A veces las tardes empiezan regular, van a mal y continuan a peor... pero al final suceden cosas que te alegran el dia...
Hace unos días quedé por la tarde para continuar con la última fase de
la "Campaña de salvamento del Aguilucho cenizo (Circus pygargus)",
básicamente consiste en ir recogiendo los cercados (una vez que
estos ya han volado o que el nido ha sido predado) que se colocan en los
nidos para intentar evitar la predación de los pollos.
Por causas
que no vienen a cuento, ya empezó la tarde mal, porque acabé
retrasándome más de un cuarto de hora, para seguir con que no habíamos
avisado a otro compañero/voluntario de la zona donde íbamos, Cabeza del
Buey, aunque al final pudimos contactar con él "in extremis" y pudo
acompañarnos... pero es que como al "perro flaco tó'se le vuelven
pulgas", fuimos acumulando más retraso, y ya en el primer cercado que
nos disponemos a retirar, éste tenía una parte tan anclada al terrero
que parece que se había fundido/soldado completamente a él, y no había
manera de sacarlo... tres personas tirando y no había manera....
llamamos a otro viejo amigo, un tal Arquímedes, que vino inmediatamente
materializado en forma de martillo, con cuyo mango fabricamos una
palanca (por aquello de "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo") y
no sólo no conseguimos moverlo un ápice sino que además partimos la
palanca.... ¡lo que faltaba!.... para colmo era el tipo de cercado más
pesado, de los hexagonales y en el que todos sus lados estaban unidos
(excepto uno, por el que se abre o cierra)... al final tuvimos que
desmantelar el cercado, quedarnos sólo con el lado anclado al suelo,
intentar hacer un hoyo de unos 5 cm alrededor de la pica, y a base de
mover y remover el lateral del cercado, pudimos sacarlo con la pica
doblada.. ¡si que empezábamos bien!... 40 minutos o más para quitar algo que en
circunstancias normales en 10 minutos está listo de papeles... ¡ea!
¡acumulando más retraso! ¡la tarde no presagiaba ser muy productiva!...
Con los otros dos cercados que con posterioridad retiramos no tuvimos
problemas, aunque también eran de los hexagonales, de los más pesados, y
de los más complicados de maniobrar/transportar... y justo cuando
bajamos del coche para ir a por el cuarto... el compañero Juanjo escucha un
silbido.... ¿está la rueda pinchada?... pues sí hombre, sí... se
escuchaba claramente que perdía aire... ¡ea! ¡lo que faltaba pa'rematá
la faena (ahora que está tan de moda la verborrea taurina con la semana de los encierros de San
Fermín)!... a montarse en el coche y ¡cagando leches! para Cabeza del
Buey antes de que se desinflara por completo, con la idea de encontrar
un taller antes que cerraran y poder regresar a Castuera sin
sobresaltos... pero ya puestos... resulta que al final no era un mero
pinchazo a arreglar, sino que la rueda estaba inservible porque una
piedra se había 'insertado" entre el dibujo, taladrando a mala leche el
neumático, y por lo menos algo de suerte tuvimos, porque se quedó metida en el neumático y no se soltó, porque de lo contrario
no hubiéramos llegado y se hubiera desinflado en un pis-pás...
Pero como digo, entre tanta cosa que iba saliendo mal, surge algo que
te alegra el día... y es que justo cuando retiramos el último cercado y
antes de darnos cuenta que habíamos pinchado, nos acercamos a un
cortijo abandonado y tuvimos la enorme suerte de poder contemplar a una
familia de lechuzas (Lechuza común- Tyto alba), ¡puro espectáculo!, un ave bellísima y que por
desgracia cada vez cuesta más poder verlas... intenté coger rápidamente
la cámara del coche para hacer algunas fotos, pero en algunas de ellas
las cañas y palos de los techos derruidos se interponían entre la
lechuza y mi cámara.... ver volar de cerca cinco ejemplares, o posadas a
la luz del atardecer, fue espectacular, un bonito recuerdo, una bonita
estampa que se queda gradaba en la retina después de una aciaga e
improductiva tarde del mes de julio... como dice el dicho: "Dios escribe
derecho sobre renglones torcidos"...
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