Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

11 oct 2021

Senderismo por los Arribes del Duero: Ruta circular por las cascadas del Pozo de los Humos y la del Pinero, desde Masueco.

La ruta programada para nuestro tercer   día en los arribes era una circular con inicio y fin en Masueco, con la idea de visitar uno de los mayores atractivos de esta zona, la cascada del Pozo de los Humos, aunque no estábamos muy ilusionados por verla porque sabíamos que no iba a tener agua, que no íbamos a poder ver la impresionante cascada que se forma en este lugar; habíamos visto algunas fotos recientes y por no tener no tenía ni siquiera un chorrito de agua caer, aunque era lo esperado después del período tan prolongado sin lluvias y con el período estival de por medio, pero ya se había aplazado este viaje en tres ocasiones por el coronavirus y decidimos realizarlo en la primera ocasión que tuviéramos, sí o sí...

 
Como he comentado, la idea era hacer una circular desde Masueco, visitando la cascada del Pozo de los Humos y la cascada del Pinero (o Cola de Caballo o Pozo de los Lirios) y en la medida de lo posible utilizar todo lo que pudiéramos sendas o antiguos caminos, porque la última parte del recorrido de unos 4 km, de regreso a Masueco,  iba a ser por pista y camino y podría resultar más aburrido.
 
Al igual que el primer día, hoy no teníamos prisas ni teníamos que madrugar en exceso, así que tras desayunar tranquilamente nos desplazamos a Masueco, situado a unos 5 km de donde nos alojábamos. Dejamos lso coches junto a la iglesia y desde las traseras de ésta, calle abajo, ya se pueden ver al fondo las señales indicativas para visitar ambas cascadas.

Nosotros seguimos las señales indicativas para ir caminando hacia el Pozo de los Humos, dejando pronto el pueblo a nuestras espaldas, al tiempo que nos adentramos un antiguo camino flanqueado por vetustas paredes de piedra que separan el camino de huertos donde nos llama la atención la gran cantidad de membrillos que vemos, con su fruto que en esta época está en su punto de recogida, además de castaños juntos al camino y tramos de éste en completa umbría y cubierto  de hojarasca.

En un paseo cómodo, en ligera bajada, con algo de fresco a esa hora de la mañana, sobre las 9:15, aunque al igual que los días precedentes conforme iba avanzado el día la temperatura subía y en la horas centrales podíamos disfrutar de una temperatura agradable de unos 22  o 24 grados, ideales para caminar.

No tardamos mucho en llegar a un ensanchamiento del camino, donde a la izquierda sale una senda que es la que tomaríamos más tarde, mientras a la derecha se encuentra un pequeño merendero con un panel informativo.

Tras leer el panel seguimos recto el camino que traíamos, pero ahora en una bajada pronunciada con tramos de camino irregular y con amplias panorámicas, llegando a divisar en este tramo de bajada de algo más de 1 km, abajo, al fondo, el  enclave del Pozo de los Humos.

La bajada resulta entretenida porque puedes parar en cualquier momento a regodearte con las vistas, pero por otro lado uno va pensando que después hay que subir todo lo que estamos bajando hasta llegar de nuevo al pequeño merendero... pero eso sería más tarde, porque en ese momento tocaba disfrutar de las vistas.

Llegamos al entorno donde se encuentra el Pozo de los Humos (llamado así -por la pulverización del agua de la cascada, el efecto “humo”, en su vertiginosa caída-), donde se encuentra un chozo de piedra y varias plataformas-miradores desde donde observar el salto de agua, la espectacular cascada (cuando hay agua, claro está) de unos 50 metros. Realmente, cuando hay agua, se producen dos cascadas como consecuencia de un saliente en la roca en la parte superior, que divide en dos el caudal del río; en el lado más cercano a los miradores-plataformas es donde se encuentra la cascada del Pozo de los Humos, por detrás de ella, o a la derecha en el sentido del cauce del río, estaría el otro salto de agua o cascada, que no sería visible su caída desde donde éstabamos y a la que llaman el Pozo de las Vacas porque dice la leyenda que allí se despeñó un carro tirado por vacas que transportaba trigo a un molino próximo. Algunas de estas plataformas se adentran en perpendicular, como si estuvieran colgadas, hacia la garganta que forma el río Uces para tener un mejor ángulo de visión. En la otra orilla, algo más arriba y a nuestra izquierda, existe otro mirador  sobre los cortados que se levantan desde el Uces y desde el que se tiene una vista frontal de la cascada,  dentro del término de Pereña; por debajo de este mirador se encuentra la Cueva de Palla Rubia, cuya entrada puede verse desde el punto donde estábamos y en cuyo interior parece que se encuentras algunas pinturas rupestres.

Sobre este enclave escribía el célebre Miguel de Unamuno en su obra “Por tierras de Portugal y  España” las siguientes palabras:

"...Es una de  las hermosas caidas de agua, ésta que puede verse entre aquellos adustos tajos. Divídese la cascada mayor en dos cuerpos, debido al saliente de la roca y va a perderse en un remanso de donde surge el vapor de agua pulveriada por el golpe, que le ha valido al paraje el nombre de los Humos... ¡Los siglos de siglos que habrá necesitado el agua para excavar tales tajos y reducir semejanes cascadas!..."

No hacía falta ser un vidente para saber sin ni siquiera asomarnos, que no íbamos a ver cascadas, ni nada parecido, porque estábamos en pleno puente de octubre y allí no había nadie, solo nosotros, tampoco se escuchaba el estrépito del agua al chocar ni en su deambular por el fondo del desfiladero del Uces, sólo silencio, calma chicha y el canto de algunos pájaros que comienzan a despertar del letargo nocturno conforme va subiendo la temperatura.

Chozo de piedra junto al enclave del Pozo de los Humos.

Nos asomamos a los diferentes miradores y plataformas y merodeamos por la parte alta de la cascada donde se ven los efectos de la erosión sobre la roca y algunos pequeños charcos; zona de rocas erosionadas, completamente pulidas, que separan la supuesta caída al vacío del agua, a nuestra izquierda, de lo que es el cauce del río, a nuestra derecha, que al tener un nivel bajo no es capaz de sobrepasar el tramo de roca, así que nos quedamos como era de esperar, sin cascadas, sin ver ese torrente descontrolado de agua lanzarse al vacío, sin sentir el estruendo que produce al chocar después de su caída libre desde 50 metros y sin admirar su característica nube de "humo", sin ver su rápido y serpenteante deambular por ese surco, esa grieta labrada por el Uces desde tiempos inmemoriables sobre la penillanura castellano-leonesa de esta zona antes de acabar fundiéndose con el gran Duero... pero al menos pudimos disfrutar y admirar este entorno con total tranquilidad, sin el bullicio de personas que podría haber en otras circunstancias, aunque se antoja poco consuelo.

El resto del grupo regresó sobre sus pasos hacia el pequeño merendero, aunque ahora tocaba caminar en clara y pronunciada subida, mientras yo me entretuve algo más por aquel entorno, escudriñando con los prismáticos la zona y disfrutando de este entorno, a pesar de la falta de agua, en completa soledad y silencio... al menos hasta que apareció el cabrero con sus cabras en la otra orilla y sus voces resonando en el silencio de la mañana en toda la garganta del Uces.


Como iba con retraso con respecto a mis compañeros, hago rápido la subida. Me estaban esperando en el mirador, preguntándose si me había pasado algo porque me había retrasado un buen rato.

Cogemos una senda a la derecha, quedando el merendero a nuestra espaldas. La senda en su tramo inicial está muy cubierta por vegetación pero después se transforma en camino con mucha arboleda y todo muy frondoso, pasando por un pequeño puente en la zona inicial.

Caminos estrechos, irregulares, encajonados entre paredes de piedra y arboleda, en una corta subida donde altérmino de la misma la zona boscosa se aclara y nos deja admirar las vistas, intuyéndose al fondo el surco, la brecha que va forjando el Uces mientras serpentea hasta llegar morir poco más adelante en el Duero.

El resto de camino es en bajada hasta la Cascada del Pinero pero nos encontramos con la sorpresa que el camino acaba prácticamente en una zona que bien pareciera un improvisado mirador,  en el que toca girar a la izquierda y adentrarnos en una senda selvática, prácticamente cubierta de maleza y zarzas cuyos pinchos se agarran a la ropa y bien pareciera que hubiéramos caído en una trampa... surgen las dudas ¿como es posible que el track vaya por aquí?... porque por muy poca gente que pasara por esta zona esto tendría que estar algo más pisoteado y sin embargo parecía que hacía un tiempo que no pasaba nadie por allí.

Un improvisado mirador, con el Uces al fondo, antes de unirse sus aguas a las del Duero. Aquí es donde giramos a lzquierda con unos primeros metros de senda selvática cubierta de maleza y poco transitada...

Envuelto entre la vegetación y arboleda, con senda poco marcada o con arbustos que crecen en sus alrededores y la inundan por completo, no estaba seguro si el móvil recibía bien la señal de GPS y si nos habíamos equivocado, aunque hasta ese momento íbamos bien. Les digo al resto de compañeros que esperen allí mientras yo intento seguir hacia delante, por si al final tuviéramos que darnos la vuelta, pero después de avanzar unos metros la senda se hace más visible y se puede avanzar por ella sin  ningún tipo de problemas, incluso daba la impresión de que aquello era una especie de antiguo camino entre bancales delimitados con paredes de piedra, de apenas metro y medio de ancho pero del que la vegetación se ha adueñado y solo queda una estrecha senda por la que acabamos bajando en fila de a uno.

El supuesto camino acaba transformándose en una serpenteante senda por la que bajamos ligeramente mientras hemos ido girando hacia la izquierda, bordeando la sierra que tenemos a la izquierda y con unas buenas vistas a la derecha, ahora paralelos al Uces, al menos cuando la arboleda nos abre  una ventana en la que contemplar unas buenas panorámicas en medio de toda esta zona boscosa.

 
Creo que todos coincidimos en que todo este tramo, desde que dejamos atrás el pequeño merendero, pero sobre todo éste último tramo de senda, es lo mejor del recorrido. La senda con sus vueltas y revueltas, con sus vericuetos, tramos irregulares, zonas de umbría y de sol, adentrándose por zona boscosa y de frondosa vegetación, pasando por multitud de madroños con sus frutos rojos y carnosos tan característicos en esta época del año y de los que vamos dando buena cuenta durante el recorrido, nos resulta entretenida, bonita, divertida, todo un lujo caminar por aquí, un lugar donde no nos encontramos absolutamente con nadie y eso que ya estábamos cerca de la cascada, así que nos hacía sentir unos privilegiados.

La senda pasa por multitud de madroños de cuyos frutos algunos de nosotros vamos dando buena cuenta...

Tras un giro para rodear un saliente rocoso aparece frente a nosotros el enclave de la Cascada del Pinero (o Cola de Caballo o Pozo de los Lirios), con la senda que se vuelve muy irregular por la roca, así que una cadena a modo de pasamanos a la derecha de la senda sirve de protección para no caer en el barranco por el que discurre el arroyo recubierto de vegetación y cuyo cauce se nutre del agua que cae en sus profundidades, desde lo alto de un pared rocosa, aunque en ese momento por cascada lo único que había era un chorrito de agua.

Aquí estaría la cascada del Pinero, aunque en ese momento lo única que tenía por cascada era un intermitente hilito de agua...

El enclave es precioso, lástima la falta de agua, de no poder ver una bonita cascada caer, porque el recorrido tiene además el aliciente de que la senda pasa por detrás de la “cascada”, entre ésta y la pared, aunque como digo, solo caía un lastimero hilo de agua que apenas daba para refrescarse la cara...

Tras una breve parada en aquel bonito lugar y algunas fotos por los alrededores, seguimos hacia delante, cogiendo un camino de subida y saliendo poco a poco de la zona boscosa y de umbría, para transitar por una zona más seca y pelada.


Hacemos una parada en este pequeño tramo de subida desde la cascada al camino que viene desde Masueco, en perfecto estado y señalizado. Sentados entre unos muretes de piedra, contemplando las vastas vistas que se tienen desde allí, mientras tomamos un pequeño piscolabis: frutos secos, chocolate, alguna fruta...

Una pequeña parada para tomar un piscolabis...

Volvemos a ponernos en marcha y una vez que cogemos el camino de vuelta a Masueco, simplemente es cuestión de poner el piloto automático. Es un tramo de unos cuatros kilómetros, donde en su primera mitad se transita por camino y pista en subida, sin ningún tipo de sombra, alejados de la frondosidad por la que habíamos estado caminando antes, en un recorrido más monótono y aburrido, tan solo aderezado en parte con las vistas a nuestra  izquierda, así que creo que hicimos bien en elegir este recorrido y hacerlo más corto, en lugar de hacer una circular hasta Aldeadávila porque éste sería también un tramo similar, de camino-pista, que nos resulta insulso sobre todo si se mantiene durante mucha distancia.

El último tramo, de regreso a Masueco, es en su inicio en subida, por camino con tramos de amplia pista, algo más aburrido, aunque a nuestra izquierda tenemos estas vistas...

Tan solo en la zona desde que dejamos atrás la “cascada” y durante este primer tramo de subida antes de Masueco, es cuando nos cruzamos con cuatro o cinco personas, que supongo estarían haciendo el recorrido de ida y vuelta desde Masueco a la cascada, por la hora que iba siendo...

En los dos últimos kilómetros ya se avanza por un camino más estrecho junto a pequeñas paredes de piedra que delimitan pequeñas zonas de cultivo, olivos y vides, principalmente.

Pequeñas explotaciones agrícolas, vides y olivos,  separadas por paredes de piedra.

Entramos en Masueco, callejeamos hasta llegar a la zona donde teníamos los coches y como era temprano, sobre la 13:15, decidimos que en lugar de comer fuera podíamos irnos a la casa rural y comer en el pequeño jardín que teníamos en la parte trasera, sacando las mesas allí y en lugar de hacer la cena contundente que teníamos prevista, cambiarla para este momento, a cambio de una cena más ligera y así lo hicimos y la verdad es que fue todo un acierto porque estuvimos de lujo.

Casa rural dentro de Masueco.

Como teníamos toda la tarde libre, aprovechamos para acercarnos a los miradores que están sobre la presa de Aldeadávila, que estaba cerca de donde estábamos, siguiendo la carretea de Mieza y después, en el primer cruce girar a la derecha hacia la presa.

Una vez que llegamos a la altura de la presa, pasado el poblado, se coge una estrecha carretera con curvas y más curvas que en fuerte subida conduce a unos aparcamientos, desde donde podemos acceder caminando a las dos plataformas o miradores que se encuentran por encima de la presa y desde donde se tienen unas excelentes panorámicas de la zona donde más se encajona el Duero y donde se produce un gran salto de agua actualmente controlado por la presa. Desde allí también se puede ver el mirador del Fraile, donde estuvimos Luis y yo el primer día de ruta, aunque cerrado actualmente por obras... Desde aquí es fácil observar el vuelo de los buitres leonados, tanto por debajo de nosotros  como por encima...

Es fácil ver sobrevolar y bastante cerca, a los buitres desde los miradores de la presa de Aldeadávila.
 
El mirador del Fraile desde los miradores de la presa de Aldeadávila.

Abajo, la presa de Aldeávila, en uno de los saltos de más altura de los que se producen en los arribes, represando las aguas del encajonado Duero, con paredes graníticas que en la parte española aparecen lamidas por la erosión y sobre la que apenas crece vegetacion, mientras las de la parte portuguesa parecen más agrestes y con algo más de vegetación.

Vistas desde uno de los miradores situados por encima de la presa de Aldeadávila. A la derecha, en la parte superio de la foto, se puede ver parte del otro mirador.

La presa  Aldeadávila de la Ribera forma parte del sistema hidroeléctrico conocido como ‹‹Saltos del Duero››, del que también forman parte las presas de Almendra, Castro, Ricobayo, Saucelle y Villalcampo. Se ubica en la zona conocida como “Arribes del Duero”, profundo encajonamiento que el río ha labrado sobre la penillanura zamorano-salmantina, con desniveles de base que en algunas secciones supera los 400 metros. Con una altura de 140 m es una de las presas más altas de España, e incluso de Europa y constituye como decíamos, una de las obras de ingeniería más impresionantes de las que se pueden ver en toda Europa. Además el Salto de Aldeadávila I y II constituye en su conjunto, la primera de España en potencia (718.200 kW) y producción anual (3.500 GW/h). Fue inaugurada por Francisco Franco el 9 de julio de 1964, un año después de su finalización”.

"...con una altura de 140 m es una de las presas más altas de España, e incluso de Europa y constituye como decíamos, una de las obras de ingeniería más impresionantes de las que se pueden ver en toda Europa..."
 

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