Por
segundo año consecutivo vuelvo a Medellín para disfrutar del
Festival de Teatro Clásico, y también, por segundo año consecutivo
y por desgracia, no he podido asistir a ninguna representación en
Mérida.
El
año pasado, me quedé con ganas de ver esta obra en su estreno en
Mérida, así que este año no me podía perder su
representación en el teatro romano de Medellín, sobre todo
porque por mis circunsancias personales me viene mucho mejor esta
localidad, ya que no necesito tanto tiempo en el desplazamiento y
tampoco depender de otras personas, y si además, puediera escaparme
en otra ocasión a Mérida, pues mucho mejor, pero sino,
¡siempre nos quedará Medellín!... lo que es
una lástima es que las representaciones no se extiendan más allá
de las tres que hay actualmente, correspondientes a viernes, sábado
y domingo.
Había
quedado con las compañeras de trabajo y amigos en la plaza para
tomar algo antes de la representación, y aunque como ya he dicho
tenía muchas ganas de ver esta obra después del éxito el año
pasado cerrando el Festival de Teatro Clásico de
Mérida, llevándose creo, el premio del público, ademaś del
premio de la crítica a José Fco. Ramos como el mejor actor joven,
pero lo cierto es que las compañeras, al igual que el año pasado,
estaban más por la labor de ver una comedia y no una tragedia, que
de ésta ya hay muchas todos los días...
Al
margen de tragedia o comedia, al margen de que sea una obra cuyo
desenlance sea de sobra conocido, al margen del mito en que se
convirtió Numancia, al margen de los paralelismos con la
actualidad que quieran interpretarse, entre vencedores y vencidos,
entre opresores y oprimidos, entre prepotencia-soberbia y
dignidad-humildad, al margen de Roma-Numancia versus
Alemania-Gecia, al margen de banqueros derrochadores sin alma
y obreros mileurianos, al margen de los que intenten llevar el
áscua a su sardina viendo en la resistencia de Numancia un
acto de nacionalismo... al margen de todo esto, y digo al margen,
porque si bien es cierto que la representación se 'ajusta'
al texto de Cervantes (adaptdado por Florián Recio y dirigido
por Paco Carrillo) y al momento en que se desarrolló, sin
hacer ningún tipo de comentario a situaciones que se viven en la
actualidad, dejando todo lo demás al espectador, lo cierto es que sí
hay mensajes reales, puesto que a los lados del escenario se levantan
dos torres cuadradas a modo de postes, donde en algunos momentos de
la representación se reproducen fotos de políticos o situaciones
actuales... dejando que cada cual saque sus propias conclusiones y
establezca los paralelismo que crea convenientes.
Centrándome
en lo que es la obra de teatro en sí, que es lo que realmente iba a
ver, decir que me encandiló de principio a fin, una representación
que te mantiene vivo durante todo el tiempo, sin puntos muertos, y
eso que dado lo reducido de este escenario del teatro romano de
Medellín, en comparación con el de Mérida, la puesta
en escena ha tenido que ser mucho más austera, espartana, nada de
los muchos figurantes que aparecían en Mérida (por lo que he podido
leer) que representaban los campamentos de las legiones romanas y con
música en directo desde la orchestra.... aquí por contra, los nueve
actores son los encargados de llenar el escenario y de hacer que el
público no baje la guardia en ningún momento, nueve actores que
están geniales, desde el joven José Fco. Ramos, a su tío en
la vida real, Fernando Ramos, en el papel de Escipión
(y que tantos éxitos cosechó con su anterior obra-comedia “Los
Gemelos”), pasando por la gran representación de la
historia de amor y tragedia entre Melandro y Lira,
con la hambruna de telón de fondo y un recién nacido que llega
para morir porque no le espera ningún futuro, porque cuando ya no
hay absolutamente nada que comer, cuando ya no quedan fuerzas con las
que resistir y luchar después de largo asedio, Numancia
decide morir antes que entregarse al opresor, al tirano, antes que
perder su honor, su diginidad y su libertad; siendo el punto álgido
de toda historia de amor se convierte en tragedia, cuando el propio
Melandro mata a su hijo, al igual que deciden morir todos
antes que perder su seña de identidad, antes que perder su
libertadad, antes que humillarse al tirano, de forma que cuando Roma
traspase los muros no encuentre ya a nadie a quien derrotar, a nadie
a quien humillar, a nadie a quien presentar en Roma como
trofeo.... será una victoria, sí, pero una victoria sin gloria, sin
dignidad, ¿qué mérito habrá en ese triunfo?...
Otra
cosa que me gustaría destacar es cuando los nueve actores se ponen
en línea, de cara al público y recitan en coro, con nueves voces
que suenan como una sóla, poderosa, enérgica, con fuerza, como un
grito profundo que desgarra el alma, en el silencio y la oscuridad de
la noche, que unido al enclave en el que se realiza la
representación y a la cercanía con los propios actores... hacen que
uno no pueda más que emocionrse. Unas voces en coro que nos vienen a
decir que la historia de Numancia no es solo
una antigua historia, sino que es una historia eterna.
Comentar
también otro detalle de la puesta en escena de esta representación,
concretamente cuando en el escenario solo hay numantinos, porque en
esos momentos de diálgos entre ellos, aparecen siempre rodeados de
unas cintas rojas, entre las que se desplazan y con las que juegan
con las manos para darle más notoriedad, para que el espectador sepa
que están ahí, que tome conciencia de ellas, que las vea como las
murallas entre las cuales se encuentran, el cerco al que los tiene
sometido Escipión.
Fotos extraídas de internet de la representación de esta obra en Mérida el pasado verano.
A
groso modo, podríamos decir que la obra tiene dos historias, dos
hilos conductores que se entremezclan, por un lado, lo que es el
acoso, el cerco de Numancia, al que la somete Escipión,
que quiere una victoria sin derramamiento de sangre (al menos de su
bando, porque del lado contrario 'le salió el tiro
por la culata') sin importar el tiempo que pueda llevarle, pero
quiere una victoria total, sin ningún tipo de concesiones, sin
pactos de ningún tipo, sin ceder en nada, o la rendición total o
seguir con el cerco hasta las últimas consecuencias; mientras, en el
lado numantino, tras los intentos fallidos de diálogo con los
romanos para buscar una solución que los llevara a un mejor puerto,
y tras la prepotencia y soberbia que obtienen por respuesta de los
romanos, deciden resistir hasta que no puedan más, y cuando no
pueden más, por consenso deciden morir antes que humillarse ante
Roma y perder su libertad... en fin, hasta aquí lo conocido,
pero la otra historia, el otro hilo conductor de la obra, y que se
entremezclan, es la historia de amor entre Meladro y Lira,
así como la amistad entre Melandro y su mejor amigo además
de concidente; una historia de amor en el contexto del asedio, del
cerco al que se encuentran sometidos, que deriva en el nacimiento de
un hijo que llega cuando la suerte de Numancia ya está
echada, cuando el hambre ya hace tiempo que apareció intramuros y
cuando el futuro para ese hijo que ha llegado sea tan oscuro como la
muerte, por más que el padre no se resigne a ello, y es que al final
de la obra, la historia de amor se convierte en tragedia, no solo por
la muerte de la mujer de Melandro, sino porque éste prefiere
matar a su hijo y a él mismo antes que entrgarlo/entregarse a Roma.
Es
en esta historia de amor y tragedia, y sobre todo cuando sobre el
escenario sólo están Melandro y Lira, rodeados de las
cintas rojas, cuando los diálogos entre ellos y su representación
llegan a la exquisited y logran transmitir emociones y sensanciones,
al menos para el que esto escribe y desde mi corto entender...
En
definitiva, una obra con desenlace conocido, una historia antigua
pero eterna que conlleva también una historia de amor y tragedia que
llega a conmover, una representación que me ha gustado mucho de
principio a fin, y eso que por motivos de espacio la obra no ha
podido representarse con todo el glamour, adornos y adarezos con los
que apareció en Mérida, que podría haber encadilado aún más al
espectador, pero aún así, esta representión más espartara y
austera ha merecido la pena con un actores que han estado geniales.
El
REPARTO de esta obra se
corresponde con los siguientes actores: Fernando Ramos (Escipión),
Ana García (Lira), Pedro Montero, Paca Velardiez, Manuel
Menárguez (Melandro), David Gutiérrez, Juan Carlos Tirado,
Jose Fco. Ramos, Jesús Manchón.
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