Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

26 dic 2020

Senderismo Extremadura: Ruta de los Molinos (Arroyomolinos de Montánchez - Montánchez) + Ruta del Donde Nace (Montánchez)

Uno de los pocos días que tuve libre en estas navidades aproveché para hacer una ruta senderista circular por Montánchez. Hacía ya diez  años que no hacía esta ruta y puesto que no pude realizarla en otoño como me hubiera gustado para ver la otoñada en el castañar, la realizaría ahora, en invierno, aprovechando que había habido un período de lluvias que aunque no habían sido muy intensas por mi zona, sí esperaba que por la Sierra de Montánchez hubieran sido más copiosas.

La ruta que quería volver a realizar después de tantos años sin aparecer por esta zona no era otra que la conocida “Ruta de los Molinos” + “Ruta del Donde Nace” + visita al “Cancho que se Menea”, un recorrido circular resultante de unir estas dos rutas más un pequeño desplazamiento lineal de ida y vuelta de un par de kilómetros en total, con el fin de visitar el “cancho que se menea” y su entorno, en la parte más alta de la sierra, en el Pico Montánchez (994 m.), donde se encuentran las archiconocidas antenas.... en total un recorrido de entre 21-22 kilómetros.

Mañana soleada pero fría; dos grados marcaba el coche en el trayecto entre Almoharín y Arroyomolinos de Montánchez, aunque conforme fue avanzando el día subió un poco la temperatura.

Como en la anterior ocasión que estuve por aquí, decidí iniciar y finalizar la ruta en Arroyomolinos de Montánchez, aparcando el coche a la salida del pueblo, cerca de donde se inicia y finaliza la “Ruta de Los Molinos”, junto a la fuente donde una placa situada en ella se recuerda “al mayor acontecimiento ocurrido en esta villa”, o lo que es lo mismo, un hecho histórico conocido como “la batalla o sorpresa de Arroyomolios”.

Este acontecimiento histórico tuvo lugar el 28 de octubre de 1811, durante la Guerra de la Independencia Española, produciéndose en esta localidad una de las más importantes victorias sobre el ejército francés. La batalla que tuvo lugar fue conocida como la Batalla del Arroyo de los Molinos o también como la Sorpresa de Arroyomolinos. En ella, un ejército aliado anglo-hispano-portugués, bajo las órdenes del general Hill, derrotó a las tropas francesas del general Girard. Tenéis más información sobre este acontencimiento en ESTE ENLACE y al hilo de esto, comentar también que todos los años tiene lugar en esta localidad de Arroyomolinos de Montánchez una recreación histórica conmemorativa de esta batalla en el mes de octubre.

Cerca de la fuente existen varios paneles informativos sobre algunas rutas senderistas que se pueden hacer desde allí, incluida la que tenía prevista, la “ruta de los molinos”, con un recorrido por la garganta del mismo nombre que me llevará hasta Montánchez y en donde según leí, llegaron a existir hasta treinta molinos harineros, algunos de origen romano aunque la mayoría de los que podremos ver son del siglo XIX y de principios del siglo XX.

A la izquierda de esta explanada donde se encuentran los paneles informativos, se encuentra el callejón por donde tendré que llegar de nuevo hasta este punto al término de la ruta, pero ahora tengo que seguir hacia delante unos metros más para después girar a la izquierda y seguir por un camino estrecho, en un primer tramo con firme de piedras y hormigón, cómodo para transitar por él pero que le resta 'personalidad' para los amantes del senderismo, aunque al margen de esto, es un placer comenzar a caminar por este que creo es el “camino de la calleja de los huertos”, rodeado de vetustas paredes de piedras que delimitan huertas y pequeños olivares, con algunos castaños también, con el trino de los pájaros que comienzan a despertar después de una noche y madrugada heladora, con algún chozo tradicional totalmente restaurado, caminando en la umbría y entre zonas de hojarasca blanca de la helada, con la mirada en los alrededores y al frente, al fondo, por donde deambula este antiguo camino que remonta la garganta y que conectaba y conecta Arroyomolinos y Montánchez, antaño como vía de comunicación entre ambas o también como acceso a los molinos, ahora como recurso turístico que pone en valor el gran patrimonio natural, histórico y etnográfico de esta zona.

No tardo en llegar al primer molino, tras dejar a la derecha unas mesas merendero. Este primer molino está bastante deteriorado, al menos lo que es su 'sala de molienda' que está junto al camino, aunque el “cubo” y el canal o acequia por la que llega hasta él el agua se encuentran en pie, pero al estar dentro de una parcela privada, para verlo en más detalle habría que saltar la pared, algo que no es necesario porque en el transcurso de este recorrido podremos ver muchos molinos juntos al camino, todos del mismo tipo, pudiendo contemplar de cerca las distintas partes que lo conforman, si bien es cierto que entre tantos molinos y en cuanto a su estado de conservación hay un poco de todo: desde quizás los más antiguos, situados más cerca del cauce del arroyo, muy deteriorados o sólo con algunas de sus partes visibles e incluso cubiertos de zarzas y diferentes arbustos, a  los que se levantan más airosos e imponentes, en buen estado, fruto de la restauración que han sufrido por parte del ayuntamiento de Arroyomolinos de Montánchez para salvarlos del abandono progresivo, incluso en cinco de ellos, se han restaurado las antiguas 'salas de molienda' para servir como refugio al caminante, pero el hecho de estar tan cerca de la localidad implica que no sean utilizados para este fin, a menos que nos coja lluvia o tormenta y pueda servir para resguardarnos, porque suelen tener la puerta abierta, eso los que aún la conservan... y es que esto es también un motivo para que los gamberros de siempre hagan de las suyas con el patrimonio público, al margen de que si se decide invertir en restaurar algunos de estos antiguos molinos es para continuar después, con un mínimo coste, manteniéndolos y no abandonarlos de nuevo a su suerte. Uno de estos molinos restaurados creo que sirve de museo etnográfico, algo que me parece muy buena iniciativa.

Primer molino, bastante deteriorado, sobre todo la "sala de la molienda".

Sigo caminando y en apenas unos metros me encuentro con el segundo molino, también junto al camino, éste conserva todas sus partes y a pesar de ver en las piedras-sillares que conforman el canal o acequia que conduce el agua desde la charca al 'cubo' el desgaste por el paso del tiempo, este segundo molino con el que me encuentro es todo un ejemplo de la estructura común a todos los molinos que se encuentran en esta garganta y del funcionamiento que tenían.

Segundo molino, bien conservado, con la "sala de la molienda" y el "cubo" en primer término

Todos los molinos que podemos encontrarnos en esta garganta son  “molinos de cubo”, un tipo de molinos que se construían “en aquellas zonas donde el agua era escasa, porque permitían una mayor potencia motriz,  sobre todo en las serranías, donde los cauces de los ríos eran muy irregulares”, así que no nos debe extrañar que la antesala de estos molinos sea una charca que recogía el agua procedente del arroyo por una acequia o pequeño canal; una charca que también podría servir para recoger el agua de lluvia procedente de la  sierra, a modo de aljibe y que a su vez serviría para mantener un caudal regular al molino, puesto que desde la charca, otro canal o acequia en leve descenso conduciría el agua hasta el “cubo”, una especie de pozo, con estructura cilíndrica por la que caería el agua en vertical en una caída de 8-10 metros, aprovechando el desnivel de la sierra, moviendo la rueda horizontal situada en la parte inferior que haría girar el eje vertical  que a su vez trasmitiría el giro a la muela superior, triturando el  grano que se cuela entre ésta y la piedra o muela inferior y produciendo la harina; este mecanismo se encontraba dentro de la “sala de la molienda”, el lugar donde trabajaba el molinero y que “solía ser una construcción de planta cuadrada o rectangular, situada en la parte baja del cubo y normalmente  con cubierta de teja árabe sujeta por una sencilla armadura de madera”, y que como he comentado anteriormente, algunas de ellas fueron restauradas por el ayuntamiento para servir como refugio, pero la falta de mantenimiento y quizás el mal uso o gamberrismo en algunos casos, van haciendo mella en ellos ¡una verdadera pena!... como también he dicho antes, de poco sirve invertir en restaurar e intentar poner en valor este entorno si después no hay un mantenimiento mínimo tanto de los molinos como en el adecentamiento de los caminos y sendas..

Elementos típicos de los"molinos de cubo": charca, seguida de un canal o acequia y al fondo el "cubo". Por la izquierda de la charca, en la esquina inferior derecha de la foto, es por donde entra el agua a la charca por el canal que trae el agua del arroyo o la procedente de la sierra, albergando en este caso la charca el agua a modo de aljibe. 

Canal que lleva el agua desde la charca al "cubo" (elemento circular que aparece al fondo).
 

Desde el extremo de la charca se puede ver parte de todo este mecanismo comentado, viendo la acequia que conduce el agua del arroyo a la charca y como desde ésta saldría el agua por otro canal o acequia que conduciría el agua generalmente en línea recta durante varios metros hasta el 'cubo' o pozo cilíndrico por el que caería el agua, y en muchos de estos molinos, podemos ver siempre al fondo, siguiendo la línea recta de la canal y el cubo, que quedan a esta hora de la mañana en la umbría entre las laderas  de la garganta, el pueblo de Arroyomolinos, en el llano y es que la ruta nos lleva del llano a las alturas de la sierra donde se alojan las antenas de comunicación visibles desde bien lejos.


 


Podemos ver siempre al fondo, siguiendo la línea recta de la canal y el cubo el pueblo de Arroyomolinos, en el llano.
 

En este punto el camino de hormigón y piedra termina y hay una bifurcación. A la derecha creo que es para realizar la ruta de las Vaquerizas, mientras que a la izquierda de la charca del molino, junto al canal o acequia que traía el agua del arroyo, sale la senda por la que continua la ruta prevista.

Es un recorrido de los que me gusta, envuelto siempre en vegetación, caminando a veces por tramos de senda y a veces por vetustos caminos estrechos y empedrados, con el arroyo de  los molinos a la izquierda, más abajo, encontrándome con una sucesión de molinos algunos muy bien conservados y otros de los que solo quedan restos, normalmente de la zona del 'cubo' y/o del canal o acequia que llevaba el agua hasta él, envueltos entre la vegetación que lo va envolviendo, devorando, con el paso del tiempo.

Restos un molino: parte de la canal y el 'cubo', con el pueblo de Arroyomolinos al fondo.
 
Restos de un molino del que solo queda el canal que conducía el agua hasga el 'cubo', cuya parte superior cilíndrica está destrozada. Como se puede ver, está envuelto entre la vegetación.
 
Resto de un molino que se he encontraba en la otra margen del arroyo. En este caso lo único que queda es la parte del 'cubo'.


Caminos empedrados y sendas.
 
Sucesión de molinos a distintas alturas en la garganta

El camino que remonta la garganta comunicando Montánchez con Arroyomolinos y que servía también para acceder a los molinos,  es  estrecho y empedrado,  con la hierba y el musgo entre las piedras junto a los restos blancos de la helada nocturna que aún permanecen en este sombrío camino a esta ahora de la mañana, pero desde el camino salen varias ramificaciones, sendas a veces casi cerradas por las zarzas que conducen a muchos de los molinos que se conservan hoy en día en buen estado  y es una gozada caminar por estas sendas encontrándonos con estos molinos y curioseando por ellos, echando de vez en cuando la vista atrás para contemplar las panorámicas de la garganta que va a morir en el llano, a lo pies de Arroyomolinos de León, mientras mirando al fondo, en la dirección que llevo, garganta arriba, se puede contemplar una sucesión de molinos cada pocos metros a ambos lados del arroyo y a diferentes alturas.








Casi sin darme cuenta llego a uno de los últimos molinos, más ruinoso, a la derecha de la senda, justo a la altura donde el arroyo del Pozón que viene por la derecha se une al arroyo de los molinos; más tarde, en la segunda parte de este recorrido, al hacer la “Ruta del Dónde Nace”, volvería  a cruzar este arroyo de nuevo, más cerca de su nacimiento.

Más adelante se encuentra el que creo es el último molino de esta garganta, aunque quizás sean dos que están juntos, bien conservado e incluso creo que reconvertido en vivienda, junto a un pequeño salto de agua y donde el acceso a la parte de arriba para ver el canal y el 'cubo' se encuentra cerrado, porque es propiedad privada. En la parte baja, junto a la “sala de la molienda”, hay un grupo de senderistas haciéndose fotos y tomando un pequeño piscolabis... pero tal y como está el patio, con la pandemia que tenemos encima, no me acerco a curiosear por la zona donde está el pequeño salto de agua que es también donde están ellos.

Continuo caminando, afrontando la última parte de la subida en donde ésta hace un giro a la izquierda para llegar a la cabecera de la garganta, contemplando a mi izquierda todo el recorrido en subida que acabo de realizar.

Llego a una zona de altiplano donde el paisaje cambia, se nota la cercanía del pueblo y aparecen olivares que asoman por las altas paredes de piedra que flanquean el camino.

Es un pequeño tramo que quizás resulte más insulso, pero no tardo mucho en llegar al “Castañar” y a  una bifurcación donde siguiendo recto podría llegar en kilómetro y medio aproximadamente a Montánchez, bordeando el bosque de castaños, sin embargo y tal y como comenté al principio, mi idea era enlazar con la “Ruta del Donde Nace”, para ello giro a la derecha para adentrarme de lleno en el castañar, en un recorrido que tenía grabado en la memoria y que permanece prácticamente igual, aunque con menos humedad que la última vez que estuve por aquí.

Es un tramo muy corto, pero sin duda es una auténtica delicia caminar lentamente por este entorno observando los castaños desnudos  en ésta época del año, despojados de su traje de gala que dejan caer a sus pies, cubriendo el camino con un manto de tonos ocres y dorados que contrastan con el radiante e intenso verde del mullido musgo que recubre las piedras.

Este entretenido pero corto trayecto por el bosque de castaños termina de nuevo en otra bifurcación: a la izquierda la “Ruta del Castañarmarcada en rojo y que en apenas dos kilómetros lleva a Montánchez, sin embargo yo opto por girar a la derecha, siguiendo las indicaciones de la “Ruta del Donde Nace”, marcada en azul, que en un recorrido más largo de unos 5,5 km, dando una vuelta por la sierra me llevaría también a Montánchez, pasando por la zona donde nace el arroyo de los molinos, de ahí el nombre de la ruta.

Este recorrido por la “Ruta del Donde Nace” es otro tramo muy entretenido y vistoso, en un recorrido más llano, bordeando la sierra, con zonas desde las que podemos tener unas amplias panorámicas a la derecha pudiendo observar diferentes pueblos al fondo, dispersos por el llano. En un principio el camino estrecho de tierra  se encuentra flanqueado de nuevo por paredes de piedra que delimitan las fincas, con sus antiguas puertas adinteladas que daban acceso a ellas, pero al cruzar el arroyo de los molinos por la zona donde nace, el camino cómodo y estrecho desaparece y deja paso unas veces a una senda frondosa y otras a una senda-camino empedrado, salpicado de hierba y musgo, pero con mucha menos presencia de agua de la que me esperaba y de la que me encontré la última vez que estuve por aquí y así, a pesar de la hierba verde y del musgo, cuando paso por una zona de helechos estos siguen con un color marrón, casi secos y más adelante cuando cruzo el arroyo el Pozón, por segunda vez, la pequeña cascada que hay junto al camino, a la izquierda, se encuentra completamente seca y en la pared ni si quiera hay rastro de humedad, nada que ver como lo recordaba de mi anterior visita hace 10 años.

Desde la Ruta del Donde Nace, mirando a la derecha se abren vastas vistas, con Alcuéscar al fondo acompañada de la Sierra Centinela.


Sendas y caminos empedrados, donde a pesar del musgo y la hierba, se pueden apreciar también los helechos secos de color marrón.

El entretenido camino desemboca en una especie de altiplano donde el camino se convierte en pista, mucho más ancha y cómoda, acompañado de nuevo por paredes de piedra que encierran pequeños olivares, desapareciendo la masa boscosa y la vegetación propia de la sierra, en un espacio mucho más abierto, con menos protección,  donde el viento gélido se deja sentir.

A la derecha voy viendo el Pico Montánchez (994 m.) donde se encuentran las famosas antenas de TV, radio y de comunicaciones, dentro de la finca Roble Gordo; más adelante me encontraría la puerta, aunque también tiene acceso peatonal, para subir por pista asfaltada a la zona donde se encuentran las antenas, pero sobre todo, porque allí es donde también se encuentra el célebre “cancho que se menea”, así que como iba bien de tiempo me decido a visitar este icónico  cancho y las vastas panorámicas que se deben tener desde allá arriba.

Es un tramo en ligera subida de un kilómetro o poco más, pero por pista con asfalto descarnado, una zona pelada, sin arboleda y donde lo que afloran por doquier son los canchales. Al terminar el asfalto, un giro a la izquierda y otro a la derecha siguiendo las indicaciones para después de unos pocos metros por senda llegar al paraje donde se encuentra el “cancho que se menea”, desde donde puedo disfrutar de unas vistas amplísimas, desde pueblos como Almoharín en primer término hasta divisar Cáceres al fondo, o Trujillo, además de todos los pueblos que jalonan la carretera entre Almoharín y Cáceres.

Algunos de los pueblos que jalonan la carretera entre Almoharín y Cáceres

"El cancho que se menea o piedra bamboleanate estaba formado por tres piedras de distintos tamaños, labradas, esto es, cortadas aunque imperfecta y groseramente, y colocadas y dispuestas en el orden y para el fin apetecido, con excelente resultado. Dichos tres elementos son: pedestal, plinto y cabeza o piedra bamboleante propiamente dicha. El pedestal era cuadrangular, de 86 cm de altura y estaba un poco inclinado hacia un lado; el plinto era cuadrado, de 22 cm de altura por donde esta es mayor, para compensar la inclinación, y la piedra bamboleante ofrecía un perfil trapecial y medía 2,60 metros de altura, teniendo el total del monumento 3,68 metros. Las piedras eran graníticas como las que hay en toda la sierra y junto al monumento había otras piedras amontonadas que permitían desde encima de ellas empujar la gran piedra, oponiendo al principio alguna resistencia, pero luego que empieza a moverse, opone menos y disminuye la resistencia a medida que se van produciendo más oscilaciones, aumentándose la velocidad e inclinación hasta parecer que se va a caer sobre el que la mueve. Su aspecto y forma ensanchada por arriba, lo delgado del plinto sobre el pedestal y éste, daban la impresión de un incorrecto busto humano, lo que ha sugerido la idea de que pudiera ser un ídolo que mueve la cabeza sobre sus hombros y domina aquella grandísima extensión.


Esta clase de megalitos, raros en nuestra península y en muchos casos considerados como accidentes o fenómenos naturales, no productos del ingenio y de la mano del hombre que suelen ir unidos a supersticiones que en los tiempos primitivos tuvieron formas de creencias religiosas, no los hemos hallado en la provincia de Badajoz y en cambio podemos dar noticias de algunos en la de Cáceres.

En cuanto a que tales megalitos, estuvieran directamente relacionados con las creencias religiosas de los hombres prehistóricos, menester es recordar que la "litolatría" es una de las formas más antiguas del culto naturista y que en general, se considera que estas piedras debieron estar consagradas a la adivinación y destinadas, por tanto, a ser utilizadas como oráculos según el número de oscilaciones u otra circunstancia de ellas cuando se pusieran a prueba". 

[Texto extraído del artículo "Monumentos Megalíticos de la provincia de Cáceres" que apareció en la "Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos", fruto del estudio e investigaciones llevadas a cabo por el arqueólogo José Ramón Méliza en el verano de 1915 y que podéis consultar en ESTE ENLACE.]

Por desgracia y por la ignorancia y barbarie de algunos, esta "piedra bamboleante" que ha resistido el paso del tiempo y de los envites climatológicos, fue abatida, derribada, el 19 de junio de 1937 por los soldados franquistas de una compañía que se encontraba emplazada en este lugar. Tendrían que pasar 76 años hasta que el 31 de agosto de 2013 fue vuelta a poner en su sitio por el Ayuntamiento de Montánchez, recuperando todo un símbolo del patrimonio de esta sierra, PERO la gran diferencia es que actualmente NO se balancea, ya no es posible mover la cabeza del conjunto. 

De regreso al camino que llevaba antes de este desvío lineal, de ida y vuelta por el mismo sitio, ahora en clara bajada, se tienen buenas panorámicas de Montánchez y su castillo, así como de la zona donde se asienta, por lo que hago algunas paradas para hacer las pertinentes fotos desde diferentes sitios.


Llego de nuevo al camino-pista amplio y cómodo que llevaba y continuo por él, acompañado a ambos lados las características paredes de piedra que son santo y seña en este recorrido aunque  pronto hago un giro brusco a la izquierda, siguiendo las indicaciones de las flechas azules, adentrándome en un camino mucho más estrecho, de firme irregular y trazado serpenteante, abandonando el amplio y recto camino que llevaba y que bordea el Pico Montánchez, más aburrido, monótono y con vistas más pobres, para internarme de nuevo en la zona boscosa del castañar, el mismo bosque que había cruzado antes para coger la “Ruta del Dónde Nace”.

Una delicia de recorrido este tramo en descenso hasta Montánchez, en una parte final donde la bajada se hace más pronunciada, en donde hay que tener algo de prudencia puesto que la senda está empedrada y en el caso de que estuviera mojada la piedra pueda estar muy resbaladiza, por no hablar de la hojarasca que la cubre. Es en este último tramo de bajada por camino-senda en completa umbría y con mucha humedad, donde se puede ver a la derecha, por el hueco que dejan las paredes de piedra que delimitan las fincas, a modo de puerta de entrada, un antiguo chozo de piedra, muy fotogénico él, en donde contrasta el manto de colores ocres de la hojarasca con el gris de la piedra recubierto de musgo que le dota de un verde intenso, rodeado de los troncos desnudos de los castaños que a modo de guardaespaldas parecen protegerlo...


Me encantan estas construcciones vernáculas, los caminos empedrados rodeados de paredes de piedras con sus puertas adinteladas para el acceso a las fincas y esos vetustos chozos de piedra que siguen en pie resistiendo el paso del tiempo, testigos de otra época, de otras costumbres, de otras formas de vida y de trabajar la tierra y el entorno, de un aprovechamiento más sostenible y razonable de los recursos naturales, como el claro ejemplo del conjunto de antiguos molinos que podemos contemplar en esta ruta y que por algo han sido declarados Bien de de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Lugar de Interés Etnológico.


Puertas adinteladas entre paredes de piedra, antiguas puertas de acceso a las fincas, ahora algunas de ellas tapiadas o semitapiadas.

Una vez que se pierde altura y el camino se hace más llano en las inmediaciones de Montánchez,  además de las plantaciones de olivares se pueden ver también las de las vides.

Ya en Montánchez me dejo dejo llevar por sus calles para llegar a su Plaza Mayor (Plaza de España), en zona de bares, aunque supongo mucho menos concurridos en estas fechas navideñas que otros años por el tema de la pandemia, y más a esa hora, la típica de tomar las cañas, en torno a las 14:30, así que pido una cerveza en un bar y me salgo fuera, a sentarme en los escalones de la parte porticada de la plaza, para tomarme el bocata, aunque en el pueblo sigue soplando el aire gélido e incluso sentado al sol la temperatura no era muy agradable precisamente, así que no es de extrañar que cuando me vuelvo a incorporar para seguir la ruta me encontrara completamente frío y con ganas de reemprender el camino para entrar en calor.


En la foto de abajo, un detalle de pila para lavar junto a la puerta de una casa.

Desde la misma Plaza de España, desde el bar de esquina donde pedí la cerveza, tomo una bocacalle a  la izquierda, que en bajada me sacaría del pueblo, encontrándome a la derecha con una fuente que vierte sus aguas sobre un gran pilón de granito, justo antes de adentrarme por el “Camino Real de Mérida” que ahora en descenso me llevará a Arroyomolino de Montánchez.

De nuevo un trayecto en bajada muy entretenido, a veces por tramos de camino empedrado un poco más amplios y en otras muchas ocasiones por senda, a veces empedrada a veces no, a veces abierta y a veces casi cerrada por la zarza, a veces seca y a veces convertida en riachuelo o inundada en cortos trayectos en los que resulta complicado no pringarse las botas de barro o agua y casi siempre rodeado de una frondosa vegetación y arboleda, lo que sin duda es una gozada de paseo.

La diferencia de este tramo de bajada de la “Ruta de los Molinos” con el de subida que hice al principio, es que en la bajada el recorrido está menos señalizado y aunque bien es verdad que sólo es dejarse llevar y seguir el camino hacia bajo, hay algún desvío que puede llevar a error, como me ocurrió a mi, hasta que me di cuenta y me tuve que dar la vuelta para retomar el camino original que llevaba. Por otro lado, en los dos últimos kilómetros el recorrido es un poco laberíntico y se mezclan otros recorridos SL (Sendero Local, marcas verde y blancas), así que como no me acordaba de esta última parte tuve que echar mano del track para poder llegar al punto de inicio por caminos y  no acabar saliendo a la carretera para llegar a Arroyomolios y vover a cruzar el pueblo para llegar a donde tenia el coche aparcado.

No se si serán meras impresiones mías, pero creo que este recorrido de vuelta parece estar menos transitado, menos pateado, a juzgar por algunos cortos tramos de senda que están un poco cerrados por zarzas y maleza en general, por lo que quizás muchas personas sólo hagan el tramo de subida hasta Montánchez, por la zona de los molinos.

Así termina esta buena jornada de senderismo por un recorrido muy vistoso y entretenido, una gozada, donde se mezclan naturaleza, paisajes, buenas panorámicas, diferentes ecosistemas, historia y arquitectura vernácula, sendas y vetustos caminos empedrados acompañados de antiguas paredes de piedra, el verde intenso del musgo y las zonas alfombradas de los tonos dorados de la hojarasca de los castaños y arroyos con poco caudal... siendo quizás esto último el único PERO, porque esperaba encontrarme más agua, más humedad, creía que había llovido más por esta zona pero sin duda que la sequía de estos últimos años es por todos los sitios y queda un poco lejos ahora el recuerdo de mi última visita con el agua corriendo y ronroneando por todos lados...

Podéis ver todas estas fotos a mayor tamaño y  resolución pinchando en ESTE ENLACE.

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