Nos habíamos alojado en
Segovia, así que a las ocho de la mañana había que estar
montados en el bus todos aquellos que quisieran hacer la ruta, previo
desayuno en los apartamentos donde estábamos, ya que estos
apartamentos para cuatros personas cada uno, era lo único que se
había podido conseguir en estas fechas y con tan poco tiempo, y como
el bar más cercano no lo abrían hasta las nueve de la mañana, pues
tocó llevar algo de provisiones para desayunar...
A las nueve ya estábamos
en el aparcamiento del Puerto de Cotos, así que tras cruzar
la carretera, el grupo se dispone a realizar la ruta, sobre las 9:15,
con fresquito a esta hora, sobre 5 o 6 grados.
En un principio la idea
original de Javier era la de realizar la ruta en sentido contrario a
las agujas del reloj, es decir, subir tranquilamente todo el grupo
por la zona de las lagunas hasta llegar a la “Laguna de los
Pájaros”, y desde este punto, cuando el personal viera por
donde había que seguir subiendo, el que no estuviera dispuesto se
podría dar la vuelta y bajar tranquilamente por donde había subido,
con la opción de acercarse a la Laguna
de Peñalara en el caso de que no nos hubiéramos
aproximado a ella al principio, pero una cosa son los planes y otra
cosa lo que al final acaba surgiendo.... Definitivamente ¡los
planes estás para no cumplirse!...
Fernando, Javier y yo nos
acercamos a la caseta de información del parque, para solicitar
información sobre el estado de la ruta, porque un par de semanas
antes cuando Javier estuvo por aquí, había algo de nieve, y el
personal que venía a la ruta iba en plan “senderismo”,
poco preparado para enfrentarse con nieve y roca; y ya de paso,
también aprovechó la ocasión para comentar que era el grupo de
Llerena para el que solicitó permiso para hacer esta travesía
días atrás, ya que lo normal es pedir permiso para hacerla, ya que
estamos en un parque natural y zonas protegidas, aunque muchos suben
a Peñalara de forma individual o en pequeñas cuadrillas sin
pedir permiso...
Como he comentado antes,
no íbamos a entrar todo el mundo en la caseta de información, así
que sólo entramos los tres que he comentado antes, mientras que al
personal se le dijo que tirara un poquito más hacia delante, pero
claro, con la idea de que pararan en la bifurcación, para elegir
seguir por la derecha, en dirección a la laguna de Peñalara,
en lugar de seguir por la izquierda, por donde se sube al pico de
Peñalara, pero a algunos del grupo en cuanto 'le sueltas
la cuerda' tiran hacia delante como alma que lleva el
diablo, a todo tren, sin más miramientos, así que para cuando
salimos del punto de información, no veíamos a nadie de nuestro
grupo, así que toca el primer calentón del día para intentar ir
cogiendo al personal.
El principio es por una
pista ancha, flaqueada por árboles que aportan sombra, pasando a
numerosos grupos pequeños de entre 2 y 6 personas, que van bien
abrigados y que también van a hacer la ruta o parte de ella, ya que
muchos sólo suben a Peñalara, o en el caso de los
“domingueros”, sin desmerecer, me refiero a los que vienen
en plan familia, con los niños, para dar una vuelta, lo hacen más
tarde y suelen ir hasta la zona de la laguna de Peñalara...
conclusión: “una ruta clásica + fin de semana + primavera =
mini-masificación”.
Cuando llegamos al punto
de bifurcación, donde se eligen en qué sentido realizar la ruta
circular, hemos cogido a parte del grupo pero el resto, va diseminado
más hacia delante, ya en plena subida, y los galgos del grupo ya han
tomado bastante ventaja.
¡Nada más empezar y ya
vamos contra-corriente!. Seguimos hacia delante intentando dar caza a
los primeros, que no paran. Seguimos cogiendo a otros del grupo pero
los primeros van bastante por delante, así que intentamos
localizarlos por teléfono, ya que no sabíamos si pararían o
seguirían hacia delante, al menos hasta llegar al desvío del
refugio, ya que no conocían la ruta. Después de varios intentos
podemos hablar con ellos y le decimos que esperen al resto del
personal.
Seguimos subiendo. La
pista amplia sólo transita entre el punto de información y la
caseta del depósito donde está la bifurcación para elegir el
sentido de la ruta, porque a partir de aquí ya subimos por un
camino, con rampas más o menos empinadas, y con piedras, pero en
general, algo insulso al principio puesto que tampoco se pueden
disfrutar de vistas amplias, y mientras se va subiendo, la vegetación
arbórea va despareciendo dejando paso a vegetación más típica de
alta montaña: matorrales y piornos.
Una vez alcanzada la
cabeza del grupo, se procede a la espera para reagruparnos todos y
comentar la situación, ya que esto no era lo inicialmente previsto,
pero después de este tramo de subida que ya ha realizado el
personal, tampoco es cuestión de deshacerlo, con la consiguiente
pérdida de tiempo, así que seguiríamos hacia delante, haríamos un
pequeño desvío de ida y vuelta para ver el refugio Zabala y
las vistas de la laguna de Peñalara desde la zona de dicho
refugio (esto estaba contemplado pero a la vuelta y para el que
quisiera) y seguiríamos subiendo hasta la “Hermana Menor”.
Hasta el desvío al
refugio Zabala, la gente va subiendo a cuenta gotas y mucha
diferencia entre unos y otros, algo normal, por otro lado, al ser un
grupo numeroso (más de veinticinco personas). Yo me quedo en el
desvío para indicarles a los últimos por donde tienen que ir y cual
es la idea de hacer este tramo de ida y vuelta, y me suelen preguntar
lo mismo ¿ya ha terminado la subida? o ¿falta mucho para terminar
la subida?...¡puuffff!, acabamos de empezar como quien dice y ya
estamos en este plan... por eso la idea de haber hecho la ruta en el
otro sentido que puede ser menos exigente o al menos con mejor huella
en el recorrido global.
Desde el refugio
Zabala ya se tienen unas buenas vistas, y desde su parte trasera
se puede ver, desde una especie de mirador, la Laguna de Peñalara,
algo más abajo, y el camino empedrado que parte de ella y enlaza con
la parte final del recorrido que queremos realizar (o la parte
inicial si hubiéramos optado por hacer la ruta en el otro sentido).
Tras el pequeño descanso
y las fotos de rigor, toca deshacer el pequeño tramo de senda-camino
hasta coger de nuevo el camino que traíamos, en subida y con
piedrecitas, y cuanto más altura se va ganando, más vamos entrando
en el territorio de los piornos. Durante este tramo las vistas que
tenemos son más bien de la zona de las estaciones de esquí de
Navacerrada y Valdesquí, pero van quedando
difuminadas, porque por ese lado de la sierra se está levantando
niebla, y el cielo ya está totalmente cubierto...
El grupo se disgrega en
minigrupos diseminados a lo largo de la subida como cuentas de un
rosario, y como junto con otro compañero, fui de los últimos en
salir del refugio, progresivamente fuimos cogiendo y pasando a la
mayoría de estas “cuentas del rosario”, hasta que al
llegar a la zona de la “Hermana Menor”, ya vemos a
la gente de cabeza por delante, pero justo a la derecha, en una
mancha de nieve, parte del personal a los que habíamos cogido en la
subida, además de algunos de los que venían por detrás, se
salieron del camino atraídos por la nieve como las moscas al amiel,
como si de un imán se tratara, y eso que sólo se trataba de una
mancha, pero debe ser que “somos de secano”, y la nieve
atrae más que a un tonto un lápiz...
Nosotros seguimos hacia
delante hasta enlazar con el grupo que iba delante, con Javier a la
cabeza... Cuando llegamos a la “Hermana Mayor”,
tenemos que hacer una parada para reagruparnos todos, porque ya le
dije a Javier que había mucha distancia entre unos y otros y que
hasta que llegaran los últimos íbamos a tener que esperar un buen
rato, y así fue, tuvimos que hacer una parada en aquél páramo, a
merced de las frías corrientes de aire, sin refugio de ningún tipo,
de casi media hora, así que el personal que estaba allí y los que
iban llegando, tuvieron que ir colocándose la poca ropa de abrigo
que llevaban, porque no se esperaban estas temperaturas.
El cielo estaba ya
completamente cubierto a estas alturas, y aunque es desde este tramo
de las 'dos hermanas' cuando ya se tienen unas vistas y
perspectivas mejores, tanto desde el lado norte como del sur, lo
cierto es que apenas podemos ver nada, sobre todo de la zona norte,
donde en circunstancias normales podríamos llegar a ver hasta
Segovia claramente, pero la niebla va invadiéndolo todo,
aunque en la parte sur parece estar más despejado, como si la sierra
hiciera de barrera, de dique de contención, y antes de llegar al
punto donde estábamos esperando, ya pudimos divisar abajo, al fondo,
hacia el sur, la zona del refugio Zabala y la laguna de
Peñalara, tomando conciencia del desnivel que hemos subido hasta
ese momento.
En la espera, la gente
comienza a quedarse fría, porque entre otras cosas las temperaturas
se han desplomado, pero lo peor de todo, comentándolo con Javier,
era la niebla, porque a partir de la subida a Peñalara,
cuando empezara el tramo del Risco de los Claveles, el paso
complicado de la ruta, podíamos tener problemas: primero por que se
transita sin senda ni camino, pasando o saltando entre bloques de
piedra dispuestos irregularmente y a cierta altura, no apto para el
personal con vértigo, y segundo porque ente la niebla, entre que el
grupo era numeroso, ente que habría que ir prácticamente en fila
india y entre que todos no tienen la misma forma física ni agilidad,
podía ser un verdadero “penaero” este paso, y para colmo,
a la altura de la cima del Peñalara comenzarían a caer los
primeros copos de nieve, y de seguir así, la piedra podría estar
mucho más resbaladiza... en circunstancias así es por lo que no me
gusta ir a la sierra o a la montaña con grupos tan numerosos...
Cuando ya estábamos
todos juntos, Javier comentó, con la idea de que parte de los que
íbamos se dieran la vuelta ante el retraso que estábamos teniendo,
y ante el tramo peor que quedaba por venir y antes las circunstancias
climatológicas, sobre todo el miedo a la niebla, que así no
podíamos seguir, que a partir de ese momento el camino desaparecía
y había que seguir guiándose por los hitos, y que con la niebla no
nos podíamos alejar muchos unos de otros, así el que creyera que no
iba a poder seguir se diera la media vuelta, pero creo que algunos no
se dieron por aludidos y todos decidieron seguir hacia delante...
En circunstancias
normales, es decir, de buen tiempo, sobre todo sin niebla y sin
posible lluvia (las previsiones eran de lluvia a partir del mediodía
o por la tarde, pero vete a saber lo que pude pasar a la parte alta
de la sierra y sobre todo por cómo se estaba poniendo el día), no
pasa nada porque en lugar de cinco horas se acaben haciendo siete
horas, porque el personal viene a la sierra o a la naturaleza a
disfrutar y no para andar con el reloj en la mano, pero cuando la
cosa se pone fea, vale que se tenga que esperar porque unos anden
mejor o peor físicamente, pero lo que no es de recibo es que el
personal se entretenga haciéndose fotos unos a otros en cualquier
mancha de nieve que vean por el camino, ¡coño, que aquello en
lugar de una mancha de nieve parecía la pasarela cibeles, con tanta
foto y tanta pose!... y lo que aún es menos de recibo, es que
aún ya comentando todas estas circunstancias, el personal vuelva a
caer en el mismo error, inconscientes claramente del tramo que les
esperaba, unido a que el tiempo no acompañaba tampoco, que era lo
fundamental, y así, en otro tramo de nieve después de pasar la cima
del Peñalara, volvemos a las andadas, y por mucho que se les
apremie... ¡ni puñetero caso!...
Desde la “Hermana
Mayor” a Peñalara, más o menos bien, agrupados dentro
de lo que cabe, con mucho frío y niebla no excesivamente espesa,
pero lo suficiente como para no ver nada de la parte norte, aunque si
de la parte sur, aunque también con un cielo cubierto. Arriba, en la
cima, una pequeña parada para terminar de reagruparnos todos, así
que aprovechamos para echar unos tragos de vino “pa'entrá en
caló” y picotear algunos frutos secos.
Arriba, en Peñalara (2.428m), algunos sobrellevan la espera entre el frío y la niebla echando unos tragos de vino...
En este tramo entre las
'dos hermanas' y la
cima de Peñalara, es cuando más gente vemos, al punto de
parecer esto una romería, se nota que es una de las clásicas,
aunque la mayoría del personal que se encuentra en la cima sólo
sigue hasta aquí, limitándose después a bajar por el mismo sitio.
Nos ponemos en marcha de
nuevo, no era cuestión de parar a comer allí, había que ganar
tiempo para el caso en que la niebla se hiciera más intensa, o por
si se ponía a llover o a nevar, porque como he dicho antes, en el
tramo del Risco de los Claveles comenzaron a caer copos de
nieve, que por fortuna sólo quedaron en eso...
Al
entrar en el tramo complicado de esta ruta circular, en la parte sur
y mirando hacia abajo, tenemos un bonita panorámica de la
“Laguna de los Claveles”, a la que más tarde
tendríamos que bordear, pero primero había que pasar este tramo, y
por lo que estaba viendo al ponerme a cola de grupo, no iba a
resultar nada fácil para algunas personas y me daba la sensación
que tendríamos que armarnos de mucha paciencia...
Cuando comenzó a ponerse
este tramo algo más complicado, y cuando al fondo se veía
difuminado el paso entre riscos y bloques de piedra, por donde iba
transitando a modo de hilera el personal, cual fila de hormiguitas,
porque curiosamente, parecía que todos los que en el día de hoy nos
habíamos propuesto hacer esta ruta, habíamos coincidido en este
lugar, donde se produjo un cuello de botella, ¡joé, un poco más
y tienen que andar colocando semáforos allá arriba!... es
entonces cuando por fin, la sensatez comienza a florar y algunos
deciden que se dan la vuelta, unos por unos causas y otros otra, así
que al final, prácticamente la mitad de los que iniciaran la ruta y
por diferentes motivos, se dan la vuelta para regresar por el mismo
camino, mientras el resto seguiríamos hacia delante, ahora más
rapiditos, después de “soltar lastre”...
Unos sortean el pedregal
con más soltura que otros, y aunque para algunos este tramo puede
ser un suplicio y sólo respirarían hondo y aliviados cuando
'pisaron tierra firme', o sea, cuando por fin
perdemos altura y enfilamos una senda-camino, dejando los riscos a
nuestras espaldas, lo cierto es que para mi fue el tramo más
divertido, en el que más a gusto estuve y donde mejor me lo pasé,
donde hubo un poco de aliciente, al margen de las excelentes vistas
desde allí arriba, como en el último tramo, donde se puede ver
toda la zona del Risco de los Pájaros, así como su
bajada correspondiente, pasando de los bloques de piedra al
camino-senda que en descenso y haciendo una curva, llega a la laguna
del mismo nombre, con las vistas amplias hacia el horizonte, hacia el
este, mientras al norte, la niebla impedía ver las panorámicas, y
tan sólo en alguna que otra ocasión donde la niebla parecía que
remitía, y entre jirones de ésta, se llegaba a ver Segovia,
y al sur, abajo, parte del recorrido que tendríamos que realizan
después, un tramo más llano, de menos altura, entre lagunas... en
definitiva, las mejores vistas y el mejor momento de toda la ruta, al
menos para mi, porque como siempre, para gustos los colores...,
¡lástima que me quedara el viernes con las prisas la cámara de
foto en casa!, me tendría que contentar con la cámara compacta que
me dejó Javier, a la que siempre le pasa algo: o no va bien el zoom,
o no tiene baterías o tiene la tarjeta llena, aunque conociendo al
dueño... no se por qué me extraño...
Javier, a la izquierda, a punto de bajar el último tramo rocoso de la bajada del Risco de los Pájaros, hacia la laguna del mismo nombre que aparece a la derecha...
Bajando el último tramo hacia la Laguna de los Pájaros; las flechas amarillas marcan por donde vienen gente de otros grupos...
Último tramo de bajada hacia la Laguna de los Pájaros.
Terminado el tramo rocoso
y pedregoso de bajada, al llegar al camino-senda, el personal por fin
se relaja y el ambiente ya es más distendido camino de la Laguna
de los Pájaros, en donde al llegar, vemos que la temperatura
ha subido un poco conforme hemos ido bajando, y la niebla en este
lado de la sierra es inexistente, aunque un cielo plúmbeo amenaza
con ponerse a llover de un momento a otro, así que la supuesta
parada para comer en el entorno de esta laguna, una vez pasadas las
dificultades y con la gente ya más relajada y disfrutando es
descartada, así que tras las fotos de grupo de rigor, todos seguimos
el sendero, ahora en descenso, disfrutando de las vistas, a nuestra
derecha, del Risco de los Claveles, por donde habíamos pasado
hacía un rato, y viendo que sobre él iban pasando gente todavía,
cual hormigas diminutas encaramadas allá en lo alto, para después
seguir disfrutando de las vistas de las sucesivas lagunas y de los
innumerables riachuelos por los que íbamos pasando, con unas aguas
que bajan estrepitosas, raudas y frías, todo producto del deshielo.
El grupo llegando a la Laguna de los Pájaros, con la estampa de la zona del Risco de los Claveles frente a nosotros. La flecha amarilla marca por donde viene el personal de otro grupo en el último tramo de la bajada.
La zona más complicada de la ruta, la zona del Risco de los Claveles. Las flechas amarillas marcan algunos grupos de personas que van realizando este tramo.
Al llegar al mirador
de Javier, desde donde se tiene una buena panorámica de la
laguna de Peñalara y del refugio Zabala encaramado
allá en lo alto, la temperatura ha subido bastante y ya sobra parte
de la ropa, mientras que la amenaza de lluvia parece diluirse, y de
hecho, al final terminaríamos la ruta sin mojarnos, y tan sólo, y
una vez ya en el centro de Segovia, y por la tarde, es cuando
comenzó a caer una lluvia muy débil.
Al final, hemos realizado
este tramo de bajada bastante rapiditos, en hora y media desde la
laguna de los Pájaros hasta el bar que se encuentra junto a
la carretera del puerto de Cotos, donde algunos de los que se
habían dado la vuelta ya estaban allí comiendo mientras que otros
aún no habían llegados, pero en general, no tardaron mucho en
llegar tanto los que venían haciendo la ruta completa como los que
se dieron la vuelta y ya todos juntos, estuvimos disfrutando del
“tercer tiempo”, o sea, del momento cerveza y del momento
comida, donde cada uno pone en común lo que lleva y comienza a
picotear de uno y otro lado, acompañando el picoteo con una buena
cerveza y con algún que otro trago de vino, que para eso teníamos
el bus y no había que conducir.
Terminada la comida, y
dentro de una tarde gris, emprendimos el camino de regreso hacia los
apartamentos donde estábamos alojados, a las afueras de Segovia,
aunque después de la ducha y el café en el bar de abajo, y como no
habíamos tenido bastante, algunos nos fuimos dando un paseo hasta el
centro, uno dos kilómetros y medio aproximadamente, o eso, o esperar
una hora a que pasara el próximo bus.
Ya en Segovia, el
personal de dispersa en grupitos como siempre, y cada uno a lo suyo,
pero en general, paseito por el casco antiguo de esta ciudad para ver
algunas iglesias, catedral, alcázar, etc... para terminar con la
ruta de bares y cervezas previas a la cena...
En definitiva una ruta
clásica de la sierra madrileña, muy interesante, con buenas vistas, con tramos entretenidos,
y el único 'pero' que habría que poner, desde mi punto de vista, es que definitivamente no se puede ir a la
sierra o a la montaña con un grupo tan numeroso y físicamente tan
dispar, aunque todo hubiera sido muy distinto si la ruta se hubiera
hecho como estaba pensada, o sea, en sentido contrario al que la
hicimos, tal y como he comentado al principio. En fin, que bien está
lo que bien acaba....
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