Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

Aquí mis batallitas sobre cicloturismo, senderismo, montaña, viajes, naturaleza, música, teatro, ...

"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

2 jun 2019

Circular por Gredos Central: Laguna Grande - Cinco Lagunas- Muesca de la Galana - Venteadero - Canal de los Geógrafos - Laguna Grande.

Iba tocando  la clásica escapada del grupo por estas fechas, y de nuevo le tocó el turno a la zona de Gredos central, siendo nuestro compañero Ángel, encargado de la logística e intendencia, el que ya había reservado plaza en el refugio de la Laguna Grande de Gredos (antiguo refugio Eola) para la noche del viernes y sábado, y para las respectiva cenas, mientras que los desayunos y  comidas durante el día, así como la cerveza y el vino correspondiente, lo portearíamos nosotros mismos, al igual que en otras ocasiones.

Para esta escapada montañera el grupo lo integramos once personas, los mismos que en el mes de diciembre estuvimos en la Sierra de la Estrella en Portugal

A la Plataforma de Gredos  acabamos llegando en cuatro subgrupos debido a los horarios de salida del trabajo y a que no partíamos todos del mismo sitio, siendo como casi siempre JuanMi y Encarni, los amigos vascos, los primeros en llegar.

Una vez llegados todos a la plataforma, toca el reparto de las provisiones y de la bebida para subirlas hasta el refugio, y sobre las 19:15, media hora más tarde de lo previsto, comenzamos a desfilar rumbo a la Laguna Grande.

No podíamos entretenernos mucho porque la cena en el refugio la servían de 20:30 a 21:30 los días de diario, así que íbamos a ir justitos, sobre todo si tuviéramos que utilizar el cordón sobre la pared para salvar las aguas de la laguna, como en teoría debería ser debido a la época del año y al consecuente deshielo, el cual haría que la senda estuviera cubierta de agua tal y como nos ha sucedido en otras ocasiones, a lo que habría que añadir el inconveniente de una luz que ya sería escasa cuando realizáramos este paso, con lo que perderíamos más tiempo...

Me quedé el último en salir, junto al amigo Antonio, porque éste tuvo que darse la vuelta al coche a recoger algo que había olvidado, aunque no tardamos mucho en enlazar con el resto del grupo.

En la subida a los Barrerones, me uno al “pequeño sherpa”  para avanzar algo más rápido y llegar lo antes posible al refugio, como avanzadilla, donde llegamos sobre las 21:10, sobre todo porque al final pudimos pasar por la senda sin tener que utilizar el cordón sobre la pared, lo que nos hizo ahorrar tiempo.


 Junto a la fuente de los Barrerones, bajando a la Laguna Grande, había un grupo de cabras (Capra pyrenaica victoriae), entre las que destacaba este ejemplar, que  no sólo no se marchaba a la ligera sino que ademásle gustaba posar...

Mientras llegaban el resto de compañeros, algo más retrasados, estuve hablando con los encargados del refugio para decirles que el resto de compañeros se iban a retrasar un poco pero que sobre las 9:30 o incluso algo antes estarían allí, sobre todo para el tema de la cena y no hubo ningún problema, así que lo siguiente fue que nos dieran la llave de la parte baja del refugio, la que normalmente está siempre abierta en invierno (la parte noble del refugio, la parte de arriba, estaba casi llena para la noche del viernes, y completa para el sábado, así que al final decidimos quedarnos los dos días en la parte de abajo donde íbamos a estar nosotros solos, entre otras cosas porque tampoco caben más) para que nos fuéramos acomodando y de paso ponernos algo de ropa de abrigo porque ya empezaba a refrescar.

En la terraza de refugio había bastante bullicio, son las personas que habían cenado en el primer turno y ya estaban fuera charlando, relajados, contemplando el entorno o contando sus batallitas, mientras nosotros sentados en la parte baja veíamos el resto del grupo bordear la laguna y llegando sin más problemas, aunque eso si, al final estuvimos justitos de tiempo, así que dejar todos las mochilas en la parte baja y subir a cenar, donde por supuesto fuimos los últimos, aunque no nos importaba, y para celebrar nuestra primera noche de este fin de semana en la Laguna Grande, abrimos el primer par de botellitas de vino...

Tras la cena, el momento de tertulia a las afueras del refugio, en la parte baja, donde en reunión del “sanedrín” había que dilucidar sobre la ruta a realizar al día siguiente, porque no teníamos muy claro qué hacer, pero después de algunas dudas sobre alguna que otra ruta planteada, al final nos decidimos por hacer una ruta circular, saliendo del refugio en dirección a las Cinco Lagunas, previo paso por las praderas del Gargantón y de la Portilla del Rey, después ascenderíamos por la Laguna del Gutre para llegar a una portilla que quedaría a la derecha de la Galana, ir por las traseras de ésta y llegar a la zona del Venteadero, desde donde emprenderíamos el descenso, dejando a la izquierda el Ameal de Pablo, bajando por la Canal de los Geógrafos y llegar a la zona de la Laguna Grande y por tanto al refugio, el lugar de partida...

De este recorrido, prácticamente conocíamos todos los tramos, por haber hecho partes de él en diferentes rutas, exceptuando el tramo de subida, el más duro del recorrido, entre las Cinco Lagunas y las traseras de la Galana, si bien es cierto que algunos de los del grupo ya habían estado en también la Laguna del Gutre, pero por otro recorrido...

Un vez más, en el silencio de la noche, pues el personal que ocupaba la parte alta del refugio ya se había ido a dormir, tocaba sentarse fuera y contemplar un cielo completamente estrellado, sin ningún tipo de contaminación lumínica, intuyendo la silueta recortada de las montañas, respirando una paz y armonía propias del enclave natural en el que nos encontramos, fuera de la algarabía que se forma a primera hora de la mañana cuando el personal se prepara para salir a realizar las rutas  o de los clásicos corrillos que tienen lugar tanto antes como después de cenar... momentos así, en la montaña, en un bonito entorno natural, a los pies de las aguas de la Laguna Grande, en la espesura más profunda de la noche que nos regala ese cielo tan estrellado que parece irreal, y teniendo la suerte de estar acompañado de un grupo de amigos con los que me siento tan unido y con los que comparto tanto... son los que como siempre digo, no tienen precio, los que no se pueden comprar y por tanto hay que valorarlos y saborearlos a tope, porque no son momentos que podamos disfrutar por desgracia a menudo, y hay que ser plenamente conscientes de ellos y vivirlos, saborearlos en cada instante; no estamos aquí para coleccionar rutas sin más, o para hacernos tropecientos selfies y subirlos a las redes sociales en el momento en que halla un ápice de cobertura, antes siquiera de disfrutar, de valorar el entorno donde estás, para vanagloriarse de lo que se hace, para ser el primero en subir “nosecuantas” fotos, todas iguales, sin alma, porque lo que importa es el subirlas y decir 'mira que guay soy  y donde estoy”, pero son instantes fugaces, efímeros... las fotos se consumen y desechan en un parpadear y a otra cosa, y todo antes siquiera de preguntar o preguntarse, si es que hay quien lo llega a hacer, ¿dónde estoy?, ¿qué estoy viviendo?... estamos en la sociedad del 'postureo', y es que antes de recrearnos y regodearnos con el entorno privilegiado en el que nos encontramos, ya estamos 'posando'; es la sociedad donde prevalece el 'estar' en un sitio antes que 'sentir' y disfrutar el el entorno. Esto es algo que uno ya tiene asumido en los sitios masivos, donde el 'turismo' puede llegar fácilmente: grandes ciudades, museos, playas, etc... pero que también esté pasando en la montaña o en enclaves naturales no tan accesibles de forma masiva, dice mucho de esta sociedad en la que vivimos, de estos nuevos hábitos que no comparto para nada... Por suerte, nosotros no necesitamos lujo, ni glamour, ni trapos de marca para sentirnos en armonía, en familia... ¿o a lo mejor sí?... porque dormir en el hotel de las mil y una estrellas, como la de esta noche, sí que un auténtico lujo... todo depende de como se mire.... la sierra, la montaña, la naturaleza, una botella de vino, una lata de sardinas, un hornillo para calentar el té, una esterilla, un saco de dormir... y más felices y contentos que un niño el día de reyes....

Tras estas reflexiones en la tranquilidad de la noche, tocaba irse a dormir y descansar para la ruta de mañana, entre otras cosas, porque como suele ser habitual, tocaba madrugar...

Como suele ser habitual, nuestro “Mastercheff” particular es el primero en levantarse para ir preparando el desayuno, que corre por nuestra cuenta, como también es costumbre entre nosotros siempre que nos quedamos en el refugio.

El resto de la tropa va apareciendo poco a poco, como el rosario de la aurora, y es que ya se sabe, después de una semana de trabajo, a unos les cuesta más levantarse que a otros, pero después de un desayuno consistente, y tras preparar una mochila ligera para la ruta de hoy, repartiéndonos la comida, emprendemos la marcha, y si no estoy equivocado, fuimos los últimos en salir del refugio, sobre las 8:30 de la mañana, una media hora más tarde de que lo hiciera un grupo numeroso, con cerca de treinta personas, que en principio iban a ir hasta las Cinco Lagunas, en un recorrido de ida y vuelta por el mismo sitio, pero donde creo que al final solo subieron a la Portilla del Rey, y es que los grupos tan numeroso ya se sabe...

 ¡Amance, que nos es poco!... primeros rayos de sol bañando las cimas del Almanzos y el Ameal de Pablo [Foto de Manolo Rodriguez].

 El grupo junto al refugio, poco antes de empezar la marcha, aunque Javier y Maria Eugenía ya habían salido.

Salimos del refugio bordeando la Laguna Grande, quedando ésta a nuestra derecha, en una mañana de sol radiante pero en la que  la temperatura era fresca, y durante el resto del día no hubo sensación de calor, se mantuvo muy agradable.

Poco a poco, vamos dejando la laguna a nuestras espaldas al tiempo que emprendemos la subida por las zetas que llevan al collado que tiene a la izquierda al Risco Negro, y por el que en la bajada posterior se accede a la zona de las praderas del Gargantón. En esta primera subida  constante, suave y cómoda, damos alcance al grupo numeroso que salió antes que nosotros.

En la bajada al Gargantón, entre las piedras de la senda, nos encontramos con una solitaria salamandra, santo y seña de Gredos, y por supuesto no me resistí a fotografiarla algo a lo que ella también contribuye con la parsimonia de sus movimientos... al final tuve que cogerla y apartarla de la senda no fuera a ser que alguno de los del numeroso grupo que viniera por detrás la pisase sin darse cuenta...


 En la bajada al Gargantón nos encontramos con esta bonita salamandra.

Llegados a las praderas del Gargantón, y tras salvar sus frías aguas, en una zona donde en otras ocasiones, al pasar por aquí en sentido contrario hemos parado para comer, toca afrontar la larga y en algunos casos tediosa subida, hacia la Portilla del Rey, haciendo uso de una estrecha senda, aunque cómoda  a tenor por lo que nos quedaba después, subiéndola sin más remedio en fila india, y donde poco a poco nos vamos distanciando aunque casi siempre con la referencia visual, y es que cada un va a su ritmo, porque esta zona es conocida y no conlleva ninguna complicación, además, entre descansos uno puede contemplar las vistas y toda la zona del Gargantón, recordando aquella vez, hace ya muchos años, en la que nos adentramos por él cuando estaba completamente cubierto de nieve y hielo, remontándolo hasta el Ameal de Pablo y pasando algún que otro apuro....

Como he comentado, la subida es larga, aunque cómoda y sin desnivel excesivo, sobre todo para lo que nos esperaba, así que llego a la Portilla del Rey donde ya están Antonio Marín y "el pequeño sherpa" esperando. Este es el punto indicado para el reagrupamiento del grupo y para un pequeño piscolabis antes de continuar, así que mientras van llegando el resto de compañeros aprovecho para sacar alguna foto de cabras entre las rocas que parecen estar posando, además de a alguna que otra lagartija capertana.


 Cabra en las inmediaciones de la Portilla del Rey.

Un machito de lagartija carpetana (Iberolacerta cyreni)

Antes de continuar con nuestro recorrido, después del piscolabis,  comienza a llegar una avanzadilla del grupo numeroso al que habíamos dejando atrás antes de llegar al Gargantón.

 Isabel y Ana en el último tramo de acceso a la Portilla del Rey.

  Javier y Maria Eugenia en el último tramo de acceso a la Portilla del Rey.

 Maria Eugenia llegando a la Portilla del Rey, con el Risco Negro de fondo.

La bajada a las Cinco Lagunas rompe la comodidad de la senda, simplemente es dejarse llevar entre canchales buscando el paso más cómodo para llegar a la Laguna Cimera, la más alta del Circo de las  Cinco Lagunas, poniendo aprueba las “bisagras”, o sea, las rodillas... y en mi caso particular esta bajada me cansa más que todo el recorrido realizado hasta ahora.

 En la bajada desde la Portilla del Rey a las Cinco Lagunas, podemos contemplar una vista panorámica de todas ellas, aunque en la foto se pueden ver las tres más altas: La Cimera, La Galana y La Mediana (las otras dos serían: La Brincalobitos y La Bajera). [Foto de Manolo Rodríguez].

Una vez abajo, JuanMi, Antonio y yo nos desviamos un poco hacia una cascada para coger agua, mientras el resto de la tropa emprende la ascensión, con el primer objetivo de llegar a la Laguna del Gutre. Este tramo, hasta llegar a los alrededores de la Galana, era el que no habíamos hecho nunca y también el más exigente a nivel físico, con mucha diferencia, aunque hasta aquí íbamos muy bien de tiempo, habíamos avanzado sin paradas excesivas y sin contratiempos, por lo que había que había que tomarse esta ascensión con tranquilidad y paciencia.

 Narcissus bulbocodium  ¿subsp. nivalis?, junto a la Laguna Cimera.

 JuanMi y Antonio, en una pequeña parada junto a una sucesión de pequeñas cascadas cuyas aguas desembocarán en la Laguna Cimera.

 Un pequeño descando junto a la Laguna Cimera, aprovechando para repostar agua...

Este tramo no tiene absolutamente nada que ver con la comodidad que habíamos tenido hasta ahora, aquí no hay senda, vamos siguiendo los hitos de piedra, entre canchales, buscando el paso que conlleve menos esfuerzo, pero aquí el desnivel es mucho mayor y la ascensión es casi lineal, no hay opciones de subir haciendo zetas o buscando curvas de nivel, e incluso tenemos que ayudarnos de las manos en algunas ocasiones para trepar por algún canchal.

El compañero Manolo en el comienzo de la subida entre la Laguna Cimera y la Laguna del Gutre.

Vamos haciendo algunas paradas breves, aprovechando para respirar profundamente, porque en ocasiones uno tiene la sensación de que le falta el aire y que le agobia hasta la pequeña mochila que llevamos a la espalda... pero al menos podemos volver la vista atrás y contemplar el fuerte desnivel que estamos subiendo, quedando la Laguna Cimera, y en general el conjunto de las Cinco Lagunas, cada vez mas abajo, y más al fondo, la Garganta del Pinar, la cual también es conocida por nosotros; a la izquierda de la garganta, y en el lado opuesto a las Cinco Lagunas, una canal estrecha se abre paso, creo que es el “Callejón de los Lobos”.

La subida se ralentiza, se nota el desnivel, y más cuando miramos hacia atrás como he comentado antes, y me resultaba raro no haber llegado aún a la laguna colgada del Gutre, que se estaba “haciendo de rogar”....

 Y vamos subiendo, más, y más, y la Laguna Cimera cada vez se ve más pequeña, ¡allá abajo!...

Finalmente llegamos a la laguna, encabezados por Antonio que es el que se encuentra más ágil  y parece ir sobrado. Este es nuestro primer objetivo en este duro tramo y hasta aquí todo iba bien, sin complicaciones, al margen del esfuerzo para salvar el desnivel entre las lagunas de la Cimera y la del Gutre, por lo que íbamos bastante bien de tiempo y teníamos un buen “colchón” en el caso de que surgiera algún contratiempo, y aunque era un buen lugar para comer, decidimos que mejor cuando llegáramos arriba, cuando hubiéramos salvado el tramo de subida que aún nos quedaba, porque este tramo desde las Cinco Lagunas, es el único de la ruta propuesta que no habíamos hecho, porque una vez arriba, todo era cuestión de llegar al  Venteadero en un recorrido cómodo y la bajada final por la Canal de los Geógrafos, la cual siempre habíamos hecho con nieve, pero que en esta ocasión nos la encontraríamos sin ella y no teníamos claro sin entrañaría alguna dificultdad...

Tras el pequeño descanso en la laguna, donde aprovechamos para meter los pies en sus frías aguas, lo que nos supo a gloria bendita, había que ponerse en marcha de nuevo, y es en ese instante cuando surgen las complicaciones, los cambios de planes y todo lo que conlleva...

 En la Laguna del Gutre.... unos metiendo los pies en remojo, y otros mirando por donde inicialmente había que subir y viendo la que se nos venía encima... [Foto de Manolo Rodríguez]

El recorrido que teníamos que realizar era bastante claro y visible desde los canchales de la parte alta de la laguna, pero el problema estaba en que era una canal completamente cubierta de nieve y posiblemente hielo en la parte final, donde estaba el tramo más empinado, y los laterales de la canal, desnudos de nieve, eran abruptos y verticales, no muy aconsejables para subir sin cuerda, sin algo de protección.

JuanMi estaba empeñado en subir por allí pero ni yo ni el resto de la tropa lo veíamos claro, más bien todo lo contrario, nos parecía un riesgo subir por allí sin crampones, que no habíamos traído porque no esperábamos tener que utilizarlos en estas fechas, y de hecho, hasta este punto, no habíamos visto nieve. Un resbalón en la parte final, con más desnivel, significaba ir rodando de nuevo hasta la laguna, en el mejor de los casos...

Tras 15 o 20 minutos barajando opciones, decidimos seguir los hitos que quedaban a la izquierda de la laguna, pensando que nos tendrían que llevar a algún lado, lo más probable que a la cabecera del Gargantón, pero las duda era como sería la bajada que nos llevaría hasta dicha cabecera, si sería factible, o si sería un cortado y tendríamos que darnos la vuelta.

Seguimos los hitos ahora con menos desnivel, y pronto tenemos que tomar otra decisión, seguir hacia delante para terminar de subir y ver que había después en la bajada a la cabecera del Gargantón, o subir por otra zona, a la izquierda de la canal por la que teníamos que haber subido, que aunque también estaba cubierta de nieve, el desnivel era mucho menor y entrañaba menos riesgo, subiendo hasta un collado a la derecha de la Galana.

Decidimos subir hacia el collado con precauciones, al principio bien porque la nieve estaba blanda y no había mucho desnivel, aunque éste iba poco a poco aumentando conforme avanzábamos, obligándonos a subir haciendo zetas, siempre con JuanMi en cabeza, abriendo camino en la nieve con sus pisadas.


 Iniciando el tramo de subida con nieve  blanda al principio.

No tardamos muchos en comenzar a ver ligeramente a la izquierda, la grieta en la roca en forma de “V”,  la cual era visible prácticamente al inicio de la subida desde la laguna Cimera, cuando se nos antojaba tan lejana que parecía inalcanzable... y como comenzábos a tener algún problema con la nieve que cada vez era más dura y los últimos metros hasta el collado eran más empinados, nos desviamos hacia la grieta, hacia la apertura de la roca, en lo que no era otra cosa que la “Muesca de la Galana”, entre otras cosas porque por allí no había nieve, con la esperanza de que una llegados a la parte más alta de la muesca, pudiéramos acceder a la otra vertiente sin problemas, y más cuando recordaba a ver vistos fotos desde el interior de la muesca de toda la subida que estábamos realizando por lo que pensaba que una vez arriba, no habría problemas... ¡error!... ¡estaba equivocado!...

Llegar al inicio de la 'muesca' llevó su esfuerzo, y eso que la teníamos tan cerca que casi podíamos tocarla, pero lo peor es que aún nos quedaban un par de trepadas haciendo uso de manos y pies, que había que hacer de uno en uno, con la consiguiente pérdida de tiempo, quedándonos mi tocayo Manolo y yo al final por si había que ayudar a alguien en la trepada, y todo en medio de enormes bandadas, nubes  de mosquitos...

Una vez que llegamos a situaros en el centro de la “muesca”, después del último esfuerzo, Antonio y Ángel comenzaron a bajar para explorar el terreno, mientras los demás iban llegando o esperaban arriba...  cuando nos comentaron que el último tramo, el que nos pondría prácticamente en la base del Ameal de Pablo, era complicado para hacerlo sin cuerda, comienza a cundir el desánimo, la intranquilidad y quizás los nervios en algunos.

Bajar por allí estaba descartado, y volver hacia atrás por las dos trepadas que acabábamos de hacer, para salir de nuevo a la nieve y subir por ella con algún que otro riesgo de resbalones hacia el collado, suponía perder muchísimo tiempo y más cuando las fuerzas comenzaba a estar justas porque desde que salimos sobre las 8:30 del refugio, lo único que habíamos tomado fue un piscolabis en la Portilla del Rey.

No había muchas más opciones, pero mientras Antonio y Ángel subían para llegar a nuestra altura, deshaciendo el tramo que antes habías bajado,  Manolo y Javier comienzan a hablar entre ellos porque creen recordar que ya estuvieron en este punto hace muchos años, y que el callejón por el que habían bajado Antonio y Ángel era el que habían ellos bautizado como el “callejón de los belgas”, y que si eso era así, por la pared de la muesca, la que teníamos a nuestra derecha, haciendo una pequeña escalada/trepada podríamos salir de allí... pero el problema es que no había seguridad, y sin estar seguro, yo particularmente prefería dar marcha atrás...

En esas vicisitudes andábamos cuando comenzamos a escurchar gente hablar, y rápidamente empezamos a dar voces para ver si nos escuchaban... y pronto surge una cabeza en la pare alta de la pared y nos comenta que desde allí arriba si se puede bajar bien, que es una zona de canchales pero que no hay ninguna dificultad, incluso se ofreció para servirnos desde arriba como  referencia, buscándonos el mejor paso.

Con calma y precaución, comenzamos la pequeña trepada, bastones en la mochila y a subir de uno en uno hasta que todos estuvimos arriba, en la pequeña cima, donde también estaba el otro grupo de cuatro o cinco personas y que si no recuerdo mal, estaban prácticamente haciendo lo mismo que nosotros y también pensaban bajar por la “canal de los geógrafos”, la única diferencia es que ellos habían llegado hasta aquí subiendo por la Portilla de las Cinco Lagunas, que es más corta y menos pronunciada que por la que nosotros pensábamos subir originalmente...

Una vez todos arriba y ya relajados completamente, porque lo más duro ya había pasado y porque ya teníamos claro  el recorrido hacia el refugio, dejando atrás los malos rollos, los nervios y las preocupaciones, tocaba la hora de la comida, y nada mejor que en este sitio con unas vistas espectaculares prácticamente en 360 grados, desde donde se puede ver desde la parte alta del Circo de Gredos, con los tres hermanitos, al Ameal de Pablo, o la bajada pronunciada hacia el Circo de las Cinco Lagunas, que es desde donde veníamos, o la Galana, que teníamos delante de nosotros, a tiro de  piedra, mientras veíamos un par de chavales subiendo con cuerdas y un guía, porque en su tramo final también tiene un paso aéreo...

 Los Tres Hermanitos y el Perro que fuma, de fondo, desde la "antecima de La Galana".... antes, en primer término, el Ameal  de Pablo.

 La Laguna Cimera vista desde la "antecima de la Galana" [Foto de Manolo Rodríguez].

Hasta la Laguna del Gutre todo iba sobre lo previsto, y desde donde estamos y hasta el refugio, tampoco hubo contratiempos, pero en la Laguna del Gutre, al cambiar de planes por no llevar los crampones y no arriesgarnos a subir por ese fuerte desnivel, fue cuando empezaron a surgir los problemas y una ligera desorientación, porque al final la grieta en forma de “V” que en gran parte de la subida habíamos tenido como referencia, no era otra cosa que la “muesca de la Galana”, y el lugar donde habíamos subido y estuvimos comiendo, era la “antecima de la Galana”...

Con la sensación de tener gran parte de los deberes hechos hoy y en el bonito entorno en el que nos encontrábamos, la bota de vino iba pasando de mano en mano al tiempo que íbamos rellenando el “depósito de combustible” que comenzaba a estar en reserva, mientras entablábamos la tertulia habitual con los miembros del otro grupo que se encontraba allí.


Tras el esfuerzo de la subida, toca comer y un descanso un poco más largo, en la "antecima de la Galana" , siendo La Galana el pico que se ve de fondo, donde en un pequeño círculo en amarillo, en ambas fotos, se puede ver gente subiendo.

Tras el descanso y la comida, tocaba emprender la marcha; primero salieron los del otro grupo, y al poco nosotros aunque en dos grupos, primero comenzamos bajando por los canchales Antonio, Ángel y yo para seguidamente hacerlo el resto del grupo...

Al llegar a la zona del Venteadero, comenzamos la bajada hacia la base del Ameal de Pablo, para desde aquí bajar por la canal de los geógrafos que conocíamos de ocasiones anteriores.

 En primer término, el Ameal de Pablo, visto desde el Venteadero.

Antes de emprender la última bajada desde la base del Ameal de Pablo, esperamos a ver que el resto del grupo comenzaba a bajar desde el Venteadero, momento en el que Antonio, que se encontraba bastante bien físicamente, se adelantó para enganchar con el otro grupo que había bajado delante de nosotros y con los que teníaos referencia visual... lo que no sabíamos es que en la zona del Venteadero, Manolo y JuanMi en lugar de bajar seguirian su periplo, para subir al Almanzor ellos dos solos.

Cuando estábamos comiendo había escuchado comentar algo a Manolo, pero pensaba que estaba de broma, no solo por la ruta exigente que ya habíamos tenido, sino porque cuando llegáramos al Venteadero ya serían en torno a las 17:30, y la cena en el refugio la servían los  fines de semana entre las 20 y las 21 horas, así que en el caso de no tener ningún contratiempo iban a estar muy justitos  con el horario y después del día de hoy si no llegaban a tiempo tendrían que conformarse con algún piscolabis ligerito, de lo que nos sobraba.

La bajada final no entrañó complicaciones, a excepción del último tramo de la canal en el que había un par de pasos más entretenidos y que posiblemente por el salto de desnivel, pudieran ser por la zona donde hace años Encarni se hundió casi por completo, como tragada por la nieve. En las anteriores ocasiones que había pasado por aquí siempre había sido con mucha nieve y la bajada era mucho más cómoda y  con mucho menos desgaste para las “bisagras”, y verla ahora así, sin nieve, exceptuado algunos “manchones”, me resultaba casi irreconocible.

Por fin  llegamos Ángel y yo al refugio, sobre las 18:30, y es que el último tramo nos resultó ya algo “cansino”, aunque fuera en bajada. Allí nos esperaba Antonio, que fue el primero en llegar, ya completamente aseado y de punta en blanco, como si no hubiera hecho nada en todo el día, y Encarni, que había decidido quedarse hoy en el refugio... lo primero que hicimos fue ir directamente a la zona donde habíamos dejado las cervezas, sumergidas en las frías agua de la Laguna Grande...¡Dios!... ¡esa primera cerveza después de estar todo el día pateando por la montaña sabía a gloria bendita!...

En la terraza del refugio ya está prácticamente todo el mundo, comentando sus hazañas y batallitas mientras esperan la cena...  como aún tenemos que esperar a que vengan el resto del grupo, yo me voy a asearme un poco, cambiarme de ropa y a irme a la laguna para meter los pies en remojo, en el agua fría, algo que resulta super relajante y que deja los pies como nuevos después de estar todo el día con las botas andando por pedregales y canchales.

El resto del grupo llega también por separado: Javier y Maria Eugenia que han bajado por otro lado, y el resto de la tropa que han bajado por el mismo sitio que nosotros, y ya sólo restaba esperar a Manolo y JuanMi que habían decidido subir al Almanzor.

Al final acabaron llegando a las 21:00 horas, salvados por la campana después de su hazaña personal. Sin tiempo para asearse, directos a cenar, porque ya había cenado todo el mundo y fuimos prácticamente los últimos, así que la cena fue un corre que te corre, no por nosotros sino por el personal del refugio que metía prisas,  aunque entraba dentro de lo razonable.

Al terminar, todavía es pronto para irse a dormir, asì que de nuevo todo el mundo estaba en la terrazita del refugio, aunque nosotros nos vamos a la parte baja, y nos sentamos fuera, tomando un té al que le seguirán una botellas de vino, que no todos los días podemos estar juntos, en un entorno como éste y disfrutando de lo que nos gusta y hablando de lo que íbamos a hacer mañana...

Para el domingo teníamos varias rutas alternativas de llegada a la plataforma sin volver por el mismo camino por el que habíamos venido, pero después de la paliza de hoy, y que Manolo y JuanMi habían venido un pelín tocado de la bajada del Almanzor, se decidió realizar tranquila y cómodamente el regreso a la plataforma por el mismo sitio, para poder llegar a buena hora y sin contratiempos, con el fin de poder disfrutar después del merecido chuletón en Hoyos del Espino, y poder regresar a casa a buena, que el viaje de regreso era largo.

Terminada la tertulia, y una vez que todo el mundo abandonara la terrazita del refugio y se fuera a dormir, le tocó el turno a nuestro grupo, aunque a diferencia de ayer que fue mi tocayo Manolo el último en irse a dormir,  esta noche me tocó a mi ser el último, tras quedarme un buen rato en completa tranquilidad contemplando el cielo estrellado en la espesura de la noche, con algo de abrigo porque la temperatura a esa hora de la noche baja, y sólo con el hilo musical del cloar de los anfibios de la laguna; un gustazo estar en esos momentos de la noche en un sitio como éste, en una tranquilidad y paz infinita, meditando, reflexionando, o simplemente gozando de esa fusión con la madre naturaleza, la “Pachamama”...

Al día siguiente no había prisas, desayunamos tranquilamente y regreso a la plataforma por el mismo camino por el que habíamos venido el viernes. En el último tramo, desde los Barrerones a la Plataforma, mucha gente subiendo de diferentes asociaciones, o en pequeños grupos o a nivel indvidual, y es que ya se sabe, con el buen tiempo, este trayecto desde la Plataforma  a la Laguna Grande se convierte en una auténtica romería...

 Bordeando la Laguna Grande, el domingo de vuelta a la Plataforma [Foto de Manolo Rodríquez].


El circo de Gredos arriba y abajo, en más detalle, la Laguna Grande y el refugio, vistos desde el mirador de los Barrerones.

Pequeñas cascadas en la cabecera de la Gaganta de Gredos, sus aguas proceden del desagüe de la Laguna Grande. Vista desde el mirador de los Barrerones.

Tras el reagrupamiento en la Plataforma, toca coger los coches y directos para el camping de Hoyos del Espino, donde comimos la última vez que estuvimos por esta zona, pero en esta ocasión nuestro gozo en un pozo, porque no teníamos opción al chuletón si no lo habíamos reservado previamente, cosa que si hicieron el grupo con el que nos encontramos en la “antecima de la Galana”, que se encontraban también allí, así que plan B, tocaba ir al pueblo y comer en el restaurante en donde también habíamos comido en otras ocasiones, y donde no íbamos a tener problemas con el “chuletón”...


 Arriba, un servidor posando en las cercanías del Mirador de los Barrerones. En la foto de abajo, parte del grupo en el propio mirador, con el Circo de Gredos de fondo.

Y este acentor que se unió a la fiesta, viendo como posaba parte del grupo para la foto.

Lo peor del fin de semana es lo que quedaba, o sea, el regreso a casa, y más en un fin de semana donde las temperaturas habían llegado por nuestra zona a rondar los 40 grados, aunque arriba en la montaña la temperatura que habíamos tenido siempre fue muy  agradable,  incluso al caer la tarde siempre apetecía ponerse ropa de abrigo... pero es que cuando paré en un área de descanso en Almaraz, para tomar un café, al abrir las puertas del coche y salir fuera fue como entrar directamente en el infierno... y nada ¡hasta el próximo encuentro con este maravilloso grupo!, después de un estupendo fin de semana con estos amigos, como siempre, confiando en que me haya servido para haber recargar baterías durante un tiempo...

Dejo aquí un pase de fotos elaborado por mi compañero Manolo Rodríguez:



Y EN ESTE ENLACE tenéis las fotos de esta entrada y algunas más en mayor resolución.

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