Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

28 sept 2023

Montaña - Picos de Europa: Subida a Collado Jermoso desde Fuente Dé, subiendo por "Los Tornos" y bajando por la "Canal de Pedabejo" .

Tras los dos últimos veranos en los que no he podido disfrutar del tiempo libre por las circunstancias familiares, este año, aunque no tenía muchas esperanzas, he podido escaparme unos días y disfrutar de la montaña en Picos de Europa y en la Montaña Palentina.

Para las dos rutas por Picos de Europa, ambas en el  macizo central, nos alojamos en el albergue Briz de Espinama, que estaba totalmente lleno para el fin de semana del 12-13 de agosto, así que tuvimos bastante suerte al poder hacer la reserva, unos días antes, de las últimas plazas que quedaban libres.

El viernes por la tarde llegamos a Espinama y lo que rápidamente notamos fue el brusco contraste de temperaturas, sobre todo al ponerse el sol, ya que en el sur veníamos arrastrando varios días con una de las varias olas de calor que hemos tenido este año acompañadas de sus tórridas noches, mientras que aquí, a la hora de salir a cenar, tuvimos que tirar de manga larga y más tarde, dormir arropados, con manta… ¡bendito cambio!…

La primera ruta que teníamos prevista era la de subir al refugio de Collado Jermoso desde Fuente Dé, en un recorrido circular, subiendo por “los Tornos” y la “Canal del Embudo” y bajando por la “Canal de Pedabejo” y al salir del albergue para coger el coche y desplazarnos a Fuente Dé, a penas a 5 minutos de distancia, asaltan dudas sobre si la meteorología no sería un obstáculo para el disfrute de nuestro primer día, ya que como estaba previsto, el día amaneció gris, nublado y en la comarca de Liébana podía caer algo de agua según los pronósticos, aunque para mi esto era lo menos preocupante, lo peor sería que en la parte alta de la montaña se agarrara la niebla, porque eso sí podría ser un problema, ralentizando la marcha y lo peor, no poder disfrutar del entorno, sería como en otras ocasiones, subir por subir, pero ya que estábamos allí y no teníamos nada mejor que hacer y como “la cabra tira p'al monte”, pues nos pusimos en marcha.

En el trayecto a Fuente Dé se veían algunos huecos entre las zonas cerradas de nubes donde se colaban algunos rayos de sol, pero aunque la mañana estaba fresca, muy húmeda y amenazaba con algo de lluvia, en el valle no había niebla… otra cosa era al mirar hacia arriba y ver que las nubes ocultaban las cimas de las montañas de los alrededores y entonces, es cuando la incertidumbre hacía acto de presencia…

Dejamos el coche en el gran parking de Fuente Dé y a las 8 de la mañana no hay ningún problema para aparcar, si bien es cierto que ya había bastante coches. Desde allí mismo sale la ruta, junto a  una pequeña pradera, para pronto internarnos en una zona arbolada de la que no tardamos mucho en volver a a salir. siempre por camino en suave y cómoda subida, hasta que al poco tiempo llegamos a un bifurcación: de frente, para seguir por senda vertiginosa, colgada a modo de balcón vertical por la falda de la montaña caliza dirección a “el Hachero”, a la izquierda, la dirección que teníamos que tomar nosotros, donde el camino se convierte en tortuosa senda, unas veces de tierra, otras de rocas otras con piedras pequeñas a modo de gravilla, pero en general, cómoda de avanzar por ella, aunque eso sí, desde que se toma la bifurcación es cuando realmente comienza la subida como tal para superar el fuerte desnivel, unos 900 metros en los primeros 4 km, desde Fuente Dé hasta llegar al collado desde donde se accede a la Vega de Liordes, superando el fuerte desnivel a base de vueltas y revueltas, en claros zig-zag con los que rápidamente se va ganando altura, dejando atrás espacios abiertos para internarnos poco a poco en una canal, en un estrechamiento entre paredes rocosas, más cuanto más se  sube… la “canal del embudo”.


Fotos de la subida por "los tornos", en claros zig-zags, desde Fuente Dé que quedaba abajo, en el primer tramo de subida, cuando la niebla aún dejaba ver el valle, si bien las partes altas ya estaban cubiertas por las nubes...

La subida la afrontamos con ganas e ilusión, pero con cordura, pues era mucho lo que aún nos quedaba de día y de lo que se trataba era de disfrutar, no de batir ninguna marca personal, así que subimos tranquilamente, a ritmo,  con breves descansos para tomar aire, echar la vista atrás y ver cómo, cada vez que lo hacemos, la zona del parking y del teleférico de Fuente Dé quedaba más y más abajo, más y más pequeña y cuanto más se sube, su imagen quedaba más difuminada entre los jirones de niebla que iban apareciendo y que parecían mecerse al compás del ligero viento que soplaba, hasta que estos simples jirones de niebla se fueron haciendo más constantes y contundentes, formado un ligero velo que semiocultaba la parte baja del valle, mientras más arriba, frente a nosotros, se volvía más espesa, cerrada, impidiéndonos ver la parte final del ‘embudo’ que tenemos frente a notros… y si continuara así durante el resto del recorrido, ¡poco íbamos a poder disfrutar de las icónicas vistas que se tienen desde los alrededores del refugio de Collado Jermoso!.

Como he comentado, durante la subida vamos realizando pequeñas paradas, no solo para tomar aire sino también para observar a los acentores alpinos (Prunella collaris), con los que nos topamos en bastantes ocasiones, sorprendiéndome que eran poco asustadizos y que prácticamente no arrancaban a volar hasta que pasábamos cerca de ellos, por no hablar de lo cantarines que estaban a esa hora temprana de la mañana, donde la temperatura no era primaveral precisamente; o para observar junto a la senda, a los típicos cardos de color azul, el "cardo de Magdalena"  (Eryngium bourgatii), o el "clavel de arena" (Dianthus hyssopifolius) o alguna que otra malva, aunque éstas más en la Vega de Liordes; también, a más altura y a pesar de la temperatura fresca  nos encontramos en varias ocasiones, en la parte final de la subida por "los Tornos", con la mariposa “banda acodada” (Hipparchia hermione), a la que también pudimos ver más arriba, ya con otra temperatura y bajo el sol, durante el recorrido por la Vega de Liordes y más allá, camino del refugio y por lo que he podido ver, parece que es bastante abundante por esta zona y por la Montaña Palentina, porque también me la encontraría en la subida al Espigüete.

"Cardo de Magdalena"  (Eryngium bourgatii).
 
"Clavel de arena" (Dianthus hyssopifolius).
 
Malva sp.
 
Mariposa “banda acodada
” (Hipparchia hermione).
 
 Acentores alpinos (Prunella collaris).

Una vez que llegamos al collado y avanzamos unos metros, ya superado y dejado atrás el fuerte desnivel, en un visto y no visto, por arte de magia, por arte de birlibirloque, salimos del abismo de la niebla y ante nosotros aparece la Vega de Liordes completamente bañada por el sol, si bien es cierto que su habitual manto verde de hierba, de color verde césped, ahora torna a un color más amarillo-marrón, síntoma que las precipitaciones por esta zona tampoco han sido las que suelen ser habituales.

La Vega de Liordes se nos presenta como el patio de armas de un castillo, rodeada de fuertes murallas, de cadenas montañosas y al que, como en cualquier castillo, solo se puede acceder por sus puertas de entrada, o en este caso, por la Canal de Pedabejo que queda a nuestra izquierda, en el otro extremo de la Vega, o la canal por la que se baja a Fuente Dé, que es por la que hemos subido, o al fondo, por el acceso a la canal de Asotín… y mientras, uno sigue caminando por la Vega de Liordes, por senda sin ningún tipo de complicaciones, disfrutando del espectáculo que nos ofrecen la niebla y el mar de nubes en los alrededores, imaginando que estamos en el interior de ese imaginario castillo que se encuentra asediado por el enemigo, o sea, por la niebla y las nubes que remontan las montañas cual murallas de la fortaleza e intentan penetrar en la Vega por cualquier brecha, en este caso por los acceso a las canales, librando una cruenta lucha en la que a veces parece que la niebla va ganando la batalla y avanzando metros y que solo es cuestión de tiempo que la inunde por completo, pero de pronto, la Vega de Liordes, aliada con el viento, contraataca y hace retroceder al enemigo hasta llevarlo de nuevo a la boca de la canal… ¡pura magia!, y más, cuanto más avanzamos y más ganamos en altura, porque es entonces cuando tenemos el espectáculo completo, viendo el enorme mar de nubes que se extiende “hasta el infinito y más allá” (sobre todo hacia el suroeste) rodeando toda la zona en la que nos encontramos, siendo la “cadena/muralla” de montañas, con sus picos, como los que tenemos a nuestra izquierda: Tiro Pedabejo, Torre Salinas, Torre de Liordes o el Friero, los que hacen de barrera para que no penetren en el interior de la Vega…

La Vega de Liordes y la niebla entrando por la Canal de Pedabejo, en la fase de retroceso. La niebla intenta entrar por el collado, por la parte más baja, situado entre Tiro Pedabejo y Torre Salinas

La Vega de Liordes y la niebla, en fase de avance, entrando por el acceso a la zona de "los tornos", por donde hemos subido desde Fuente Dé
Como se puede ver en ambas fotos, la Vega de Liordes no tiene ahora ese intenso color verde de los prados de montaña...

Habíamos pasado de estar durante la subida en el “lado oscuro de la fuerza”, atrapados en el de la blanca oscuridad de la niebla y las nubes, a encontrarnos bajo el sol pero con una temperatura ideal, en torno a los 22-24 grados, que nada tenía que ver con la que habíamos tenido durante la subida inicial, que aún parecía más fría por la sensación térmica del ligero viento que soplaba y de la humedad debido a niebla.

El recorrido por la Vega de Liordes, es sencillo y en días como el que estábamos teniendo, hasta ese momento, era para disfrutarlo.

Prácticamente desde que se accede a la Vega de Liordes, ya se puede vislumbrar al fondo, el pico de Peña Santa, en el macizo occidental, aunque esta foto está hecha un poco más adelante, tras la subida que hay al dejar atrás el desvío a Tiro Pedabejo y a la Canal de Asotín (o de "La Sotin").
Se puede vislumbrar, cómo en la esquina inferior izquierda de la foto, sale una senda que en una especie de diagonal lleva hasta lo que es el centro de la foto, donde se meteria de lleno en el fuerte bajada de la Canal de Asotín (o de "La Sotin").

Al llegar a una bifurcación marcada: a la izquierda hacia la Canal de Pedabejo y de frente hacia Collado Jermoso, es cuando de nuevo, durante un corto tramo, la senda se hace muy irregular en una pronunciada subida por la pared rocosa que tenemos a la derecha, quedando a nuestra izquierda una buena caída vertical, más cuanto más se va subiendo. La senda está “esculpida” en la propia roca, a modo de escalones irregulares, pero al margen del esfuerzo resulta muy entretenida, a la par que vistosa, por las buenas vistas que tenemos a nuestra izquierda, conforme vamos ganando altura y frente a nosotros, donde se llega a divisar claramente el macizo occidental de Picos de Europa (Cornión), cuyas cimas sobresalen de entre el mar de nubes, destacando entre ellas la más alta de todas de las de este macizo, ocupando prácticamente la posición central  viéndolo desde la perspectiva que teníamos y que no es otra que Peña Santa, si bien en cierto que desde que entramos en la Vega de Liordes y dejamos atrás la niebla, ya tuvimos la primera visión frente a nosotros de este pico, aunque desde ese punto solo se veía la cima, mientras que conforme se va avanzado se va teniendo una panorámica más amplia del macizo occidental, siendo su punto culminante en Collado Jermoso, desde donde se tiene una vista global de Cornión emergiendo desde el Valle de Valdeón, oculto hoy bajo un espeso mar de nubes blancas.

Es curioso, pero hasta el desvío antes mencionado, no nos habíamos encontrado con nadie, ni en la subida desde Fuente Dé, ni después en la Vega de Liordes con gente que accediera por la Canal de Pedabejo y digo curioso por decir ‘raro’, porque la subida a Collado Jermoso, por cualquiera de los sitios ‘habituales’ (que no requieren ninguna destreza técnica) suele  ser concurrida, para hablar de montaña, y más si estamos hablando del mes de agosto y eso por no hablar de los que se quedan en el propio refugio como centro base para realizar ascensiones a los picos de los alrededores, pero como digo, hasta esta bifurcación no nos habíamos encontrado con nadie, sin embargo, en este punto al mirar atrás, comenzamos a escuchar y a ver a lo lejos un grupo de cuatro o cinco personas que venían algo más rezagados que nosotros y a otro grupo de tres que habían cogido el desvío para bien ir a la Canal de Pedabejo o bien ir a la senda que baja hacia la Canal de Asotín, pero sin duda, es desde este punto y hasta llegar al refugio, cuando nos encontramos con más personas, diseminadas a lo largo de todo este tramo, unos porque habían hecho noche en el propio refugio y otros porque  habían subido desde Cordiñanes, en el valle del Valdeón y querían hacer una ruta semicircular, un poquito más larga, evitando hacer la ruta totalmente lineal, o sea, no subir y bajar todo por el mismo sitio.

Terminado el tramo corto de subida pronunciada a modo de saltos o escalones en la roca, de nuevo una breve parada para tomar aire, contemplar las vistas y alguna que otra foto antes de seguir por un terrero entretenido de senda, sube y baja, hasta llegar a otra fuerte subida que nos llevará a la zona de las Colladinas, pudiéndose realizar este tramo por dos sitios, uno más hacia la derecha, por la ladera de la montaña, en una zona completamente “pelada”, como de ‘gravilla’, realizando una amplia curva a modo de semicírculo, en un recorrido con menos pendiente pero por un terreno muy insulso donde en días en los que apriete el sol, sobre todo a la vuelta, puede resultar muy tedioso y se puede hacer largo y cansino y más como se vaya corto de agua; la otra alternativa es un pelín más corta, pero con más pendiente que se salva a base de zig-zags cortos, en un terrero algo más entretenido e irregular pero que exige algo más de esfuerzo.

Las dos variantes, de corto recorrido, llevan al mismo sitio, hasta un pequeño collado, y es que por eso creo que a esta zona le llaman la Colladinas, por que hay un encadenado de varios pequeños collados, terreno de sube y baja hasta llegar al último y tan ansiado collado desde donde por fin tenemos las tan fotografiadas e icónicas vistas del refugio de Collado Jermoso, rodeado de cortados y con el fondo del macizo de Cornión, separados ambos por el valle de Valdeón, aunque en este caso más bien podríamos decir que están separados por un manto blanco de nubes que se empeñan en trepar por las altas montañas y casi ocultarlas por completo ¡puro espectáculo!, porque no se trata simplemente de una bella panorámica estática que uno puede fotografiar en un instante y ya está, sino que al tener hoy como invitados de honor a las nubes y a la niebla, podemos quedarnos largo rato observando como cambian las vistas que tenemos frente a nosotros, viendo como aparecen y desaparecen tras la niebla y las nubes los picos de las montañas, como si estuvieran jugando con nosotros al juego del escondite, mientras, el refugio de Collado Jermoso, situado en lugar privilegiado, cerca de un cortado, rodeado de nubes y montañas, parece tener un imán especial para atraer hacia él la mirada, ejerciendo un poder hipnotizante, en fin unas vistas con las que nos quedamos absortos durante un buen rato, porque prisas no había e íbamos bien de tiempo.



Desde este último collado el refugio queda ya cerca, es cuestión de bajar un poco por senda tortuosa y seguir en línea recta por terreno llano, con las montañas a nuestra derecha y el abismo a la izquierda que enlaza con la Canal de Asotín, (o de "La Sotin") que separa la desafiante Torre del Friero, a la izquierda, de Collado Jermoso a la derecha, disfrutando con verdadera pasión del espectáculo que teníamos frente a nosotros.

Bonita panorámica, con la Torre del Friero a la izquierda, el Refugio de Collado Jermoso a la derecha, sobre una cortado rocoso y en el centro, el pronunciado desnivel que conduce al abismo, para enlazar con la Canal de Asotín, aunque cubierto de un mar de nubes que se extiende hasta donde alcanza la vista.

 

El refugio a la derecha y tras él, el Friero. A la izquierda del refugio el vertiginoso descenso hacia la Canal de Asotín cubierta por las nubres y sobre la que se precipita el cortado en cuya cima se asienta el refugio a modo de balcón/mirador.

Unos metros antes del refugio nos recibe el agua fresca de una fuente en la que rellenamos las botellas de agua, antes de escudriñar el refugio y sus alrededores desde todos los ángulos para después subir unos metros más, hasta llegar al collado, desde donde se tendrían unas vistas inmejorables del valle de Valdeón si no estuviera cubierto por las nubes, un valle por donde transita la celebérrima “Ruta del Cares”, y es que el río Cares es precisamente el autor de este valle encajonado que sirve de divisoria entre el macizo occidental o de “Cornión” y el macizo central o de “los Urrieles”, que es en el que estábamos.



Vistas del refugio de Collado Jermoso (o de Diego Mella).
 
Vistas desde el collado que se eleva a unos metros por encima del refugio, desde donde se podría apreciar el Valle de Valdeón, cubierto de nubes en la foto, más cuanto más se interna en el corazón de Picos, y que separa el macizo central del macizo ocidental, del que en esta foto hay una vista pacial, con su pico emblemático, Peña Santa.

De vuelta al refugio, toca descansar, comer el típico bocata con el jamoncito de la tierra extremeña, haciendo patria, acompañado de una jarra de cerveza que pedimos en el refugio, compartiendo mesa con unos montañeros leoneses, que al tener Picos a “tiro de piedra” eran muy conocedores de la zona y así, estuvimos hablando de diferentes recorridos y subidas a picos o de otras variantes de llegar a este refugio que no eran las habituales, además, al explicarles nuestros planes para estos días y comentarles que de regreso a casa también queríamos subir al Espigüete, en la Montaña Palentina, y como también es una zona que les coge cerca, pues nos estuvieron comentando la subida al Curavacas o las distintas formas de subir al Espigüete, de las que nos aconsejaban la subida por la vertiente este, cresteando, porque era mucho más bonita y entretenida que la que nosotros queríamos hacer, por la parte sur, aunque claro, ésta era más suave.

Preparativos para el "relax": pan, jamón ibérico extremeño y una buena cerveza, todo acompañado de unas formidables vistas de la Torre del Friero y de las nubes que quedarían a nuestros pies, a la izquierda, aunque en esta foto no se vean... ¿qué más podemos pedir?...

Ellos se ponen en marcha antes, han salido esta mañana de León y regresan de nuevo cuando terminen su recorrido, es la ventaja de tener la montaña cerca. Ellos estaban realizando una ruta semicircular, corta pero muy intensa por el desnivel tanto positivo como negativo en tan poca distancia, subiendo desde el pequeño poblado de Cordiñanes hasta el refugio, para seguir hasta la Vega de Liordes y desde allí tomar un sendero de vuelta que les mete de nuevo en la Canal de Asotín y ya por el mismo recorrido, hacia Cordiñanes.

El momento del bocata, compartiendo mesa con los "leoneses", una mesa dispuesta a modo de balcón/mirador espectacular, con las vistas de la Torre del Friero el manto de nubes que cubre las profundidades de la Canal de Asotín. Justo a la derecha de la foto, se encuentra el refugio.

Nosotros saboreamos el lugar un poco más, sentados en la mesa merendero que da la sensación de estar situada junto a un precipicio, con la inconmensurable imagen de la Torre del Friero frente a nosotros y el manto algodonado de nubes blancas bajo nuestros pies… un disfrute para los sentidos.

Disfrutando el momento... "carpe diem"...

Llegó la hora de ponerse en marcha de nuevo, cerca de las dos de la tarde, después de un par de horas desde que llegamos. Una pena abandonar el lugar, sería todo un lujo poder dormir en el refugio y poder disfrutar del atardecer y de la noche estrellada desde este enclave, pero para quedarse en el mes de agosto en este refugio hay que hacer la reserva con mucha antelación, incluso unos meses antes… muy concurrido.

Deshacemos el camino andado, ahora con algo más de calor, aunque seguimos realizando paradas breves para seguir admirando las vistas de las que no nos cansamos,  incluso pudimos observar también a un grupo de rebecos sobre las rocas para completar este entretenido recorrido.

Rebecos.
 
No nos cansamos de admirar las magníficas vistas de las que podemos disfrutas en las cercanías de Collado Jermoso, con el refugio a la izquierda, sobre un cortado que se levanta sobre el abismo de la Canal de Asotín y con el fondo del macizo occidenta y su característica Peña Santa, separados por un blanco manto algodonoso que se extendiende por el Valle de Valdeón y por la zona suroeste de Picos, ya en León...

Durante el camino a la inversa hasta llegar a la Vega de Liordes, nos sorprende ver gente que a una hora tan tardía, quieren llegar al refugio y sorprende más cuando nos dicen que lo quieren hacer es una ruta lineal, o sea, ir al refugio y volver por el mismo camino... haciendo algunos cálculos, al ritmo que iban, cuando lleguen al refugio pueden ser las cuatro de la tarde y a poco que estén un rato allí para descansar a la hora de volver les iba  a coger la noche… en fin…

Llegamos a la Vega de Liordes y tras bajar el corto y pronunciado tramo irregular de senda que se abre paso por la pared rocosa de la montaña, nos desviamos a la derecha, para seguir con la ruta circular prevista, dirección a la Canal de Pedabejo, en donde al igual que esta mañana, la niebla persistía, unas veces se adentraba unos metros más hacia el interior de la Vega y otras veces retrocedía, pero ahí siguía.

Justo al bajar a la Vega para iniciar el recorrido por ella hasta la Canal de Pedabejo, vemos a nuestra derecha a los leoneses con los que habíamos compartido mesa en el refugio y que nos saludan mientras hacían  un pequeño descanso, devolvemos el saludo a lo lejos y continuamos por un tramo ahora algo más insulso, hasta llegar a una zona más rocosa, en ligera subida, que nos conduce a la canal, dejando primero a la izquierda y después a nuestra espalda, en una posición más baja, la pequeña casita-chozo de la Vega de Liordes que sirve de refugio.

Subimos unos metros más para llegar al Collado Remoña el cual se abre entre el pico Tiro Pedabejo a la izquierda y Torre Salinas a la derecha y desde allí, iniciar el descenso por la canal en senda muy pronunciada en zig-zag, de muchas piedrecitas sueltas, como si fuera ‘gravilla’, que hace extremar las precauciones para evitar resbalones y que ponen las ‘bisagras’ (rodillas) a prueba.

En este punto todo cambia bruscamente, tal y como esperábamos, pasamos de las vastas vistas, a ver tan solo unos metros por delante de nosotros, ni siquiera vemos la pared vertical de Tiro Pedabejo que tenemos a la izquierda, oculta completamente por la niebla, tan solo al inicio de la bajada hubo un instante fugaz en la que la vislumbramos, difuminada por la niebla, a modo de ligero velo que se interpusiera entre nosotros… durante la bajada no pudimos ver nada, no pudimos disfrutar de ninguna panorámica, tan solo de los metros de senda que teníamos delante de nosotros y por la que bajábamos con paciencia… y este no fue el único cambio, porque la temperatura bajó bruscamente, del andar por el tramo de la Vega en la hora del día de más calor a encontrarnos con la humedad de la niebla y del viento que entraba desde el otro lado de la montaña, que hacía que la sensación térmica fuera más baja.

Terminado este tramo más pronunciado de descenso por senda propensa a los resbalones, por tanta piedrecita suelta, llegamos a un desvío señalizado: de frente hacia Santa Marina de Valdeón, o mucho antes si se ha realizado el largo tramo de pista con coche, mientra que a la izquierda es para ir a Fuente Dé, nuestro objetivo.

En esta intersección hacemos una pequeña parada para beber un poco y picotear unos frutos secos y algo de chocolate, mientras llegaban por detrás un par de chavales “algo perjudicados”, bastante renqueantes, sobre todo uno de ellos ¡y sin agua!… nos preguntan por una fuente, aunque le damos una botella de agua para que se vayan  apañando, porque nosotros íbamos a necesitar ya poca agua y además teníamos que pasar por una fuente/abrevadero en poco tiempo.

Nos despedimos de los dos chavales y seguimos en descenso, ahora por senda de tierra principalmente, pero semioculta en ocasiones por los piornos o matorrales, hasta llegar a la explanada y zona de pastos donde se encuentra la casa/chozo refugio de Remoña y a unos cien metros más abajo o poco más, la fuente/abrevadero. A partir de aquí ya nos relajamos, los deberes están prácticamente hechos, solo un tramo de senda en descenso en esta zona donde pastan las vacas y enlazaríamos con la pista forestal que nos llevaría a Fuente Dé, en un tramo de la “Senda Remoña” que forma parte de uno de los Caminos de Santiago, concretamente el “Camino Vadiniense” (marcado en este tramo como PR15), entre Santo Toribio de Liébana y la localidad leonesa de Mansilla de las Mulas, donde empalmaría con el “Camino Francés”.

Un tramo de unos tres kilómetros de pista cómoda que después de la senda de gravilla y del terrero irregular y muy pronunciado que habíamos tenido en la Canal de Pedabejo, resultó muy agradecido por nuestros pies y  rodillas, en una bajada suave que hacemos charlando distendidamente sobre el atractivo recorrido que habíamos realizado, empañado tan solo por la niebla que no nos dejó ver nada en la última bajada, pero dando gracias por haber podido disfrutar del resto del día, sobre todo por cómo comenzó la mañana.

El recorrido por el tramo de pista va de menos a más, pasando de espacios más abiertos, sin más, hasta adentrarnos de lleno en un espeso bosque de hayas y robles. principalmente, pasando por varias fuentes, como la de la Fonfría, que creo fuela última que vimos, situada ya a poca distancia del parking de Fuente Dé, donde habíamos dejado el coche.

Otros cinco minutos en coche hasta llegar a Espinama donde nos alojamos y tras la ducha de rigor y cambiarnos, tocaba salir a cenar, cambiando de restaurante, porque el de la noche anterior no nos gustó nada, así que probamos en Casa Máximo y fue una acierto, tanto el sitio, como la comida como el trato del personal.

Y tras la cena, el paseito al albergue y directos a la cama ¡que mañana será otro día!... 

Como siempre os dejo ESTE ENLACE donde podéis estas fotos en más tamaño y resolución, para el que esté interesado.

El track de referencia que seguimos lo tenéis AQUÍ.

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