Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

28 may 2021

Circular por Gredos: Garganta de Bohoyo - Portilla de las Cinco Lagunas - Meapoco - Garganta de Navamediana.

Desde el pasado verano cuando estuvimos en Picos de Europa, el grupo no había podido juntarse de nuevo, principalmente por el tema del COVID y las restricciones que ha conllevado, lo que hizo que suspendiéramos en varias ocasiones los encuentros previstos, así que decidimos al menos hacer una rutita por Gredos una vez que hubieron desaparecido los cierres perimetrales, pero por unas cosas o por otras, al final solo pudimos juntarnos la mitad del grupo.

La ruta que habíamos decidido realizar era: Bohoyo – Garganta de Bohoyo – Portilla de las Cinco Lagunas – Belesar/Meapoco – Garganta de Navamediada – Navamediana.

Un recorrido  muy asequible y conocido por algunos aunque yo sólo conocía la primera parte, de cuando estuvimos haciendo una travesía por Gredos en el 2011, así que la bajada por la garganta de Navamediana la desconocía.
 
El viernes, después de salir de trabajar, salimos hacia Bohoyo, donde llegamos antes de las siete de la tarde, más concretamente llegamos a lo que en otros tiempos fuera el campo de fútbol de Bohoyo, donde se encuentra una especie de parking, justo donde está el panel informativo del sendero de pequeño recorrido (PR) que recorre la Garganta de Bohoyo. Nada más llegar y tras los saludos previos sacamos las mochilas y nos repartimos la comida que tendríamos que subir para el fin de semana.

Como disponíamos de dos coches, al final decidimos dejar uno en el parking de Navamediana y otro en el parking de Bohoyo, para evitar el final del recorrido, unos dos kilómetros y medio entre los dos parkings, de los cuales uno y pico sería por carretera, por asfalto, así que el último día podríamos tener algo más de margen en el caso de algún imprevisto o podríamos llegar un poco antes al Barco de Ávila, donde habíamos reservado para comer, pudiendo disfrutar de unas cervecitas previas...

Para el fin de semana se preveía una bajada de las temperaturas y lluvia en buena parte de España, pero en principio, por la zona en la que nos íbamos a mover, los pronósticos eran relativamente buenos, aunque en la montaña nunca se sabe.

Sobre las 19:30 o poco más, nos ponemos en marcha, de forma tranquila, adaptándonos al peso de las mochilas, sin tener muy claro en qué refugio íbamos a pasar la primera noche, ya que la garganta tiene hasta cinco refugios, así que al pasar por alguno de ellos, en función de la hora que fuera, nos quedaríamos en él o avanzaríamos hacia el siguiente.

 Algunos compañeros en el inicio del PR que remonta la Garganta de Bohoyo.

El inicio del recorrido es por camino amplio por zona de bosque de robles melojos y pequeñas praderistas, muy agradable para caminar, donde el desnivel de subida apenas se nota y es que el primer tramo de la garganta es muy suave.

Después de algo más de tres kilómetros, el bosque se abre y entramos en una zona mucho más abierta, en la garganta propiamente dicha, dejando los árboles atrás y poco tiempo después llegamos al refugio de “La Seca”, el primero de los cinco, donde nos habíamos quedado a dormir la última vez que estuvimos en esta garganta, justo diez años atrás…¡uf, cómo pasa el tiempo!.

Decidimos seguir hacia delante porque el siguiente refugio estaba cerca, así  que por sendas, en un recorrido muy suave y espacios abiertos, llegamos en 15-20 minutos al refugio de “La Redonda”, situado a poco más de cinco kilómetros desde el inicio de la ruta.

La Garganta de Bohoyo desde el refugio de la Redonda.

El siguiente refugio podría estar a unos tres cuartos de hora y nos daría tiempo llegar, pero íbamos a andar después muy apurados de luz para organizarnos, ir a por agua, hacer la cena, etc… así que como no teníamos ningún tipo de prisa y habíamos venido a relajarnos y estar en plena naturaleza, hicimos la parada definitiva en este segundo refugio para pasar la noche.

Dentro estuvimos organizándonos para poder dormir los seis sobre los tablones de madera que están para este menester, sin necesidad de que ninguno tuviera que dormir en el suelo, al menos en esta ocasión que estábamos solo la mitad del grupo.


Refugio de la Redonda.

Lo siguiente era ir preparando la cena que haríamos fuera, puesto que la tarde noche era muy agradable, mientras otros íbamos hacia el cauce de la garganta para recoger agua tanto para beber como para las infusiones que solemos tomar tras la cena una vez caída la tarde y bajo las estrellas, con un cielo nítido. Tras la tertulia de rigor tocaba irse a dormir  sobre las doce de la noche.

En el cauce de la garganta cogiendo agua.

Cayendo la noche en el reugio mientras intentamos "casar" los picos que nos rodean con los que aparecen en los mapas.

El sábado a las 7:30 ya estábamos todos en pie y lo primero era bajar de nuevo a la garganta a coger agua para preparar el café. El desayuno nos lo tomamos con calma, no había prisas, observando como las cimas de los alrededores estaban cubiertas por las nubes y al fondo de la garganta, en la cabecera de ésta, la niebla hacía acto de presencia y la cubría casi por completo, algo que podía fastidiar el día, puesto que los planes eran llegar al refugio del Belesar, soltar las mochilas dentro y hacer una excursión desde allí, primero hacia la portilla de las cinco lagunas y alrededores, para gozar de sus magníficas vistas, y después subir al Belesar o al Meapoco, así que la única esperanza es que conforme fuera avanzando el día, la niebla y las nubes fueran desapareciendo de las cimas para poder disfrutar de las vistas.

Desayunando a las afueras del refugio.

Tras el desayuno y preparar de nuevo las mochilas nos ponemos en marcha, sobre las nueve de la mañana, en un día gris pero con temperatura muy agradable para caminar, al menos de momento, continuando en subida muy suave, donde el bosque de robles melojos del principio de recorrido de ayer tarde ha dado paso a zona de brezos y escobas, con tramos de hierba/borreguiles en los que la senda se pierde un poco, se desdibuja, pero es cuestión de seguir rectos hasta dar con algún hito o indicación, ya que el recorrido por esta garganta de Bohoyo está marcado como sendero de corto recorrido PR-AV-18.



Remontando la Garganta de Bohoyo, en un tramo aún suave, entre los refugios de la Redonda y de la Longilla.

Al cabo de cuarenta minutos llegamos al refugio de “la Longuilla”, el tercero, aunque nos coge a unos 200 metros a nuestra izquierda y no nos acercamos a verlo, seguimos la senda hacia delante, por el mismo tipo de paisaje, más propio de montaña, viendo cómo a pesar de seguir el cielo gris, las nubes bajas que cubrían la cabecera de la garganta se han ido retirando y la zona se encuentra más despejada.

Junto al cartel del refugio de la Longuilla.

El recorrido sigue siendo entretenido, tardando de nuevo casi otros tres cuartos de hora en alcanzar el refugio del “Lanchón”, el penúltimo de los refugios de esta garganta, transitando por sendas que a veces se desdibujan, por lo que hay que ir pendiente de los hitos o del track y siempre por el lado izquierdo de la garganta en el sentido de la subida. En este tramo ya se va ganando altura poco a poco, el recorrido no es tan suave, pero lo bueno que tiene esta garganta es que no tiene fuertes desniveles, aunque por otro lado se hace larga.

Al refugio del “Lanchón” llegaríamos sobre las 10:25 (hora y media o algo menos desde que salimos) y tras verlo por fuera y entrar dentro para curiosear, seguimos hacia delante, en el tramo más largo entre refugios y que nos llevaría prácticamente dos horas justas, con un recorrido  que poco a poco se va haciendo más exigente, y en donde nos encontramos otro cambio en el ecosistema, dejando atrás los brezos, escobas y pequeños prados y  adentrándonos en zonas de roquedos, cantiles, lanchares y cuchillares atravesados en algunas ocasiones por corrientes de agua que bajan bruscas de las paredes pétreas que tenemos  a nuestra izquierda, desapareciendo poco a poco la vegetación, pasando de los tonos verdes a los grises de los bolos de piedras y de los enormes lanchares, aunque en ocasiones los líquenes sobre éstas les dan un colorido y un encanto especial.

En el tramo de la zona de lanchares, recubierto de líquenes...

En este trayecto entre los dos últimos refugios hicimos una breve parada, de un cuarto de hora aproximadamente  para un pequeño piscolabis.

Una breve parada para un pequeño piscolabis...

Por fin llegamos al pequeño, coqueto y críptico refugio del Belesar, completamente mimetizado con el entorno, sobre todo cuando se ve desde lejos. Este es el quinto y último de los refugios de esta garganta.

Este último refugio es más pequeño que los anteriores y a pesar de no verse a nadie, ni mochilas tampoco, en su interior, está claro que todos no podremos dormir sobre los tablones de madera, así que nos repartiríamos, tres en los tablones y otros tres en el suelo.

Dejamos las mochilas en le refugio y solo cargamos con un par de mochilas pequeñitas para la comida del medio día, porque nuestra intención era ir en un primer momento hacia la zona de la portilla de las cinco lagunas, y una vez allí decir después qué hacer.

El tramo último de la garganta de Bohoyo, en su cabecera, justo cuando ésta se abre más, es un poco más exigente físicamente, pero al no ir cargado con los mochilones se hace más llevadera, aunque por otro lado también hay que decir que en esa zona el viento frío azotaba bien, así que había que ir abrigados.
 
En este último tramo de la cabecera de la Garganta de Bohoyo, donde se aprecia claramente su origen glaciar, si miramos hacia atrás tenemos unas máginifícas panorámicas,  no solo del último tramo de la garganta que hemos remontado, sino que al fondo tenemos la parte oriental de Gredos, con la zona de la Covacha, Castilfrío y Azagallas o el Estecillo, y más a la derecha la zona de la "Ceja".


Mirando hacia atrás, en el último tramo de la cabecera de la garganta, tenemos al fondo la zona de la "Ceja" en Gredos oriental. La foto de abajo está hecha con el zoom de la cámara.


La zona de la Covacha y alrededores, vista desde la cabecera de la garganta de Bohoyo. La foto de abajo está hecha con el zoom de la cámara.

Desde el refugio del Belesar cruzamos la garganta para remontarla en su último tramo por el lado derecho, siempre en subida progresiva, hasta que se llega cerca de la portilla del Belesar, en ese punto se cruza el muro de piedra que otrora sirviera de delimitador, en un tramo donde éste está derruido, siguiendo las indicaciones de los hitos.

Justo al llegar al muro de piedra ya tenemos la visión panorámica del macizo central de Gredos, de su parte sur, una zona más montañosa, agreste, vertiginosa, vertical, salpicada por neveros blancos que realzan su figura y todo ello envuelto en un día gris con viento gélido que la dotaba de una atmósfera especial, nada que ver con la suave y alargada garganta de Bohoyo que hemos remontado; aquí las gargantas del lado sur se desploman en un visto y no visto hacia la zona de la Vera o hacia el embalse de Rosarito que es claramente visible, con un desnivel de vértigo.

Al llegar al muro ya tenemos estas vistas del macizo central de Gredos con sus picos más representativos a la derecha; a la izquierda quedaría la portilla de las cinco lagunas y en el centro el "Venteadero"...

Desde el muro hasta la portilla de las cinco lagunas es cuestión de seguir los hitos y la senda, por un zona de altiplano, sin exigencia física, con algún pequeño tramo con matas bajas de piornos.

Las vistas desde la portilla de las cinco lagunas (2.358 m.) son magníficas, como las recordaba, con neveros en la cara norte, aunque en esta ocasión las lagunas están libres de hielo y nieve, a diferencia de la última vez que estuvimos por aquí, donde la laguna Cimera estaba prácticamente congelada.



En la portilla de las cinco lagunas. En la foto superior se puede ver que aún persiste la nieve/hielo.

Una gozada disfrutar de este entorno: hacia el norte, las cinco lagunas y la garganta del Pinar, y hacia el sur las abruptas gargantas que se desploman hacia la Vera y hacia el embalse del Rosarito.

Panorámicas desde la portilla de las cinco lagunas mirando hacia el sur; al fondo a la izquierda, se ve el embalse de Rosarito.

Después de unos minutos de ensimismamiento y tras las fotos de rigor, nos fuimos hacia unas rocas para buscar cobijo y protección frente al viento y aprovechar para comer que ya iba siendo la hora, sobre las dos de la tarde.

Todo un lujo comer aquí arriba, disfrutando de las vistas, de los amigos y del vino… que todo hay que decirlo.

Mientras comemos decidimos que como aún es temprano, podemos subir hacia el Meapoco y después, de vuelta hacia el refugio, investigar un poco la zona por donde mañana queríamos atajar para bajar por la garganta de Navamediana, sin necesidad de tener que subir hasta el collado de “los cantos colorados”, pero antes de eso,  algunos nos fuimos hacia las traseras de la Galana, mientras otros se quedaron esperando. La idea era ver la zona y la cueva donde nos refugiamos en el 2011, cuando en el tramo desde las Cinco Lagunas hacia el Venteadero nos cogió una fuerte tormenta con granizada incluida.


Camino hacia la Galana... en la foto superior, en el círculo amarillo, la cueva donde nos refugiamos en la fuerte tormenta que nos cogió en esta zona en el 2011.

De vuelta recogemos a los que habían decidido esperar mientras descansaban un poco más y regresamos a la zona del muro de piedra que volvemos a cruzar y desde allí, por la parte alta de la cabecera de la garganta de Bohoyo, esquivando algunos neveros, llegamos al “collado de los cantos colorados, (2.372 m.)” desde donde continúa la ruta que lleva al refugio de “Regajo Largo” y desde ahí la bajada por la Garganta de Navamediana.

Unas fotitos junto al nevero del collado de “los cantos colorados” y directos hacia la cima del Meapoco (2.395 m.), porque apenas son unos metros de desnivel y el pico parece más bien una meseta-altiplano donde de nuevo estamos a merced del implacable azote del viento frío, aunque la recompensa son unas panorámicas preciosas de los picachos del macizo central.

Parte del grupo en el nevero del "collado de los cantos colorados".
 
Foto de grupo (falta la compañera Ana), en el vértice geodésico del Meapoco, con las vistas al fondo del macizo central de Gredos, donde habíamos estado un rato antes.

Panorámica del macizo central de Gredos desde el Meapoco, con el zoom de la cámara. En el círculo amarillo, la Galana, que es la que aparece ampliada en la siguiente foto:

La Galana a la izquiera, y la antecima de la Galana a la derecha; en el centro la brecha en forma de "V" o muesca de la Galana, por donde subimos en el 2019. Foto tomada desde el Meapoco con el zoom de la cámara.
 

De regreso al refugio nos encontramos con un grupo de seis gallegos que estaban remontando la garganta y cuya idea era llegar al refugio de “Regajo Largo”, para al día siguiente bajar por la garganta de Navamediana, o sea, algo similar a lo que estábamos haciendo  nosotros, salvo que en nuestro caso habíamos añadido la excursión a la portilla de las cinco lagunas y a las traseras de la Galana.

En la bajada del Meapoco hacia el refugio del Belesar también nos encontramos con algún que otro grupo de cabra montés (Capra pirenayca victoriae).


Como comenté antes, la idea también era ver por donde teníamos que atajar mañana, al igual que hicieron algunos compañeros en el 2008, porque no recordaban exactamente donde estaba el paso… pero después de mirar por un par de callejones, no teníamos las cosas muy claras, así que mañana más despejados y tras consultar el mapa lo veríamos mejor y en el peor de los casos, simplemente seguiríamos el track, dando el rodeo por el collado de los cantos colorados y el refugio de “Regajo Largo”, al igual que iba a hacer el grupo de gallegos que nos encontramos.

De nuevo llegamos al refugio del Belesar, sobre las seis de la tarde y tras las “abluciones” correspondientes en el arroyo que pasa junto al refugio y el cambio de ropa, hubo tiempo para tomar unas infusiones.

Para matar la tarde algunos se empeñaron en hacer un fuego fuera del refugio, sobre todo Isabel, que fue la que estuvo recolectando piornos secos, porque la verdad es que fuera del refugio la temperatura y sobre todo la sensación térmica por el viento frío que soplaba habían bajado mucho…

Allí estuvimos pasando la tarde, de tertulia, fuera del refugio pero cerca del fuego, entre piscolabis y tragos a la bota de vino, aunque a diferencia de anoche, a la hora de la cena tuvimos que prepararla  y cenar dentro del refugio, en un ambiente más acogedor porque fuera el frío viento que soplaba hacia desapacible la estancia al aire libre.


Atardecer desde el refugio del Belesar.

La cena se alargó bastante, había vino, comida y de fondo, el amigo Manolo consiguió coger con el móvil y los auriculares como antena, RNE, así que estuvimos escuchando el final de la liga de fútbol muy reñida hasta el último momento y más tarde el festival de eurovisión...

Después de todo el día bregando y de no haber dormido mucho la noche anterior, nos retiramos  a dormir, unos sobre los tablones de madera y otros en el suelo.

El domingo no había muchas ganas de ponerse en pie, nos hicimos los remolones acurrucados en nuestros sacos, en parte porque el recorrido que nos esperaba no era exigente y si no había contratiempos, esperábamos estar a buena hora en Navamediana para después ir a comer al Barco de Ávila.

A las ocho comenzamos a ponernos en pie y tras las “abluciones” correspondientes en las frías aguas del arroyo comenzamos a preparar el desayuno, que al igual que la cena, también lo hicimos en el interior del refugio, aunque la mañana estaba mucho mejor que la tarde-noche anterior, brillaba el sol, al menos a esa hora, no hacía viento y la temperatura fresca pero ideal para caminar, sobe todo al principio donde teníamos un poco de subida antes de la bajada definitiva, primero por el arroyo Gargantón, y más tarde por la garganta de Navamediana.

Tras el desayuno nos ponemos en marcha, de nuevo con las mochilas a cuestas pero la mañana estaba genial para caminar, con sol, sin viento, buena temperatura y una bonita luz…

A los pocos metros de salir del refugio, siguiendo por la izquierda de la garganta, por donde bajamos ayer tarde, me encuentro con una salamandra que iba desde uno de los muchos charcos que había en una pequeña praderita, hacia la zona de rocas a la sombra para refugiarse en ellas y por supuesto no me pude resistir a fotografiarla mientras mis compañeros seguían hacia delante… ¡me encantan las salamandras!...



Aunque en la tarde de ayer al bajar al refugio nos surgieron serias dudas de por donde había que cruzar para ir hacia la otra vertiente, sin tener que dar el rodeo al Meapoco, hoy por la mañana las cosas parecían estar más claras y en el segundo intento logramos dar con el callejón entre el Meapoco y el refugio del Belesar, que nos llevaría a la otra vertiente, cruzando en la parte alta una especie de altiplano salpicado de borreguiles y pequeñas charcas, desde donde mirando hacia atrás, se tienen también buenas vistas, al fondo, de los picos del macizo central.

 
En el altiplano o pequeña meseta entre gargantas, plagada de pequeñas charcas y borreguiles... En la foto de arriba, al mirar hacia atrás, podemos ver asomar los picos del macizo central. En la foto de abajo en la dirección que llevamos, en busca del descenso al arroto del Gargantón.

Tras el cómodo caminar por el altiplano llegó la bajada hacia el  arroyo el Gargantón, menos cómoda y más pronunciada en su parte final, donde acabamos bajando los últimos metros por el pedregal del cauce encajonado de un arroyo o torrentera, teniendo de frente a la derecha “la Plaza de Toros” (2.311m.) y a la izquierda el “Morro del Gargantón” (2.125m) y tras ellos, en la siguiente vertiente, la Garganta de Navamediana, sin embargo, nosotros no iríamos hacia ella directamente, sino que seguiríamos descendiendo por la garganta del arroyo Gargantón hasta enlazar con la Garganta de Navamediana a mitad del recorrido de esta, en la zona de “Las Hoyas”.

Al llegar a las aguas del arroyo Gargantón un pequeño relax y a continuar descendiendo paralelo a éste, que nos quedaría a partir de ese momento a la derecha.

No hay senda y todo es un pedregal;  hay que ir mirando para dar con los hitos (montoncitos de piedra) que nos vayan guiando en la bajada por el mejor recorrido... esto hace que la marcha se ralentice, pero al menos tenemos las cosas claras  e íbamos bien de tiempo, y la climatología por el momento nos iba acompañando...

...la antigua y  pequeña represa del arroyo Gargantón creada por un muro de bloques de piedra de un par de metros de ancho...

Llegamos a la antigua y  pequeña represa del arroyo Gargantón creada por un muro de bloques de piedra de un par de metros de ancho, hay que cruzarla y dejarla atrás para seguir descendiendo por el lado izquierdo, siguiendo los hitos que a veces parecen camuflados entre tanto canchal y piedra, con lo que cuesta dar con ellos, pero la dirección a seguir no tiene pérdida, hay que seguir el curso del arroyo  dejando a nuestra derecha algunos saltos de agua y unas pozas de agua cristalina que bien pareciera que nos estuvierean llamando para que nos adentremos en ella y pusiéramos los pies en remojo o nos diéramos un bañito… pero había que seguir hacia delante porque todavía quedaba mucho recorrido por el que no se avanza muy rápido precisamente.



En el último tramo del arroyo Gargantón antes de desembocar en la Garganta de Navamediana, éste hace un brusco giro hacia la derecha en pronunciada bajada, bordeando el “Risco Moreno” y en ese último tramo de bajada, la senda acaba desvaneciéndose entre un lecho de piornos, pero por suerte, la referencia de la Garganta de Navamediana, su cauce y el sendero flanqueado en ese punto por paredes de piedra y que remonta la garganta hasta llegar al refugio de Regajo Largo, la tenemos frente a nosotros.

Una vez que llegamos al sendero de la Garganta de Navamediana nos relajamos un poco, la parte de más desnivel y pedregal estaba superada, la parte más jodida para las rodillas o sea, la parte rompe-bisagras, estaba finiquitada, al tiempo que mirando hacia atrás, hacia las cabeceras de la garganta, vemos que el cielo se ha cubierto y las nubes invaden las cimas de las montañas… hacia abajo, en el recorrido que llevábamos, la garganta aparece despejada y bañada por el sol.

Durante toda la bajada la temperatura fue fluctuando… a veces daban ganas de ponerte en manga corta porque pasabas por un tramo de sol y no soplaba viento y otras veces comenzaba a soplar el aire frío y si además pasabas por una zona de umbría  tenías que  ponerte un forro polar o algo de más de protección.

Cuando enlazamos con la Garganta de Navamediana, lo hicimos en un tramo de senda con buena huella y aquello, después de la bajada que habíamos tenido nos pareció una autopista y si todo lo que quedaba fuera así no íbamos a tardar mucho en llegar a nuestro destino… pero lo bueno dura poco y de nuevo el descenso, aunque mucho menos pronunciado, garganta abajo, es con un firme muy irregular, continuando pendiente de los hitos, aunque en estre tramo también aparecen ya las señales del PR-AV-38.

Vamos paralelos al curso de agua de la garganta, que queda siempre a nuestra izquierda y a la que cada vez nos vamos acercando más, teniendo siempre presente el ronroneo del agua y los pequeños saltos, mientras de nuevo la vegetación se hace visible, cada vez más abundante, con zonas más frondosas.

En la última parte del recorrido de la garganta de Navamediana, la senda se encuentra bien definida, mientras  poco a poco nos vamos aproximando al cauce, al agua y a los pequeños saltos de ésta entre las rocas para abrirse paso por ellas.

A una media hora antes de llegar al refugio de Quemaculos, hacemos una parada para descansar un poco, particularmente el amigo Manolo que había tenido un resbalón y se había llevado un golpe, aunque afortunadamente todo quedó en un susto y tras los primeros 15-20 minutos que andaba bastante dolorido, después acabó la ruta con toda normalidad.

Durante el cuarto de hora que estuvimos descansando y tomando un pequeño piscolabis: frutos secos, chocolate, fruta…. veíamos como las nubes ya habían llegado a nuestra altura y continuaban garganta abajo, mientras en la cabecera de ésta y en las cimas, se veía una cortina de agua caer, aunque de momento no estábamos preocupados por la lluvia, la temperatura era agradable y ya habíamos pasado lo peor.

Nos ponemos en marcha de nuevo con el siguiente hito puesto en el refugio, aunque no haríamos parada en él como teníamos previsto puesto que decidimos parar antes de llegar a éĺ. En el recorrido, junto al cauce de la garganta, aparecen  abedules y álamos.

Cuando llegamos a la zona del refugio, dejamos a éste a la derecha y ni siquiera nos acercamos a curiosear a ver cómo estaba por dentro, así que seguimos hacia delante y a partir de ese punto ya cogemos una senda bien marcada y mucho más cerca del cauce del arroyo, aunque en un principio el firme de la senda es irregular después se vuelve muy cómoda y con poco desnivel, sobre todo a partir de la fuente de las Quebradas desde donde ya se avanza más rápido en un bonito y agradable recorrido, por una zona muy frondosa, de arboleda, donde por un lado aparece vegetación de ribera y por otro una zona boscosa de robles. Todo un lujo el recorrido desde el refugio de Quemaculos a Navamediana, aunque la verdad es que lo hicimos un poco rápido, acelerando el ritmo porque el cielo amenazaba lluvia y aún así no la pudimos esquivar, ya que a falta de un cuarto de hora para terminar y llegar al parking donde estaba el coche, comenzó a llover y tuvimos que echar manos de chubasqueros para no acabar empapados.
 
A partir de la fuente de las Quebradas el denivel es muy poco y la senda tiene buena huella, con lo que se puede andar cómodamente disfrutanto del entorno, del bosque de robles melojos o de la vegetación de ribea...
 
Al parking de Navamediana llegamos prácticamente a las dos en punto y con buen acierto la tarde del viernes habíamos dejado un coche aquí, con lo que nos ahorrábamos algo menos de 3 km del recorrido entre los dos parkings y más aún después de que como se puso el día, con lluvia y un descenso de la temperatura.

Ni siquiera pudimos cambiarnos, así que rápidos nos fuimos en busca del otro coche y directos hacia el Barco de Ávila, allí ya no llovía, así que nos cambiamos de ropa antes de tomar unas merecidas cervezas previas al chuletón que solemos comer cuando venimos a Gredos para poner el punto y final al fin de semana.
 
La recompensa tras el fin de semana bregando por la sierra...

Os dejo aquí un pase de fotos de este fin de semana, y si alguien tiene interés en ver la fotos a más resolución, puede hacerlo EN ESTE ENLACE


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