Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

14 mar 2024

Senderismo Extremadura: Subida Circular al Pico Jálama (Sierra de Gata, Cáceres).

Para el primer fin de semana de marzo teníamos planificado, desde prácticamente dos mes antes, la salida del grupo a la Sierra de Gata, pero cuando llegó la fecha los pronósticos meteorólogicos no eran precisamente los mejores para la práctica del senderismo o para hacer turismo de ningún tipo, pero ya teníamos todo listo y la casa rural pagada en Torres de Don Miguel, así que seguimos hacia delante con los planes y en caso de no poder hacer ninguna actividad al menos tendríamos unas jornadas de convivencia que desde el pasado mes de agosto no nos habíamos vuelto a reunir para estos menesteres.

Para el sábado la ruta prevista era la subida al Pico Jálama en una ruta circular con inicio y fin en San Martín de Trevejo, de la cual solo conocía la primera parte y hacía muchos años que ya la hice, al margen de la subida al puerto de Santa Clara que hice con ASTOLL, algo más reciente pero de la que también hacía ya siete años. 

El nombre de Jálama, o Xálima (como lo llaman los lugareños) deriva de Sálama, deidad prerromana, sinónimo de Fontana, de origen, de manantial…

Como he dicho, conocía la subida al Jálama por el puerto de Santa Clara, similar al recorrido indicado por el track que llevábamos, pero esto suponía un tramo de carretera tras llegar al puerto y mi idea era evitarlo utilizando otra variante, más corta pero con algo más de desnivel y que desconocía.

Cuando organizamos este fin de semana, la idea era hacer la ruta del sábado tranquilamente, sin prisas, disfrutar del precioso entorno: de los castañares, de la naturaleza en general y de las vistas desde el Jálama, donde hubiéramos hecho una parada para un pequeño tentempié y después al finalizar la ruta, tomar unas cervecitas o unos vinitos en San Martín de Trevejo antes de volver  a la casa rural para comer.

El viernes por la noche ya vimos que íbamos a tener agua prácticamente hasta la tarde del sábado y lo peor, el fuerte viento, incluso había alerta amarilla por fuerte rachas de viento a partir de las 14 horas si no recuerdo mal, así que lo que tocaba era empezar a una hora prudencial, no realizar paradas e intentar terminar antes que el tiempo empeorara aún más.

Pero las cosas no salen siempre como se tiene previsto, así que acabamos saliendo con casi una hora de retraso por diversas circunstancias.

Llegamos a San Martín de Trevejo, aparcamos y en seguida nos ponemos en marcha con lo poco que necesitábamos y ya preparados para el agua, que un principio era una lluvia muy débil, con algo de viento frío y mucha humedad.

Atravesamos las típicas calles de este bonito y emblemático pueblo de la Sierra de Gata, completamente vacías, no nos encontramos con nadie a pesar de ser un pueblo muy turístico, pero el día estaba para estar en casa al calor de una buena lumbre y tomando un café mientras se tiene una buena conversación.

Al dejas atrás las últimas casas del pueblo vemos un panel informativo sobre la calzada empedrada que sube al Puerto de San Clara y el castañar que atraviesa.

Esta calzada empedrada unía Extremadura con Castilla y era muy frecuentada en otros tiempos por los viajeros. Actualmente está declarada como "Corredor Ecocultural Camino de Trevejo a Jálama", y por lo tanto, incluido dentro de la Red de Espacios Protegidos de Extremadura.

El camino empedrado atraviesa un enorme castañar, “uno de los lugares de mayor riqueza botánica de Extremadura, con una rica flora de origen atlántico que se mantiene aquí de manera relicta”. Este castañar es conocido como el Castañar  O'Soitu o El Soto, pero también se le llama el  Castañar de los Ojesto, porque tradicionalmente pertenecían a una familia de pueblo, los Ojesto.

A partir de los paneles informativos nos vamos adentrando en un tupido y bonito castañar, en subida llevadera, por camino empedrado, envuelto entre helechos y troncos de castaños despojados de su manto otoñal que han dejado caer al suelo, recubriéndolo de un crisol de colores ocres, envuelto todo bajo un halo de bruma que hace que los compañeros que van por delante aparezcan difuminados, desdibujados sobre el enlosado de la calzada, al tiempo en que el agua va cayendo más consistentemente a medida que vamos subiendo y avanzado hacia el Puerto de Santa Clara, en un bonito paseo... si la climatología acompañara, pero el día no estaba para muchas contemplaciones, simplemente seguir hacia delante, con la cabeza baja para evitar el agua de lleno y sobre todo, para evitar meter los pies en algún reguero o charco y mojar las botas antes de tiempo.

En todo el recorrido no nos encontramos con nadie, excepto con un lugareño en los primeros compases del recorrido, antes de llegar a los célebres “abuelos” de San Martín, que ya venía de vuelta hacía el pueblo, antes de que el agua y el viento comenzaran a arreciar más.

A mitad de camino hacia el Puerto de Santa Clara, más o menos, y a la vera de éste, se encuentran los “abuelos”, los Castaños del Cobijo, con una edad estimada de 600 años, catalogados como Árboles Singulares de Extremadura, y si bien la última vez que pase por aquí no había nada que lo advirtiera, aunque cuando llegabas a su altura sabias al verlos que eran ellos, ahora los han rodeados con una vaya de madera como protección (supongo que para evitar pisotear sus raíces más superficiales o para que el personal no intente trepar por sus troncos o descansar en sus ramas), además de colocar unos paneles informativos.


 Los "abuelos" de San Martín o "Castaños del Cobijo".

Uno de los nombres por el que conocen a estos dos castaños es el de Castaños del Cobijo, "puede que derive de una de las funciones que tuvieron, la de dar cobijo a los viandantes bajo sus copas" y “cuenta la leyenda que las castañas del ejemplar más viejo eran reservadas por sus propietarios para los caminantes”.

El porte de estos dos castaños no podría ser más diferente. Uno de ellos tiene un tronco libre de ramas a más de cinco metros; está hueco y lleno de agujeros; y el otro presenta un porte típico de árbol, que se ha podado y utilizado para la producción de vigas teniendo el tronco un diámetro de más de nueve metros. Una de sus ramas crece en un ángulo no conveniente, lo que podría ocasionar problemas”. [Texto extraído del libro: Árboles Singulares de Extremadura-2021]

Las únicas fotos que hicimos durante este recorrido fue en este tramo de bosque de castaños, porque después el tiempo estuvo infernal y no estábamos como para ir haciendo paraditas, así que tras hacer unas fotos de los “abuelos” seguimos hacia delante, con una lluvia que caía pausadamente, tranquila, suave y por momentos intermitente, además, al transitar entre el bosque de castaños nos encontrábamos bajo su protección frente al viento que comenzaba a ser más fuerte a juzgar por el lo que escuchábamos.

Con buen ritmo, pronto llegamos al Puerto de Santa Clara y a la carretera, sin más inconvenientes que lo engorroso que resulta la lluvia, que como he comentado, durante este primer tramo de la subida fue llevadera.

 Sobre lo trozo de la roca que no queda envuelto en musgo, se aprecian las señales del PR y del GR.

A partir de aquí todo cambia como se podía prever, ya que al salir a espacios más abiertos, fuera de la protección del bosque, el viento se nota más, al tiempo que la lluvia comienza a ser más continua y fuerte.

Desde este punto, teníamos dos opciones, o seguir el track y continuar un pequeño tramo de carretera para después coger a la derecha el desvío que sube en zig-zag, por camino amplio al principio, con tramos de zetas alargados que poco a poco, con forme se va subiendo, van diluyéndose en un camino más estrecho, finalizando en senda con zig-zag muchos más cortos (al menos así lo recordaba), lo que convierte la subida en algo más larga pero con menos desnivel, o cruzar la carretera y seguir por un tramo que atajaba la subida y que desconocía, pero que prefería antes que seguir el tramo breve de carretera.

Al cruzar la carretera vemos una cancela y unos paneles informativos acerca de la subida al Jálama, así que ésta debe ser una opción habitual.

Cruzamos la cancela y continuamos en subida más pronunciada por un carril amplio, donde el agua y el viento se notan mucho más que en la subida inicial al puerto, pero seguía siendo llevadera, si bien es cierto que prácticmente no podíamos disfrutar en nada del recorrido.

Este es un tramo algo insulso, por carril-pista y espacios más abiertos aunque seguimos dentro de zona de arboleda.

Llega un punto en que abandonamos por la izquierda el carril-pista, cruzando una cancela y continuamos por un cortafuego paralelo al camino que traíamos, separados por una alambrada.

El cortafuegos es mucho más amplio, subida más pronunciada, terrero irregular y el agua y el viento comienzan a arreciar de forma más contundente y si el carril era insulso este pequeño tramo lo es mucho más.

Por fin dejamos el aborrecible cortafuegos y cogemos un camino a la izquierda, que va bordeando el pico Jálama con apenas  desnivel y en donde acaba enlazando el recorrido del track que llevábamos, el que subía un tramo de carretera desde el puerto de Santa Clara.

Al coger el camino, una pequeña espera para reagruparnos, corta en tiempo pero que se hace larga porque el cuerpo se queda frío rápidamente con el agua y el viento que soplaba, sin un lugar donde protegernos.

Todos juntos de nuevo nos volvemos a poner en marcha y en lugar de seguir por este claro camino, con menos desnivel, que aparece ya muy encharcado, dando un pequeño rodeo, cogemos un desvío a nuestra derecha, por una senda poco visible, estrecha, empinada y semicerrada por la vegetación, con  firme más irregular, que en clara y pronunciada subida conduce casi en línea recta hacia el pico Jálama.

Al poco de coger esta senda el día se complica más, el agua y el viento se intensifican, y el recorrido se convierte en tramos en un improvisado riachuelo que hace que el agua acabe entrando en las botas y acabas sintiendo el agua en los pies.

A partir de aquí el recorrido es completamente desapacible… pasamos por un tramo donde veo varias colonias de Narcissus asturiensis, que eran unos de mis objetivos en el día de hoy, porque sabía que podía encontrármelos en este recorrido y en estas fechas y como no los había visto nunca… pues eso, que me hacía ilusión poder verlos y fotografiarlos tranquilamente, porque hasta ese momento, solo en la subida al puerto de Santa Clara había visto Narcisus coronatus y Narcissus bulbocodium que ya eran de sobra conocidos, pero a pesar de que hice un esfuerzo por fotografiarlos, las fotos no salieron nada bien y es que entre el tembleque por el frío, las ráfagas de viento y la lluvia, no acababa de enfocar bien  y al final salieron un churro de fotos, mientras mis compañeros seguían hacia delante.

Narcissus bulbocodium
 

Narcissus coronatus

Continuamos por esta senda empinada, entre rocas, vegetación y arboleda, convirtiéndose por momentos en improvisado riachuelos, como ya he comentado y aunque no estábamos en una zona completamente abierta y por tanto más expuesta, el frío viento y el agua comenzaron a mermar la moral, así que la mayoría se volvieron hacia atrás, por donde habíamos subido y tan solo tres continuamos hacia delante, pasando al poco el el “pozo del nevero” y llegando a una zona de roca, más pelada, sin arboleda, donde realmente azotaba el viento que conforme iba avanzando la mañana se hacía más fuerte al tiempo que la temperatura bajaba considerablemente, de hecho lo pronósticos eran que podía nevar por encima de los 1200 metros, cota que sobrepasamos, aunque no llegó a nevar, pero sí a granizar.

Un cuarto de hora después de que nuestros compañeros se dieran la vuelta, llegamos al vértice geodésico del pico Jálama, pero allí no había quien parara, con el viento que hacía que perdieras el equilibrio y un frío, que unido a la lluvia y la humedad, que hacia que las manos se congelaran al sacarlas de los guantes o de los bolsillos de la chaqueta… tan sólo un ‘churro’ de foto testimonial, con la mano del compañero que “se movía más que los precios” por el tembleque que tenía, lo que hizo que la foto saliera desenfocada y movida… como era de esperar… así que tocó salir rápidamente zumbando de allá arriba, ahora en busca de la bajada que era totalmente desconocida, primero por una zona con varias sendas algo difuminadas pero que pueden seguirse con la ayuda de los hitos en forma de pequeños bloques de granito al estilo de las VP, aunque en un momento dado nos desviamos y nos salimos de la senda, en parte porque estaba algo difuminada y en parte porque el tiempo que teníamos hacía que la visibilidad fuera poca, por no hablar de que desde hacía una rato nos comenzó a granizar; eran granizos pequeños que pinchaban como alfileres en la única parte del cuerpo que teníamos expuesta, la cara.

Por si fuera poco, yo iba el último, detrás de los otros dos compañeros, porque en el vértice geodésico decidí quitarme las gafas… sin gafas veo poco pero con las gafas y la lluvia aún menos… así que yo simplemente me limitaba a seguir a los otros dos compañeros.

Hubo un momento de bastante incertidumbre, caminábamos por una especie de altiplano, sin senda ni camino visible, por zona encharcada o de riachuelos en la que nos empapamos bien las botas, más de lo que ya estaban, pero es que simplemente nos estábamos dejando llevar, no éramos capaces, entre la lluvia, el viento, el frio y hasta el granizo que nos acribilló (no nos faltó de nada, excepto la nieve) de manipular los teléfonos para ver el track… hasta que llegó un momento en que por pura orientación estaba viendo que no íbamos bien, que daba la sensación de estar rodeando el pico para volver a la situación de partida, así que como pude y no pude conseguí ver el track y vi que efectivamente nos habíamos desviado, así que retrocedimos hasta volver a enlazar con la senda.

Continuamos por ella un tramo, pero al poco ésta se desdibujaba, daba la impresión que había varias, y de nuevo al dejarnos llevar acabamos separándonos de ellas y metiéndonos de lleno en una trampa, en una zona de piornos, retamas y zarzas, en tramos con fuerte desnivel de bajada, en donde en ocasiones la vegetación era más alta que nosotros y su espesura hacía que tropezáramos continuamente y cayéramos al suelo más de una vez.

Al menos entre la espesa vegetación estábamos más protegidos del viento, lo que hizo que pudiera sacar más a menudo el móvil y orientarnos, sabiendo que siguiendo en línea recta, pero campo a través, enlazaríamos con el camino amplio al que tendríamos que haber llegado si hubiéramos seguido por la senda.

Por fin conseguimos salir de ese mar espeso de retamas, piornos y zarzas que hizo que nuestra marcha se entorpeciera, se ralentizara mucho y entre eso y el primer desvío por equivocación que cogimos en la bajada, perdiéramos más de una hora.

Al conseguir salir a una zona abierta, rápidamente llegamos en perpendicular al camino enlosado, amplio, sin pérdida… respiramos tranquilos, ya solo es cuestión de seguirlo y podremos terminar la ruta sin más inconvenientes que los climatológicos.

Pasamos por una cascada que viene por nuestra derecha, cruza el camino y continua precipitándose hacia abajo, a nuestra izquierda, hasta perderse difuminada entre el ténue velo de lluvia.

En el camino enlosado, conseguimos poner un buen ritmo de marcha, a pesar del cansancio acumulado, no tanto por el recorrido en si, sino por el agua, el viento y el frío, y aunque la chaqueta hacia que la parte de arriba no estuviera mojada, los pantalones y botas estaban empapados, así que no era cuestión de parar, todo lo contrario, había que seguir hacia delante  para entrar en calor y terminar cuanto antes, por si el viento fuera a peor, como eran los pronósticos, aunque la lluvia en cambio, iría amainando.

La poca visibilidad impedía tener vistas panorámicas, así que cabeza hacia abajo para evitar el viento frío y desapacible que teníamos en contra.

El tramo de camino enlosado se acaba transformando en amplio carril de tierra en perfecto estado, algo monótono pero fácil para caminar por él y avanzar sin problemas, hasta que finalmente, después de un giro brusco a la derecha y subir un pequeño repecho, dejamos este tramo algo insulso (sin poder disfrutar de las vistas) para  adentramos de nuevo en un bosque de castaños, en un bonito tramo de camino alfombrado por la hojarasca ocre, con zonas más irregulares, alejándonos de la monotonía del carril por el que habíamos llegado, nada que ver.

Tramo bonito, para disfrutar… en otras circunstancias… porque en ese momento simplemente nos limitamos a caminar, algo más tranquilos y relajados, hablando entre nosotros, porque la lluvia había parado y el viento, conforme íbamos perdiendo altura y adentrándonos en el bosque, fue menos desagradable y molesto.

Tras un último tramo en descenso y en claros zig-zag, con zonas que parecían estar alfombradas y donde de nuevo veo Narcissus bulbocodium, llegamos a la carretera.

En este punto aviso a uno de los compañeros que se habían dado la vuelta para decirle que habíamos llegado a la carretera y que nos quedaría unos 20 minutos para finalizar, que estábamos viendo el pueblo. Me comenta que el resto de compañeros habían llegado muertos de frío y se había ido para la casa rural para ducharse, entrar en calor e ir preparando la comida, mientras él se había quedado en San Martín de Trevejo para esperarnos y llevarnos de vuelta.

Cuando estábamos a punto de abandonar el tramo de carretera y coger el último tramo de camino para llegar al pueblo, a falta de 10 minutos más o menos para acabar la ruta, aparece Ángel con el coche por la carretera, así que al final no llegamos al pueblo, nos montamos en el coche y nos fuimos directamente a Torre de Don Miguel, donde después de una reparadora ducha llegó el turno a la distendida comida.

Tras el café de la tarde y viendo que ésta se había quedado mejor, con nubes y claros, sin lluvia y sin viento, decidimos dar un paseo por el pueblo para verlo, estirar un poco los engarrotados músculos y de paso, tomar algo en el único bar que había abierto en el pueblo.






Algunas fotos de calles y falladas de Torre de Don Miguel

En definitiva, una ruta que se ha hecho más bien por amor propio y fuerza de voluntad que por otra cosa, porque el tiempo adverso hizo que no pudiéramos disfrutar de este bonito recorrido y de las buenas panorámicas que se tienen desde arriba y en la bajada. El punto negativo del recorrido es el tramo de kilómetro y medio o algo más, de carretera, casi al terminar, algo que desluce mucho todo este interesante recorrido circular.

En fin, que habrá que repetirla en otro momento, en mejores circunstancias, para poder disfrutarla a tope.

El track de referefencia que hemos seguido para esta ruta podéis verlo EN ESTE ENLACE, aunque como he comentado, el tramo desde el Puerto de Santa Clara hasta los últimos 1000 metros antes de llegar al Pico Jálama, lo hicimos diferente al track, para evitar la carretera.

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