Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

1 dic 2018

Senderismo Portugal (Sierra de la Estrella): Manteigas - Valle Glaciar del Zêzere - Covão d'Ametade - La Torre


La Sierra de la Estrella en Portugal, es la sierra más occidental del Sistema Central, y se encuentra dentro del Parque Natural del mismo nombre, y en ella podremos disfrutar de valles y lagunas de origen glaciar, de la nieve, de la geología o de un paseo por bosques ripícolas o por bosques de hayedos, castaños, abedules, etc... Su máxima altura es de 1.993 metros, y se alcanza en el pico de la Torre (donde se encuentra una estación de esquí), siendo ésta la máxima altura del Portugal continental. Está situada entre las localidades de Seia y Covilhã; Manteigas es otra población importante dentro de esta zona, y es en una casa rural de esta localidad donde nos alojamos.

Dentro del fin de semana que pasamos en la Sierra de la Estrella, la ruta prevista para el sábado era la que iba desde Manteigas a la cima de la Torre (totalmente señalizada, bien con carteles de madera indicando la distancia al siguiente hito y el identificador de esta ruta: PR-6, o bien con marcas rojas y amarillas sobre las rocas), dividiéndola en tres partes claramente diferenciadas: la primera, recorriendo por su interior el valle glaciar del Zêzere hasta Covão d'Ametade; la segunda desde Covão d'Ametade hasta el final de la Nava de San Antonio, y la tercera y última desde el final de la Nava de San Antonio a la Torre.

Antes de empezar la ruta, algunos compañeros tuvieron que madrugar más de la cuenta, ya que al ser un grupo de doce personas y tratarse de un recorrido lineal, deberíamos dejar en la cima de la Torre, en la zona donde está la estación de esquí, tres coches, para después repartirnos en ellos y poder bajar al terminar la ruta, así que tuvieron que subir los cuatro coches, para dejar tres arriba y bajar uno con los cuatro conductores. Una vez realizado el tema logístico, tocaba desayunar todos juntos antes de comenzar la ruta.

La casa rural donde nos alojábamos estaba situada a la entrada de Manteigas, algo apartada, por lo que tuvimos que atravesar todo el pueblo y continuar hasta Caldas de Manteigas, lo que nos llevó casi tres cuartos de hora, antes de coger, justo a la altura de la zona de baños termales, el desvío a la derecha por camino adoquinado, el cual rápidamente va ganando altura, aunque pronto la subida se suaviza, viendo el inicio del valle abajo, a nuestra izquierda.

Al dejar atrás una fuente que queda a nuestra derecha, el empedrado desaparece para convertirse en un amplio camino de tierra por el que vamos llaneando por una de las laderas del valle. A la izquierda, junto a nosotros, tenemos algunos huertos y pequeñas construcciones, y más abajo podemos ver junto al Zêzere, un vivero de truchas; a nuestra derecha, una zona arbolada que poco a poco irá desapareciendo conforme nos vayamos adentrando en el valle, dejando paso a laderas más rocosas, desprovistas de vegetación, más abruptas, donde en sus partes más bajas se produce una acumulación de bolos graníticos. 

 Tramo inicial de camino, donde el empedrado de adoquines deja paso a la tierra y la subida se suaviza. De fondo, las casas de Manteigas en la ladera de  la sierra,

Bajamos al río Zêzere para cruzarlo por un estrecho puente y seguir caminando por la otra margen. A partir de aquí, el recorrido va paralelo al rio, que queda junto a nosotros, a nuestra derecha, caminando por el centro de este largo valle glaciar, de unos 13 km de longitud, creo que el mayor de Europa y declarado como una de las siete maravillas naturales de Portugal.



Al cruzar el puente, el amplio camino o pista que traíamos se convierte en camino, y éste acaba convirtiendo pronto en senda, poco tiempo después de dejar a la derecha una pequeña casa de arquitectura tradicional, con el tejado cubierto de escobas, piornos o brezos que sirven como aislante y junto a la cual se pueden ver algunas "obras artísticas" hechas con el material más abundante en el valle, o sea, con piedras redondeadas de diferentes tamaños, creando figuras humanas o de animales.




Durante este recorrido vamos viendo varios paneles informativos que describen los tipos de orquídeas, mariposas, o de la flora y fauna en general que puede observarse a lo largo del valle, aunque es esta época del año en que estamos, diciembre, y más en esta zona, con la bajada de temperatura, pocas orquídeas y mariposas íbamos a ver.

 Tramo de camino antes de convertirse en estrecha senda.

Como he comentado antes, el camino se acaba convirtiendo en senda, y ésta comienza a introducirse en una zona frondosa, de mucha humedad y vegetación, con zonas encharcadas, flanqueada a los lados por paredes de piornos, escobas y brezos que en ocasiones superan nuestra altura, mientas la senda de tierra va transformándose en senda de empedrado irregular por el que debemos caminar con más cuidado por lo resbaladizo del terreno.


 Tramo de senda. En la foto de abajo, sobre la roca, las marcas identificativas de la ruta (roja y amarilla).

Es justo cuando comienza la senda, cuando comienza el tramo más interesante y bonito del recorrido por este valle glaciar. El recorrido deja de ser tan monótono, deja de seguir una cómoda y fácil línea recta, para convertirse en un recorrido más sinuoso, con firme empedrado e irregular, rodeados de vegetación, cruzando pequeños cursos de agua que van a parar al Zêzere, comenzando a ganar más altura, lo que conlleva también más esfuerzo, pero al levantar la cabeza, a nuestra derecha y hacia arriba, podemos ver la zona del "valle suspendido" o el espectacular "Espinhaço do Cão" (espinazo del perro) con el inicio de una amplia cascada en su zona más alta, y digo inicio, porque sólo podemos ver una parte de ella desde la parte baja del valle; al fondo, frente a nosotros, ya comenzamos a ver las montañas que se yerguen vertiginosas, abruptas, rodeando Covão d'Ametade, montañas de pura roca desnuda, en cuyas cimas bien pareciera que los dioses se han entretenido en espolvorearlas con azúcar blanca, pero sólo se trata de nieve, con la que tomamos contacto visual por primera vez; al echar la vista atrás, podemos ver claramente la parte de este valle glaciar recorrido hasta ahora, con su forma en "U" característica de estos valles, y al fondo, las casas blancas de Manteigas desparramadas por la ladera de la sierra.

  El "Espinhaço do Cão" (espinazo del perro) con el inicio de una cascada en su zona más alta.

Cascadas que se precipitan desde las laderas rocosas y abruptas del valle hacia el río Zêzere.


 En las dos fotos anteriores, las cimas rocosas que rodean el entorno de Covão d'Ametade, espolvoreadas con algo de nieve en sus partes más altas.

Desde que se cruza el puente sobre el Zêzere y hasta Covão d'Ametade, creo que son 5 km los que hay que recorrer, y aproximadamente a mitad de de este tramo, hacemos una pequeña parada para tomar unos frutos secos y algo de chocolate. Desde que salimos de la casa rural, y hasta este punto, llevaríamos recorridos unos diez u once kilómetros.

Nos ponemos en marcha de nuevo para afrontar el último tramo del recorrido por el valle, con la parte más pronunciada, con senderos en zig-zag, con firme de tierra y piedra que nos hace alcanzar altura rápidamente para llegar a la carretera, por la que tenemos que seguir durante unos 700 metros hasta llegar a la zona de parking de Covão d'Ametade, justo donde ésta hace una pronunciada curva de herradura.

Último tramo de fuerte subida, con el valle glaciar de fondo, antes de alcanzar la carretera que lleva a Covão d'Ametade.

En este pequeño tramo de carretera, a nuestra izquierda, ladera abajo, vemos varias chorreras que se precipitan entre grandes piedras revestidas de musgo hacia el Zêzere.

 Pequeño tramo de carretera para llegar a Covão d'Ametade.


 Chorreras que se precipitan entre grandes piedras revestidas de musgo hacia el Zêzere.

Como no teníamos prisa, hicimos un recorrido de ida y vuelta por el interior de Covão d'Ametade (una depresión donde reposan sedimentos originando una pequeña llanura en lo que fue una antigua laguna de origen glaciar), de aproximadamente un kilómetro o poco más, en un bonito recorrido por zona arbolada junto a las aguas calmadas del río. Una zona idílica, incluso había una sesión de fotos para una boda, aunque con ese vestidito que apenas abrigaba, la novia tenía pinta de estar muerta de frío... Me vienen los recuerdos de cuando seis años atrás estuve realizando una ruta ciclotursita por esta zona, aprovechando las vacaciones de una semana santa, y de mi parada en este lugar junto a una de las mesas-merendero, reponiendo fuerzas y disfrutando de este entorno, en aquella ocasión mucho más tranquilo, porque ni era fin de semana ni era fiesta nacional, porque el 1 de diciembre en Portugal se celebra el “día de la Restauración”, o lo que es lo mismo, se conmemora la restauración de la independencia portuguesa de España en 1640.


Zona de  Covão d'Ametade

Tras las fotos de grupo en este lugar y la visita a la zona donde nace el río, volvemos a la ruta, aunque tocaba un tramo kilómetro y medio por carretera con los que no contaba, porque creía que podríamos ir por senda paralela a ésta, tocando la carretera en un par de puntos pero tan sólo durante unos metros, pero la realidad es que hay una valla junto a la carretera y más allá no consigo ver ningún camino o senda... no recordaba este tramo de vallado cuando estuve con la bici por aquí. En cualquier caso, este tramo de asfalto se hace ameno, porque a la izquierda de la carreta hay varios miradores desde los que podemos tener unas panorámicas espectaculares de todo el valle glaciar del Zêzere, y al fondo de este largo valle, Manteigas.

Vistas desde uno de los miradores junto a la carretera, al dejar atrás Covão d'Ametade. Se puede ver el recorrido completo por el interior del valle (a la derecha, la carretera que sube desde Manteigas, que es la que aparece al fondo del valle, en el centro de la foto. Se puede observar claramente la disposión en "U" características de los valles glaciares.

Dejamos la “Fonte de Jonja” a la derecha, y más adelante, en una curva que hace la carretera, cogemos una senda a la derecha de ésta, para abandonar el asfalto y comenzar un tramo de fuerte subida, por senda tortuosa bajo la umbría de un espeso bosque de abetos y robles, en un recorrido que a mi particularmente me gustó mucho y que acabó llevándonos a una zona totalmente opuesta, a una gran explanada, una inmensa pradera, donde no hay ni un sólo árbol, solo borreguiles por los que se camina con algo de dificultad, dejándonos guiar por el curso del arroyo, porque el camino desaparece bajo el manto de los borreguiles. 
 
Tramo de bosque después de dejar Covão d'Ametade y antes de llegar a la Nava de San Antonio.

Dejamos a la izquierda una pequeña construcción en forma de ermita y que creo que no es otra cosa que un refugio de pastores, y cerca de ella, una fuente. Estamos en la zona conocida como "La Nava de San Antonio" (nava=pradera). Al fondo vemos la carretera que sube hasta la estación de esquí de la Torre y hasta ella nos dirigimos.
 Saliendo de la zona de bosque y adentrándonos en la Nava de San Antonio.

Caminando sobre los borreguiles de la Nava de San Antonio.

 Refugio de la Nava de San Antonio.

 Fuente en la Nava de San Antonio.

Al llegar a la carretera, la cruzamos y seguimos en fuerte subida por senda empedrada junto a piornos, aunque antes, junto a la carretera, un pequeño descanso para reagruparnos y pegar unos tragos a la bota de vino...

Subimos por este sendero durante un corto tramo y cuando tenemos vistas hacia el otro lado de valle, el que va a parar a Unhais da Serra y disfrutamos de las vistas de la presa do Covão do Ferro, sumergida en el fondo de una pequeña olla rodeada de cimas de montañas salpicadas de nieve, decidimos realizar una parada para comer, que ya iba siendo hora, cerca de las tres de la tarde.

Llegando a un improvisado mirador donde realizaríamos la parada para comer.


 Barrangem do Covão do Ferro

Un descanso para comer... frente a nosotros están las vistas de la Nava de San Antonio y a nuestras espaldas el valle y la carretera que transita por él hacia Unhais da Serra y algo más árriba el Barrangem do Covão do Ferro (es lo que se ve en la foto siguiente).

 El valle y la carretera que transita por él hacia Unhais da Serra y algo más árriba el Barrangem do Covão do Ferro

Tras el descanso de unos 30 minutos para comer, en un lugar que sirve de improvisado mirador natural, continuamos con nuestro recorrido, continuando por la senda pedregosa, en un una especie de sendero aéreo, donde los piornos que flanqueaban el sendero al principio, van desapareciendo poco a poco, con un recorrido en continua subida, siempre con la presa do Covão do Ferro a nuestra izquierda y conforme vamos ganando altura, ésta poco a poco va quedando cada vez más abajo. 


 Tramo de senda empedrada en un recorrido en continua subida, siempre con la presa Covão do Ferro a nuestra izquierda, dejándola cada vez más abajo.

Al alcanzar la carretera de nuevo, toca otro reagrupamiento, porque las subidas cada uno las hace a su ritmo. Esperamos al resto de compañeros parapetados en el muro de la carretera que nos protege del gélido viento que comenzamos a notar en las alturas, con la vista puesta hacia bajo, donde queda ahora la presa do Covão do Ferro y el valle, mientras a la izquierda vemos los compañeros avanzar por la senda aérea utilizada en otros tiempos para el tránsito del ganado.

Barragem do Covão do Ferro y el valle; a la izquierda, algunos compañeros avanzando por la senda aérea utilizada en otros tiempos para el tránsito del ganado, y más arriba de ésta, la carretera que sube a la Torre.

Una vez todos juntos, continuamos por carretera unos 300 metros, hasta llegar al mirador-parking desde donde se puede contemplar el monumento a "Ntra. Sra. de la Boa Estrela", esculpida completamente en roca, allá por los años 40. En estas zonas más elevadas apenas va quedando resquicio de vegetación y ésta va dando paso a grandes bolos graníticos que adquieren formas caprichosas.

 Grandes bolos graníticos que adquieren formas caprichosas.



 Monumento a "Ntra. Sra. de la Boa Estrela", esculpida completamente en roca, allá por los años 40.

Desde aquí, avanzamos unos 50 metros más por carretera, justo hasta que vemos a la izquierda una señal de madera indicando el camino a seguir por este PR-6 para llegar a la cima de la Torre, evitando seguir por carretera, pero desde este punto, el kilómetro que resta es completamente por nieve, hielo y roca, con lo que la mitad del grupo decide seguir por carretera y la otra mitad nos adentramos por este bonito tramo, con estupendas vistas al mirar atrás, pero que en ocasiones nos resulta bastante dificultoso avanzar por él, y es aquí donde echamos de menos los crampones.

 Buenas vistas al mirar atrás en el último kilómetro de subida hacia la Torre.

Finalmente conseguimos llegar arriba, donde más que un pico lo que hay es una gran explanada, una especie de meseta donde se encuentran algunos edificios que en otros tiempos fueron estaciones de radar, los remontadores, un pequeño centro comercial y una cafetería-restaurante. 

 Al fondo, los antiguos edificios utilizados como estaciones de radar.
 Arriba, una gran explanada, con una laguna completamente helada.

Llegaríamos en torno a las 16:30 de la tarde, y arriba, sin parapeto alguno, el viento gélidoi soplaba a sus anchas, con lo que tocaba abrigarse bien, antes de tomar algo.

Desde la zona de la cafetería, desde su parte trasera, la panorámica en ese momento era espectacular, con un atardecer donde un mar de nubes cubría completamente el valle, mientras más arriba los últimos rayos de sol del atardecer si filtraban entre nubes más altas produciendo una tenue luz rojiza en ocasiones y blanquecina en otras.



Al final, fueron cerca de 21 km recorridos, con casi 1.400 metros de desnivel de subida y 4:40 horas en movimiento, sin contar las paradas para comer, tentempié, fotografías varias, curiosear, etc...

Tocaba regresar, ahora en coche, a la casa rural en Manteigas, donde nos quedábamos, y donde llegaríamos ya caída la tarde. 

Tras la ducha correspondiente, en el salón, al calor del fuego, y con unas cervezas o copas de vino en la mano repasábamos los buenos momentos de la jornada de hoy, todo ello como paso previo a la tertulia que se suele organizar en plena cena... y después de ella, envuelto todo en un aura especial, con un grupo de compañeros con los que es un auténtico placer pasar fines de semana como éste y con los que comparto momentos únicos.

En esta imagen, los datos generales de la ruta:
 El track de la ruta podéis consultarlo/bajarlo en ESTE ENLACE.

¡¡Podéis ver las fotos que aparecen en esta entrada y algunas más, a más tamaño y resolución AQUÍ.!!

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