Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

23 ago 2019

Parque Nacional Krkonoše (República Checa) - Sendero de la amistad checo-polaca.

El sendero de la amistad checo-polaca hace referencia a un sendero en las Montañas de los Gigantes (Krkonoše) en la frontera entre ambos países, en el que durante los años de la dictadura comunista existía cierta 'permisividad', y donde la gente que llegaba no necesitaba un pasaporte, con un carnet de identidad nacional era suficiente para poder moverse por este sendero”.

El recorrido que realizamos por el “sendero de la amistad checho-polaca” tuvo su punto de partida en el parking del  hotel “Spindlerova Bouda”, desde donde cogeríamos un sendero que se adentra en Polonia, pero situado en la misma frontera con Chequia, por el que llegaríamos hasta la cima del  Sněžka, una cima dividida entre los dos países, y que con sus 1.602 metros es el pico más alto de Chequia; con posterioridad nos dirigiríamos hacia el sur, dejando a nuestras espaldas Polonia y adentrándonos en Chequia antes de llegar al hotel de montaña “Luční bouda”; desde aquí, tras un breve tramo por zona de praderas, emprenderemos un largo descenso por sendero irregular que nos conducirá a las profundidades del valle, hasta llegar a  Špindlerův Mlýn.

Las predicciones meteorológicas se fueron cumpliendo... noche de lluvia y truenos. A las 7 de la mañana, al levantarme y mirar por la ventana de la habitación, veo las cimas del monte que rodean la zona donde se encuentra el hotel completamente cubiertas, mucha humedad en el ambiente y una tenue e incesante lluvia que  seguía cayendo... no era la mejor mañana para subir a la montaña,  y menos aún cuando no había previsión de que pudiera abrir a lo largo del día, así que arriba en la montaña, el tiempo podría estar más desagradable... ¡mal día de senderismo!... al menos eso es lo que se vaticinaba.

¡Al mal tiempo, buena cara!... y ya que estábamos donde estábamos, y a saber cuando volveríamos a estar por aquí otra vez, había que  intentarlo, aunque no se disfrute igual, así que tocaba desayunar fuerte, recoger la mochila y el chubasquero para entorno a las 9 de la mañana salir del hotel hacia la parada del bus de línea, a unos 300 metros, porque hoy no nos desplazaríamos en la furgoneta, sino que cogeríamos el bus local que nos llevaría al inicio de la ruta, en un recorrido de unos veinte minutos.

Mientras estuvimos esperando al bus, la lluvia nos regaló una pequeña tregua, sin embargo, durante el trayecto hasta el punto de inicio de la ruta, y a medida que íbamos ganando altura, a través de las ventanas veíamos como de nuevo el agua hacía acto de presencia.

El bus para en el parking junto a un hotel “Spindlerova Bouda”, que se encuentra prácticamente en la línea divisoria que separa Polonia de Chequia, aunque queda del lado checo. El hotel está en la montaña, solitario, no hay ningún pueblo a su alrededor pero si una estación de esquí al lado.

Justo bajar del bus y ya tenemos que colocarnos los chubasqueros, parapetándonos en la zona del parking. No era una lluvia fuerte, más bien leve, fina, de las que cuando te quieres dar cuenta ya estás empapado, pero a eso  había que sumar algo de viento y que  estábamos a unos 1.200 metros, así que lo mejor era ponerse en marcha cuanto antes y entrar en calor, algo que no tardó mucho en ocurrir, porque prácticamente abandonar el parking del hotel cogemos un camino-senda empedrado, en lado polaco de la frontera, en subida, con fuerte repecho inicial, con piedras mojadas y resbaladizas, así que lo mejor era ir por las zonas de tierra mientras fuera posible.

Al terminar la subida inicial, de apenas un kilómetro, el recorrido se suaviza bastante, caminando por la ladera de la montaña, intuyendo a nuestra izquierda unas vastas vistas, y digo intuyendo porque las nubes bajas, la niebla y la ligera llovizna hacen que apenas podamos intuir una gran valle con algunos lagos, mientras que a nuestra derecha las nubes tienen invadida toda la montaña (en el lado checo) hasta prácticamente la zona de sendero por el que transitamos.

Vistas parciales del extenso valle en Polonia, visto desde el sendero.

El firme en casi todo este primer tramo sigue siendo irregular, de piedra y tierras, con algún que otro charco que hay que salvar y teniendo cuidado de los resbalones.
Los compañeros Tximi y Eu, salvando algún que otro charco en medio del camino, rodeado de pinos enanos de montaña.

En la primera parte, se alternan tramos de arboleda, de pinos, con tramos de pastos y turberas, en un recorrido en el que tras salvar el repecho inicial, resulta sencillo, cómodo, nada exigente a nivel físico, aunque continúe en ligera subida.


Mi compañero Israel y yo nos adelantamos un poco al grupo, llevamos buen paso pero sin ser nada del otro mundo, y como tampoco apetecía mucho realizar paradas para contemplar las vistas, a parte de que éstas eran muy parciales y poco nítidas, nos plantamos pronto en el primer hito, después de unos cuatro kilómetros recorridos; se trataba de una alta formación rocosa junto a la que nos encontramos a otros senderistas, unos buscando protegerse del viento mientras hacen un descanso, otros haciendo algunas fotos. Un panel informativo de los varios que nos encontraremos en esta 'senda didáctica' por el tramo polaco, habla sobre esta curiosa formación... la lástima es no poder entender nada porque todos los paneles están en polaco.

Con los compañeros Israel y Tximi, junto a uno de los paneles informativos de esta 'senda didáctica' y a uno de los postes cargado de señalizaciones.

Este paraje o esta formación rocosa es conocida como “Sloneczinik” (creo que se puede traducir por “girasol”), se encuentra a 1.423 m.  “Sloneczinik” ha estado envuelto en leyendas durante mucho tiempo al ser visible desde muy lejos, y al asimilarse el perfil del pilar norte a una figura en pie, frente al  Valle de Jeleniogórska, por lo que se creía que era la silueta de un demonio que vigilaba el “Gran Lago o Gran Estanque” ('Wielki Staw' en polaco, es una laguna que se encuentra más adelante, siguiendo el sendero, y a bastantes metros por debajo de él). En tiempos menos lejanos, a “Sloneczinik” la llamaba Mittagstein y Poledni kámen, que significa “Piedra del Sur”, porque a los habitantes de Podgórzyn les servía como un reloj de sol que indica las 12 en punto. La composición de esta roca es de 'granito cristalino fino' y básicamente está formada por un bloque compacto del que se separa ligeramente una especie de 'pilar' en el lado norte (del que decían las leyendas que representaba la silueta de un diablo, como he comentado antes); en el lado oeste, en uno de los bloques de roca se puede ver un “caldero de meteorización de granito” de unos 20 cm de diámetro.

Formación rocosa conocidad como Sloneczinik ('girasol'), al fondo, lo que parece un pequeño lago bajo la niebla, es el embalse de Sosnowka.

Sloneczinik, visto desde otro ángulo.

Desde este paraje, mirando hacia el norte, hacia Polonia, lo poco que se adivina a ver por la climatología, es un gran valle en el que aparece bien visible el embalse de Sosnowka, entre las localidades de  Sosnowka y Podgórzyn que también se intuyen en la lejanía, al igual que otros pequeños pueblos. Se trata del valle de Jelenia Góra (literalmente "valle de la montaña de los ciervos"), situado en el lado norte de Silesia en la cordillera de los Sudetes Occidentales  (dentro de la que se encuentra también el Parque Nacional de Krkonoše, por el que tanto en el día de ayer como en el de hoy, estamos caminando), siendo su agradable paisaje el que en el s. XIX atrajo a la alta nobleza prusiana, que construyó magníficos palacios, mansiones y parques, convirtiéndolo en uno los lugares más importantes de Europa Central, estando incluidos en la actualidad, en la lista de monumentos históricos de Polonia.

Mirando hacia el sur, hacia Chequia, tenemos la ladera de la montaña cubierta de pinos enanos de montaña, un tipo de árbol que se adapta bien a estos entornos de climatología adversa, con mucha nieve y el azote del viento.

Como creemos que los compañeros vienen algo más retrasados, y viendo que desde allá arriba se divisa un poco más abajo, hacia el norte, un conjunto de tres formaciones rocosas separadas entre ellas y similar a la que tenemos al lado, sobresaliendo sus picos de entre una masa boscosa, y existiendo un sendero señalizado que llega hasta ellas, nos decidimos a bajar pensando que a medio camino habría algún mirador desde donde sacar una foto o al menos poder contemplarlas más de cerca.

Comenzamos a bajar por el sendero formado por lanchas de piedras mojadas y muy resbaladizas, tramos de pasarelas de madera y escalones, con los que se hacían más accesible los tramos delicados, pero conforme más bajábamos menos perspectiva teníamos del conjunto, menos visibilidad, porque nos íbamos adentrándonos en un bosque que nos impedía tener profundidad de campo, así que sólo había dos posibilidades, o regresar y que no hubiera servido de nada el tiempo invertido o continuar hacia delante y llegar hasta la zona de formaciones rocosas de “Pielgrzymy” ('Los Peregrinos') a 1.204 m. (o lo que es lo mismo, casi 200 metros de desnivel en aproximadamente 1,5 km, entre  “Sloneczinik” -el girasol-,  y “Pielgrzymy” -los Peregrinos-).

Al final nos decidimos a seguir bajando, ya que estábamos allí, pero nos dimos cuenta que estaba más lejos de lo que realmente pensábamos, y por mucho que se retrasaran nuestros compañeros, cuando regresáramos ya habrían seguido hacia delante, no iban a estar esperándonos media hora porque a nosotros se nos hubiera ocurrido la idea de bajar a ver estas formaciones rocosas de cerca, y más porque la climatología tampoco incentivaba a hacer paradas largas...

Una vez que llegamos a bajo, curioseamos durante un rato por los alrededores, donde también encontramos un par de paneles informativos y alguna familias haciendo fotos y al igual que nosotros disfrutando del entorno.


 “Pielgrzymy” ('Los Peregrinos').

Pielgrzymy” ('los peregrinos')  son una de las formaciones rocosas más grandes e interesantes que se pueden admirar en las Montañas de los Gigantes. Esta formación rocosa consta de tres grupos principales de rocas y varios grupos de rocas más pequeñas, su altura alcanza los 25 metros; en las rocas se pueden observar fenómenos geológicos y geomorfológicos, como los 'calderos de meteorización de granito' (en algún momento se llegó a pensar que eran cuencos de sacrificio utilizados durante los ritos paganos). A diferencia del “Sloneczinik” ('girasol') hecho de  granito cristalino fino,  “Pielgrzymy” ('los peregrinos') están hechos de  'granito pórfido'.


 “Pielgrzymy” ('Los Peregrinos').

No podíamos demorarnos mucho más tiempo, así que tocaba ahora subir para enlazar de nuevo con la senda que conducía al Sněžka. Unos 18 minutos de subida donde Israel me llevó a toda marcha, y en los últimos metros el corazón parecía que se me iba a salir por la boca... al menos entramos en calor y se nos quitó la sensación de frío, Arriba, en Sloneczinik, ya no había ni rastro de nuestros compañeros que seguro deberían ir al manos unos 20 minutos por delante, así que continuamos camino a buen ritmo.

En ocasiones, las nubes aferradas al gran valle que teníamos hacia el norte, a nuestra izquierda, parecían despegar del suelo y nos dejaba disfrutar de algunas panorámicas interesantes.
Panorámica hacia el norte, hacia Polonia (caminando por el sendero de la amistad en dirección hacia el Sněžka, a la izquierda). En el centro, lo que aparentemente parece un lago es el embalse de Sosnowka (entre las localidades polacas de Sosnowka y Podgórzyn).

Al llegar a la zona de un gran lago (“Wielkiego Stawu”), creo que es el mayor lago dentro de las Montañas de los Gigantes (Krkonoše), situado en el interior de una “caldera” post-glaciar, volvemos a encontrarnos con otro panel informativo que supongo habla de la formación geológica de esta zona  y del entorno en general.


 Vista parcial del gran lago (“Wielkiego Stawu”) [foto cedida por Fernando, compañero de viaje].

Las paredes empinadas de la “caldera” alcanzan más de 180 m. de altura y las avalanchas de nieve que caen limitan el crecimiento de los matorrales y del pino de montaña, es por esto, por lo que las paredes empinadas de las calderas glaciares son el hábitat de muchas especies de plantas herbáceas, que a menudo no crecen en otras partes de las Montañas de los Gigantes”.

Seguimos caminando y no tardamos mucho tiempo en volver a ver desde el borde del camino, situado mucho más abajo, otro lago glaciar, este más pequeño (“Malego Stawu“) y junto a una de sus orillas se encuentra un albergue-refugio de montaña, el “Samotnia" (este refugio está cargado de historia y tiene una protección especial, incluso está considerado por la ley polaca como un monumento arquitectónico).

La 'caldera del pequeño lago o estanque' (“Kociol Malego Stawu”) y junto a una de sus orillas se encuentra un albergue-refugio de montaña, el “Samotnia".

La 'caldera del pequeño lago o estanque' (“Kociol Malego Stawu”) es una de las seis calderas glaciares de las Montañas de los Gigantes en el lado polaco; alcanza un kilómetro de longitud, los 700 metros de ancho y hasta los 200 metros de altura.

En este punto hacemos una parada para contemplar aquel escenario... ¡que pena que las vistas no fueran completas y que la luz no fuera más cálida!, supongo que ver esto en invierno, completamente cubierto de nieve tiene que resultar gratificante.

Durante este tramo, y a pesar de la adversa climatología que tuvimos por la noche, y de la mañana tan poco agraciada para dar un paseo por el monte, nos estábamos encontrándonos con gente por el camino, y sobre todo a partir de este punto, desde la laguna grande (“Wielkiego Stawu”).

Seguimos caminando y no tardamos en adentrarnos en una especie de meseta, más llana, cubiertas de pastos y turberas, en una zona donde no hay protección contra el viento y en donde una ligera niebla hace acto de presencia, acompañándonos durante el recorrido.

Nuestros compañeros nos llaman por teléfono, nos dicen que están en una bifurcación, y que aunque hay muchas señales, la indicación hacia el Sněžka que habíamos estado viendo hasta ahora no aparecía, pero que teníamos que seguir hacia delante... pero la verdad es que daba igual que no estuviera la indicación explícita en un cartel, porque no había pérdida, simplemente había que seguir el itinerario marcado en rojo.

Les decimos que sigan hacia delante, que vamos bien y no hay ningún problema, y la verdad es que salvo un pequeño e innecesario desvío que cogimos, así fue, es más, el firme irregular, de tierras y piedras suelta, se transforma en un camino con un buen empedrado, que al llegar a la bifurcación desde donde nuestros compañeros nos llamaron se transforma en una calzada totalmente adoquinada por la que tranquilamente pueden circular dos vehículos, aunque creo que está prohibido llegar hasta arriba en vehículos privados.

Me resulta muy chocante ver que a escasos tres-cuatro kilómetros de llegar a los pies del Sněžka, (el pico más alto de estas Montañas de los Gigantes y también el más alto de Chequia, aunque de momento estemos en territorio polaco) y dentro de un parque nacional, encontremos tanta huella humana, parece un contrasentido; esto hace que la montaña sea muy accesible, que halla incluso hasta masificación y eso a pesar de que el día no acompañaba,  y si a esto le sumamos que por el lado checo incluso existe un teleférico que sube hasta la misma cima de la montaña, pues ¡apaga y vámonos!, porque en esta época y en un día con buen tiempo, esto debe parecer un parque de atracciones... en fin, un poco en la línea de lo que vimos en la primera parte del recorrido del nacimiento del río Elba.

Calzada totalmente adoquinada.

Llegamos a los pies del Sněžka, allí nos espera Daniela para decirnos que el resto de grupo ya ha comenzado a subir y que podemos elegir subir por el camino más corto y empinado para después bajar por otro con menos pendiente y algo más largo, o viceversa... en cualquier caso, tanto uno como otro pueden estar en torno a 1,5 km.

No perdemos más tiempo, dejamos el  hotel-restaurante polaco Dom Śląski Schronisko Górskie (hotel de montaña “Casa Silesia”) a la izquierda y continuamos por la amplia calzada adoquinada, hasta llegar al desvío. De frente sigue la calzada hasta la cima en recorrido, de forma más suave y recorrido un pelín más largo, mientras que a la derecha, se abandona la calzada y se prosigue por un camino mucho más empinado, en zig-zag, de piedra, con algunos escalones y bastante resbaladizo en el día de hoy, con tramos de cadenas para poder agarrase ante cualquier resbalón, y éste es el que elegimos Israel y yo para subir, y en mi caso al menos fue una buena elección, porque prefiero subirlo a tener que bajarlo...
Esta foto es de internet, pero la he cogido porque está libre de niebla, todo lo contrario que el día que nos tocó a nosotros, y en él se puede detallar, en amarillo el recorrido en subida y en rojo el recorrido a la bajada. A la izquierda el hotel "Casa Silesia" donde paramos a la bajada para tomar algo. 

Antes de llegar arriba ya nos encontramos con otros compañeros, Cristina y César, y juntos terminamos de subir lo poco que quedaba para llegar arriba, donde la visibilidad era casi nula por causa de una niebla que se fue tornado espesa y constante conforme fuimos ganando altura, así que nada de vistas panorámicas, ni del lado checo ni del lado polaco, nada, absolutamente nada... aunque no nos coge de sorpresa porque a la altura del hotel-refugio-restaurante Dom Śląski apenas se veía la cima. Arriba, como en penumbras y totalmente difuminado, se intuye el edificio más grande, en cuya planta baja hay también un bar-restaurante y tiendas de souvenirs; se trata de un edificio de tres plantas circulares pero no alineadas. En la cima existe también hay una iglesia y refugios-miradores, tanto en el lado checo como en el polaco, porque la cima está divida entre los dos países, siendo en Chequia la cima más alta con sus 1.602 metros... incluso hay una oficina de correos en lado checo, con el honor, por decir algo, de ser la oficina situada a más altura en el país, y como se puede intuir, es meramente a efectos turísticos, porque se puede enviar desde allí cualquier postal con sellos propios de allí, creo... lo dicho, turismo puro y duro en lo que llaman las Montañas de los Gigantes, en lo que es un Parque Nacional, demasiada presión y huella humana, poco de naturaleza salvaje, o de simplemente naturaleza pura y dura... y para colmo, lo mejor de lo que podíamos disfrutar, como serían  las fabulosas vistas que se podrían contemplar desde allí arriba, tanto hacia Polonia como hacia la Chequia, hoy la madre natura decidió negarnos el acceso, ni siquiera pudimos divisar entre la niebla la zona donde llega el teleférico desde el lado checo, tal era la espersura, así que de poco servía estar mucho más tiempo allí, fue subir por subir, por decir que hemos estado allá arriba, porque poco pudimos disfrutar y menos aún ver, aunque podíamos estar contentos y darnos con un canto en los dientes, porque hasta el momento y a pesar de la niebla, del viento que soplaba arriba y del frío que hacía, y de a ratos tener la presencia de una tenue y delicada lluvia, la verdad es que al menos, estábamos realizando el recorrido previsto y la climatología no era tan adversa como esperábamos.

 La espesa niebla en la cima del Sněžka...
 
Tocaba descender, ahora por el otro lado, por la ancha calzada adoquinada, aunque casi siempre íbamos por los márgenes para evitar resbalones son los adoquines mojados, y aun así, alguno que otro hubo.

En la bajada enlazamos también con Miguel y Natalia, así que todos juntos bajamos hasta el hotel-refugio-restaurante: Dom Śląski,  donde en su interior, ¡cualquiera estaba fuera con la ventolera, la niebla y el frío que hacía!, ya había tomado asiento el resto del grupo, pero el restaurante, a pesar de ser grande, estaba tan 'petao' de gente que tuvimos que dividirnos en distintas mesas e incluso a la hora de pedir tuvimos que esperar un rato a que no sirvieran.

El restaurante está en el lado polaco, así que los precios están en moneda polaca y para los nombres de los platos ya teníamos a Daniela para traducirlos, sobre todo los distintos tipos de sopas que había y que era lo que apetecía, un caldo calentito... A la hora de pagar no hubo problemas, nos convertían los precios a moneda checa y así podíamos pagar en coronas checas.

Dentro del restaurante el ambiente era acogedor, cálido y totalmente abarrotado; la gente se limita a pedir, comer o beber y se va, no se queda largo tiempo de tertulia ocupando la mesa después de comer, así que hay bastante tráfico de gente que entra por un lado y sale por otro...

Toca ponerse en marcha de nuevo, y al salir fuera el cambio de temperatura resulta muy brusco, no solo por la diferencia de temperatura sino por la sensación térmica.

Desde allí mismo sale un camino que llega hasta nuestro siguiente hito, otro hotel-refugio-complejo, el “Luční bouda”, pero ese camino creo que está cerrado, no sé muy bien cuál es el motivo, así que tenemos que deshacer parte el camino andado, unos dos kilómetros por la amplia calzada adoquinada, y después unos 300 metros por camino enlosado, hasta coger un desvío a la izquierda, para seguir por una  planicie de turberas y pastos; camino llano, cómodo y empedrado, por el que el grupo camina en un ambiente distendido, con la niebla que iba desapareciendo al perder altura y con la lluvia que de momento nos estaba respetando... Dejamos atrás Polonia y nos adentramos de nuevo en terreno checo.

Deshciendo parte el camino andado, unos dos kilómetros por la amplia calzada adoquinada.
[Foto cedida por los compañeros].

Junto a Miguel y Natalia, por un camino llano, cómodo y enlosado, que nos conduce al “Luční bouda”, con la niebla que iba desapareciendo, dejando atrás Polonia y adentrándonos en Chequia. [Foto cedida por los compañeros]

Llegamos al enorme hotel de montaña, el “Luční bouda”, que más bien parece un complejo turístico, porque además de hotel y restaurante, tiene también cervecería propia (cerveza Paroháč) y hasta spa de cerveza... Ver tanto hotel desperdigado por la montaña le resta encanto al entorno y más si éste en un parque nacional, al menos desde mi punto de vista... no es a esto a lo que estoy acostumbrado y francamente me resulta un poco decepcionante, por mucha historia que tenga... al final es lo de siempre: ¡poderoso caballero don dinero!.

Esto es solo una vista parcial del “Luční bouda”, porque es enorme...

En principio la idea era entrar por un lado del “Luční bouda”  y salir por otro para ver como era por dentro, al menos una parte de este enorme hotel de montaña, incluido la zona del restaurante, pero al final decidimos hacer una parada para tomar algo, así que además de una cerveza Paroháč,  que es la que hacen allí (porque por tener tienen hasta su propia cervecería), aproveché por la hora que era, para tomar un café y un postre de tarta de manzana con helado que estaba espectacular...

Junto a la puerta de salida, por el lado contrario por el habíamos entrado, había un pequeño recinto de madera donde se encontraba un enorme San Bernardo... allí andaba supertranquilo, acostumbrado al ajetreo de personas que entran y salen, y la verdad es que al verlo con esa cara de bonachón daban ganas de saltar la valla y darle un achuchón, de abrazarlo como si fuera un peluche...

Seguimos hacia delante, aún nos quedaban unos 8 km, en un tramo llano, caminando por una zona de enormes prados, supongo propicios para el ganado.

Desde que dejamos el hotel el camino ya es de tierra, nada de empedrado; a la izquierda dejamos las ruinas de una antigua cabaña que creo se incendió y una fuente.

Fuente junto al camino.

Llegamos a un desvío, creo que a la derecha va hacia algún mirador, no estoy seguro, pero nosotros tenemos que seguir rectos, momento a partir del cual comienza una larga y pronunciada bajada por un valle profundo y boscoso, similar al del recorrido del tramo final en la ruta del nacimiento del Elba, y al igual que en ésta, este descenso hacia el fondo del valle, por camino que se convierte en sendero irregular, aunque con algunos tramos de escalones de metal y algunas pasarelas en los tramos más accidentados, constituye lo mejor de toda la ruta, la zona en que nos internamos realmente en la naturaleza, sin tanta huella humana, sin tanta calzada adoquinada, hoteles-restaurantes, teleféricos, etc, etc..

Iniciando el descenso al valle.

Todas las cimas de las montañas que rodean el valle están cubiertas y las nubes se iban tornando por momento más oscuras y amenazantes. Hasta ese momento la climatología nos había respetado, porque la verdad es que yo al menos creía que el tiempo iba a estar mucho peor, pero a parte de algunos momentos de leve y fina lluvia, o de la niebla, el viento y el frío en la cima del Sněžka, pudimos hacer la ruta con normalidad, y desde que salimos del hotel hasta llegar a este descenso final por el valle hacia Špindlerův Mlýn, fue un cómodo, corto  y tranquilo paseo donde ni por asomo esperábamos que el cielo se iba a rajar a lo bestia y sin avisar...

Inicio del sendero irregular de bajada hacia las profundidades del valle boscoso, antes de que arreciara la lluvia. [Foto cedida por los compañeros]
Las cimas de las montañas que rodean el valle están cubiertas y las nubes se iban tornando por momento más oscuras y amenazantes...

Las nubes van cubriéndolo todo y no tardaría mucho en aparecer la lluvia.
A Israel y a mí no se nos daba mal la bajada pronunciada por esta senda irregular, y si a eso le sumamos que los compañeros iban bajando con más precauciones, pues hizo que no tardáramos mucho en ponernos por delante, y más aún cuando comenzó a llover.

El compañero Israel en un tramo de senda empedrada.

La lluvia inicialmente moderada pronto  se convirtió en torrencial, los caminos y sendas se transformaron en improvisados arroyos y los finos chubasqueros no servían de mucho, el agua calaba pantalones, zapatillas, e incluso parecía traspasar el chubasquero.

El grupo bajando con precaución por lo resbaladizo de las piedras. [Foto cedida por los compañeros]

Completamente empapados, lo mejor era seguir hacia delante a buen ritmo y parar lo menos posible para evitar enfriarnos.
El grupo bajando por los márgenes de tierra de la senda enlosada para evitar los resbalones por la piedra mojada y lisa.

Antes de llegar a unas primeras casas aisladas de la localidad de Svatý Petr, ya habíamos dejado el camino de tierra para proseguir por una pista asfaltada por la que abandonamos el valle y el bosque para adentrarnos en zona urbana, aunque aún nos quedaría seguir casi dos kilómetros por pista asfaltada que transita por zona de bosque o parques arbolados, que separan a esta localidad del centro de Špindlerův Mlýn, aunque bien es cierto que al llegar a Svatý Petr nos surgen las dudas sobre por dónde continuar, pero por suerte apareció un chico practicando deporte con un carrito en el que llevaba a su hijo, y muy amablemente se ofreció a acompañarnos hasta el centro de Špindlerův Mlýn, justo en el punto donde el día anterior nos recogió la furgoneta para llevarnos al hotel.

Al despedirnos del chaval que nos había guiado, nos llaman por teléfono los compañeros, para decirnos que la furgoneta nos recogería en esta localidad en el mismo sitio de ayer, o sea, donde estábamos, aunque realmente no sabía si en la ruta de hoy estaba esto previsto o la idea era ir también caminando desde Špindlerův Mlýn a Labska.

Teníamos dos opciones, o esperar al resto del compañeros para ir a Labska en furgonteta, aproximadamente dos kilómetros, o continuar caminando.

Sabíamos que se podía ir por camino o sendero, pero no sabíamos donde teníamos que cogerlo. Al preguntar entendemos que nos dicen que a la salida del pueblo, junto al río, hay una especie de carril bici, o vía verde o algo por el estilo que conduce a Labska, pero nosotros no encontramos nada, así que seguimos por carretera, al igual que un grupo de chavales que iba por delante de nosotros.

A unos 500 metros antes de llegar a Labska y coger el desvío hacia el hotel, vemos pasar la furgoneta con el resto de compañeros, al tiempo que a nuestra izquierda, en la otra orilla del río, vemos una especie de carril de tierra por el que van algunas bicis, y supongo que a ese camino es al que se referían cuando preguntamos, pero no supimos dar con él. El camino cruza el río, o mejor dicho la presa del Elba, y sale justo al desvío donde teníamos el hotel, ¡lástima no haber conseguido dar con él y ahorrarnos estos dos kilómetros de carretera insulsa!.

Una vez en el hotel toca ducha caliente y relajante, después un poco de tertulia previa a la cena, a las 8 de la tarde, coincidiendo con un un grupo de españoles, un bus entero, una asociación de montaña de Vitoria que concretamente hoy venían desde Alemania, y nos comentan que llevan casi 12 horas de bus ¡vaya paliza! y que se quedarán aquí tres o cuatro días para hacer unas tres rutas de senderismo-montaña.

Tras la cena, sobre las nueve, no nos apetece irnos a la cama, así que al igual que las dos noches anteriores nos salimos a la terraza del hotel, donde por supuesto éramos los únicos, dando cuenta de unos chupitos de licor, del Becherovka, gracias a la botella que había comprado uno de los del grupo, en lugar de pedirlos en el bar del hotel que además cerraban pronto.

Sobre las once u once y media toca irse a la cama después de una ruta larga que acabó en lluvia torrencial, precisamente en la parte más bonita y entretenida de la ruta, para mi gusto, y en la que por desgracia pudimos disfrutar poco de las panorámicas que nos ofrecía... pero al menos, hemos podido realizar la ruta completa, que después de la noche de agua y truenos, y viendo como amaneció, no parecía empresa sencilla.

Todas las fotos están realizadas con el teléfono móvil y podéis ver algunas de las que aparecen en esta entrada, a más resolución en ESTE ENLACE.

El track de la ruta que realizamos, incluido el desvío a las formaciones rocosas de “Pielgrzymy” y el desvío que hicimos por dos veces para ir a 'Luční bouda', más los 2 km entre Špindlerův Mlýn y el hotel donde nos alojábamos en Labska, en ESTE ENLACE.

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