La
Sierra de la Estrella en
Portugal, es la sierra más occidental del Sistema Central, y se
encuentra dentro del Parque Natural del mismo nombre, y en ella
podremos disfrutar de valles y lagunas de origen glaciar, de la
nieve, de la geología o de un paseo por bosques ripícolas o por bosques de
hayedos, castaños, abedules, etc... Su máxima altura es de 1.993
metros, y se alcanza en el pico de la Torre (donde se
encuentra una estación de esquí), siendo ésta la máxima altura
del Portugal continental. Está situada entre las localidades
de Seia y Covilhã; Manteigas es otra población
importante dentro de esta zona, y es en una casa rural de esta
localidad donde nos alojamos.
Dentro
del fin de semana que pasamos en la Sierra de la Estrella, la ruta prevista para el sábado era la que iba
desde Manteigas a la cima de la Torre (totalmente señalizada, bien con carteles de madera indicando la distancia al siguiente hito y el identificador de esta ruta: PR-6, o bien con marcas rojas y amarillas sobre las rocas), dividiéndola en
tres partes claramente diferenciadas: la primera, recorriendo por su
interior el valle glaciar del Zêzere hasta Covão
d'Ametade; la segunda desde Covão d'Ametade hasta el
final de la Nava de San Antonio, y la tercera y última
desde el final de la Nava de San Antonio a la
Torre.
Antes
de empezar la ruta, algunos compañeros tuvieron que madrugar más de
la cuenta, ya que al ser un grupo de doce personas y tratarse de un
recorrido lineal, deberíamos dejar en la cima de la Torre, en
la zona donde está la estación de esquí, tres coches, para después
repartirnos en ellos y poder bajar al terminar la ruta, así que
tuvieron que subir los cuatro coches, para dejar tres arriba y bajar
uno con los cuatro conductores. Una vez realizado el tema
logístico, tocaba desayunar todos juntos antes de comenzar la ruta.
La
casa rural donde nos alojábamos estaba situada a la entrada de Manteigas, algo
apartada, por lo que tuvimos que atravesar todo el pueblo y continuar
hasta Caldas de Manteigas, lo que nos llevó casi tres cuartos
de hora, antes de coger, justo a la altura de la zona de baños
termales, el desvío a la derecha por camino adoquinado, el cual
rápidamente va ganando altura, aunque pronto la subida se suaviza,
viendo el inicio del valle abajo, a nuestra izquierda.
Al
dejar atrás una fuente que queda a nuestra derecha, el empedrado
desaparece para convertirse en un amplio camino de tierra por el que
vamos llaneando por una de las laderas del valle. A la izquierda,
junto a nosotros, tenemos algunos huertos y pequeñas construcciones,
y más abajo podemos ver junto al Zêzere, un vivero
de truchas; a nuestra derecha, una zona arbolada que poco a
poco irá desapareciendo conforme nos vayamos adentrando en el valle,
dejando paso a laderas más rocosas, desprovistas de vegetación, más
abruptas, donde en sus partes más bajas se produce una acumulación
de bolos graníticos.
Tramo inicial de camino, donde el empedrado de adoquines deja paso a la tierra y la subida se suaviza. De fondo, las casas de Manteigas en la ladera de la sierra,
Bajamos
al río Zêzere para cruzarlo por un estrecho puente y seguir
caminando por la otra margen. A partir de aquí, el recorrido va
paralelo al rio, que queda junto a nosotros, a nuestra derecha,
caminando por el centro de este largo valle glaciar, de unos 13 km de
longitud, creo que el mayor de Europa y declarado como una de las
siete maravillas naturales de Portugal.
Al cruzar el puente, el amplio camino o pista que traíamos se convierte en camino, y éste acaba convirtiendo pronto en senda, poco tiempo después de dejar a la derecha una pequeña casa de arquitectura tradicional, con el tejado cubierto de escobas, piornos o brezos que sirven como aislante y junto a la cual se pueden ver algunas "obras artísticas" hechas con el material más abundante en el valle, o sea, con piedras redondeadas de diferentes tamaños, creando figuras humanas o de animales.
Durante este recorrido vamos viendo varios paneles informativos que describen los tipos de orquídeas, mariposas, o de la flora y fauna en general que puede observarse a lo largo del valle, aunque es esta época del año en que estamos, diciembre, y más en esta zona, con la bajada de temperatura, pocas orquídeas y mariposas íbamos a ver.
Tramo de camino antes de convertirse en estrecha senda.
Como
he comentado antes, el camino se acaba convirtiendo en senda, y ésta
comienza a introducirse en una zona frondosa, de mucha humedad y
vegetación, con zonas encharcadas, flanqueada a los lados por
paredes de piornos, escobas y brezos que en ocasiones superan nuestra
altura, mientas la senda de tierra va transformándose en senda de
empedrado irregular por el que debemos caminar con más cuidado por
lo resbaladizo del terreno.
Tramo de senda. En la foto de abajo, sobre la roca, las marcas identificativas de la ruta (roja y amarilla).
Es justo cuando comienza la
senda, cuando comienza el tramo más interesante y bonito del
recorrido por este valle glaciar. El recorrido deja de ser tan
monótono, deja de seguir una cómoda y fácil línea recta, para
convertirse en un recorrido más sinuoso, con firme empedrado e
irregular, rodeados de vegetación, cruzando pequeños cursos de agua
que van a parar al Zêzere, comenzando a ganar más altura, lo
que conlleva también más esfuerzo, pero al levantar la cabeza, a
nuestra derecha y hacia arriba, podemos ver la zona del "valle
suspendido" o el espectacular "Espinhaço
do Cão" (espinazo del perro) con el inicio de una
amplia cascada en su zona más alta, y digo inicio, porque sólo
podemos ver una parte de ella desde la parte baja del valle; al
fondo, frente a nosotros, ya comenzamos a ver las montañas que se
yerguen vertiginosas, abruptas, rodeando Covão d'Ametade,
montañas de pura roca desnuda, en cuyas cimas bien pareciera que los
dioses se han entretenido en espolvorearlas con azúcar blanca, pero
sólo se trata de nieve, con la que tomamos contacto visual por
primera vez; al echar la vista atrás, podemos ver claramente la
parte de este valle glaciar recorrido hasta ahora, con su forma en
"U" característica de estos valles, y al fondo, las casas
blancas de Manteigas desparramadas por la ladera de la sierra.
El "Espinhaço
do Cão" (espinazo del perro) con el inicio de una cascada en su zona más alta.
Cascadas que se precipitan desde las laderas rocosas y abruptas del valle hacia el río Zêzere.
En las dos fotos anteriores, las cimas rocosas que rodean el entorno de Covão
d'Ametade, espolvoreadas con algo de nieve en sus partes más altas.
Desde
que se cruza el puente sobre el Zêzere y hasta Covão
d'Ametade, creo que son 5 km los que hay que recorrer, y
aproximadamente a mitad de de este tramo, hacemos una pequeña parada
para tomar unos frutos secos y algo de chocolate. Desde que salimos
de la casa rural, y hasta este punto, llevaríamos recorridos unos
diez u once kilómetros.
Nos
ponemos en marcha de nuevo para afrontar el último tramo del
recorrido por el valle, con la parte más pronunciada, con senderos
en zig-zag, con firme de tierra y piedra que nos hace alcanzar altura
rápidamente para llegar a la carretera, por la que tenemos que
seguir durante unos 700 metros hasta llegar a la zona de parking de
Covão d'Ametade, justo donde ésta hace una pronunciada curva
de herradura.
Último tramo de fuerte subida, con el valle glaciar de fondo, antes de alcanzar la carretera que lleva a Covão
d'Ametade.
En
este pequeño tramo de carretera, a nuestra izquierda, ladera abajo,
vemos varias chorreras que se precipitan entre grandes piedras
revestidas de musgo hacia el Zêzere.
Pequeño tramo de carretera para llegar a Covão d'Ametade.
Chorreras que se precipitan entre grandes piedras
revestidas de musgo hacia el Zêzere.
Como no teníamos prisa, hicimos un recorrido de ida y vuelta por el interior de Covão d'Ametade (una depresión donde reposan sedimentos originando una pequeña llanura en lo que fue una antigua laguna de origen glaciar), de aproximadamente un kilómetro o poco más, en un bonito recorrido por zona arbolada junto a las aguas calmadas del río. Una zona idílica, incluso había una sesión de fotos para una boda, aunque con ese vestidito que apenas abrigaba, la novia tenía pinta de estar muerta de frío... Me vienen los recuerdos de cuando seis años atrás estuve realizando una ruta ciclotursita por esta zona, aprovechando las vacaciones de una semana santa, y de mi parada en este lugar junto a una de las mesas-merendero, reponiendo fuerzas y disfrutando de este entorno, en aquella ocasión mucho más tranquilo, porque ni era fin de semana ni era fiesta nacional, porque el 1 de diciembre en Portugal se celebra el “día de la Restauración”, o lo que es lo mismo, se conmemora la restauración de la independencia portuguesa de España en 1640.
Zona de Covão d'Ametade
Tras las fotos de grupo en este lugar y la visita a la zona donde nace el río, volvemos a la ruta, aunque tocaba un tramo kilómetro y medio por carretera con los que no contaba, porque creía que podríamos ir por senda paralela a ésta, tocando la carretera en un par de puntos pero tan sólo durante unos metros, pero la realidad es que hay una valla junto a la carretera y más allá no consigo ver ningún camino o senda... no recordaba este tramo de vallado cuando estuve con la bici por aquí. En cualquier caso, este tramo de asfalto se hace ameno, porque a la izquierda de la carreta hay varios miradores desde los que podemos tener unas panorámicas espectaculares de todo el valle glaciar del Zêzere, y al fondo de este largo valle, Manteigas.
Vistas desde uno de los miradores junto a la carretera, al dejar atrás Covão d'Ametade. Se puede ver el recorrido completo por el interior del valle (a la derecha, la carretera que sube desde Manteigas, que es la que aparece al fondo del valle, en el centro de la foto. Se puede observar claramente la disposión en "U" características de los valles glaciares.
Dejamos
la “Fonte de Jonja” a la derecha, y más adelante,
en una curva que hace la carretera, cogemos una senda a la derecha de
ésta, para abandonar el asfalto y comenzar un tramo de fuerte
subida, por senda tortuosa bajo la umbría de un espeso bosque de
abetos y robles, en un recorrido que a mi particularmente me gustó
mucho y que acabó llevándonos a una zona totalmente opuesta, a una
gran explanada, una inmensa pradera, donde no hay ni un sólo árbol,
solo borreguiles por los que se camina con algo de dificultad,
dejándonos guiar por el curso del arroyo, porque el camino
desaparece bajo el manto de los borreguiles.
Dejamos
a la izquierda una pequeña construcción en forma de ermita y que
creo que no es otra cosa que un refugio de pastores, y cerca de ella,
una fuente. Estamos en la zona conocida como "La Nava de
San Antonio" (nava=pradera). Al fondo vemos la carretera
que sube hasta la estación de esquí de la Torre y hasta ella
nos dirigimos.
Saliendo de la zona de bosque y adentrándonos en la Nava de San Antonio.
Caminando sobre los borreguiles de la Nava de San Antonio.
Refugio de la Nava de San Antonio.
Fuente en la Nava de San Antonio.
Refugio de la Nava de San Antonio.
Fuente en la Nava de San Antonio.
Al
llegar a la carretera, la cruzamos y seguimos en fuerte subida por
senda empedrada junto a piornos, aunque antes, junto a la carretera,
un pequeño descanso para reagruparnos y pegar unos tragos a la bota
de vino...
Subimos
por este sendero durante un corto tramo y cuando tenemos vistas hacia
el otro lado de valle, el que va a parar a Unhais
da Serra
y disfrutamos
de las vistas de la presa
do
Covão do Ferro,
sumergida en el fondo de una pequeña olla rodeada de cimas de
montañas salpicadas de
nieve, decidimos
realizar una parada
para comer, que ya iba
siendo hora, cerca de las tres de la tarde.
Llegando a un improvisado mirador donde realizaríamos la parada para comer.
Barrangem do
Covão do Ferro
Un descanso para comer... frente a nosotros están las vistas de la Nava de San Antonio y a nuestras espaldas el valle y la carretera que transita por él hacia Unhais da Serra y algo más árriba el Barrangem do
Covão do Ferro (es lo que se ve en la foto siguiente).
El valle y la carretera que transita por él hacia Unhais da Serra y algo más árriba el Barrangem do
Covão do Ferro
Tras el descanso de unos 30 minutos para comer, en un lugar que sirve de improvisado mirador natural, continuamos con nuestro recorrido, continuando por la senda pedregosa, en un una especie de sendero aéreo, donde los piornos que flanqueaban el sendero al principio, van desapareciendo poco a poco, con un recorrido en continua subida, siempre con la presa do Covão do Ferro a nuestra izquierda y conforme vamos ganando altura, ésta poco a poco va quedando cada vez más abajo.
Tramo de senda empedrada en un recorrido en continua subida,
siempre con la presa
Covão do Ferro a nuestra izquierda, dejándola cada vez más abajo.
Al
alcanzar la carretera de nuevo, toca otro reagrupamiento, porque las
subidas cada uno las hace a su ritmo. Esperamos al resto de
compañeros parapetados en el muro de la carretera que nos protege
del gélido viento que comenzamos a notar en las alturas, con la
vista puesta hacia
bajo, donde queda ahora
la presa do
Covão do Ferro
y el valle, mientras a la izquierda vemos los compañeros avanzar por
la senda aérea
utilizada en otros tiempos para el tránsito del ganado.
Barragem do
Covão do Ferro
y el valle; a la izquierda, algunos compañeros avanzando por
la senda aérea
utilizada en otros tiempos para el tránsito del ganado, y más arriba de ésta, la carretera que sube a la Torre.
Una
vez todos juntos, continuamos por carretera unos 300 metros, hasta
llegar al mirador-parking desde donde se puede contemplar el
monumento a "Ntra. Sra. de la Boa Estrela",
esculpida completamente en roca, allá por los años 40. En estas
zonas más elevadas apenas va quedando resquicio de vegetación y
ésta va dando paso a grandes bolos graníticos que adquieren formas
caprichosas.
Grandes bolos graníticos que adquieren formas
caprichosas.
Desde
aquí, avanzamos unos 50 metros más por carretera, justo hasta que
vemos a la izquierda una señal de madera indicando el camino a
seguir por este PR-6 para llegar a la cima de la Torre, evitando
seguir por carretera, pero desde este punto, el kilómetro que resta
es completamente por nieve, hielo y roca, con lo que la mitad del
grupo decide seguir por carretera y la otra mitad nos adentramos por
este bonito tramo, con estupendas vistas al mirar atrás, pero que en
ocasiones nos resulta bastante dificultoso avanzar por él, y es
aquí donde echamos de menos los crampones.
Buenas vistas al mirar atrás en el último kilómetro de subida hacia la Torre.
Finalmente
conseguimos llegar arriba, donde más que un pico lo que hay es una
gran explanada, una especie de meseta donde se encuentran algunos
edificios que en otros tiempos fueron estaciones de radar, los
remontadores, un pequeño centro comercial y una
cafetería-restaurante.
Al fondo, los antiguos edificios utilizados como estaciones de radar.
Arriba, una gran explanada, con una laguna completamente helada.
Llegaríamos
en torno a las 16:30 de la tarde, y arriba, sin parapeto alguno, el
viento gélidoi soplaba a sus anchas, con lo que tocaba abrigarse
bien, antes de tomar algo.
Desde
la zona de la cafetería, desde su parte trasera, la panorámica en
ese momento era espectacular, con un atardecer donde un mar de nubes
cubría completamente el valle, mientras más arriba los últimos
rayos de sol del atardecer si filtraban entre nubes más altas
produciendo una tenue luz rojiza en ocasiones y blanquecina en otras.
Al
final, fueron cerca de 21 km recorridos, con casi 1.400 metros de
desnivel de subida y 4:40 horas en movimiento, sin contar las
paradas para comer, tentempié, fotografías varias, curiosear,
etc...
Tocaba
regresar, ahora en coche, a la casa rural en Manteigas, donde
nos quedábamos, y donde llegaríamos ya caída la tarde.
Tras la ducha correspondiente, en el salón, al calor del fuego, y con unas cervezas o copas de vino en la mano repasábamos los buenos momentos de la jornada de hoy, todo ello como paso previo a la tertulia que se suele organizar en plena cena... y después de ella, envuelto todo en un aura especial, con un grupo de compañeros con los que es un auténtico placer pasar fines de semana como éste y con los que comparto momentos únicos.
Tras la ducha correspondiente, en el salón, al calor del fuego, y con unas cervezas o copas de vino en la mano repasábamos los buenos momentos de la jornada de hoy, todo ello como paso previo a la tertulia que se suele organizar en plena cena... y después de ella, envuelto todo en un aura especial, con un grupo de compañeros con los que es un auténtico placer pasar fines de semana como éste y con los que comparto momentos únicos.
En esta imagen, los datos generales de la ruta:
El track de la ruta podéis consultarlo/bajarlo en ESTE ENLACE.
¡¡Podéis ver las fotos que aparecen en esta entrada y algunas más, a más tamaño y resolución AQUÍ.!!
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