Tras el viaje de ida y la parada para comer, sin prisas e incluso haciendo algo de turismo, llegamos a Navalperal de Tormes y tras atravesar el pueblo siguiendo las indicaciones llegamos al parking junto al puente por el que se cruza el río Tormes. Las dos terrazas del parking a esa hora de la tarde estaban completamente abarrotadas de coches, así que surgen las primeras dudas: ¿y si el chozo de ”La Barrranca” estuviera lleno?… porque tiene espacio para muy poca gente y no llevábamos tienda de campaña… el consuelo era que el refugio se encuentra relativamente cerca, así que lo normal es que el personal siga hacia delante para hacer noche en el refugio de la Laguna Grande, o que haga vivac por las Cinco Lagunas, o simplemente que estén haciendo una ruta lineal de ida y vuelta a las Cinco Lagunas… en fin, todo se vería, que era muy pronto para preocuparse.
Aparcamos donde pudimos, organizamos las mochilas, nos repartimos las provisiones y cargados con mucha ilusión, además de con las mochilas y de las muchas ganas que había de disfrutar de la montaña, nos pusimos en marcha ya pasadas las cinco de la tarde.
Cruzamos el puente sobre el Tormes, dejamos la fuente a la izquierda y seguimos este primer tramo de recorrido que será común tanto a la ida como a la vuelta, de unos 2,5 km, aproximadamente, hasta llegar a la bifurcación señalizada: Laguna Grande o Cinco Lagunas.
Hasta llegar a esta bifurcación hay que pasar tres puentes, el primero junto al parking, como he mencionado, sobre el río Tormes, para después cruzar el puente de las Ranas, desde donde ya nos sumergimos en un bosque de galería: alisos, fresnos… además de robles… transitando por un camino amplio en ligera subida. Tras cruzar el puente de las Tenadas, el último, llegamos a la bifurcación antes comentada y tras la cual están las ruinas de algunos corrales para el ganado y algún chozo de piedra, que es a lo que supongo hace alusión el nombre del último pequeño puente que salva las aguas de la Garganta del Pinar para unirse unos metros después al cauce de la Garganta de Gredos.
En este punto es donde comienza el recorrido circular propiamente dicho, así que se puede realizar en cualquiera de los dos sentidos. Nosotros seguimos el plan que teníamos, girando a la derecha para remontar la Garganta del Pinar y en el último día bajar por la de Gredos.
Al ver el refugio vacío pudimos respirar tranquilos, porque aunque llegara más gente porque, o bien estuvieran bajando y no les diera tiempo llegar al parking, o bien vinieran detrás de nosotros, ya no tendríamos problemas, más que nada porque como he comentado no llevábamos tienda.
Era pronto para ponerse a cenar, así que salimos fuera para contemplar las vistas antes que cayera la noche y más tarde llegaría un grupo de tres chavales que estaban haciendo el mismo recorrido que nosotros, pero en sentido contrario y añadiendo la subida al Almanzor (2.591 m.), así que uno de ellos venía tocado y no estaban seguro de si iban a pasar la noche allí o seguir hacia el parking… finalmente, después de un descanso y reponer fuerzas y ante la expectativa de terminar y poder darse un buen homenaje en Hoyos del Espino, deciden tirar hacia delante, aunque llegarían ya de noche, haciendo uso de los frontales. Ellos pasaron la noche anterior en el refugio de los Labradillos.
En el tiempo que estuvimos charlando fuera del chozo y disfrutando del entorno, pasó una pareja que harían noche en tienda de campaña más arriba, junto a la laguna de Majalaescoba y más tarde llegaría otra pareja, pero en lugar de quedarse en el chozo, se quedaron a unos 30 metros de él, montando su propia tienda.
Las temperaturas siguen bajando y eso se hace notar. La puerta tiene un hueco por donde entra el aire que procuro tapar con un trapo, mientras encendemos unas velas para dar un ambiente más hogareño y no estar tirando tanto de los frontales…
Cena distendida, sin prisas, terminando con unas infusiones y postre. Las mochilas y todo dentro del chozo, que la última vez por tema de espacio tuvimos que dejar algunas mochilas fuera y un zorro hizo de las suyas… en esta ocasión no vimos el zorro por la tarde pero si las típicas cabras de Gredos (Capra pyrenaica victoriae) que merodean por los alrededores, buscando comida fácil, a unos metros del refugio, apenas se asustan porque están muy acostumbradas a ver gente, con lo que es fácil fotografiarlas.
Y poco más podíamos hacer, así que tras la cena directos al saco… aunque por la noche tuvimos un sobresalto y es que a las 2:30 comienzo a escuchar ruidos, como pasos, en los alrededores del chozo, incluso intentando empujar la puerta… algo soñoliento pensaba que podían tratarse de la cabras buscando comida, hasta que desde fuera empujaron el trapo que tenía puesto para que no entrara el viento frío y asomó la luz de un frontal seguido de un: ¡Hola! ¿hay sitio dentro?…. ¡joder vaya susto!.. le digo que si, pero en el suelo, los dos bancos de madera ya los teníamos ocupados, así que me levanto para abrile la puerta porque había echado el cerrojo por dentro para que el viento no abriera la puerta y pensando que ya no vendría nadie más…
En un pis-pas, monta la esterilla, el saco, se mete dentro y ¡ea! ¡ya somos tres!… Por desgracia, a partir de esa hora no pude dormir mucho, no cogía la postura y tenía sensación de frío, incluso metido de lleno en el saco de dormir, aunque creo que no fui el único que pasó frio esa noche…
7:30 de la mañana, ¡amanece, que no es poco! (guiño para los del club de los “amanecistas”)… salgo del saco para desentumirme, abro la puerta del chozo del cual ya había salido poco antes el compañero nocturno y que tras desayunar fuera, emprendió rápidamente rumbo hacia arriba, no quería perder tiempo, no recuerdo muy bien que es lo que quería hacer, pero sí que parece que tenía una larga jornada por delante.
Hay cosas que pueden comprarse PERO… dormir en la montaña, levantarse al amanecer antes de que comiencen a salir los primeros rayos de sol, levantarse anquilosado, atenazado por el frío después de una gélida noche rozando los cero grados o por debajo, después de vivaquear o a lo sumo dormir en un chozo-refugio y salir del "confort" del saco de dormir e irse directo, todavía medio "zombie", a las frías y cristalinas aguas de la laguna de turno o del cauce de la garganta que tienes al lado, para quitarte las legañas, sumergir las manos en las frías, gélidas aguas del deshielo, sentir un estremecimiento que recorre todo tu cuerpo y que hace que te despejes más rápido que la velocidad de la luz, erguirse, levantar la cabeza, y ahora, totalmente despejado, abrir los ojos y mirar a todo tu alrededor y al fondo, hacia arriba y verse envuelto entre montañas sazonadas de nieve (aunque en esta ocasión apenas quedan algunos neveros pequeños), de esa azúcar blanca que han derramado los dioses en su desayuno matutino, respirar profundo, sentir el aire frio penetrando en los pulmones mientras uno se dice a si mismo: ¡Disfruta ahora que puedes, que hoy toca subir a esos picos que tienes frente a ti!!... y siempre rodeado de un silencio ensordecedor, roto por el ronroneo del agua procedente del desagüe de algunas de las lagunas y que corre garganta abajo, o de alguna piedra que rueda ladera abajo al paso de alguna cabra montés… eso, eso... ¡NO TIENE PRECIO, NO SE PUEDE COMPRAR!… aunque siempre están algunos familiares y amiguetes que te sueltan la típica frase de: “pues yo, pa’pasá calamidades ya tengo bastante con ver el telediario”… y ¡a ver como consigues explicarles esas sensaciones!… en fin, que ¡pa’gustos, los colores!…
Tras las abluciones de rigor y colocarse ropa de abrigo en una fría mañana para la época en que estábamos (sobre todo por las tórridas temperaturas que habíamos tenido días atrás) toca tomar un buen desayuno para afrontar la larga jornada, porque la idea era ir haciendo paradas para disfrutar del entorno y no tomarlo como una contrareloj… y por supuesto un café/infusión bien caliente para calentar el cuerpo.
Nos ponemos en marcha, saliendo por detrás del refugio-chozo y comenzando una corta subida en zig-zag para entrar en calor, que nos dará acceso a la otra parte de la garganta, echando la vista atrás al completar la subida para contemplar la parte recorrida ayer tarde por la Garganta del Pinar, con el chozo de “La Barranca” en primer término… bonitas vistas al ir viendo como la garganta va inundándose con los primeros rayos de sol que se cuelan entre algunas nubes, si bien, como veríamos más adelante, la zona de la Portilla de las Cinco Lagunas estaba totalmente cubierta por negros nubarrones, aunque las previsiones meteorológicas eran buenas, así que confiábamos en fueran desapareciendo para disfrutar de unas buenas vistas.
Laguna de Majalaescoba, vista parcial. Al fondo, en el centro de la foto la portilla de las Cinco Lagunas con el Picurucho a su derecha.
Una especie de laguna circular, no muy grande, donde en uno de sus lados vemos a dos chavales, los mismos que estaban terminando de subir este primer tramo de dura subida cuando nosotros la iniciábamos y a los que podíamos ver desde abajo. Ellos suben aquí para practicar la pesca ¡esto si que es afición!… supongo que la pesca del salvelino (Salvelinus fontinalis), introducido en la década de los 70 para repoblar de ríos y lagunas de alta montaña del Sistema Central, un salmónido con características semejantes a la trucha común, según tengo entendido.
Justo al llegar al otro extremo de la laguna, podemos ver la segunda, prácticamente pegada, viendo como están conectadas entre ellas y es que el desagüe de una va a parar a la de más abajo y al final, desde la última se precipita hacia bajo, hacia la garganta que habíamos estado recorriendo.
La segunda laguna, la más pequeña, de nombre enternecedor, “la Bricalobitos”, la bordeamos por la derecha, para al final de ella girar de nuevo y ya realizar el paso de las otras tres lagunas por el lado izquierdo: la Mediana, la Galana y la última y más grande, la Cimera, justo por debajo de la Portilla de las Cinco Lagunas la cual parece desplomarse en vertical hasta la laguna, encontrándose flanqueada por el pico del Cucurucho y del Risco de las Natillas.
En el inicio de la subida, vemos un reguero de gente bajando, vienen desde el refugio, unos simplemente harán un recorrido de ida y vuelta, otros harán un recorrido circular subiendo por la portilla de las Cinco Lagunas para bajar después al refugio por la canal de los geógrafos y otros irán hacia el parking de Navalperal por la Garganta del Pinar haciendo el mismo recorrido que nosotros pero en sentido contrario. La verdad es que bastante peña para ser un domingo, aunque supongo la explicación es que el lunes es festivo en algunos sitios, como Madrid…
Vistas durante la subida a la Portilla del Rey desde las Cinco Lagunas. En las dos fotos de arriba, vistas parciales de las Lagunas; en la foto de abajo, detalle en los alrededores de una de las lagunas, con círculos de piedra utilizados para hacer vivac.
En ocasiones, entre los bloques de piedra en la subida a la Portilla del Rey, nace la vida y surgen pequeños grupos de narcisos, como los Narcissus bulbocodium.
Durante este tramo de bajada pudimos observar relativamente cerca, varios grupos de cabra montés, bastante numerosos, además de la típica lagartija carpetana (Iberolacerta cyreni) propia de este entorno con su claro dimofismo sexual.
Unos cuarenta minutos para descansar, comer algo y charlar sobre las impresiones del recorrido realizado hasta ese momento y de lo que aún nos quedaba pendiente que ya era poco…
Nos ponemos en marcha de nuevo, en un tramo de pequeña subida para llegar al collado desde donde ya se tienen vistas a la Laguna Grande. Desde aquí solo es cuestión de bajar en zig-zag al principio, y después un suave bajada en un agradable paseo con bonitas vistas hasta llegar más o menos a la cola de la laguna, alternando zonas rocosas con sendas entre borreguiles, sobre todo al final.
Desde la cola de la laguna ya solo es cuestión de ir bordeándola por zona de canchales, siguiendo los hitos, hasta llegar al refugio, observando por el camino que en general hay mucha menos agua, mucha menos humedad y que todo está más seco de lo habitual en circunstancias normales, aunque la Laguna Grande en el centro del circo glaciar sigue siendo espectacular rodeada de los picos emblemáticos de Gredos que la protegen en todo momento.
En el refugio poca gente, aunque daba igual porque ya teníamos hecha la reserva, así que tocaba asearse un poco, cambiarse de ropa, tomar posesión de la litera y a disfrutar un rato del lugar en la terraza del refugio, aunque la tarde estaba fría y los que allí andábamos lo hacíamos abrigaditos, hasta el punto que ni siquiera me tomé la típica cerveza después de la larga jornada, aunque fuera para celebrar que todo había salido bien y que habíamos podido disfrutar de un buen día, pero es que francamente, me apetecía más un café caliente o una infusión que no una cerveza fría.
Tampoco estuvimos mucho tiempo en la terraza o merodeando por los alrededores del refugio, porque la cena estaba prevista a las 7:30 y tras ésta y charlar un poco después con los compañeros de mesa durante la cena, tocaba irse pronto a la cama, que la noche no estaba para contemplar el cielo estrellado, confiando en que esta noche si dormiría del tirón… como así fue...
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Podéis ver a más tamaño y resolución algunas de las fotos de este recorrido en ESTE ENLACE.
El track de esta primera parte de la ruta que utilizamos com referencia está AQUÍ.
Te felicito, todo aquí es maravilloso. ¡Poesía en movimiento! Un millón de gracias por tanta entrega.
ResponderEliminarSaludos de una nómada que también aprecia los senderos del mundo. 🌞
Muchísimas gracias Clarisa por tus palabras.. pero si alguien es "pura poesía en movimiento" esa eres tu y todo lo que rezuma tu blog... literalmente... [https://clarisatomascampa.blogspot.com/]
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