Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

27 mar 2021

Senderismo Extremadura: Ruta de las Cuatro Cascadas en el Valle del Jerte (Valdastillas, Cáceres).

La ultima vez que estuve por el Jerte de senderismo, visitando algunas de sus cascadas, fue en unas Navidades de hace ya seis años, así que aprovechando que era la época del cerezo en flor me decidí pr ir allí de nuevo para hacer una ruta circular con inicio y fin en otro sitio conocido, Valdastillas.

La idea era realizar “ruta de las cuatro cascadas” con el fin de visitar algunas de las cascadas más archiconocidas del Jerte, aunando a la vez paisaje, senderos, bosques y por supuesto el espectáculo del cerezo en flor.

Tras dejar el coche en Valdastillas comienzo a caminar en torno a las 10:30 de la mañana, un poco más tarde de lo previsto, pero no había excesivas prisas porque la ruta no era muy larga, tampoco era exigente y el único problema que podía presentar era un par de tramitos cortos donde había que andar campo a través hasta empalmar de nuevo con el sendero, aunque si en esos puntos se lleva alguna aplicación para seguir el track no hay problemas, además de que conocía parte del recorrido por haber estado haciendo otras rutas por esta zona, aunque de esto ya hacía tiempo...

Paso por la pequeña plaza del pueblo y prácticamente casi desde allí sale la calle cuya prolongación es el camino que va hacia la piscina natural, si bien es cierto que los primeros metros hay que andar por asfalto, por la estrecha carretera que desemboca en la nacional que va hacia Navaconcejo aunque poco importa porque en estos primeros momentos uno está absorto contemplando el valle jalonado de cerezos en flor.

Es solo un pequeño tramo de asfalto porque justo cuando la carretera hace una curva muy pronunciada a la izquierda, hay que tomar el desvío a la derecha, ahora por camino de tierra, aunque antes de tomar el desvío, a un lado de la carretera me encuentro lo que creo es una orquídea, la Cephalantera longifolia, aunque me despista porque aún está sin abrir, estando además rodeada de campanillas azules o jacinto de los bosques (Hyacinthoides hispanica) que acabaría viendo en numerosas ocasiones durante el recorrido, por contra, la Cephalentera longifolia   fue la única que vi, mientras recordaba la primera vez que me encontré con esta orquídea, en la Sierra de Alor, en Olivenza, haciendo la bonita “Ruta de la Rosa de Alejandría”.

Cephalantera longifolia.
 
Jacinto de los bosques (Hyacinthoides hispanica

No tardo en llegar a la zona de la piscina natural y al área recreativa con mesas merendero, en lugar ideal para refrescarse en los tórridos días de verano rodeado de paisaje y naturaleza en plena Garganta Bonal.

Remontando la garganta, por sendas y bancales, hago un pequeño desvío por estrecha senda en ligero descenso, guiándome por el mugir del agua en una zona de pequeños saltos y cascada que hasta que no se llega a su altura no pueden verse por estar envueltos entre una frondosa vegetación y un bosque de galería.

Desciendo entre rocas un poco mas para obtener una mejor visión de la Chorrera Baja, un pequeño salto de agua que cae sobre una poza de aguas frías y transparentes cuyo rebose se precipita en otra cascada, de más altura pero que solo logro verla desde arriba, porque para llegar a su base y observarla desde abajo no me era accesible desde donde me encontraba.

Un bonito lugar donde veo perderse hacia bajo las agua de la Garganta Bonal entre el tupido bosque de galería que la envuelve. Desde este punto, en lugar de  volver por la senda por la que había bajado y continuar por la que traía para continuar remontando la garganta, decido seguir por la senda que va paralela al cauce de ésta, dentro de un paisaje de cuento, bucólico, tranquilo, acompañado por el ruido del agua que choca estrepitosamente contra las piedras, de los pequeños saltos de agua y del trino de los pájaros... pero esto dura un suspiro, porque pronto la senda se corta así que en lugar de retroceder, decido subir en línea recta, monte a través, hasta enlazar con la senda que debería haber cogido y por la que se sube más cómodamente.



Tras un duro e innecesario esfuerzo, entre jaras y retamas en flor, salvo un fuerte desnivel con el que llego de  nuevo a la senda original para unos metros más adelante girar a la derecha, dejando la garganta a mi espalda, al tiempo que la senda se transforma en camino amplio por el que se accede a un espacio más abierto, dejando el bosque y la garganta atrás.

En seguida llego a la carretera que une Piornal con Valdastillas, solo hay que andar unos metros por ella antes de coger el desvío a la izquierda para continuar por pista asfaltada unos 500 metros hasta llegar al parking de la cascada del Caozo, de nuevo en la Garganta de Bonal y el hecho de encontrarme con personal de protección civil me hace pensar en que debe haber mucho turismo por aquí,  sobre todo porque se puede llegar en coche, porque es sábado e inicio de la Semana Santa y por coincidir con el cerezo en flor, pero el cierre perimetral de las comunidades autónomas por culpa de la pandemia, con la que llevamos lidiando este último año, hace que no haya mucha gente, tan solo hay una pequeña cola en la parte alta, en el acceso a la plataforma desde la que todos quieren hacerse la típica foto, así que simplemente merodeo por los alrededores para ver la cascada desde diferentes  sitios y hacer algunas fotos sin necesidad de tener que esperar turno para la foto en la plataforma.

Cascada del Caozo.

Aunque la cascada lleva agua, se nota que por aquí también debe hacer tiempo que no llueve en condiciones porque no lleva el agua ni la fuerza que en otras ocasiones.

Justo en la zona donde se encuentra la plataforma de metal (no entiendo por qué tuvieron que montar este artilugio de hierro totalmente innecesario en pleno enclave natural), sale una senda a la derecha, envuelta entre un bosque de robles, en subida, con un fuerte desnivel en los primeros metros hasta llegar a una especie de mirador circular, desde donde o bien se puede seguir la senda paralela a la garganta para ver los pequeños saltos de agua que hay en la parte alta de la cascada del Caozo, o bien seguir con el recorrido previsto que lleva a un pequeño bancal con cerezos en flor rodeado de robles. 

Parte alta de la cascada del Caozo.

Es en este bancal, en esta pequeña explanada, donde la senda se desdibuja, por lo que hay que prestar atención y aun así me costó hacer algunos metros campo a través hasta enlazar de nuevo con una senda que se adentra en una zona boscosa,  con el suelo alfombrado de hojarasca lobulada y rodeada de frondosa vegetación, aunque como he comentado antes, se nota la falta de agua, no hay la humedad suficiente, el musgo que recubre las piedras no tiene mucha humedad, no muestra esa tonalidad verde intensa y lo mismo ocurre con la gran cantidad de narcisos pálidos (Narcissus triandrus subsp  pallidulus) que me encuentro a los lados de la senda, muy deteriorados, secos.


Un gustazo andar por esta senda que poco a poco se va estrechando más, ramificándose y sin señales indicativas de por donde seguir, aunque la garganta a la izquierda es una referencia.


Botón de oro, bugalla o ranúnculo de prado (Ranunculus repens), muy habitual encontrarlo durante  el recorrido.

El estrecho, entretenido, bucólico y relajante sendero acaba desembocando en una pista que en pocos metros sale al “Camino Real”, el camino que une Navaconcejo con Piornal, justo en el cruce donde se encuentra la cascada del Calderón, junto al antiguo, coqueto y pequeño puente de los Molinos, ahora en desuso, pero que  sigue en pie para el disfrute de todos los que pasan por allí o acuden para ver la cascada.

Puente de los Molinos, junto a la Cascada de Calderón.

En la zona de la cascada coincidieron un par de grupos, no muy numerosos, con sus guías respectivos, así que tocó esperar unos minutos a que se despejara la zona para poder sacar alguna foto y ver la cascada y alrededores más tranquilamente y tal y como he comentado antes con la del Caozo,  con menos agua y brío que la última vez que estuve por aquí, aunque también es verdad que era en pleno invierno.

Cascada de Calderón

Me pongo de nuevo en marcha, dejando una fuente a la izquierda del camino; transito ahora por zona conocida, continuando en ligera subida por el camino empedrado o Camino Real de Navaconcejo a Piornal cuyo recorrido completo ya hiciera en otra ocasión y al igual que en aquel entonces y como iba bien de tiempo, hago un pequeño desvío de ida y vuelta para ver la pequeña presa que se encuentra en la parte alta de la cascada de Calderón, antes de seguir por este bonito camino empedrado que cruza el bosque de robles.

En esta ocasión no iba a seguir el Camino Real por completo, así que en un brusco giro hacia la  izquierda que hace el camino empedrado para seguir subiendo hacia Piornal lo abandono, para seguir recto por camino de tierra, en una especie de falso llano, muy cómodo y agradable, por zona  más abierta que permite unas vistas más amplias. 

Antes de que este camino desemboque en la carretera tengo que dejarlo para seguir por una estrecha senda que sale a la derecha, marcada sólo por un hito de piedra al inicio, porque a los pocos metros desaparece como tal devorada por la vegetación, así que tengo que ir campo a través de nuevo, tirando de track en este corto tramo, aunque no tardo mucho en ver hitos formados por montoncitos de piedra junto a una senda algo más marcada, así que ya solo es cuestión de relajarse y seguir los hitos que conducen a la carretera Valdastillas-Piornal que hay que cruzar en perpendicular y que durante el descenso hasta Valdastillas, en su mayor parte por un bonito recorrido por senda, tendré que cruzar hasta en dos ocasiones más.

En uno de estos tramos de senda, en lugar de seguirla recto decido hacer un desvío para ver una bonita fuente-estanque perdida en el interior del bosque, sorprendiendo a un carbonero que ha perdido el miedo y se atreve a bajar de los árboles a la fuente para beber sin ningún temor hacia mi que estaba muy cerca de él.




Fuente en el robledal y en la foto de abajo un Carbonero (Parus major) accediendo a ella para beber.

Desde este punto, en lugar de retroceder para continuar por la senda que llevaba decido seguir por otra senda algo desdibujada que sale desde la propia fuente; por suerte, siguiéndola en línea recta acabo desembocando en la senda original que continúa bajando hasta llegar de nuevo a la carretera que de nuevo hay que cruzar para seguir bajando, siempre por senda, siempre bajo el manto protector del  bosque de robles.

Aunque no es muy buena toma, parece una "mariposa de los muros" (Pararge aegeria). 
 


Estas tres últimas fotos se corresponden con lo que creo que es la orquídea Orchis morio.
Estas últimas 4 fotos están tomadas en el tramo de descenso por senda, aún en la zona boscosa, antes de llegar a los bancales de cerezos.

En la última parte del recorrido a la vez que voy perdiendo altura progresivamente se va produciendo la transición de los bosques de robles a los típicos bancales del valle del Jerte, rodeado de cerezos en flor, así que aunque en el último tramo la senda se convierte en camino de tierra y éste en camino con firme de hormigón algo que siempre desluce el recorrido, lo cierto es que se hace ameno al estar rodeado de la belleza de los cerezos en flor, viendo entre sus ramas y flores, al fondo, algunos picos de la montaña aún cubiertos, espolvoreados con una débil capa de nieve.



 

La bajada finaliza al llegar a una carretea o pista asfaltada que cojo a la derecha y en cuestión de poco tiempo llego al parking de la cascada de Marta. Un camino sale a la izquierda de la carretera, está señalizado, llevando al merendero y a la cascada de Marta, pasando previamente por un antiguo lagar de aceite, “el lagar del Tío Alicio”, operativo ente 1900 y 1981 utilizando la fuerza del agua de la Garganta Marta; este lagar fue propiedad de un único dueño y en él trabajaban hasta cuatro personas, prensando la aceituna para obtener el aceite durante los meses de enero a marzo y pagando cada familia por los “pies” de aceituna prensados (siendo un “pie”el equivalente a 20 o 30 cestas de aceitunas). En sus alrededores se encuentran una serie de pequeños habitáculos o cubículos de piedra, llamados localmente “trojes” o “echiles”, los cuales eran utilizados por las familias para depositar allí su cosecha, siendo después llevada a la tolva en cestos de castaño.


El ayuntamiento de Valdastillas adquirió este lagar en 1992 para rehabilitarlo y recuperar su valor histórico y etnográfico.

Un poco más abajo del lagar, siguiendo el curso del agua, se llega a la cascada, oculta entre la arboleda y la vegetación, aunque han instalado una plataforma de hierro, similar a la de la cascada del Caozo, que hace que si bien no pueda verse todo el recorrido del salto de agua, si puede verse bajo ella el final de la cascada y la unión de varios tramos de agua bajo la plataforma, algo que para algunos da cierto grado de vértigo.

El entorno es ideal, con el agua corriendo, sombra, bosque de galería y hasta un bien acondicionado merendero, así que como iba siendo la hora, pasadas ya las tres y media de la tarde, aproveché allí mismo para comer, creo que un lugar inmejorable y con una magnífica temperatura.

Tras el descanso y la comida toca de nuevo ponerse en marcha para recorrer por asfalto el último kilómetro de la ruta hasta llegar a donde había dejado el coche, pasando por la pequeña ermita que es el primer edificio al entrar en el pueblo, precedido por un bonito mirador y por un roble milenario, al menos eso dice la leyenda del cartel situado junto a él, aunque no parece tener el porte de un roble tan vetusto.

Ruta muy entretenida, con mucho tramo de sendas, zona de bosques, cascadas, cerezos en flor y quizás el único PERO a poner es el tramo final por camino de hormigón al que hay que sumar  el último kilómetro y medio por asfalto.  

Dejo aquí un pequeño vídeo de las cuatro cascadas por las que pasa esta ruta:

 

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