Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

22 ago 2019

Parque Nacional Krkonoše (República Checa) - Senderismo por el nacimiento del río Elba.

"El Parque Nacional de las montañas de Krkonoše (abreciado KRNAP) es una de las zonas naturales más valiosas de Europa Central, dentro de las las montañas más altas de la República Checa (entre las regiones de Liberec y Hradec Králové), representando un mosaico único de ecosistemas que se han conservado aquí como recuerdo de su lejano pasado glacial. Un bonito paisaje con altas laderas de montañas, crestas planas, prados alpinos con flores multicolores y grandes tremedales donde reina la montaña checa más alta, Sněžka o 'Montaña Nevada' (1.602m). Debido a su carácter único, la sierra más septentrional de Europa Central fue declarada parque nacional en 1963, limitando a su vez, con el parque nacional Krkonoše de la vecina Polonia, siendo  incluido en 1992 por la UNESCO en la lista de reservas de la biosfera.

Los montes Karkonosze se encuentran en la división de la vertiente hidrográfica europea, separando las vertientes del mar Báltico y del mar del Norte". [Texto extraído de la web de turismo de la Repúlica Checa]

Situación del P.N. Krkonoše, en la República Checa.

Dentro de los dos días de marcha senderista que teníamos previsto en el Parque Nacional Krkonoše, en las Montañas de los Gigantes, el primero de ellos y al que me refiero en esta entrada del blog fue un recorrido circular con incio y fin en Špindlerův Mlýn, buscando el nacimiento del río Elba.

El río Elba (Labe, en checo), es uno de los principales ríos de la Europa central y el segundo más largo de los que desembocan en el mar del Norte, tras el Rin. Nace en el norte de la República Checa, a 1.386 m de altitud, en la vertiente meridional de los Montañas de los Gigantes, y tras discurrir primero en dirección sureste y virar al noroeste, desemboca cerca de Hamburgo en el mar del Norte.

El itinerario de esta ruta senderista circular, de unos 16 km de longitud, de dificutad baja y cuyo track podéis consultar en este enlace,  es el siguiente: desde Špindlerův Mlýn al pico Medvědín (1.235 m.) en telesilla, y después hacia el Mirador Šmídova (Šmídova vyhlídka) - Vrbatova bouda - Búnker - Cascada del Pancava (Pančavský vodopád) - Hotel 'Labská bouda' - Nacimiento del río Elba (Pramen Labe) - Hotel 'Labská bouda' - Cascada del Elba (Labský vodopád) – Valle glaciar del  Elba - Špindlerův Mlýn.

El inicio de la ruta está en la localidad de Špindlerův Mlýn, o más bien “Complejo turístico de montaña” (no recuerdo donde lo leí, pero creo recordar que  tenía una capacidad de alojamiento de hasta 10.000 camas) orientado principalmente a los deportes de invierno, aunque ahora en verano también tiene su vida propia con actividades relacionadas con la montaña, como el senderismo, que es la que nosotros íbamos a realizar en los dos días de caminatas que íbamos a tener en este parque nacional.

Špindlerův Mlýn es una de las estaciones de esquí más visitadas en la República Checa, y cuenta con 20 pistas, la que más de todos los centros turísticos del país.

Nos hospedamos en Labska, a unos dos kilómetros de  Špindlerův Mlýn, recorrido que hicimos en la misma furgoneta con la que nos estuvimos moviéndonos por el norte de Chequia. En Labska se encuentra la primera presa del río Elba, que se llama igual que el río: la presa Elba.

Vista parcial del Hotel 'Clarion', en Labska, donde nos alojamos durante tres días.

En  Špindlerův Mlýn nos dirigimos a la zona donde se coge el telesilla que nos llevará al pico Medvědín (1235 m.), así que al hacer este tramo inicial en telesilla nos ahorramos subir un fuerte desnivel por lo que en invierno son pistas de esquí, y esto hace que el recorrido de unos 16 km aproximadamente sea fácil, sin apenas exigencia física, siendo la segunda mitad de la ruta, desde la cascada del Elba (Labský vodopád) hasta volver al punto inicial de la ruta, totalmente en descenso.

En Medvědín toca reagruparnos después de subir a intervalos en el telesilla, para seguidamente emprender la marcha por camino-sendero muy cómodo, con más arbustos que arboleda en sí, por tramos de tierra y pasarelas de madera, donde a los lados del camino encontramos bastantes arándanos, en una mañana gris, en la que en alguna que otra ocasión tuvimos que echar mano de los chubasqueros, aunque al final todo quedaba en unas gotas, en un amago de lluvia, en un quiero pero no puedo, aunque conforme iba avanzando la mañana el día fue abriendo, salió el sol y pudimos disfrutar de un buen día de montaña durante el resto del día.

A penas un kilómetro de caminata y giramos a la derecha para subir un repecho fuerte en el que empezamos a entrar en calor, en una zona más arbolada, llegando a una pequeña explanada. Desde este punto, el camino sigue hacia la izquierda, aunque nosotros giramos unos metros a la derecha para visitar el mirador de Šmídova (Šmídova vyhlídka), donde hay un panel informativo y una escultura en madera de un oso con los que parte del grupo se hacen la tipica foto... el mirador en sí, a parte de tener vistas amplias, no me seduce nada, no me impresiona ni me dice mucho, así que retrocedemos y continuamos el camino cómodo y sin dificultad.

A penas un corto y cómodo trayecto de 500 metros y salimos a una carretera por donde continuamos en subida sin excesiva pendiente; por delante de nosotros vemos varios grupos y me estaba dando  la impresión de que esto iba a tornarse en romería.

 Natalia y César en el tramo de cómodo camino antes de llegar a la carretera (foto cedida por los compañeros).

El tramo de carretera me parece insulso, con zonas de niebla que impiden tener una buena panorámica, al tiempo que comienzan a caer un chirimiri, o quizás es más bien es la humedad de la propia niebla que envuelve la parte más alta de las montañas, haciendo que la temperatura baje bastante con respecto a la de Špindlerův Mlýn, no sólo por la niebla sino también por la altura, ya que pasamos de los 750m aproximadamente, a algo más de 1200m cuando cogemos la carretera, aunque el desnivel fuerte lo salvamos con el telesilla.

Lo único interesante de este tramo de asfalto, porque la niebla como he dicho impedía tener algunas panorámicas con las que nos fuéramos entreteniendo, es que en algunos tramos a la izquierda de la carretera, Miguel me hace indicaciones para que me fije en zonas donde nacen numerosas aconites azules ("Aconitum napellus", el acónito común, anapelo azul o matalobos de flor azul), junto a la carretera; se trata de una planta que crece en Europa en zona de montañas, pero lo interesante es que es una de las plantas más venenosas, incluso montarles para el ser humano, y en las que todas sus partes son peligrosas, incluso las semillas, siendo la raíz donde hay mayor concentración de aconitina, pero es peligrosa incluso por simple contacto con ella, así que nos resulta interesante ver tanta concentración, tan a mano, junto a la carretera, y al parecer pasando desapercibidas a tanto personal que transita por aquí, al menos por lo que vemos, porque nadie parece pararse a curisosear, y eso que es bastante llamativa, con flores grandes, azules y en forma de 'casco de romano'. Desde aquí y hasta llegar al hotel-restaurante “Labská bouda”, volveríamos a encontrarla en diferentes sitios, casi siempre junto al camino, al igual que otras flores azules, en forma de campana, también muy numerosas y vistosas, como el caso de las "Gentianas" ("Gentiana asclepiadea") o las "Campanas checas" (Campanula bohemica).

Después de un tramo en cómoda subida por asfalto, de 1,5 km aproximadamente, aunque insulsa y algo aburrida para mi gusto, por fin abandonamos la carretera, justo a la altura de una construcción, el hotel “Vrbatova bouda” a 1.395 m.

Durante el tramo de asfalto, además de ver varios grupos por delante de nosotros, alguno de ellos bastante numeroso, vemos también pasar algún que otro bus hacia arriba, y no se trata de ningún bus de línea, sino que sus pasajeros también van al Nacimiento del Elba, que es la atracción principal, y a sus alrededores, dejándolos al final de la carretera,  con lo que en un cómodo paseo de menos de cuatro kilómetros llegarán a la zona del nacimiento, y después de echar la mañana por los alrededores y tomar algo en el “Labská bouda”, cercano al nacimiento, harán el camino de regreso, así que me estaba imaginando que íbamos a encontrarnos con mucha gente por aquella zona, y más si también hay un restaurante... a esto había que añadir que hasta ese momento el recorrido no me estaba motivando mucho, con lo que me sentía un poco decepcionado ante las expectativas que tenía... un paisaje demasiado humanizado hasta ahora: telesillas, carretera y pistas asfaltadas que te llevan hacia arriba, hoteles-refugios y restaurantes en plena montaña....

Al dejar el asfalto nos encontramos una señalización sobre el tronco de un árbol seco, en forma de horca, no sería el único soporte para señalizaciones con esta forma que veríamos durante el recorrido. En ese momento no me fijé, fue el amigo Miguel quién de nuevo me llamó la atención para que me fijara en un cartel cuadrado de fondo amarillo y con una silueta negra como de gallo o gallina, con texto en inglés y en checo; más o menos era un cartel informativo en el que hacía hincapié en que nos mantuviéramos siempre en el sendero y no hiciéramos ruido con el fin de intentar preservar el hábitat del “Gallo Lira” (Tetrao tetrix) que se encuentra en esta zona en un acuciane declive, un ave galliforme que ya no tenemos en España, aunque sí y casi extinguiéndose también, tenemos a un pariente suyo, como es el “Urogallo” (Tetrao urogallus). Este cartel lo vimos en varias ocasiones en los dos recorridos senderistas que hicimos por las Montañas de los Gigantes (P.N. de  Krkonoše), pero no tuvimos la suerte de poder verlo, aunque tampoco es de extrañar, con el ajetreo de gente que hay por esta zona en concreto y los poquitos que van quedando... demasiado turismo en esta época del año, y en invierno con la nieve, supongo que más todavía... demasiada carga de turismo para que el animalito se sienta a gusto, por no hablar de otros factores medioambentales provocados también por el ser humano...

Señalización con árbol seco en forma de horca y diversos carteles indicando las direcciones a  o al hotel-restaurante “Labská bouda” por pista asfaltada y camino o hacia el mirador de Pančavský vodopád (Cascada del Pančava), además del carte del 'Gallo Lira".

El 'Gallo lira' (Tetrao tetris) todavía existía en la mayor parte del territorio de la República Checa alrededor de 1950, sin embargo, en los últimos 40 años su población ha caído un 80%, y desde el 2001 donde se contabilizaron 135 al último censo del 2017 donde se contabilizaron 74, hay una bajada de casi la mitad, por lo que si se mantiene esta tendencia no es de estrañar que el urogallo negro desaparezca de las Montañas Gigantes en algún momento entre 2030 y 2040, siendo hoy en día una de las especies más amenazadas de este país [la fuente de estos datos podéis consultala AQUÍ]

Una vez dejado atrás el tramo de asfalto nos adentramos por un camino en el que a nuestra derecha podemos contemplar unas estupendas panorámicas, con valles profundos e inmensos y frondosos bosques que comienzan en las laderas de las montañas, de forma más aclarada puesto que muchos árboles han tenido que ser talados por enfermedad, dejando sus troncos allí mismo, algo que me resulta raro. Conforme el bosque se adentra más en las profundidades del valle se va haciendo más espeso y tupido; al fondo, cuando la niebla deja de jugar caprichosamente con nosotros, abre una ventana en la que vemos montañas más altas, incluyendo muy al fondo, sobre la línea del horizone, la cima del Sněžka, que con sus 1.602 m. no es no sólo el punto más alto de las Montañas de los Gigantes y de toda la cordillera de los Sudetes, sino que es la cima más alta de la República Checa y uno de nuestros hitos en la ruta senderista prevista para mañana.

Sin duda, este pequeño tramo de camino, hasta el hotel-restaurante “Labská bouda”, de escasos 3 km de recorrido, hace levantar el ánimo, porque la verdad es que hasta ese punto el recorrido me estaba decepcionando bastante, pero aquí es como si uno volviera a encontrarse con la naturaleza, admirando las montañas de poca altura, los bosques y los valles profundos y alargados, pasando por algunos hitos curiosos como algunos miradores en los que es obligatorio realizar una parada para contemplar estas bonitas panorámicas en las que podemos quedarnos ensimismados por largo tiempo, además de poder ver gran parte de lo que nos quedaba por recorrer, la bajada por el valle del Elba camino hacia Špindlerův Mlýn,  acompañando al río en su descenso desde su nacimiento.

Uno de estos miradores es el de Pančavský vodopád (Cascada del Pančava), una pequeña plataforma en donde a la derecha tenemos un paupérrimo caudal de agua, al menos en esta época veraniega, y más aún metidos ya en la segunda quincena de agosto, adentrándose por multitud de bloques cuadrados de roca granítica entre los que parece perderse... bloques que bien parecieran estar cortados con escuadra y cartabón, de diferentes alturas, acabando en un cortado; lo que vemos sólo es la parte superior de la cascada, formada con las aguas del arroyo Pančava (afluente del Elba por su lado derecho) porque tiene 148 metros de caída, pasando desde una altitud de 1.298 m. a 1.150 m. (se puede ver la cascada de forma completa al inicio del descenso por el valle). Está situada en la ladera oriental de la cabecera del valle glaciar del Elba, en las crestas del P.N. de Krkonoše, y dentro de Chequia goza con el honor de ser a la que mayor altura se encuentra.

Parte superor de Pančavský vodopád (Cascada del Pančava), donde a penas se puede apreciar un hilo de agua, nada que ver con el estado de esta catarata en su auge, en época de deshilo. A la izquieda y al fondo, vista parcial del valle glaciar del Elba.

En condiciones de agua abundante (nada que ver con la fecha en la que estuvimos en este parque nacional), que suele ser en época primaveral coincidiendo con el deshielo, se pueden ver varios brazos de agua que caen hasta en cuatro etapas o fases (cuyas alturas son de: 36, 39, 23 y 20 m. respectivamente, y con un ancho máximo que puede llegar a los 20 m, pero lo normal es que oscile entre los 4 y 8 metros de ancho), aunque no acaban cayendo en un pozo, sino que sigue fluyendo por los pedregales hasta llegar más adelante a desembocar en el Elba. Este lugar fue un enclave muy popular a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, pero hoy en día su acceso está restringido por motivos de conservación, ya que se encuentran en la primera zona de reserva de las Montañas de los Gigantes, al  igual que ocurre con la zona original donde nace el principal manantial que da vida al río Elba (haciendo clic en este enlace, podéis ver una foto de la parte superior de esta cascada con algo más de agua que en la época veraniega).

Desde la plataforma de este mirador no sólo podemos ver la parte alta de la catarata a nuestra derecha, sino que además,  al frente tenemos en primer plano unas vastas vistas del profundo valle boscoso del Elba, por el que descenderemos más tarde, y al fondo, en el horizonte, el Sněžka, el pico más alto de Chequia, un pico de forma piramidal, modelado por un glaciar, aunque con cumbre redondeada, completamente desnuda, sin árboles, que se alza a lo lejos, muy a lo lejos, en claro contraste respecto a los otros picos, de más bajo tamaño, aunque desde esta posición no se aprecie tanto este contraste.

El grupo en el mirador de Pančavský vodopád, con vistas al valle del Elba y en la lejanía, al fondo de las montañas que aparecen en primer plano y por encima de ellas, un pequeño pico que sobre sale, es el Sněžka (foto tomada con el móvil, con lo que el fondo sale muy difuminado)

La cima del Sněžka o 'Montaña Nevada', vista desde el mirador de Pančavský vodopád (Cascada del Pančava); en su  cima, se encuentran varios edificios: el de la izquierda es un edificio donde se encuenta un bar-restaurante, tiendas de souvenirs, etc..., la capilla de San Lorezon el el centro, y a la derecha, el teleférico en el lado checo, que une la localidad de 'Pec pod Sněžkou' con la cima de la montaña; también existen miradores tanto en el lado polaco como en el checo, así como una oficina de correos checa [Foto obtenida aplicando el máximo zoom de la cámara].

Otro de los hitos y curiosidades es que el camino pasa junto a un búnker de la segunda guerra mundial, algo que no es de extrañar debido a la situación de zona fronteriza con Polonia y Alemania, siendo esta cordillera de los Sudetes la que actúa de frontera física (podéis leer en este enlace algo más sobre la Crisis de los Sudetes en 1938), de tal modo que la parte opuesta de la ladera del valle que estamos viendo, donde al fondo aparece una construcción con forma de torre, y que no estoy seguro si se trata también de un hotel-refugio, pertenece a Polonia, incluso la propia cima del Sněžka está dividida en dos, la parte checa y la parte polaca.



Foto tomada en la vertiente checa del valle del Elba, mientras que al fondo, en la cima de la vertiente opuesta, estaríamos en Polonia.



Búnker junto al camino...

Más adelante pasaríamos junto a otro mirador, el de “Ambrožova vyhlídka”, creo que se llama, y desde donde también se tienen unas vistas parciales de la Cascada del Pančava ("Pančavský vodopád"), sobre todo de la parte superior, además de unas vistas más centradas del valle del Elba.

Compañeros en el mirador de “Ambrožova vyhlídka”, contemplando el valle del Elba (foto tomada con el móvil).

 Vista  parcial del Valle del Elba (foto tomada con el móvil)

Este corto tramo, de menos de 3 km, con zonas principalmente de tierra y algunas de pasarelas de maderas, con muy buenas panorámicas del valle que tendríamos que recorrer, se convertiría en lo más interesante de la primera mitad del recorrido, o sea, desde el inicio, una vez que bajamos del telesilla y hasta la cascada del Elba, en el inicio del descenso por el valle.

Tras las paradas en los diferentes hitos de este corto tramo, y después de cruzar un pequeño curso de agua, llegamos a la bifurcación donde giramos a la izquierda, hacia el “Labská bouda” que tenemos a tiro de piedra,  con mucha gente ya a esta hora en sus alrededores y en las mesas y bancos alargados situados en una gran terraza con buenas vistas, pero no paramos en él, seguimos hacia delante, durante un kilómetro aproximadamente, por camino-pista, en un paisaje con zonas más peladas, desarboladas, abiertas, de piornos y matorral en las laderas de la izquierda, un recorrido menos agraciado donde perdemos las perspectivas de valles encajonados y bosques frondosos, con grupos de gente que van y vienen.
Foto de grupo al pasar un pequeño curso de agua antes de llegar al hotel-restaurante “Labská bouda”.
Llegamos a la explanada conocida como “Labská Louka” (Prado del Elba) donde se encuentra la fuente principal del Elba, el Nacimiento del río Elba, y aquello era una romería, con mucha gente por los alrededores. A grandes rasgos, en ese prado o explanada lo que encontramos es un brocal redondo, como el de un pozo, en cuyo interior está “el simbólico manantial” cuyas aguas constituyen el nacimiento del río; a unos metros se encuentra una escultura estilizada, como de una sirena arrodillada con su cuerpo en horizontal, como si quisiera introducirse en las aguas del río para nadar por ellas, así como un muro de piedra construido en 1968, en el que se encuentran dos filas de escudos que representan a las ciudades más importantes por las que pasa el río Elba en su recorrido hasta desembocar en el Mar del Norte.



Labská Louka” (Prado del Elba), lugar donde a 'efectos de turismo' se ha establecido la fuente o manantial principal que da origen al Elba, aunque realmente este se encuentre un poco más alejada, en un lugar de reserva natural que está protegido.

Escultura estilizada, como de una sirena arrodillada con su cuerpo en horizontal, como si quisiera introducirse en las aguas del río para nadar por ellas... y la amiga Natalia intentando 'toscamente' imitarla...


Muro de piedra construido en 1968, en el que se encuentran dos filas de escudos que representan a las ciudades más importantes por las que pasa el río Elba en su recorrido hasta desembocar en el Mar del Norte.

Este lugar de “Labská Louka” (Prado del Elba) situado a una altura de 1.386 metros, es la zona donde “oficialmente”, a efectos meramente turísticos, se ha establecido el “nacimiento del Elba”, pero realmente el auténtico nacimiento del río está algo más alejado, a unos 150-300 metros de este lugar, aunque su acceso está restringido  por motivos de conservación y protección del entorno, tal y como ya comenté con la cascada del Pančava (Pančavský vodopád).

El manantial se encuentra en la región checa de Hradec Králové (a la que pertenece  Špindlerův Mlýn) cerca del límite con la región de Liberec, la cual queda al oeste y por la que pasaríamos días más tarde.

Después de estar en aquella explanada un rato, y de hacer las típicas fotos, deshacemos el camino andado hasta llegar de nuevo al “Labská bouda”, donde ahora sí, aprovechamos para degustar unos algún  plato típico, y otros, para tomar un pequeño piscolabis acompañado de la no menos típica jarra de cerveza, y es que al menos en mi caso, después de un desayuno potente en el hotel antes de salir y de un recorrido nada exigente, no tenía mucha hambre.

Tras el descanso, nos ponemos en marcha de nuevo, continuando deshaciendo el camino andado durante unos metros más, hasta llegar a la bifurcación, donde en lugar de seguir por donde vinimos, cogemos el camino hacia la izquierda que en ligera bajada pasa por las traseras del hotel, antes de coger una senda empedrada por la que emprenderemos el descenso definitivo para recorrer este valle glaciar del Elba, en un recorrido de unos 7,5 km hasta llegar a nuestro punto de partida en la ruta de hoy, pero antes, toca un pequeño desvío de ida y vuelta, hacia la izquierda, de unos 200 metros, para visitar la célebre cascada del Elba, pasando por un pequeño puente que salva el cauce del río, para llegar unos metros después a una pequeña plataforma-mirador...

La cascada del Elba (“Labský vodopád”), al igual que la  cascada del Pančava (“Pančavský vodopád”), en esta época del año dejan mucho que desear, y si no estuvieran los miradores y te dijeran que ahí están las cascadas, la verdad es que pasarían totalmente desapercibidas, nada que ver con las fotos que había visto por internet, en plena efervescencia, en plena ebullición, apoteósicas... ahora simplemente existe un pequeño caudal que se desliza entre las rocas y casi se pierde entre ellas... le falta mucho porte, mucho brío, ¡mucha agua!, para convertirse en cascadas dignas de admiración, pero es que a pesar de tener un salto de casi 60 metros, lo cierto es que durante la mayor parte del año tienen poca agua, y supongo será en pleno deshielo, abril-mayo, cuando estén en pleno auge, aunque por lo que nos han contado estos días, también por aquí parece que se nota el cambio climático y estos años ha estado nevando menos de lo habitual...

Cascada del Elba (“Labský vodopád”) visto desde arriba, desde el puente, con muy poco caudal en esta época del año, segunda quincena de agosto.

Parte alta de la Cascada del Elba (“Labský vodopád”), vista desde la plataforma con el puente arriba y al fondo, la parte trasera del hotel-restaurante “Labská bouda”.

Volvemos a la senda, y ahora sí, continuamos valle abajo, paralelos al curso del Elba, al principio por zonas más abiertas que dejan ver a nuestra derecha, allá en las alturas, la zona donde habíamos estado hace un rato, la zona de la Pančavský vodopád y su mirador (desde aquí se tendría una panorámica completa de la cascada si ésta estuviera en su momento álgido, porque ahora lo que se ve es una amalgama de rocas graníticas desnudas), aunque poco a poco, valle a bajo, el sendero empedrado que nos obliga a ir en fila de a uno se va adentrando en un espeso y ancestral bosque que nos envuelve y hace que perdamos las vistas de las que gozábamos al principio, perdiendo la noción  e identidad de este valle como valle glaciar, pero sin duda, es una gozada caminar por él, aunque no conviene apartar en algunos tramos la vista del suelo si no queremos pegar un traspiés...


Este estrecho, empedrado y delicioso camino por el que descendemos unos 500 metros de desnivel, por el valle del Elba, es al que llaman la “Senda de Harrach”, dentro de la ruta de los glaciares, construida en 1879 por el Conde de Harrach, de quien obtiene su nombre y está señalizada con marcas azules.


En este  sendero flanqueado por zonas arboladas y frondosas, y con zonas donde de nuevo nos encontramos con muchos arándanos que podemos recolectar sin ni siquiera tener que apartarnos del camino, aparecen algunos paneles informativos acerca del bosque que nos rodea, o de la formación geológica de este valle glaciar o de antiguos usos y costumbres en relación al bosque y a la gente que vivía de él... por supuesto, todo en perfecto checo, aunque para eso teníamos a Daniela, nuestra traductora y guía particular...


El agradable y entretenido sendero empedrado, arropado por el bosque, acaba desembocando en una pista ancha y cómoda que más adelante acaba siendo asfaltada, aunque por suerte el bosque nos seguirá acompañando hasta el final, caminando en umbría.

El agradable y entretenido sendero empedrado, arropado por el bosque.

A los pocos metros de desembocar en la pista, decidimos apartarnos a la derecha, para dirigirnos hacia el río, en busca de unas lanchas de granito junto a éste, donde hacemos una pequeña parada que algunos aprovechan para meter los pies en remojo, en las frías aguas del río. Un lugar tranquilo y relajante, aunque hasta aquí, a unos 3 km o poco más de  Špindlerův Mlýn, se puede acceder  cómodamente dando un paseo, como pudimos ver más adelante, cruzándonos con familias con carritos de bebés o grupos de amigos...



Nos ponemos en marcha de nuevo tras el momento de relax, aunque Miguel, Fernando y yo nos retrasemos un poco, al tiempo que vemos a penas unos metros por debajo de donde habíamos estado, lo que parecía una pequeña pero bonita cascada, así que nos apartamos de nuevo del camino y desdemos unos metros por senda hasta llegar al río, para disfrutar de esta pequeña cascada en un entorno idílico, y en la que sorprendentemente no había nadie a parte de nosotros tres ¡qué diferencia con la gente que había en el nacimiento del Elba y el “Labská bouda”!.

Después de estar un rato en aquel lugar y sacar alguna que otra foto, regresamos al camino, aunque de nuevo el amigo Miguel no tardó en llamarme la atención sobre una mariposa grande que estaba revoloteando por los alrededores de la pista, se trataba de la “Nymphalis antiopa”, así que esperamos por ver si se posaba, y ¡premio!, porque se portó como una campeona y posó sin ningún tipo de complejos para nosotros, algo que no resulta fácil, porque arriba, justo a la altura del hotel "Labská bouda", también la habíamos visto, pero con demasiada vitalidad, no paraba en ningún momento y cuando lo hacía eran instantes muy fugaces...

Nymphalis antiopa
Más adelante volveríamos a ver otra mariposa, una de las llamadas mariposas marrones, o mariposas del satyr, que también se dejó fotografiar (creo que se trataba de la “Erebia meolans”, aunque no estoy seguro), así que entre parada y parada, los tres nos quedamos bastantes rezagados atrás, si bien el recorrido no ofrecía ningún tipo de pérdida, era todo seguir hacia abajo siguiendo el curso del río, pero a la altura en donde el firme de tierra dejaba paso al aburrido asfalto nos estaban esperando el resto de compañeros, en una bifurcación.

Erebia meolans

En el último tramo por asfalto seguimos rodeados del bosque que llega a los pies del pueblo, con el río ahora a nuestra izquierda, completamente encauzado por muros de piedra y algunas represas, supongo para evitar temas de desbordamientos... y cuando quisimos darnos cuenta, ya estábamos justo donde esta mañana habíamos cogido el telesilla, poniendo punto y final a nuestro primer recorrido por las Montañas de los Gigantes, que de gigantes tienen poco, aunque si es verdad que son las más altas de este país.


 Fotos de Špindlerův Mlýn cedidas por los compañeros. Arriba un hotel de construcción tradicional, y abajo, el Elba a su paso por esta localidad.

De este recorrido circular por el nacimiento del Elba, me quedo con el bonito y entretenido descenso por el valle, por una senda empedrada envuelta en un tupido bosque dentro del valle glaciar del Elba, además del pequeño tramo de poco menos de tres kilómetros entre el mirador de Pančavský vodopád y el hotel Labská bouda, por las buenas panorámicas que se tiene desde arriba de todo el valle... porque lo que son las cascadas... en esta época del año dejan mucho que desear y para verlas en pleno auge hay que venir en otra época... del resto del recorrido, la verdad, poca cosa, me defraudó bastante, mucha pista o camino amplio, asfalto y buses que te pueden llevar bien cerquita del nacimiento del Elba, lo que implica mucho turismo, mucha romería en plena montaña, y si a eso le sumas un enorme hotel-restaurante, pues hace que todo esté demasiado humanizado y poco de naturaleza pura.

Podéis ver éstas y algunas fotos más, en más resolución y tamaño en ESTE ENLACE.

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