La conocida como ermita de San Jorge es un edificio extraurbano situado en la Dehesa de Los Segura-Mogollones, a unos 300 m. de la atalaya o torre medieval de Los Mogollones y a unos 12 km de Cáceres capital.
[Los textos que aparecen a continuación en relación a la descripción de la ermita de San Jorge, están extraidos de la publicación: "Informe histórico-artístico y descriptivo sobre el estado actual de la ermita de San Jorge (Dehesa de Las Seguras-Mogollones, Cáceres)", elaborado por José Julio García Arranz, profesor Titular del Dpto. de Arte y Ciencias del Territorio, Universidad de Extremadura].
El conjunto arquitectónico consta esencialmente de un amplio espacio diáfano de planta rectangular o nave principal (zona “A” en el croquis de la planta del edificio), que en el interior mide unos 9’10 m. de longitud por 5’50 m. de anchura; la altura interna alcanza, desde el nivel de suelo actual hasta la cubierta, los 4’10 m. Es una nave semisubterránea, de modo que sólo la mitad superior de la misma sobresale sobre el nivel superficial del terreno circundante.
Los muros laterales de la nave son de sillarejo en la mitad inferior, situada bajo el nivel del suelo y mampostería y ladrillo en el nivel más elevado, con refuerzo de sillares en esquinas, soportes, arcos y vanos, manteniendo aún el revestimiento de cal en diversas zonas altas y de la cubierta, donde la humedad no ha actuado con tanta intensidad. Sobre este espacio voltean cuatro grandes arcos diafragma de medio punto, de cantería granítica bien labrada, que sustentan una cubierta plana formada por grandes losas graníticas monolíticas que se extienden de arco a arco. Estos arcos arrancan directamente de los muros laterales de sillarejo (cuyas piedras irregulares, que presentan un tamaño decreciente conforme ascendemos, se instalan sobre la roca madre de pizarras, constituyendo la cimentación de toda la nave) en el que se embuten sus primeras dovelas. Esta estructura se refuerza lateralmente, en la parte del edificio que sobresale sobre el terreno, mediante anchos contrafuertes laterales de mampostería y sillares graníticos en el borde exterior, a modo de prolongaciones exteriores de los cuatro arcos indicados.
Sobre este espacio voltean cuatro grandes arcos diafragma de medio punto, de cantería granítica bien labrada, que sustentan una cubierta plana formada por grandes losas graníticas monolíticas que se extienden de arco a arco.
Esta nave permanece también abierta al exterior, en la actualidad, a través de los huecos existentes entre los contrafuertes en el nivel superior de la misma que sobresale sobre el terreno (quedan algunos restos de muros que posiblemente cerraban originalmente estas aberturas), a excepción de la crujía situada más al norte, cerrada hasta el techo con muros de mampostería que protegen la zona del coro alto, y sirven de soporte a sus pinturas murales.
En el extremo norte se eleva una especie de coro (zona “B” en el croquis de la planta del edificio), formado por dos arcos escarzanos de cantería que descansan sobre pilares pétreos de sección rectangular (en el momento de mi visita estaban anegados, con lo que no pude verlos), sustentando una decena de losas monolíticas, también de granito, que conforman el solado del coro superior. Los huecos intermedios entre las piezas de cantería se rellenan con ladrillo. En el extremo contrario, el sur, la nave se encuentra totalmente abierta al exterior, como si estuviera inconclusa, actuando como límite de la misma el cuarto arco fajón, que conforma una gran abertura que hoy constituye el único acceso posible a la parte inferior de este espacio. A pesar de que quedan restos del arranque de un muro en el lado izquierdo del actual frente del edificio, este arco parece constituir parte de la fachada original de esta construcción, que probablemente, dada su amplitud, permanecería abierta en esta zona (al menos, no quedan vestigios de cerramiento en esta parte del edificio).
Al coro alto se accedía originalmente desde tres puertas, dos de ellas (que daban al exterior en el extremo occidental y el muro norte) se encuentran semitapiadas en la actualidad, y convertidas en “ventanas”; el tercer acceso se abre en el extremo oriental, comunicando con una especie de nártex (atrio o distribuidor) de planta rectangular, al que a continuación nos referiremos.
En la cubierta de la nave, entre los dos arcos diafragma centrales, existe una abertura de forma rectangular, sobre la que se dispuso una pieza labrada monolítica, de granito, que aún permanece in situ, formada en un extremo por una pequeña pila rectangular que se prolonga por medio de un canalillo que llega justo hasta el arco diafragma exterior, donde, enrasando con la posible fachada meridional del edificio, adquiere la forma de caño de forma semicónica. Se trata de un elemento clave para poder interpretar correctamente la naturaleza de esta construcción: es evidente que esta pieza está vinculada a una probable función de extracción de agua de la nave descrita, y sería el elemento superviviente de un mecanismo –probablemente una pequeña noria– destinado a elevar el agua del depósito inferior, y trasladarla hasta el frente del edificio, donde sería vertida sobre los recipientes adecuados, probablemente transportados en carros. Por tanto, como ya apuntó Juan Rosco Madruga, nos encontramos, en esencia, ante un colector de agua, con posibles tomas del arroyo que discurre justo a su lado.
A este espacio o nave principal se adosan en el ángulo nororiental dos pequeñas estancias, a las que vamos a denominar “nártex” (zona “C” en el croquis de la planta del edificio) y “capilla” (zona “D” del mismo croquis). El nártex, habitación de planta rectangular que funciona a modo de distribuidor, permitiendo simultáneamente el acceso a la capilla y al coro alto de la nave; es una pequeña cámara de planta cuadrangular que en origen tenía una cubierta con bóveda de aristas (en marzo de 2021, tanto la bóveda como el lado norte, que tenía una pequeña ventana cuadrangular de perfil abocinado y el lado este del nártex, estaban ya completamente derruidos). Este nártex o distribuidor presenta tres puertas: una que estaría abierta al exterior (actualmente este lado como he comentado antes está completamente derruido) y otras dos que comunican con los dos lugares indicados (capilla y coro).
La capilla es otro espacio de planta cuadrangular, y de dimensiones aún más reducidas que el nártex, cubierta con cúpula semiesférica sobre pechinas que se manifiesta igualmente al exterior. El único acceso actualmente es el que comunica con el nártex. En la base del muro oeste de esta capilla se observa una especie de nicho horizontal de fábrica, actualmente vacío, que, a juzgar por su forma, disposición y la iconografía de su entorno inmediato, probablemente cobijó una pequeña imagen escultórica de un Cristo yacente. La fábrica de ambas estancias es de mampostería para los muros y ladrillo para las cubiertas, todo ello revestido con una capa de cal como soporte de las pinturas murales.
Además de esta singular arquitectura, uno de los aspectos más llamativos y valorables de este edificio son las pinturas murales que recubren los muros y cubiertas de algunos de los espacios descritos: la capilla, el nártex y el coro alto, aunque, a juzgar por los restos que persisten, también se decoraban con frescos las superficies frontales de los arcos diafragma, y la techumbre de losas de piedra de la nave principal.
La presencia de estas interesantes pinturas al fresco, de temática sacra, conservadas en algunos de sus muros y estancias y fechadas en el s. XVI, ha llevado a la consideración generalizada de que se trata de un edificio de carácter religioso, siendo la teoría más plausible que se tratara de una ermita de uso privado al servicio de los señores de la finca en la que se ubica (lo que explicaría la proximidad de la torre señorial), sin embargo, presenta diversos aspectos y detalles muy llamativos que entran en colisión con estas posibles funcionalidades religiosas, apuntando al menos en su origen a un uso diferente, aunque posteriormente el edificio fuera reconfigurado como lugar de culto, incorporándose las mencionadas pinturas murales.
El hecho de que se trate de una construcción semisubterránea, con aproximadamente la mitad del alzado de la nave o espacio principal del edificio situándose por debajo del nivel del suelo de su entorno inmediato, hace que resulte muy extraña para una construcción convencional de carácter religioso, exceptuando las criptas abiertas en el subsuelo de algunos templos cristianos. Por otro lado, su morfología y contexto apuntan a que que se trata más bien de una construcción vinculada a la gestión del agua, ya que tenemos a escasos metros del edificio el cauce de un arroyo estacional y en la esquina nororiental del edificio hay restos de una possible conducción de cantería que lo comunicaba con dicho cauce, además, en la cubierta de la nave, entre los dos arcos centrales, existe una abertura de forma rectangular sobre la que se dispuso una pieza labrada monolítica, de granito, que aún permanece allí, formada en un extremo por una pequeña pila rectangular, que se prolonga por medio de un canalillo que llega justo hasta el arco diafragma exterior, donde enrasando con la posible fachada meridional del edificio adquiere la forma de caño de forma semicónica, lo que nos lleva a pensar sobre el origen de este edificio, ya que estos restos parecen estar vinculados con la extraccion del agua del interior de la nave donde se recolectaría y con el mecanismo situado en su parte superior (quizás una pequeña noria) la trasladarían hasta el frente del edificio, donde sería vertida sobre los recipientes adecuados, probablemente transportados en carros. Por otro lado, la orientación del edificio: SW-NE, nada tiene que ver con la indicada para los santuarios cristianos.
Fotos tomadas en diferentes épocas, de ahí que unas se vea la ermita prácticamente anegada y en otras sin nada de agua.
De todo esto se puede sacar como conclusión que el edificio fue inicialmente concebido como colector o depósito de agua, que la captaría del arroyo próximo en momentos de afluencia, a través de una canalización de la que actualmente sólo quedarían visibles algunos sillares en el ángulo nororiental de la construcción, a los que se superpuso posteriormente el muro de mampostería del nártex, con lo que la canalización quedó interrumpida (y además, muy probablemente, desmontada en ese momento). El agua de este depósito se extraería desde la abertura en la cubierta superior a través un mecanismo tipo noria, y se conduciría por la pila-conducto que persiste sobre el techo hasta la fachada del edificio, donde sería vertida en los recipientes para su posterior transporte.
Tiempo después, se decidiría transformar este edificio de carácter funcional en otro de culto. Para ello se añaden dos nuevas estancias en el ángulo nororiental de la anterior construcción –el nártex y la capilla–, así como el coro que se eleva en el extremo norte de la nave, decorándose estos nuevos añadidos con los frescos pintados en todas su paredes, pasando a utilizarse o convertirse el edificio original y funcional, en una ermita o santuario al servicio de los señores del lugar, o del campesinado del entorno vinculado a este señorío.
La calidad constructiva de los añadidos para convertir el edifio original en ermita (como el nártex y la capilla) son manifiestamente inferiores a la del resto de la edificación (parecen haber sido levantados de manera precipitada, con materiales de acarreo), algo que queda patente en las grandes fracturas verticales que se abrieron en la zona de unión entre los muros añadidos y los contrafuertes de la fábrica inicial, que acabaron provocando el derrumbre del muro norte del nártex así como de la zona de entrada y la bóveda de éste.
Lo más seguro es que la construcción en origen de este edificio, como colector de agua, estuviera vinculada a la Torre de los Mogollones, posiblemene en las primeras décadas del XVI, y que el la torre fuera constrida por Diego García de Ulloa, “el Rico”, a finales del s. XV como dote del matrimonio de su hija Isabel Álvarez de Ulloa, ya que el blasón que timbra la puerta del torreón lleva las armas de los Ulloa, así que tanto la tipología de la torre como la del propio blasón corresponden con la cronología antes indicada de finales del gótico. Por otro lado, a mediados del del s.XVI (sabemos que en los frescos aparecía una inscripción atribuyendo las pinturas a Juan Ribera en 1565) que sería cuando se decidiría prescindir del servicio del edificio cercano como depósito de agua, transformándolo en un lugar de culto, adaptando para ello, en la medida de lo posible, su estructura y su decoración pictórica. La ubicación y características hacen pensar que el edificio no permitiría su mantenimiento como ermita o santuario durante mucho tiempo, pues las humedades afectarían sin duda al inmueble desde su transformación.
Por último, tenemos un tercer epígrafe que recorre la parte superior de toda la mitad izquierda del coro, a la que corresponden dos escenas que relatan lo sucedido a Abraham en Mambre. La leyenda correspondiente a Génesis (XVIII, 3-4): “Domine si inveni gratiam in oculis tuis, ne transeas servum/ tuum, sed afferam pauxillum aquae, et laventur pedes ves- tros/ et requiscite sub arbore... tres vidit et unum adorayit” (“Señor, si he hallado gracia a tus ojos no pases de largo junto a tu siervo. Que traigan un poco de agua y lavaos los pies y tendeos bajo el árbol (...) tres vio y uno adoró”).
En la primera de las escenas de esta mitad izquierda se nos ofrece la llegada de los tres caballeros a los que Abraham, rodillas en tierra y juntas las manos, parece haber reconocido como emisarios divinos y los adora. En la segunda escena nos ofrece la hospitalidad de Abraham hacia sus huéspedes a los que agasaja con comidas.
Escena que repreenta la Anunciación a María del nacimiento de Jesús donde resalta la belleza del Arcángel San Gabriel que de momento se conserva, todo lo contrario de la imagen de María, que quedría a la izquierda y que está muy deteriorada, casi desaparecida.
Escena de "Jesús en el huerto de los olivos". Aparece Jeśus recibiendo a un ángel que desde el cielo lo confortaba en su agonía, tal cual lo describe San Lucas en su evangelio. A la izquierda aparecen los tres apóstoles escogidos por Jesús para que le acopañasen en sus oraciones.
Imágines de las tres de las las cuatro pechinas que circundan la bóveda, decoradas por cuatro figuras que representan a los cuatro Padres de la Iglesia Latina.
Con respecto a Santiago, el pintor nos lo presenta ostentando el hábito de peregrino con una serie de atributos que lo caracteriza, como el bordón o bastón de peregrino en el que se apoya, la esclavina o vestidura de cuero que tiene sobre los hombros, así como los adornos que lleva sobre el turbante que le cubre la cabeza: venera o concha y espinas. La iconografía de los atributos que presenta como el turbante en la cabeza nos dan la clave de la representación; el turbante o gorro es propio de los que utilizan los pueblos orientales en los que Santiago desarrolló sus primeras actividades apostólicas; las espinas que lo adornan son símbolos de “sufrimiento, tribulación y pecado” y la concha simbolizaba a los que marchaban a Compostela. Es Santiago en su peregrinar de Oriente a Compostela.
Desde el punto de vista de la técnica el autor asume con facilidad la composición y el colorido, sin embargo carece de proporción y perspectiva adecuada para las figuras, tratándolas desde el punto de vista arcaico, próximo a la concepción de iconos en cuanto a figuras aisladas y con mayor sensibilidad en cuanto al ritmo y movimiento en las escenas bíblicas, no olvidándose del sentido dramático de algunas de ellas, como es el caso de «Cristo en el Huerto de los Olivos», «la Piedad» o la «Estigmatización de San Francisco».
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