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

10 sept 2019

La Torre Ještěd (Liberec) y el Castillo de Sloup v Čechách (República Checa)

De camino entre el P.N. Krkonoše y el P.N. de la Suiza-Checa, hicimos parada en Liberec, para visitar el símbolo de esta ciudad, la Torre Ještěd, situada en el monte del mismo nombre, a 1.012 m. de altitud.

Liberec es una ciudad situada al norte de la República Checa, y además es la capital de la región del mismo nombre; es la quinta ciudad del país en extensión y se encuentra a pocos kilómetros de Alemania y Polonia siendo  un importante enclave en las comunicaciones por tren y carretera en esta zona.

La Torre Ještěd se encuentra a unos seis kilómetros del centro de Liberec y sirve como una atracción dominante en la ciudad, y se puede llegar a ella bien por carretera o bien utilizando el teleférico que se puede coger al pie de la montaña.

Nosotros hicimos la subida en el teleférico, que iba totalmente lleno de gente, aún así, quedaba algún hueco para mirar el paisaje desde sus ventanas.

Una vez arriba, tenemos la primera toma de contacto con esta singular construcción de finales de los 60 en forma de “hiperboloide rotatorio”, por la cual, el arquitecto Karel Hubáček recibió reconocimiento internacional. Se trata de una torre que sirve como transmisor de señal de televisión, pero a su vez tiene integrado en su interior, en las plantas más bajas, un hotel (creo que de tres estrellas) y un restaurante con muy buenas vistas, y todo este conjunto es una estructura única de  94 metros de altura, totalmente revestida de un laminado, como si estuviera recubierta de aluminio o acero.
Dicen que se eligió la forma de la estructura en hiperboloide porque se extendía de forma natural a la silueta de la colina, además de por la resistencia que ofrecía esta forma, junto a su recubrimiento laminado, a las condiciones climáticas extremas que se producen en la parte superior de la colina.

Dicho todo esto, la verdad es que a mi particularmente, no voy a decir que me defraudara porque ya había visto fotos previamente, pero no es un edificio que goze de mi admiración, no es una construcción que me maraville o de la que me quede prendado... valoro más el entorno donde está situada que la propia construcción en sí, al menos desde mi humilde opinión, o al menos en el momento actual, porque supongo que a finales de los 60 del siglo pasado debió ser algo revolucionario, con un diseño interior/exterior vanguardista, y que por la noche o en días de nieblas, con las luces, esto debe parecer una nave espacial... pero por más que la miro, a mi me parece un "embudo de hojalata" puesto del revés.

Entramos dentro y en el hall hay una pantalla sobre la que se reproduce un vídeo referente a este edificio, desde sur orígenes, momentos durante su construcción, etc... Al lado, una pequeña tienda de recuerdos con figuritas de este edificio de todos los tamaños y para distintos usos.

Subimos hasta el restaurante, de forma circular y circunvalado por unos ventanales desde los que se pueden gozar de unas muy buenas vistas, y en su interior, una especie de sala VIP, pequeña, que normalmente está cerrada al público, al turismo, pero como en ese momento estaba abierta, nos colamos para hacer unas fotos... hasta que nos llamaron la atención...


Como la mañana estaba buena, soleada, con algunas nubes en el horizonte y con una temperatura agradable, decidimos salir del edificio y bajar a una enorme terraza con mesas tipo merendero, y con un chiringuito al lado donde pudimos pedir unas cervezas mientras divisamos las vastas vistas que se contemplan desde allí, incluida la Torre Ještěd, a nuestra espalda, que se yergue desafiante hacia el cielo cual lanza.



Junto a la amplia terraza, con la Torre Ještěd a su espalda, se encuentra esta escultura de Jaronslav Róna, del 2003, titulada: "Niño de Marte".

Después de las cervezas y de un pequeño piscolabis a base de frutos secos, tocaba bajar de nuevo hacia Liberec, aunque en esta ocasión no usaríamos el teleférico sino que bajaríamos por un camino de poco más de 2 km con una pendiente muy pronunciada, rodeado de arboleda, sobre todo con forme íbamos bajando, pero sin ser nada especial, pero al menos sirvió para estirar las piernas, después del trayecto en furgoneta que llevábamos y lo que aún nos quedaba.

Al término de la bajada, nos espera la furgoneta es una especie de parking ajardinado, en el extrarradio de la ciudad, para proseguir nuestro viaje, rumbo a nuestro siguiente hito-parada, que no era otro que el Castillo de Sloup v Čechách.


Como el castillo creo que no lo habrían hasta las 16:30, decidimos comer en un restaurante situado junto a él, a escasos 200 metros, y aunque el cielo se había cubierto, la temperatura seguía siendo bastante buena, así que de nuevo comimos en la parte exterior del restaurante.


Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) en los roquedos del castillo.
Desde allí, una vez que terminamos de comer, nos fuimos andando hacia la entrada del castillo, aunque tuvimos que merodear un poco por los alrededores para hacer tiempo, mientras el cielo cubierto se volvía cada vez más oscuro y la temperatura empezaba a bajar... aquello presagiaba tormenta...




Nada más abrir la puerta  tenemos que subir rápidamente por la “Escalera de los Caballeros” para intentar ponernos a cubierto porque comenzaba a llover.

El castillo es como si estuviera camuflado, porque se encuentra excavado en una mole de roca arenisca de 35 metros de altura, y es que es un lugar “transformado por los ermitaños que vivieron aquí durante siglos; en la roca están excavadas las habitaciones, una mazmorra y los espacios subterráneos: una capilla del año 1693 y tres cuevas artificiales. En la iglesia de roca se celebran bodas y conciertos”.

Lo primero fue merodear por los distintos habitáculos y corredores o galerías excavados en la propia roca, hasta llegar a la pequeña iglesia, donde la gente se iba sentando para escuchar a la joven guía local, acompañada de otro chico a los teclados, que amenizaba con sus notas musicales las explicaciones de la guía, eso sí, en perfecto checo, menos mal que teníamos a Daniela que nos iba traduciendo simultáneamente.

De la iglesia salimos fuera unos metros, bajo la lluvia, antes de llegar a una capilla y después, todo el recorrido por el recinto de castillo fue bajo una lluvia cada vez más fuerte, entre paraguas y chubasqueros, pero la joven guía a pesar de las adversidades, se mostró muy amena e impetuosa en sus explicaciones, y daba la impresión  que estaba disfrutando y que le gustaba su trabajo, aunque estuviera cayendo una señora tormenta sobre nuestras cabezas.

En una de las terrazas externas, donde aparece una estatua de una persona oteando el horizonte a través de un catalejo, se encuentra una estructura con cuatro cristales de colores o más bien filtros, y mirando por esos filtros hacia el entorno que rodea esta fortaleza, se simula la luz que hay en las distintas estaciones del año en esta zona.


Detrás de la guía, dando su explicaciones bajo la lluvia se encuentras los cuatro filtros de colores que simulan, al mirar por ellos, la luz del entorno que nos rodea en las cuatro estaciones del año.

El castillo o lo que queda de él, porque nunca ha sido restaurado, es muy peculiar, porque prácticamente casi todo está excavado en la propia roca, la lástima es que no pudimos disfrutar la visita tanto como nos hubiera gustado por el tema de la lluvia que arreciaba con fuerza por momentos.


El castillo está inmerso en un bonito enclave, y desde arriba se puede ver claramente como está rodeado de agua, bosques y montañas, una gozada.

Esta fortaleza se erigió en el siglo XIII sobre una mole de roca arenisca, pero más tarde, en el siglo XV, en las postrimerías de las Guerras Husitas, fue cuando se convirtió en la residencia de un bandolero de la zona y como venganza por los asaltos que cometió en la región, sus habitantes ocuparon el castillo y lo incendiaron. Por si fuera poco, la estocada definitiva se la dieron dos siglos después con la Guerra de los Treinta Años, tras la devastadora invasión de las tropas suecas.

En una de las paradas que hicimos durante el recorrido exterior, la guía nos explicó que en esa zona donde nos encontrábamos, hubo en el 2013 un desprendimiento inesperado de roca que al parecer se produjo por la entrada de agua en una micro-grieta que no fue visible hasta que se produjo el percance. A partir de aquí, y después de un análisis más detallado se descubrieron inestabilidades en más lugares, en los que se colocaron sensores que controlarían cualquier tipo de movimiento, enviando los datos a una central para su vigilancia.

Terminada la visita al castillo, de nuevo salimos rapiditos escaleras abajo para meternos directos en la furgoneta que nos estaba esperando allí mismo, a los pies del castillo, para evitar mojarnos más, aunque en ese momento tan sólo lloviznaba.

Ya no habría más paradas, desde aquí iríamos directos a Hřensko, al noroeste de la Chequia, en el P.N. de la Suiza-Checa, en la frontera checo-alemana, junto al Elba, en donde desemboca el río Kamenice tras cruzar mansamente el interior del pueblo.

Tras la ducha, después de tomar posesión de nuestras respectivas habitaciones en el hotel, algunos nos fuimos a dar un paseo por este pequeño pueblo fronterizo, hasta llegar al punto donde el Kamenice vierte sus aguas al Elba, continuando un rato más el paseo a lo largo de este río para después regresar al hotel a cenar en grupo, y a la espera de la ruta senderista del día siguiente que prometía ser bastante entretenida por lo que había leído y por las fotos que había visto.

Podéis ver algunas de estas fotos a más resolución y tamaño en ESTE ENLACE.

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