Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

24 abr 2021

Entorno de la ermita de San José (Quintana de la Serena): Erodium mouretii y Pinturas rupestres.

Aprovechando la época en la que estamos, con tardes más largas y plantas en plena floración, me decidí por acercarme la otra tarde a los alrededores de la ermita de San José, situada en el cortijo y finca particular del mismo nombre, en el término de Quintana de la Serena, principalmente con la idea de fotografiar al Erodio o Geranio de roca (Erodium mouretii) y fotografiar el panel con las pinturas esquemáticas.

Dejé el coche a la entrada de la finca y tras pasar la cancela me dirigí al cortijo para hacer alguna foto desde fuera, de la ermita y sus alrededores, porque no la pude ver por dentro, estaba cerrada, pero como es finca privada antes de subir a los canchales cuarcíticos que se encuentran en sus traseras, intenté dar una vuelta por los alrededores por si veía a alguien de la finca y pedir permiso, no fuera que tuviera algún tipo de problemas después, aunque debe ser que están acostumbrados a que de vez en cuando venga alguien por aquí para ver las pinturas, o al erodio de roca o simplemente la ermita, porque no me pusieron ningún tipo de trabas.


Ermita de San José, dentro del cortijo del mismo nombre y dintel de la puerta de entrada en el que se puede leer: "Reinando Fernando VII a 1816".
 
Alrededores de la ermita.

Como he comentado antes, a unos 300 metros poco más o menos de la trasera de la ermita, se encuentra el canchal ("Canchos de Merenilla") donde se haya la covacha o cueva de San José, que en su parte superior, en el lateral oeste, es donde se encuentra el panel o lo que queda de él, con una agrupación de pinturas que son las que se encuentran en "mejor estado" porque en este mismo panel también se encuentra un desconchón en la roca que impide que podamos tener una visión completa de lo que en su día sería.


Al acercarme a este peñón rocoso ya se ve claramente la covacha, así que me dirijo hacia ella y nada más pisar la roca ya me encuentro entre sus grietas, ya sea por la parte inferior o por las paredes de las covacha lo que venía a buscar y fotograciar al Erodio de roca (Erodium mouretii) y además y como esperaba con una muy aceptable floración (parece ser que los meses de febrero a abril son los más óptimos, aunque según el amigo Agustin, en esta covacha el mejor mes para la floración es el de febrero), lo que supuso todo un subidón, así que en un primer momento estuve descubriéndolos y mirándolos para después pasar a hacer algunas fotos. Merodeo por todo el canchal, pero fuera de lo que es la covacha y su recinto no los veo, aunque en su interior como he comentado si deja ver bastante junto a excrementos de ganado, aunque la mayor parte no parece muy reciente y más bien pareciera una capa de compost esparcida por la roca... así que aparentemente solo los encuentro en un sitio muy reducido dentro de todo este peñón rocoso.


Este tipo de erodium solo se distribuye por Marruecos y por el suroeste de España (en la provincia de Badajoz en sitios como la Sierra de Hornachos, de Alange, de Utrera, de San Serván o de San Pedro, entre los 400 y 800 metros, así como en este reducido enclave del término de Quintana de la Serena y en la provincia de Huelva, en las estribaciones meridionales de Aracena. No fue descubierto hasta 1975 cuando Ladero, Valdés Bermejo y nuestro insigne Pérez Chiscano lo localizaron en las Sierras Centrales de Badajoz, ya que hasta aquel entonces se creía que solo era un endemismo de marruecos, encontrándose tan solo en algunos roquedos cuarcíticos de algunas de sus montañas [ver documento].



Este bonito "geranio de roca" está catalogado en el "Catálogo Regional de Especies Amenadas de Extremadura" como "Vulnerable" y la distribución que tiene, antes comentada, sigue siendo un misterio para botánicos que se han dedicado a su estudio, como sus propios descubridores. Entre las posibles teorías que se bajaran están la de que sus semillas fueran transportadas por alguna partida de ganado importado desde Marruecos y después comenzará su expansión, o la de que puediera haber sido transportada por algún tipo de ave, o la de que su presencia en el suroeste de España y noroeste de África proceda de cuando los dos continentes estaban conectados por tierra [estas teorías están recogidas en el blog de Alberto Gil Chamorro].
 

Por los alrededores lo que si me encuentro es con abundantes Dedaleras (¿Digitalus thapsi o purpúrea?) muchas de ellas ya floridas y otras en pleno proceso.

Dedalera (¿Digitalus thapsi o purpúrea?)

Lo siguiente sería acceder a la parte superior de la covacha para ver más de cerca el panel con las pinturas esquemáticas y para ello estuve un rato mirando si había alguna forma más cómoda de subir que no fuera directamente desde abajo. Al final vi una especie de grieta unos metros más a la derecha desde donde podría acceder al "piso" superior de una forma más fácil y desde éste, por el hueco en el lateral este de la covacha acceder a ésta, donde de nuevo me encuentro con más plantas de Erodium mouretii entre la roca, además de tener una bonita panorámica del entorno que rodea al cortijo y la ermita de San José, abajo, al fondo. En el lateral oeste es donde se encuentra el panel con las pinturas, al menos donde están mejor convervadas, por decir algo, porque algunas están muy "desgastadas-difuminadas".

Vista exterior del lateral este de la covacha, con la oquedad en su centro por la que se accede a su interior. 


Vistas desde el interior de la covacha de la oquedad situada en lateral este por la que accedí al interior.
 
Vistas panorámicas desde el interior de la covacha,en la parte central, abajo, las traseras del cortijo y ermita de San José, así como el entorno donde se encuentra.
 

Traseras del cortijo y ermita de San José, visto desde el interior de la cueva, con el zoom de la cámara.

Estas pinturas fueron divulgadas en 1950 por el médico de la localidad D. Juan Casco Arias, quien hizo un estudio de las mismas en la revista de Estudios Extremeños(1) de ese mismo año. En la siguiente imagen, a modo de calco, extraida del estudio que publicó, se puede ver como vió él las figuras:


Calco o  dibujo aproximado de las pinturas que hizo en su día su divulgador, Juan Cascos Arias. 


Imágnes del panel con las pinturas. Arriba la iagen sin tratar y abajo la imagen a la que se le ha pasado el filtro LDS de DStretch.

Más tarde, en los primeros 70, Mª Cleofé Rivero de la Higuera, en su publicación: “Nuevas Estaciones de Pinturas Rupestres Esquemáticas en Extremadura”, las describe más detalladamente incluyedo un calco más preciso, como se puede leer en el siguiente texto extraido de la publicación antes comentada:

"Los motivos se localizan en la pared izquierda, que mira al oeste. Son pocos y alineados. Los situados más a la izquierda del espectador están desconchados en época no muy antigua y arañados. Separado del conjunto principal hay un cérvido en la pared derecha. Estudiaremos sólo el panel principal. La descripción la hacemos de izquierda a derecha, asignando a cada figura un número (Fig. 14).


1. Figura extraña formada por una línea curva que se cierra en uno de los extremos y de la que parten otras dos rectas, perpendiculares a ella, una hacia arriba y otra hacia abajo. Otra línea curva se ha trazado debajo de la primera, pero sin llegar a juntarse. Trazo grueso, color rojo fuerte.

2. Figura formada por un trazo curvado que termina en tres patas en la parte inferior, en la superior curvado, del que sale otro pequeñito. En el medio aproximado de la línea vertical, hay dos circunferencias en cuyo centro la roca está corroída o alterada, el trazo es grueso, color rojo fuerte más desvaído en la parte superior.

3. Figura humana de brazos en asa y piernas separadas. Trazo grueso, color rojo fuerte.

4. Figura humana del tipo doble "Y". Trazo grueso y rojo desvaído.

5. Figura de difícil interpretación formada por un trazo recto vertical, del que salen tres patas en la parte inferior. Trazo grueso, rojo desvaído.

6. Figura humana de tipo en «T», situada por encima de las de brazos en asa. Trazo grueso, rojo pálido.

7. A izquierda de la anterior, figura humana masculina, acéfala, de brazos arqueados, tronco recto, piernas dobladas, con indicación del sexo. Trazo grueso,color rojo desvaído.

8. Figura formada por tres trazos curvados que se unen a modo de penacho de tres plumas. Es de difícil interpretación. Trazo fino, color rojo desvaído.

9. Debajo de la anterior, figura humana de tipo ancoriforme.

10. Más a la derecha, muy próximo al desconchón, tenemos un trazo curvo y otro inclinado que suponemos otra figura humana de tipo ancoriforme incompleta.

11. Sobre el penacho, dos barras y un punto
".

Imagen del panel a la que se le ha pasado el filtro  DStretch comparada con el calco realizado por Mª Cleofé Rivero de la Higuera en los años 70.

En cuanto a la interpretación de estas pinturas que hizo el propio D. Juan Cascos Arías y que aparece en al web "Cosas de Quintana de la Serena, Quintanej@s", comenta que: 

La figura (a) es incompleta actualmente por faltar un trozo de roca; con mucha probabilidad  puede afirmarse que es un distintivo de mando, aun cuando pudiera tratarse de un propulsor o boomeranq, instrumento empleado por el hombre primitivo de todas las épocas, como el que usan en la actualidad los indígenas australianos. Pudiera tratarse de un difunto, pero no es probable porque a los cadáveres los representaban en posición horizontal y en forma recta, acompañados por numeroso cortejo de espíritus revoloteantes en forma de mariposa, como aparecen en la caverna de Reboso del Chorrillo (Guadiana); lo más probable es que sea un báculo o bastón de mando, instrumento litúrgico o cetro prehistórico, siempre ligado a la autoridad.

La figura (b) es, sin duda, el jefe de la familia o tribu representada en la caverna, estando bien caracterizado por su cabellera de plumas, que simboliza autoridad, y es idéntico al que aparece en la “cava da Nossa Senhora da Esperanca (Portugal)”, cuyas pinturas son contemporáneas.     

Las figuras (c), (d) y (e) son miembros de la familia o tribu sin categoría, probablemente jóvenes de ambos sexos, y las figuras (f) y (g) son, con toda seguridad, dos mujeres porque en todas las pinturas de este período, aziliense, las mujeres aparecen pintadas con los brazos en jarra. Teniendo en cuenta que en los caracteres de la escritura china la palabra mujer aparece con un signo similar a estas figuras, el abate Breuil llegó a suponer la identidad de origen de estos habitantes primitivos con la raza amarilla, pero otros autores, como Pijoán, desechan esta relación.

La figura (h) es un animal doméstico, probablemente un perro totémico. En conjunto se trata de una danza o ceremonia religiosa; toda la familia o tribu está allí representada en actitud de movimiento, a la que sigue el animal protector o totem familiar.

Bien, esto es lo que él interpretó, viendo todo el panel como una escena única, como un todo, pero pudiera ser que no hubiera correspondencia cronológica entre todas las figuras, con la que esta interpretación quedaría en el aire, puesto que hay figuras cuyas pinturas están más difuminadas/desgastadas/desvaídas lo que podría significar una antiguedad mayor (ya que el paso del tiempo afectaría por igual a este pequeño panel y si unas están más desgastadas que otras podría significar que están pintadas en diferentes períodos), por no hablar del trazado más fino de las figuras a (correspondiente a la figura 8 en el calco  de Mª Cleofé Rivero) y b en el calco de Juan Cascos, con respecto al resto de figuras o que las que tienen el trazado más grueso y son más perceptibles visualmente, puedieran ser (como la figura del supuento 'índalo' o la que está más a la derecha, o sea, las figuras f y g o 2 y 3 de los respectivos calcos) figuras reutilizadas, en las que puede haber una superposición de antropomorfos, mucho más clara en la figura 3, puesto el círculo superior al que se une el trazado vertical curvado está mucho más desgastado, además que en la parte superior de este trazado vertical curvado, en las fotos con el filtro pasado se aprecian otros detalles como cuernos, o como una línea transversal a mitad del trazado, a modo de extremidades superiores; por otro lado, hay otros detalles que no confirman que pudiera tratarse como interpreta Juan Cascos de forma muy segura, que las figuras f y g se correspondan con mujeres.


En cualquier caso, tratándose de pinturas esquemáticas, de pinturas algunas muy desgastas y de que falta parte del panel, hace que sea complicado dar con una buena interpretación de lo que pudieran simbolizar.

De regreso al coche me encontré con la antigua estructura de un chozo, con ramas entrelazadas pero muy deteriorado; uno de los encagardos de la finca me comentó que ya no se utilizaba y que la madera se estaba pudriendo, una lástima ver este patrimonio etnográfico desaparecer, aunque hay algunos que aun se empeñan, por suerte, en conservarlo y así, unas semanas antes cuando estaba ayudando en colocar unas cajas nido para carracas (Coracias garrulus) con los compañeros de ANSER, pude ver otro chozo similar a éste, aún con cubierta vegetal, aunque estaba deteriorada, pero el dueño tenía la idea de rehacerlo y para ello había sembrado una pequeña parcela con centeno, que utilizaría para recubrirlo.

 

También pude entretenerme un rato con varias tarabillas (Saxicola rubicola) que vi por la zona, tanto machos como hembras y a una de éstas conseguí fotografiarla con la "merienda de la tarde" en la boca....

Hembra de Tarabilla (Saxicola rubicola) con la 'merienda' ...

Dejo un pequeño vídeo de las vistas que se tinen desde el interior de la covacha o cueva de San José.

 
 
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(1) CASCO ARIAS, Juan: "Descubrimiento de pinturas rupestres en la caverna de San José". Revista de Estudios Extremeños, Badajoz 1950, número 1-2, págs. 312.

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