Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

26 ago 2024

Montaña: Etapa del GR-11 entre el Lago San Mauricio y la Guingueta d’Àneu, por la variante del Coll de Fogueruix (P.N. de Aigüestortes, Pirineo leridano).

Al igual que en nuestro primer día de ruta, para evitar coger coche desde el camping donde nos quedábamos hasta Espot, lo que hicimos fue irnos caminando utilizando el trazado del GR-11 que en su etapa entre el Lago San Mauricio y la Guingueta d’Àneu pasa por Espot y por el camping, en un recorrido de 3 km y para evitar hacer este mismo recorrido a la vuelta, que ya era bastante conocido por nosotros, utilizamos una variante de esta etapa que evita pasar por Espot, utilizando el desvío que sube hasta el Coll de Fogueruix y pasa por el refugio Pla de la Font. Se trata de la variante-19, señalizada como GR11.19 e inaugurada en el 2017, enlazando de nuevo con el recorrido original al llegar al pequeño pueblo de Jou, situado a unos dos kilómetros del final de etapa en la Guingueta d’Àneu.

El tramo específico de la variante es un trayecto de dificultad moderada, sobre todo por el alto desnivel que hay que subir en apenas 2,5 kilómetros, concretamente entre el desvío (para coger la variante en lugar de seguir el trazado clásico del GR11) y el Coll de Fogueruix, ya que el resto es en descenso hasta Jou (lugar donde se unen los dos recorridos, el trazado clásico del GR11 y su variante-19).

Tras el aperitivo de los tres primeros kilómetros entre el camping “La Mola” y Espot, cogemos un taxi-todoterreno (porque recuerdo que no se puede subir en coche hasta el lago San Mauricio, por aquello de ser Parque Nacional y temporada alta) que nos deja justo en el lago, que a su vez es el punto de inicio de la ruta para nosotros en el día de hoy.

Para empezar lo que tocaba era deshacer parte del recorrido hecho con el taxi pero por un trazado diferente, utilizando el GR11 y la llamada “Ruta de l’isard” (sarrio o rebeco), una ruta muy transitada porque es la que va entre el parking, donde  la gente deja el coche, hasta el lago, una ruta cómoda, corta y apta para prácticamente todos aquellos que anden un poco.

Nos ponemos en marcha y en este primer tramo, hasta que cojamos el desvío de la variante-19 del GR11, va a ser todo en descenso, así que pronto dejamos el lago a nuestras espaldas, por encima de nosotros, porque comenzamos a perder altura utilizando primero un tramo de pista ancha y cómoda, pero algo insulsa, que se adentra en el corazón del bosque, un bosque de abetos, pinos, algunos abedules, etc... aunque también encontraremos algunas zonas de prados en lo que es la ladera de la solana del valle.

Apenas un kilómetro recorrido y ya vemos a nuestra izquierda la ermita de San Mauricio y desde allí se tiene también vistas a las cimas de  “Los Encantados”.

Cuenta la leyenda que hace muchos años, un día de San Mauricio todos los habitantes de Espot se dirigían en romería hacia la ermita a pie del lago. Allí se celebraba una misa anual en honor al santo. Dos cazadores del pueblo, en el camino, avistaron un rebeco en lo alto; era grande, hermoso, lustroso. Decidieron entonces no llegar a la misa e ir en su busca. El animal al verse perseguido arrancó montaña arriba. Cuando los cazadores llegaron a la cima, el rebeco había desaparecido. En ese momento, cayó un rayo justo encima de los pastores y los transformó en estatuas de piedra… (que son las que se corresponden con las cimas de estas dos montañas: el Pequeño Encantado, con una altitud de 2.738 m. y el Gran Encantado, con una altitud de 2.747 m.)

Por suerte, no tardamos mucho en abandonar el carril-pista que siempre me han parecido monótonos y aburridos a la hora de caminar por ellos, para continuar descendiendo por una senda en perfecto estado, muy transitada, que se adentra cada vez más en pleno bosque, rodeados siempre de pinos y abetos y con el hilo musical del río Escrita cuyas aguas bajan a nuestra vera, lo que le da un aliciente más a este bonito recorrido, que parece estar sacado de un cuento o de los bosques del “Señor de los Anillos”… salvo porque en estas fechas está muy masificado, de tanta gente que sube andando desde el parking al lago, para echar el día por los alrededores y después volver a bajar… en algunas ocasiones uno tiene la impresión de andar por las zonas más transitadas del Camino de Santiago en hora punta de tanto personal con el que nos vamos cruzando y saludando, aunque a esta primera hora de la mañana es lo normal en esta zona del parque.

Creo que éramos los únicos que íbamos bajando, todo el mundo iba en sentido contrario, y es que los que hubieran bajado porque estuvieran haciendo el GR11 en dirección oeste-este, ya lo habrían hecho mucho antes porque se ponen en marcha bien temprano y porque el refugio Ernest Mallafré está prácticamente junto al lago San Mauricio.

Tras dejar a un lado una zona de prados, a unos tres kilómetros aproximadamente del inicio del recorrido, abandonamos la “Ruta de l’isard” (cuyo nombre isard, creo que significa sarrio o rebeco, así que puede que el nombre de esta ruta venga por lo del rebeco de la leyenda de “Los Encantados”), porque ésta gira hacia la derecha para cruzar el Pont de la Gorga y seguir hacia el parking Prat de Pierró, mientras nosotros continuaríamos recto, siguiendo el trazado del GR11, continuando de nuevo por senda que vuelve a introducirse en el interior del bosque, dejando atrás la zona de prados que es más abierta, ahora en un recorrido muy tranquilo en el que no nos cruzamos con nadie durante un par de kilómetros.

Llegamos al desvío, no tiene pérdida porque es un cruce bien señalizado, para abandonar el trazado clásico del GR11 y coger su variante-19.

A penas llevamos 5 km recorridos, siempre en descenso y con pista o senda en perfecto estado, con buena huella, pero a partir de aquí,  sin anestesia previa, toca subir sin compasión, por senda que sigue discurriendo inmersa en el bosque que la rodea y que nos impide ver vistas panorámicas, salvo en algún que otro claro a modo de ventana.

Son 2,5 km de subida pura y dura, con bastante desnivel, y por si fuera poco, va de menos a más, o sea, que si ya de por si es un buen desnivel, la última parte se empina mucho más y para hacerla más llevadera, sobre todo en épocas de nieve/hielo o de terreno húmedo por las lluvias, han colocado algunas zonas de escalones, con troncos de árboles y tramos de cable para agarrarse en caso de circunstancias adversas, aunque en ésta época del año, se puede subir y bajar sin problemas, sin ningún tipo de dificultad técnica, salvo el consiguiente esfuerzo físico.

Poco antes de llegar a la parte más alta del recorrido, al collado, el día comienza a nublarse, hay sensación de humedad y comienza a soplar un ligero viento frío. En esa zona es cuando me encuentro a la vera de la senda, a pesar de que no parecen las mejores condiciones en cuanto a temperatura, algunas mariposas, como las mediolutos o las Zygaena.

Medio luto ibérica (Melanargia lachesis)
 
Zygaena de la madreselva o la Pimpinela de cinco puntos de borde estrecho (Zygaena lonicerae)

Tras los últimos metros, donde abandonamos la protección del bosque, el viento frío se intensifica y al llegar al collado lo primero que toca tras el esfuerzo y la sudada de turno, es sacar de la mochila la chaqueta y abrigarse.

Hacemos un pequeño desplazamiento para ir hasta el Mirador de Fogueruix, situado a unos metros a la derecha del collado, antes de iniciar la bajada al refugio que queda a la vista.

Ya en el mirador, toca contemplar las vistas en 360 grados y realizar alguna que otra foto con las montañas de “Los Encantados”  (Els Encantats, en catalán) de fondo.

Mirador de Fogueruix, con las montañas de "Los Encantados" de fondo.

Bajamos hasta el refugio de “Pla de la Font”, atravesando una zona de prados rodeada de arboleda, con las montañas al fondo. Junto a la fuente y mesa merendero del refugio, hacemos un descanso para el reagrupamiento y ya puestos, tomamos un pequeño piscolabis aprovechando que es un buen sitio y un buen momento.

Zona de prados en el tramo de bajada desde el mirador al refugio que aparece justo detrás de uno de los compañeros.

El cielo estaba cargado de nubarrones oscuros que poco a poco irían desapareciendo, mientras en las inmediaciones del refugio corría una ligera brisa fresca que nada tenía que ver con el viento más fuerte y más frío que soplaba en la parte más alta, donde bien pareciera que de pronto hubieran abierto puertas y ventanas dando lugar a una fuerte corriente de aire gélido.

Mientras esperábamos al resto de compañeros me decidí dar una vuelta por los alrededores del refugio y en sus traseras, en apenas 20 metros cuadrados, apareció un pequeño paraíso para las mariposas y otros insectos que me alegraron sin lugar a dudas el día, puro espectáculo, muy gratificante, al menos para los enamorados de los lepidópteros y la naturaleza en general, en el que intenté tomar fotos de algunas de ellas…


Lunares de plata (Speyeria aglaja)
 

Esfinge colobrí (Macroglossum stellatarum)


Doncella mayor (Melitaea phoebe)
 

Dorada manchas blancas (Hesperia comma)
 
Rey moro (Brintesia circe)
 
Nacarada adipe (Fabriciana adippe)
 
Éste no es una mariposa, pero como también se puso a tiro.... El Monochamus sutor (Vector de nematodos) es un insecto perforador perteneciente a la familia de los Cerambícidos que habita pinares y abetales. En la Península Ibérica este coleóptero  únicamente ha sido citado en el Pirineo.
 

Nos tomamos con calma el piscolabis… los deberes estaban ya casi hechos, porque lo que restaba era una bajada  inicial de unos 7 km (cinco hasta el pequeño pueblo de Jou, donde empalmaríamos con el trazado original del GR11, y después dos más hasta La Guingueta), pero por otro lado, si bien la bajada no era nada técnica, más bien sencilla, con buena huella, lo cierto es que había que descender desde los 2.015 m. a los que se encuentra el refugio Pla de la Font, hasta los 950 m. aproximadamente, a los que se encuentra La Guigueta d’Àneu, situada junto a la carretera que sube al puerto de la Bonaigua y que separa este núcleo urbano del Embalse de la Torrassa. Por tanto, eran 1.065 metros de desnivel los que había que bajar…

Refugio Pla de la Font

Nos ponemos en marcha y como he comentado las nubes oscuras iban desapareciendo al mismo tiempo que el sol comenzaba a calentar, con más sensación de calor con forme bajábamos hacia el fondo del valle, como es lógico.

Tras un primer inicio de bajada por cómoda pista, a la par que insulsa y aburrida, rápidamente tomamos una senda a la izquierda que baja prácticamente en línea recta hasta Jou, cortando en varias ocasiones la pista que llevábamos, la cual sigue un trazado más sinuoso, con vueltas y revueltas para salvar más cómodamente el desnivel, mientras nosotros bajamos vertiginosamente por esta senda, con buena huella y siempre bajo la protección del bosque que nos aporta sombra durante todo este recorrido.

El último kilómetro antes de llegar a Jou es por los típicos callejones, caminos empedrados, flanqueados de vetustas paredes de piedras recubiertas de musgo y vegetación, mucha frondosidad y algunas zonas embarradas, antiguos callejones de acceso o salida del pueblo ahora en completo desuso, reconvertidos para el paso de senderistas o montañeros y que seguro que habrán vivido mejores momentos, pero me encantan estos tipos de caminos/callejones, nada que ver con la monotonía y aburrimiento de las anchas y aburridas pistas-carriles.

Nos adentramos en Jou, pequeño pueblo con las casas de piedra típicas de los pueblos de montaña, aunque casi todas restauradas y supongo que para uso como segunda vivienda.

En Jou hicimos una parada junto a una fuente para el reagrupamiento y descansar un poco, porque la verdad, yo al menos, estaba cansado, harto de tanto descenso y aunque como he comentado la bajada no es técnica, si hay bastante desnivel que salvar y estaba teniendo problemas con las rozaduras de las partes superiores de los dedos de los pies con la bota, ¡menos mal que solo restaban dos kilómetros, aunque también con una buena bajada!… y para el próximo día tendría que protegerlos para evitar que fueran a más las rozaduras.

Acabamos por juntarnos todos junto a la fuente, excepto el amigo Javier, que iba bajando tranquilamente a su ritmo y en algún momento tomó un desvío hacia Espot en las cercanías ya de Jou, pero nosotros no sabíamos nada y comenzamos a impacientarnos… no había cobertura para llamarlo al  móvil y lo peor de todo, como supimos después, es que tampoco lo llevaba porque se lo había dejado en el camping…

Junto a la fuente de Jou

Algunos compañeros deshicieron el camino andado, ahora en subida, hasta el último punto en que lo vimos, pero no había señales de él.

En la fuente de Jou, esperando al compañero rezagado...

Cuando finalmente se dio cuenta que iba en dirección a Espot y que estaríamos preocupados por él, se dio la vuelta y un paisano de Jou que pasaba por allí lo recogió y lo acercó a donde estábamos esperándolo,  junto al camino de bajada a La Guingueta.

Tras una serie de reproches, dimes y diretes… todos juntos emprendemos la última bajada, por cómoda senda, sobre todo al principio, aunque a esa hora ya el sol iba calentando y la temperatura en el fondo del valle era más sofocante y eso se notaba porque la vegetación en los alrededores estaba mucho más seca, nada que ver con la frondosidad que habíamos tenido durante la mayor parte del recorrido.

Llegamos pronto al Mirador de la Vinyeta, donde apenas echamos un vistazo y directos hacia el núcleo urbano que ya teníamos a tiro de piedra.

Paramos en el camping de La Guingueta, para reponer líquidos que falta hacía a esa hora por la temperatura sofocante, abajo en el valle y la tensión en las piernas con tanta bajada que parecía no tener fin.

Allí habíamos quedado con dos compañeras que en esta ocasión no se apuntaron a realizar el recorrido, así que se desplazaron en coche hasta allí con el fin de llevarnos a parte del grupo hasta el camping y una vez allí, coger yo mi coche y volver a La Guingueta, a un cuarto de hora aproximadamente, para recoger al resto del grupo, mientras los demás en el camping aprovechaban para ducharse y para ir preparando la cena...


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