Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

Aquí mis batallitas sobre cicloturismo, senderismo, montaña, viajes, naturaleza, música, teatro, ...

"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

30 sept 2023

Montaña - Picos de Europa: Cabaña Verónica y Horcados Rojos desde la estación del Cable + Visita por la tarde a Mogrovejo.

Para nuestro segundo día por Picos, la ruta a realizar era menos exigente que la del día anterior y de lo que  se trataba era de disfrutar, siempre que la meteorología no lo impidiera, porque amaneció exactamente igual que el día anterior, cielo cubierto, gris, con mucha humedad y con las cimas de las montañas ocultas por las nubes, pero confiábamos en que al igual que en la jornada anterior, esta situación solo se diera en el valle, mientras que arriba, a más altitud, pudiéramos tener de un día más luminoso y poder así disfrutar de las vistas, con sol arriba, en la montaña y las nubes por debajo.

De nuevo nos desplazamos a Fuente Dé, a penas a cinco minutos, pero en esta ocasión para dirigirnos a la zona donde se coge el teleférico para subir arriba, a la estación del Cable (que es como se llama a la estación superior del teleférico de Fuente Dé), desde donde salen muchas rutas, aunque también podríamos comenzar la ruta y llegar arriba desde donde nos alojábamos, desde Espinama, pero esto será para otra ocasión, porque hoy simplemente nos tomaríamos el  día con tranquilidad, sin prisas y así poder disfrutar de la montaña, aunque tengo pendiente realizar esta misma ruta subiendo también al pico Tesorero o enlazándolo previamente con Horcados Rojos, aunque madrugando más, claro está.

El ticket del teleférico lo habíamos sacado unos días antes por internet, para las 8:30, evitando colas y tener que perder tiempo y la verdad, todo fue rodado, solo fue llegar, entrar y un par de minutos después ya estábamos dentro de la cabina.


El tramo de teleférico hasta la estación del Cable resulta altamente gratificante, con unas maravillosas vistas y una bonita sensación, sobre todo para los que no se hubieran montado antes en un teleférico, salvando los 753 metros de desnivel en cuatro minutos, subiendo a una velocidad de 10 m/s hasta llegar a los 1.853 m. de altitud.

Ya en el exterior de la estación del Cable, toca disfrutar de las panorámicas del valle de Camaleño, donde hacía unos minutos habíamos cogido el teleférico; las nubes por debajo de nosotros empiezan a formarse y a unirse para formar el manto blanco que se ve más al fondo, cubriendo todo el valle, desde este punto, aún se podía ver o intuir la zona de los alrededores de Fuente Dé, que queda allá abajo, en las profundidades… más avanzada la mañana, las nubes cubrirían definitivamente todo el valle y desde arriba se podría ver el característico mar de nubes, como un lienzo blanco.

Vistas desde el mirador de la estación de Cable, dodne como se puede ver, las nubes se ván formando para cubrir completamente, al final de la mañana, el valle de Camaleño (Liébana, Cantabria).
 
Después de disfrutar de las vistas, como todos los que habíamos subido allá arriba y de hacer alguna foto, nos ponemos en marcha y en las traseras de la estación, justo cuando comienza el carril-pista, ya vemos varios grupos numerosos afanándose en los preparativos para iniciar su ruta establecida.

Desde este punto ya tenemos una clara visión de toda esta zona del macizo central, rodeados de montañas, con una panorámica nítida en un día soleado y luminosos allá arriba, al contrario que abajo en el valle. En sentido contrario a las agujas del reloj, tenemos a nuestra derecha toda la línea de montañas donde están por ejemplo: Peña Olvidada, Peña Vieja, Horcados Rojos y terminado en  el piramidal Pico Tesorero; al fondo, frente a nosotros, sobre un mazacote rocoso allá en las alturas, reluce brillante bajo el sol la minúscula cúpula del refugio de Cabaña Verónica; a la izquierda, la linea de picos en cuyas traseras o paralelos a ellos, estuvimos durante el recorrido del día anterior.

Refugio de Cabaña Verónica, visto  con el zoom de la cámara desde la estación del Cable.

Nos ponemos en marcha, por camino-pista ancho, para mi insulso, en buen estado y en subida muy cómoda que muchos de los que simplemente suben a la estación del Cable para echar el día, aprovechan para dar un cómodo paseo, como podríamos comprobar al regreso, acercándose por ejemplo, a ver las praderas o pastizales de los Puertos de Áliva, por donde se puede continuar hacia el macizo occidental o de “Andara” pasando por el “Chalet Real” y el Refugio de Áliva (bueno en este caso, más que refugio, un hotel en altura en toda regla), o bien bajar desde el refugio/hotel a Espinama por el GR-202, pasando por las Invernales de Igüedri.

Eso es también lo que hicimos, o sea, avanzar un puñado de metros más para ver esta zonas de prados, utilizados desde siempre por el ganado que sube desde el valle de Camaleño para aprovechar sus pastos en primavera y otoño, una vez que la nieve va despareciendo, además de echar una visual para posibles futuras rutas.

Retrocedemos de nuevo y en la bifurcación continuamos por la derecha, para seguir, ya sin más desvíos, nuestro recorrido previsto, por una camino de tierra principalmente, muy cómo, en una especie de falso llano, por el que podemos ir charlando cómodamente, sin esfuerzo y a esa hora de la mañana, a la sombra que nos ofrece las montañas que tenemos a nuestra derecha, transitando el camino casi en la línea recta, paralelo a este encadenado de montañas que va desde Peña Olvidada hasta la Torre de Horcados Rojos.

Frente a nosotros se distingue claramente la mayor parte del recorrido que tenemos aún por delante y podemos ver la ‘romería’ de gente que lo transita en todo su recorrido a esta hora de la mañana, al principio en grupitos por la primera parte de recorrido, porque el camino lo permite, al ser ancho, cómodo y sin desnivel, pero a partir de “la vueltona”, el camino se transforma en senda y es cuando realmente se empina y desde donde se puede decir que comienza la subida, obligando a ir al personal en fila india o diseminados por la sena tortuosa, en zig-zag, como cuentas de un collar, por un firme más irregular, de tierra, piedra o gravilla.

El camino en si, la verdad, es que no me atrae mucho, aunque uno se contenta con las vistas de las montañas, si bien es cierto que en esta época del año resultan menos vistosas, desnudas, como sin alma, ahora que aparecen desprovistas de su blanco manto invernal o de los  jirones o retazos de ese traje, diseminados aquí y allá, propios de la época primaveral, cuando la nieve comienza a retirarse… pero por otro lado, es ahora cuando la montaña muestra su cara más amigable, más cercana, más dócil, mientras que en el duro y crudo invierno se vuelven más hoscas, desafiantes e intratables, excepto para los grupos de montañeros habituados a acercase a ella en esa época, nada que ver con la romería y el “turismeo” del verano, en gran parte debido a que el teleférico ayuda a subir el gran desnivel inicial, resultando un “paseo” desde la estación del Cable a Cabaña Verónica.

La subida requiere su esfuerzo, pero con paciencia y si se está habituado a hacer marchas y andar por todo tipo de terrenos, resulta bastante factible y sobre todo si no hay que llevar sobre nuestros hombros ninguna mochila de las de hacer travesías.

En la última parte del recorrido, hasta llegar al desvío, el desnivel se suaviza, pero este tramo se hace más tedioso, al salir del amparo de la sombra y entrar en terreno bañado completamente por el sol, al tiempo que a nuestra izquierda, en una posición algo más elevada ya podemos ver muy cercano el refugio-iglú.


Algunas visgtas del refugio Cabaña Verónica durante la subida, antes de llegar al desvío: Cabaña Verónica-Horcados Rojos.

Llegamos al desvío, a la izquierda al refugio, a la derecha al collado de Horcados Rojos y hacia la cima de la Torre del mismo nombre, en caso de que se desee subir a ella.

Preferimos ir primero a Horcados Rojos aprovechando la mañana, antes de  que la temperatura suba aún más, aprovechando la inercia de la subida, así que giramos a la derecha por senda ahora por piedra, más irregular, en claro ascenso, dejando a la izquierda una de las vías para subir al Pico Tesorero, al que le tengo ganas y que viéndolo desde aquí parece cercano, situado junto a las Peñas Urrieles, separados ambos por un collado. 
 
Vistas del piramidal Pico Tesorero y de Peñas Urrieles, separados por el collado.

Subimos unos metros más y pronto alcanzamos la explanada de collado de Horcados Rojos, aunque la senda sigue hacia la derecha, empinándose mucho más, en claros zig-zag para subir a la parte rocosa de la cima de la Torre de Horcados Rojos, mientras que frente a nosotros aparece una fuerte bajada al Jou de los Boches, al que le sigue el Jou sin Tierra y tras subir por la garganta del mismo nombre llegar a la base del “Picu Uriellu”, el celebérrido Naranjo de Bulnes (en un recorrido que forma parte del recorrido del “anillo central de Picos”, aunque al estar actualmente el cable-cadena-guía que ayuda a bajar el fuerte desnivel en roca, desde el collado de Horcados al Jou de los Boches, en mal  estado o desaparecido, según un cartel que avisa de ellos en el desvió de Cabaña Verónica, muchos continuan el recorrido del “anillo de Picos” bajando por el mismo recorrido que hemos hecho nosotros y continuando por Áliva), aunque viendo una cara menos  conocida que la que se encuentra en su otra vertiente, a los pies del refugio de Vega Urriellu, desde donde se puede ver la pared vertical que le ha dotado de tanta fama entre los escaladores, siendo esa una zona donde ya estuvimos hace tres años, justo en la primera ocasión en que nos dieron larga tras el confinamiento obligatorio que sufrimos por culpa de la maldita pandemia.

Vistas desde el collado de Horcados Rojos, con el Naranjo de Bulnes ("Picu Urriellu") al fondo, y justo por debajo del collado el primero de los dos 'jous', el "Jou de los Boches".

Tras descansar un rato y hacer unas fotos nos ponemos en marcha de nuevo volviendo sobre nuestros pasos hasta llegar de nuevo al desvío, donde ahora tocaba seguir rectos  (a la izquierda sería para bajar a la estación del Cable). Es un tramo corto, en clara ascensión, para llegar al refugio, por senda muy irregular abierta entre las rocas y que en algunos tramos tiene un color más oscuro que el de la roca que lo rodea, debido al paso y desgaste de tanta gente que pasa por allí.

El entorno del refugio de Cabaña Verónica visto desde la bajada del collado de Horcados Rojos. A la izquierda y por debajo del refugio y los picos que lo redean, se ve en un hueco entre montañas, nubes que ya cubre el valle de Camaleño.

Aparecemos por la parte trasera del refugio de Cabaña Verónica y este último esfuerzo para llegar hasta allí mereció la pena, porque de pronto nos encontramos frente a nosotros el maravilloso enclave en el que se encuentra este refugio tan diferente, rodeado de montañas, con el abismo al fondo, a sus pies, en cuyas profundidades se encuentra el valle de Camaleño (Liébana), cubierto a esa hora  completamente por un mar de nubes, por ese manto blanco algodonoso que contrasta con el azul difuminado de las montañas que aparecen mucho más a lo lejos, al fondo y que no son otros que los picos de la Montaña Palentina, mientras a nuestra izquierda, se yergue desafiante la Torre de Horcados Rojos y en su cima, cual si fueran hormiguitas, se ven algunas de las personas que han subido arriba.

Nos aproximamos al refugio por su parte trasera.
 
La Torre de Horcados Rojos vista desde Cabaña Verónica. Por debajo, se puede ver la delgada línea que forma la senda de subida que proviene desde la estación del Cable.

En los alrededores del refugio se concentra bastante personal disfrutando de las vistas en  este icónico enclave que te deja completamente absorto, así que tras pedir unas cervezas en el refugio, en el que si bien no pudimos entrar si pudimos ver su curioso interior desde la puerta de entrada, nos dispusimos a relajarnos por completo, sentándonos unos metros por debajo del iglú, preparando el bocata con los productos de la tierra exrtremeña (jamoncito y lomo… ¡ahí es ná!) y dando buena cuenta de él y de la cerveza mientras disfrutábamos, o mas bien gozábamos, de las panorámicas y de la estancia de ese enclave tan especial, tan icónico, que es Cabaña Verónica, bajo el sol, pero con ligero viento fresco soplando que hacía la estancia muy agradable, así que por allí estuvimos, al igual que tantos otros, tumbados y relamiándonos con las vistas en alta definición que teníamos frente a nosotros, charlando distendidamente de Picos y de la suerte que habíamos tenido con la climatología, que a final nos había respetado en estos dos días.


Unos metros por debajo del 'iglú' de Cabaña Verónica, disfrutando de la panorámica.

Cabaña Verónica es el refugio situado a más altura en Picos de Europa, en su macizo central (o macizo de los "Urrieles"), a 2.325 m. y para los habituados a ver o utilizar los refugios de montaña, este refugio les debe sorprender y mucho. 

Chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus), muy habitual verla junto a los refugios de montaña buscando la "comida fácil"... los restos de comida que va dejando el personal...

No es la típica construcción de piedra de los refugios de montaña o el típico chozo/cabaña de pastores reconstruido/restaurado, La peculiaridad de este refugio es que es una especie de cúpula o más bien un “iglú” de metal, como si estuviera recubierto de aluminio y es que este pequeñito refugio (de apenas nueve metros cuadrados) tiene su historia... data de 1961 y su forma tan característica y única que lo hace tan especial es porque realmente no es una construcción al uso, ya que se trata de la cúpula de protección de una batería antiaérea de un portaaviones estadounidense que se estaba desguazando en Sestao (Vizcaya) y que iluminados, como el ingeniero bilbaíno Conrado Sentíes y su amigo, el arquitecto Luis Pueyo, vieron en ella el potencial que podía tener como refugio de montaña, así que la compraron y posteriormente en una nave, estuvieron "tuneándola", colocando paneles de madera en el interior para hacerla más acogedora e instalando todo lo que en un refugio de montaña podía utilizar, bueno, más o menos y salvando las diferencias, lo mismo que cuando tienes una furgoneta y la "camperizas", fabricando e instalando todo al "pelo", al milímetro, ajustando todo al pequeño espacio que disponían, con literas a modo de tablones que cuando no se utilizaban de podían "plegar" contra los laterales para que no ocuparan espacio y no estorbaran, con su pequeña cocina y con aperturas para recibir luz. Una vez que lo tuvieron completamente preparado, lo desarmaron por módulos, para facilitar su transporte... y esto del transporte fue, al igual que su "tuneado", otra forma de agudizar el ingenio, porque el transporte en helicóptero hasta la posición que habían elegido para su colocación suponía mucho coste económico, así que creo que subieron los módulos en camión hasta donde buenamente pudieron y desde allí, hasta la zona elegida para su colocación, el trasporte fue con un mulo o caballo, pero tampoco creáis que valía cualquiera para transportar esos módulos, así que tuvieron que hacer un "casting" (léase en plan broma) hasta dar con uno que realmente soportaba el peso, además de otros factores y después, en varios viajes, subir todos los módulos, aunque antes de ensamblarlos, un equipo de aguerridos montañeros tuvieron que preparar el entorno, creando una especie de plataforma estable donde asentar el "iglú" (la cúpula de la batería antiaérea del portaaviones). Como curiosidad, decir que el refugio lleva el nombre de una de las hijas del ingeniero Conrado Sentíes.

Una cosa que me chocó desde la primera vez lo vi es que cómo habían hecho para solventar el problema de 'plantar' una cúpula de ¿metal? en plena montaña, expuesta a los agentes meteorológicos, y en especial a las tormentas... aquello debería atraer los rayos como la miel a las moscas... bueno pues hay una 'toma de tierra', un cable que introdujeron en una sima de varios metros de profundidad situada a unos metros del refugio.

Este refugio siempre irá ligado a uno de sus guardas, a Mariano Sánchez Madina, quien hizo de guarda durante casi 25 años ininterrumpidos,  desde 1983 hasta 2007, cuando le diagnosticaron un cáncer de pulmón y tuvo que abandonar su "hogar en la montaña" para ingresar en el hospital... meses después, en verano del 2008 fallecería y le sería impuesta por el Servicio de Montaña de la Guardia Civil, la "Cruz del Mérito de la Guardia Civil" con distintivo blanco a título póstumo,  por el «apoyo incondicional» que «durante toda su vida como guarda» dio a los agentes del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña... y es que este genuino guarda de montaña se convirtió "en un elemento esencial en el socorro y rescate de montañeros accidentados, siendo muchas veces el primero en auxiliar a los accidentados mientras llegaban los equipos de rescate".

Cabaña Verónica es, aparte de ser un icono de Picos, un lugar privilegiado desde donde se tienen una maravillosas vistas, rodeada de montañas a derecha, izquierda o a su espalda, y de frente, todo un abismo hacia el valle de Calameño donde se asienta el teleférico de Fuente Dé, en la comarca de Liébana, en ese momento completamente cubierto por el mar de nubes y más al fondo, en diminuto, se alzan los picos de la Montaña Palentina… todo un lujo, todo un espectáculo... Sirve de centro neurálgico para hacer subidas a los picos que rodean a este refugio, o como enlace en la travesía del "anillo central de Picos" para ir desde el refugio de Collado Jermoso al refugio del “Picu Urriellu” (Naranjo de Bulnes).

Bonita panorámica desde Cabaña Verónica, con el Valle de Camaleño (comarca de Liébana, Cantabria) de fondo, cubierto por el característico mar de nubes... y más al fondo aún, hacia el sur/sureste, asoma algunos de los picos de la Montaña Palentina.

Existe un chascarrillo muy popular en Picos en relación al Naranjo de Bulnes, un nombre que al final se ha acabado imponiendo, aunque tradicinalmente siempre se le ha llamado "Picu Urriellu":

“No me llaméis Naranjo,
pues fruto no puedo dar;
llamadme Picu Urriellu,
que es mi nombre natural”.

Durante años el estado de abandono de este refugio lo convirtió en una ruina e incluso sufrió un incendio, llegándose a pensar entonces en su demolición, aunque finalmente fue restaurado con mucho acierto.

La verdad es que estando allá arriba, uno no se cansa de admirar estas maravillosas vistas... ¡todo un lujo haber podido disfrutar de ellas!.

Después de más de dos horas “holgazaneando” por allá arriba, decidimos ponernos en marcha para regresar a la estación del  Cable, no era la mejor hora, porque es cuando hacía más calor y al contrario que durante la primera hora de la mañana, donde la mayor parte de recorrido discurre por sombra, ahora ocurre todo lo contrarío, al menos iríamos en bajada, aunque a pesar de la hora y del sol, sin sombra durante el recorrido, seguíamos viendo desde el refugio gente que seguía subiendo, nada que ver con la romería de por la mañana, pero no faltaba el “goteo” de personas que seguían subiendo, aunque al cruzarnos con algunos, sus caras eran un poema…

La bajada la hicimos rápido, en poco más de una hora ya estábamos en el desvío donde a la izquierda sería para ir a los Puertos de Áliva y a la derecha para coger al ancho carril que en ligero descenso conduce a la estación del Cable y al contrario que esta mañana, en este breve trayecto nos encontramos con muchísima gente, aunque por su atuendo y calzado, simplemente han subido en teleférico hasta aquí para disfrutar de las vistas, del entorno y de paso, dar un pequeño paseo de ida y vuelta y asomarse a ver las zonas de praderas y pastizales de Áliva.

Ya en la estación, antes de montarnos en funicular para regresar a Fuente Dé, nos metimos entre pecho y espalda unas cervecitas, que con el calor que estaba haciendo, para estar en altura, nos supo a gloria.

Como queríamos aprovechar la tarde, no nos entretuvimos más, bajamos a Fuente Dé y desde aquí en coche de nuevo a al albergue en Espinama y tras la ducha de rigor, como aún quedaba tarde, nos dispusimos a hacer un poco de turismo, así que nos desplazamos al cercano y pequeño pueblo de Mogrovejo, "el pueblo de Heidi", para recorrer tranquilamente sus calles y tomar algo en la terraza del quizás, único bar del pueblo, antes de regresar a Espinama a cenar, algo que hicimos en el mismo restaurante de la noche anterior, donde habíamos estado bien a gusto.

Mogrovejo es un pequeño pueblo de no llega a los 50 habitantes (en verano es otra cosa), situados a unos 640 m. de altitud y rodeado de montañas, más concretamente a sus espaldas, donde se divisa clarmaente el macizo oriental o de "Andara" de Picos de Europa. Todo el conjunto del casco urbano de este pueblo está catalogado, desde 1985,  como Bien de Interés Cultural, con categoría de Conjunto Histórico, y paseando por él nos encontramos con casonas de sillería y mampostería, balconadas de forja, algún hórreo o incluso un museo dedicado a la escuela rural... destacando: la iglesia parroquial del s.XVI, la Casona de Vicente de Celis o la de Nuñez de Celis y a media ladera, dominando el pueblo, a modo de vigía, se encuentra la Torre de Mogrovejo junto a su casona y capilla que formaban parte de un complejo señorial, levantado a finales del siglo XIII por los señores de Mogrovejo, que son los que dan nombre a esta torre que se encuentra en claro deterioro.

Desde el parking a la entrada del pueblo de Mogrovejo, con el macizo oriental o de "Andara" a su espalda.
 
La la iglesia parroquial del s.XVI

Torre de Mogrovejo y casonas asociadas, formando parte del complejo señorial. La torre fue edificada a finales del x.XIII por los señores de Mogrovejo.
 

Pero en general, es placentero dar un paseo por este pequeño pueblo (incluído en 2020 en la lista de los pueblos más bonitos de España) y disfrutar de sus construciones populares de tipo lebaniego, "con la planta alta frecuentemente abierta al exterior y paredes de entrelazo de varas, forradas con manteado de barro que delimitan un espacio generalmente dedicado a pajar; algunas de ellas con acceso al segundo piso con patín, de influencia asturiana. En cuanto a otro tipo de edificaciones populares hay que reseñar la aparición de varios hornos de pan de forma semicircular y un hórreo". [Fuente: Turismo Cantabria].



 

Tiene también el honor de ser "Pueblo de Cantabria 2017" en reconocimiento a la labor de recuperación de la tradición y arquitectura popular, y la adecuación de los espacion públicos, favoreciendo la calidad de vida de sus vecinos... según reza en una placa conmemorativa de la entrega de este premio.

Por si todo esto fuera poco, Mogrovejo cobró fama allá por el 2016 cuando se convirtió también en un pueblo de película, simulando ser un pueblo de los alpes suizos (el entorno le viene que ni pintado), ya que aquí se rodó  «Heidi, la reina de la Montaña». 

Cartel conmemorativo del rodaje de la película «Heidi, la reina de la Montaña», en donde Mongrovejo, al igual que otros pueblos y entornos de la zona se utilizaron de escenario para simular los alpes suizos en la película.

"Los directores de la película escogieron Pendes, Mogrovejo y varias localidades de la zona como escenarios para recrear los famosos alpes suizos de los dibujos de Heidi.

La cabaña de Pedro se construyó en tiempo récord en Mogrovejo, pero nada queda de ella. El rodaje de la película fue una revolución en la zona, pero poco se sabe de su estreno (parece ser que fue un fracaso). Al parecer la cabaña del abuelo de Heidi está desmontada en una nave en Tama, fue donada por los productores al pueblo para aprovecharlo como recurso turístico. Altamente recomendable este artículo de la Guía Repsol donde dan todos los detalles del rodaje y sus localizaciones
"
[Fuente: Blog de Viajes: Al fondo, a la izquierda].

 ------------------------------------------------------------------

¡¡Podéis ver las fotos que aparecen en esta entrada, a mayor tamño y resolución, en ESTE ENLACE!!.


0 comentarios:

Publicar un comentario