Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

1 jun 2023

Circular por Gredos: Garganta del Pinar - Cinco Lagunas - Laguna Grande - Garganta de Gredos (I).

Diez años después vuelvo a repetir este recorrido por Gredos: Navalperal de Tormes (Parking) – Garganta del Pinar – Cinco Lagunas – Portilla del Rey – Hoya del Gargantón – Laguna Grande – Garganta de Gredos - Navalperal de Tormes (Parking). Un recorrido que me gustó mucho en su día y que estuvo cargado de connotaciones personales-sentimentales por la época en el que lo realicé.

Disponíamos del puente de San Isidro, pero por motivos laborales, turnos y demás, tendríamos que empezar el recorrido previsto el  sábado por la tarde, así que en lugar de realizar este trazado en dos días, haciendo noche en el refugio de la Laguna Grande, partiríamos en dos la primera parte del recorrido, al igual que en la otra ocasión que estuve por aquí, realizando un pequeño tramo, el más suave, la tarde del sábado, haciendo noche en el refugio-chozo de “La Barranca”, para dejar para el siguiente día la parte más exigente del recorrido.

Tras el viaje de ida y la parada para comer, sin prisas e incluso haciendo algo de turismo, llegamos a Navalperal de Tormes y tras atravesar el pueblo siguiendo las indicaciones llegamos al parking junto al puente por el que se cruza el río Tormes. Las dos terrazas del parking a esa hora de la tarde estaban completamente abarrotadas de coches, así que surgen las primeras dudas: ¿y si el chozo de ”La Barrranca” estuviera lleno?… porque tiene espacio para muy poca gente y no llevábamos tienda de campaña… el consuelo era que el refugio se encuentra relativamente cerca, así que lo normal es que el personal siga hacia delante para hacer noche en el refugio de la Laguna Grande, o que haga vivac por las Cinco Lagunas, o simplemente que estén haciendo una ruta lineal de ida y vuelta a las Cinco Lagunas… en fin, todo se vería, que era muy pronto para preocuparse.

Aparcamos donde pudimos, organizamos las mochilas, nos repartimos las provisiones y cargados con mucha ilusión, además de con las mochilas y de las muchas ganas que había de disfrutar de la montaña, nos pusimos en marcha ya pasadas las cinco de la tarde.

Cruzamos el puente sobre el Tormes, dejamos la fuente a la izquierda y seguimos este primer tramo de recorrido que será común tanto a la ida como a la vuelta, de unos 2,5 km, aproximadamente,  hasta llegar a la bifurcación señalizada: Laguna Grande o Cinco Lagunas.

Hasta llegar a esta bifurcación hay que pasar tres puentes, el primero junto al parking, como he mencionado, sobre el río Tormes, para después cruzar el puente de las Ranas, desde donde ya nos sumergimos en un bosque de galería: alisos, fresnos… además de robles… transitando por un camino amplio en ligera subida. Tras cruzar el puente de las Tenadas, el último, llegamos a la bifurcación antes comentada y tras la cual están las ruinas de algunos corrales para el ganado y algún chozo de piedra, que es a lo que supongo hace alusión el nombre del último pequeño puente que salva las aguas de la Garganta del Pinar para unirse unos metros después al cauce de la Garganta de Gredos.

En este punto es donde comienza el recorrido circular propiamente dicho, así que se puede realizar en cualquiera de los dos sentidos. Nosotros seguimos el plan que teníamos, girando a la derecha para remontar la Garganta del Pinar y en el último día bajar por la de Gredos.


Unos primeros metros por bonita senda junto a la arboleda y junto al cauce de la garganta para pronto desviarnos y alejarnos un poco de él, aunque en todo este trayecto iremos paralelos, remontando la garganta por la parte izquierda, por senda, en un recorrido en ligera subida, suave, bonito y entretenido, siempre teniendo al fondo el inconfundible Mogota del Cervunal o Cabeza Nevada (2.446 m) y siempre rodeado de vegetación, todo lo contrario de lo que ocurrirá a partir del refugio de “La Barranca”, a medida que vayamos ganando altura y entremos en el territorio de la pura roca, aunque también es cierto que la sequía o la falta de precipitaciones no es solo por el sur y aquí también se nota, prácticamente desde el inicio del recorrido, con el poco caudal que lleva el Tormes o con el apenas hilo de agua que lleva la Garganta del Pinar, donde en su cauce se observan más piedras que agua, incluso la pradera que hay que atravesar antes de llegar al refugio-chozo está muy seca, con un color más tirando al marrón que al verde.

En el centro de la foto, el Mogota del Cervunal o Cabeza Nevada (2.446 m), al que tendremos frente a nosotros en la primera parte del recorrido.

A unos 8,5 km del parking, se encuentra nuestro objetivo en esta tarde, el refuigo-chozo de “La Barranca”, al que llegamos en dos horas y cuarto aproximadamente, tomándonos el recorrido con total tranquilidad pues íbamos sobrados de tiempo, sirviendo este corto trayecto para ir acostumbrando el cuerpo al peso de las mochilas.

Al ver el refugio vacío pudimos respirar tranquilos, porque aunque llegara más gente porque, o bien estuvieran bajando y no les diera tiempo llegar al parking, o bien vinieran detrás de nosotros, ya no tendríamos problemas, más que nada porque como he comentado no llevábamos tienda.

El refuigo-chozo de “La Barranca”.
 
Dejamos las mochilas y nos cambiamos de ropa, que en este punto la temperatura ha cambiado bastante y soplaba un ligero viento gélido, una bajada drástica de la temperatura con respecto al punto donde dejamos el coche y más conforme el sol se iba ocultado y caía la tarde, así que tocaba abrigarse.

Era pronto para ponerse a cenar, así que salimos fuera para contemplar las vistas antes que cayera la noche y más tarde llegaría un grupo de tres chavales que estaban haciendo el mismo recorrido que nosotros, pero en sentido contrario y añadiendo la subida al Almanzor (2.591 m.), así que uno de ellos venía tocado y no estaban seguro de si iban a pasar la noche allí o seguir hacia el parking… finalmente, después de un descanso y reponer fuerzas y ante la expectativa de terminar y poder darse un buen homenaje en Hoyos del Espino, deciden tirar hacia delante, aunque llegarían ya de noche, haciendo uso de los frontales. Ellos pasaron la noche anterior en el refugio de los Labradillos.

En el tiempo que estuvimos charlando fuera del chozo y disfrutando del entorno, pasó una pareja que harían noche en tienda de campaña más arriba, junto a la laguna de Majalaescoba y más tarde llegaría otra pareja, pero en lugar de quedarse en el chozo, se quedaron a unos 30 metros de él, montando su propia tienda.

La cabra motés  de Gredos (Capra pyrenaica victoriae) se deja ver por primera vez en los alrededores del chozo-refugio de "la Barranca".

Ya al caer la noche y antes de cenar, para no tener que volver a salir de chozo y como éste apenas está a unos metros del cauce de la garganta, aprovecho para llenar un cazo de agua y echar unas pastillas potabilizadoras para tener agua para el día siguiente, para beber y para el desayuno.

Las temperaturas siguen bajando y eso se hace notar. La puerta tiene un hueco por donde entra el aire que procuro tapar con un trapo, mientras encendemos unas velas para dar un ambiente más hogareño y no estar tirando tanto de los frontales…

Cena distendida, sin prisas, terminando con unas infusiones y postre. Las mochilas y todo dentro del chozo, que la última vez por tema de espacio tuvimos que dejar algunas mochilas fuera y un zorro hizo de las suyas… en esta ocasión no vimos el zorro por la tarde pero si las típicas cabras de Gredos (Capra pyrenaica victoriae) que merodean por los alrededores, buscando comida fácil, a unos metros del refugio, apenas se asustan porque están muy acostumbradas a ver gente, con lo que es fácil fotografiarlas.

Y poco más podíamos hacer, así que tras la cena directos al saco… aunque por la noche tuvimos un sobresalto y es que  a las 2:30 comienzo a escuchar ruidos, como pasos, en los alrededores del chozo, incluso intentando empujar la puerta… algo soñoliento pensaba que podían tratarse de la cabras buscando comida, hasta que desde fuera empujaron el trapo que tenía puesto para que no entrara el viento frío y asomó la luz de un frontal seguido de un: ¡Hola! ¿hay sitio dentro?…. ¡joder vaya susto!.. le digo que si, pero en el suelo, los dos bancos de madera ya los teníamos ocupados, así que me levanto para abrile la puerta porque había echado el cerrojo por dentro para que el viento no abriera la puerta y pensando que ya no vendría nadie más…

En un pis-pas, monta la esterilla, el saco, se mete dentro y ¡ea! ¡ya somos tres!… Por desgracia, a partir de esa hora no pude dormir mucho, no cogía la postura y tenía sensación de frío, incluso metido de lleno en el saco de dormir, aunque creo que no fui el único que pasó frio esa noche…

7:30 de la mañana, ¡amanece, que no es poco! (guiño para los del club de los “amanecistas”)… salgo del saco para desentumirme, abro la puerta del chozo del cual ya había salido poco antes el compañero nocturno y que tras desayunar fuera, emprendió rápidamente rumbo hacia arriba, no quería perder tiempo, no recuerdo muy bien que es lo que quería hacer, pero sí que parece que tenía una larga jornada por delante.

Hay cosas que pueden comprarse PERO…  dormir en la montaña, levantarse al amanecer antes de que comiencen a salir los primeros rayos de sol, levantarse anquilosado, atenazado por el frío después de una gélida noche rozando los cero grados o por debajo, después de vivaquear o a lo sumo dormir en un chozo-refugio y salir del "confort" del saco de dormir e irse directo, todavía medio "zombie", a las frías y cristalinas aguas de la laguna de turno o del cauce de la garganta que tienes al lado, para quitarte las legañas, sumergir las manos en las frías, gélidas aguas del deshielo, sentir un estremecimiento que recorre todo tu cuerpo y que hace que te despejes más rápido que la velocidad de la luz, erguirse, levantar la cabeza, y ahora, totalmente despejado, abrir los ojos y mirar a todo tu alrededor y al fondo, hacia arriba y verse envuelto entre montañas sazonadas de nieve (aunque en esta ocasión apenas quedan algunos neveros pequeños), de esa azúcar blanca que han derramado los dioses en su desayuno matutino, respirar profundo, sentir  el aire frio penetrando en los pulmones mientras uno se dice a si mismo: ¡Disfruta ahora que puedes, que hoy toca subir a esos picos que tienes frente a ti!!... y siempre rodeado de un silencio ensordecedor, roto por el ronroneo del agua procedente del desagüe de algunas de las lagunas y que corre garganta abajo, o de alguna piedra que rueda ladera abajo al paso de alguna cabra montés… eso, eso... ¡NO TIENE PRECIO, NO SE PUEDE COMPRAR!… aunque siempre están algunos familiares y amiguetes que te sueltan la típica frase de: “pues yo, pa’pasá calamidades ya tengo bastante con ver el telediario”… y ¡a ver como consigues explicarles esas sensaciones!… en fin, que ¡pa’gustos, los colores!…

Tras las abluciones de rigor y colocarse ropa de abrigo en una fría mañana para la época en que estábamos (sobre todo por las tórridas temperaturas que habíamos tenido días atrás) toca tomar un buen desayuno para afrontar la larga jornada,  porque la idea era ir haciendo paradas para disfrutar del entorno y no tomarlo como una contrareloj… y por supuesto un café/infusión bien caliente para calentar el cuerpo.

Nos ponemos en marcha, saliendo por detrás del refugio-chozo y comenzando una corta subida en zig-zag para entrar en calor, que nos dará acceso a la otra parte de la garganta, echando la vista atrás al completar la subida para contemplar la parte recorrida ayer tarde por la Garganta del Pinar, con el chozo de “La Barranca” en primer término… bonitas vistas al ir viendo como la garganta va inundándose con los primeros rayos de sol que se cuelan entre algunas nubes, si bien, como veríamos más adelante, la zona de la Portilla de las Cinco Lagunas estaba totalmente cubierta por negros nubarrones, aunque las previsiones meteorológicas eran buenas, así que confiábamos en fueran desapareciendo para disfrutar de unas buenas vistas.
 

Llegamos a la laguna de Majalaescoba, un lugar que sin duda merece una parada para contemplarla, con el fondo de la Portilla de las Cinco Lagunas. Previamente se pasa por zonas rocosas, grietas entre las que se abre paso el agua y donde otrora podían verse pequeñas cascadas o saltos de agua, pero ahora ésta es muy escasa.

Laguna de Majalaescoba, vista parcial. Al fondo, en el centro de la foto la portilla de las Cinco Lagunas con el Picurucho a su derecha.


Arriba, zona de cascaditas y saltos de agua que ahora apenas llevan agua y es que este año poca nieve y se ha derretido mucho antes con las altas temperaturas. Abajo, zona de griestas entre los bloques graníticos por donde se abre paso el agua.

La vez anterior que realicé este mismo recorrido tuve la suerte de poder contemplar las mismas vistas pero con los picos con un poco de nieve y en otra ocasión, en otra ruta, la subida desde la laguna “Cimera” a la Portilla del Rey la hicimos sobre nieve dura con los crampones, siempre en el mes de mayo... ahora en cambio, solo se ven algunos esporádicos neveros, de forma testimonial.


Vistas de la zona de la Portilla de las Cinco Lagunas desde sitios diferentes. Se pueden apreciar algunos neveros de forma testimonial.

Continuamos hacia delante, siguiendo por la izquierda, cerca de la pared de la garganta, hasta casi llegar a la parte baja de lo que es el desagüe de las Cinco Lagunas, momento en el que ¡comienza la fiesta!, o dicho de otra manera, cuando realmente empiezan las exigencias físicas y es que lo más exigente de todo el recorrido circular esta entre este punto y la Portilla del Rey, el resto es todo bastante llevadero.

Remontando la garganta, al mirar atrás, podemos ver la laguna de Majalescoba y la Garganta del Pinar con su largo recorrido...

Subida corta pero muy intensa, por bloques de piedra que obligan a usar en alguna que otra ocasión las manos, pero con ritmo diésel y paciencia, todo se consigue y así, tras este primer esfuerzo obtenemos la recompensa de llegar y ver la primera de las cinco lagunas (“la Bajera”) que conforman este circo glaciar, este corto valle colgante.

Una especie de laguna circular, no muy grande, donde en uno de sus lados vemos a dos chavales, los mismos que estaban terminando de subir este primer tramo de dura subida cuando nosotros la iniciábamos y a los que podíamos ver desde abajo. Ellos suben aquí para practicar la pesca ¡esto si que es afición!… supongo que la pesca del salvelino (Salvelinus fontinalis), introducido en la década de los 70 para repoblar de ríos y lagunas de alta montaña del Sistema Central, un salmónido con características semejantes a la trucha común, según tengo entendido.

Laguna "Bajera", la primera de las cinco, con la portilla de las cinco lagunas al fondo.

Bordeamos la laguna por el lado izquierdo, por el lado contrario de donde se encuentran los pescadores, ya que hay una muy estrecha senda que la bordea de forma más accesible que por el otro lado, que es más rocoso, aunque cuando sube el nivel del agua, la senda queda anegada en algunos tramos.

Justo al llegar al otro extremo de la laguna, podemos ver la segunda, prácticamente pegada, viendo como están conectadas entre ellas y es que el desagüe de una va a  parar a la de más abajo y al final, desde la última se precipita hacia bajo, hacia la garganta que habíamos estado recorriendo.

La segunda laguna, la más pequeña, de nombre enternecedor, “la Bricalobitos”, la bordeamos por la derecha, para al final de ella girar de nuevo y ya realizar el paso de las otras tres lagunas por el lado izquierdo: la Mediana, la Galana y la última y más grande, la Cimera, justo por debajo de la Portilla de las Cinco Lagunas la cual parece desplomarse en vertical hasta la laguna, encontrándose flanqueada por el pico del Cucurucho y del Risco de las Natillas.

Laguna "Brincalobitos"... la más pequeñita...

En cada laguna hacemos una breve parada para contemplar las vistas tanto hacia arriba, hacia la zona de la portilla,  como hacia abajo, donde iban quedando las lagunas que íbamos dejando atrás, viendo en sus aguas cristalinas reflejadas las montañas que las rodean.

Laguna "Mediana".

Laguna "la Galana".
 
Laguna "Cimera".

Al llegar a la última laguna, la Cimera (tampoco es que se rompieran mucho la cabeza precisamente para ponerle el nombre a algunas de estas lagunas), con unas magníficas panorámicas, aprovechamos para un pequeño descanso: un poco de agua, algunos frutos secos, un poco de chocolate y ¡ea!, en marcha de nuevo para afrontar el otro tramo exigente del día, la subida a la Portilla del Rey abriéndonos paso por un mar de bloques de piedra que te hacen sentir pequeñito.

Laguna "Cimera" vista desde la subida a la Portlla del Rey; arriba, en el centro, la Portilla de las Cinco Lagunas.

Enpequeñecido ante los grandes bloques de piedra por los que hay que ir subiendo/trepando.. y así hasta llegar arriba.
 
 

En el inicio de la subida, vemos un reguero de gente bajando, vienen desde el refugio, unos simplemente harán un recorrido de ida y vuelta, otros harán un recorrido circular subiendo por la portilla de las Cinco Lagunas para bajar después al refugio por la canal de los geógrafos y otros irán hacia el parking de Navalperal por la Garganta del Pinar haciendo el mismo recorrido que nosotros pero en sentido contrario. La verdad es que bastante peña para ser un domingo, aunque supongo la explicación es que el lunes es festivo en algunos sitios, como Madrid…
 

 

Vistas durante la subida a la Portilla del Rey desde las Cinco Lagunas. En las dos fotos de arriba, vistas parciales de las Lagunas; en la foto de abajo, detalle en los alrededores de una de las lagunas,  con círculos de piedra utilizados para hacer vivac.

Después de unos 50 minutos, o poco más, de ardua subida entre bloques de piedra, llegamos a un pequeño alto dispuesto  a modo de balcón natural, con un precipicio a sus pies y unas vistas que merecen sin duda el esfuerzo realizado, pudiendo observar una panorámica completa, desde arriba, del Circo de las Cinco Lagunas, desde la airosa portilla bien flanqueada por los picos antes mencionados, hasta el final con la zona de desagüe y en medio, las cinco lagunas en fila, una tras otra a modo de cuentas de un rosario, espectacular, más cuando los nubarrones que cubrían las portilla y los picos de los alrededores se han desecho en parte, se han tomado un respiro y nos permiten disfrutar durante un buen rato, sin sobresaltos climatológicos, de este momento y de estas vistas, sin duda en uno de los hitos más importantes del recorrido a nivel visual.

Llegando a la pequeña repisa de roca dispuesta a modo de balcón-mirador natural... cercano ya a la Portilla del Rey.

En el mirador natural del Circo de las Cinco Lagunas, en la subida a la Portilla del Rey, cerquita ya de ella.

Panorámica del Circo de las Cinco Lagunas, desde la airosa portilla, a la izquierda, hasta la última laguna (a la derecha). En medio, las cinco lagunas en fila, una tras otra a modo de cuentas de un rosario o de un collar, aunque la laguna más pequeña, la "Brincalobitos" (sería la segunda por la derecha), no se aprecia desde esta perspectiva.


En ocasiones, entre los bloques de piedra en la subida a la Portilla del Rey, nace la vida y surgen pequeños grupos de narcisos, como los Narcissus bulbocodium.


Seguimos hacia delante, ya apenas quedan unos metros para alcanzar la Portilla del Rey, donde hacemos una miniparada para observar las dos vertientes, por una lado la del Gargantón, por donde tendremos que bajar ahora y por otro el Circo de las Cinco Lagunas.
 
El Gargantón, vista parcial desde la Portilla del Rey.
 
Iniciando la bajada desde la Portilla del Rey hacia la Hoya del Gargantón.

La bajada inicial desde la Portilla del Rey, sin nieve, es un poco caótica por tanta piedra y bloques, hasta que se alcanza la senda y camino empedrado, que por el lateral del Gargantón discurre sin ninguna dificultad, en un largo descenso, aunque no pronunciado, que en su tramo final acaba resultando algo cansino, hasta alcanzar al fin la Hoya del Gargantón, donde teníamos prevista una parada para comer algo y aunque mi idea era hacerlo en las lanchas rocosas que hay junto al cauce de la garganta, el viento frío que empezaba a soplar por la zona hizo que tuviéramos que cruzar el cauce y buscar la protección de una pared rocosa y ponernos al socuello.

Durante este tramo de bajada pudimos observar relativamente cerca, varios grupos de cabra montés, bastante numerosos, además de la típica lagartija carpetana (Iberolacerta cyreni) propia de este entorno con su claro dimofismo sexual.


Unos cuarenta minutos para descansar, comer algo y charlar sobre las impresiones del recorrido realizado hasta ese momento y de lo que aún nos quedaba pendiente que ya era poco…

Nos ponemos en marcha de nuevo, en un tramo de pequeña subida para llegar al collado desde donde ya se tienen vistas a la Laguna Grande. Desde aquí solo es cuestión de bajar en zig-zag al principio,  y después un suave bajada en un agradable paseo con bonitas vistas hasta llegar más o menos a la cola de la laguna, alternando zonas rocosas con sendas entre borreguiles, sobre todo al final. 

 Primeas vistas de la Laguna Grande, con picos a la derecha como los Tres Hermanitos, el Perro que Fuma o el Casquerazo...entre otros...

Desde la cola de la laguna ya solo es cuestión de ir bordeándola por zona de canchales, siguiendo los hitos, hasta llegar al refugio, observando por el camino que en general hay mucha menos agua, mucha menos humedad y que todo está más seco de lo habitual en circunstancias normales, aunque la Laguna Grande en el centro del circo glaciar sigue siendo espectacular rodeada de los picos emblemáticos de Gredos que la protegen en todo momento.

En el refugio poca gente, aunque daba igual porque ya teníamos hecha la reserva, así que tocaba asearse un poco, cambiarse de ropa, tomar posesión de la litera y a disfrutar un rato del lugar en la terraza del refugio, aunque la tarde estaba fría y los que allí andábamos lo hacíamos abrigaditos, hasta el punto que ni siquiera me tomé la típica cerveza después de la larga jornada, aunque fuera para celebrar que todo había salido bien y que habíamos podido disfrutar de un buen día, pero es que francamente, me apetecía más un café caliente o una infusión que no una cerveza fría.

Tampoco estuvimos mucho tiempo en la terraza o merodeando por los alrededores del refugio, porque la cena estaba prevista a las 7:30 y tras ésta y charlar un poco después con los compañeros de mesa durante la cena, tocaba irse pronto a la cama, que la noche no estaba para contemplar el cielo estrellado, confiando en que esta noche si dormiría del tirón… como así fue... 

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Podéis ver a más tamaño y resolución algunas de las fotos de este recorrido en ESTE ENLACE.

El track de esta primera parte de la ruta que utilizamos com referencia está AQUÍ.


2 comentarios:

  1. Te felicito, todo aquí es maravilloso. ¡Poesía en movimiento! Un millón de gracias por tanta entrega.
    Saludos de una nómada que también aprecia los senderos del mundo. 🌞

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    1. Muchísimas gracias Clarisa por tus palabras.. pero si alguien es "pura poesía en movimiento" esa eres tu y todo lo que rezuma tu blog... literalmente... [https://clarisatomascampa.blogspot.com/]

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