Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

19 ene 2020

Senderismo Extremadura: Ruta de los Alcornocales + Santa Lucía del Trampal + Ermita del Calvario (Alcuécar, Cáceeres)

Buen día el que pudimos disfrutar para realizar esta ruta, con mañana soleada y con temperatura no excesivamente fría, con el campo verde, precioso tras las lluvias, incluidas las de los días previos que provocaron grandes charcos en el camino que esquivamos sin problemas.

Tras el desayuno en Alcuéscar, toca la reagrupación del personal en la plaza de dicha localidad, junto al Ayuntamiento, y es que el grupo se había desperdigado en función de las  preferencias a la hora de desayunar.

Desde la misma plaza, cogemos una calle a la derecha del Ayuntamiento, estrecha y en bajada, dejando a los pocos metros, a la derecha, una casa de esquina con un gran escudo. No tardamos mucho en dejar atrás las últimas casas de pueblo, para después de un corto tramo girar a la derecha y adentrarnos en un extenso alcornocal muy bien conservado, por camino cómodo, llano, con algunos charcos como he comentado antes que esquivamos sin más problemas. Tramo largo, agradable, llano, que se hace de forma muy amena, con un buen día para la práctica del senderismo y con una mejor compañía.



Salimos del pueblo por el antiguo “Camino de Santa Amalia”, prácticamente en línea recta, pasando por algunos regatos,  y después de llevar andados unos cuatro kilómetros, hacemos un brusco giro  hacia la derecha, dejando el camino que llevábamos para coger el “Camino de Mérida a Montánchez” introduciéndonos de lleno en una extensa dehesa-alcornocal muy bien conservado.

Algunos compañeros esquivando los grandes charcos en el camino en plena dehesa [Foto de Enrique Cantos].

Conversando con unos y otros, porque el recorrido cómodo incitaba a ello, llegamos a buen ritmo a la Charca de Vilderey, el punto más bajo de la ruta, donde el personal aprovecha para hacer algunas fotos, antes de proseguir camino paralelo, en un principio, al arroyo cuyas aguas van a morir a esta gran charca.

Explanada en los alrededores de la charca de Valderey, que quedaría a la izquierda.

Poco a poco el camino comienza a subir, una larga subida, aunque constante, llevadera, sin grandes desniveles y con camino en buen estado, aunque ahora la extensa zona de dehesa, de alcornocales, se torna en una zona de bosque mediterráneo, más cerrado y tupido, de alcornoques, encinas y monte bajo, y con buenas vistas del monte verde durante la subida por este “Camino de la Condenada”.

Pronto llegamos a un pequeño alto desde donde se tienen unas estupendas vistas frente a nosotros, al fondo, la Sierra de Montánchez y Arroyomolinos de Montánchez a sus pies; a nuestra izquierda la Sierra del Centinela, y bajo ésta aparece entre la arboleda la Basílica de Santa Lucía del Trampal, más concretamente su parte orientada hacia el sur.



A partir del pequeño alto donde aprovechamos para reagruparnos, el camino se ensancha para transformarse en una cómoda pista que en su último tramo, llegando al centro de interpretación, ya está asfaltada.

Al fondo, la Sierra de Montánchez.

Vista desde el camino, antes de llegar al centro de interpretación, del lado norte de la basílica del Trampal, con sus tres ábsides cuadrangulares independientes, lo que sin duda es la imagen más icónica de esta construcción.

El centro de interpretación, a escasos doscientos metros de la basílica visigoda, es un pegote que no pega ni con cola dentro del entorno en el que está situado, ya podrían haberse esmerado un poco más y construir un edificio que estuviera más en armonía con el entorno que le rodea y con la basílica. Dentro del centro,  la persona que se encarga de abrir el recinto y dar información no hace más que confirmarnos lo que ya sabíamos, que no se puede visitar por dentro hasta dentro de unos días, porque después de unas pequeñas restauraciones la han rociado con unos productos químicos por dentro y tiene que estar cerrada a cal y canto durante un tiempo... ¡mala suerte!, aunque al menos todos, tanto los que la conocen como los que no, podemos acercarnos a ella y explorarla por fuera.

Camino de acceso a la basílica desde el centro de interpretación, rodeado de vetustos olivos de grueso tronco.

Pequeñita, coqueta, diferente, rara, austera, especial... una pasada  estar junto a esta joyita, quizás la única en el sur peninsular de este tipo, y que hasta hace relativamente poco tiempo, si bien era conocida por los lugareños, lo cierto es que pasaba totalmente desapercibida, simplemente eran las ruinas de una antigua construcción, donde no era solo que faltara  toda la estructura superior, sino que además se había construido una vivienda para campesinos adosada al extremo norte del crucero, sirviendo sus ruinas para diversos fines, uno de ellos el de encerrar el ganado, por no hablar de su uso en la Guerra de la Independencia, y unos años más tarde sufrir la desamortización de Mendizábal de 1835, a partir de la cual la iglesia que había pertenecido al clero  pasó a manos de particulares, junto con los terrenos circundantes.

Este templo fue redescubierto en 1980 por Juan Rosco y su esposa Luisa Téllez, “cuando entonces era una ruina a punto de hundirse definitivamente como le ocurrió a otra iglesia, la de Santiago, situada apenas a seiscientos metros de ella y cuyos sillares terminaron sirviendo para restaurar la fachada de la parroquia de Alcuéscar[1]. Tras es redescubrimiento la Junta la declaró Bien de Interés Cultural, compró el edificio y la parcela en la que se ubica, e inició labores de excavación, consolidación y restauración, en definitiva, la puso en valor y la hizo visitable para el público, conviritiéndose desde entonces en un emblema, en todo un referente histórico-arquitectónico de esta Extremadura nuestra.




Imágenes de lado este de la basílica, la parte más caracaterística de esta basílica, con sus con sus tres ábsides cuadrangulares independientes.

La -Gran Enciclopedia Extremeña- define a este templo como: "El mejor hallazgo de época visigoda es la basílica de Santa Lucía en el lugar del Trampal, quizás sobre un santuario pagano previo, como indican algunas de las numerosas inscripciones romanas allí encontradas. La basílica del Trampal es la única de época visigoda que permanece en pie en el área sur de la Península. Tiene un cuerpo de tres naves muy estrechas, separadas por pilares que ya no existen, un estrecho pasillo central que comunica con un crucero, y tres cabeceras rectangulares. A un lado y otro de las naves, se desarrollan habitaciones adosadas de función incierta. En la cabecera central se dispondría el altar, siendo lo más probable que las laterales sirvieran como sacristías. El cierre de las cabeceras es abovedado en herradura, y el del crucero también.



Debió haber aquí cimborrios cuya fragilidad no ha permitido su pervivencia. La bóveda del crucero está reforzada con arcos fajones de herradura, y éstos, junto con los arcos de entrada en cada cabecera formarían los arcos torales que soportaron los cimborrios. Bajo cada arco existían columnas con carácter ornamental, que, al igual que las impostas de mármol, con labores de talla y capiteles, faltan hoy. La basílica del Trampal, acompañada de otra construcción a 200 m quizás también religiosa, se considera monástica, y fue realizada en el siglo VII".



Imágenes del lado sur de la baśilica, donde tendría que estar otra nava lateral ahora desaparecida.

Aunque en este texto se habla de hallazgo visigodo y de una construcción del s.VII, para otros, como algunos de los investigadores que estuvieron excavando en en recinto, aunque inicialmente se decantaron por esta postura, tras los trabajos de excavación tanto en el interior como en el exterior del templo se desligaron de ella, creyendo que “es posible aceptar una fecha de construcción entre fines del siglo VIII e inicios del IX, y un abandono del conjunto entre fines del siglo IX e inicios del X. El templo fue recuperado como ermita rural durante el siglo XV, manteniéndose en uso hasta fines del siglo XVIII o principios del siglo XIX, momento a partir del cual el edificio fue desprovisto de funcionalidad religiosa y sirvió para diversos usos de carácter agrícola[2].




Fotos de la nave lateral del lado norte, donde aún se conservan parte de sus muros, arcos, ventanas... pudiéndose ver parte de la distribución de esta nava lateral.

Más allá de la controversia entre si la basílica de Santa Lucía es visigoda o mozárabe, lo cierto es que en el origen debió ser un complejo monástico (con otra construcción separada, en el lado oeste, así como un campanario también separado de la basílica y cerca de su esquina noroeste) que se levantó sobre una construcción romana preexistente de la que poco se sabe, siendo el culto a Santa Lucía muy posterior, construyéndose con sillares reutilizados de la construcción romana preexistente, de ahí que aparezcan una gran cantidad de inscripciones romanas (entorno a las cincuenta) de las que más de una docena de ellas están dedicadas a la diosa indígena Ataecina, anterior a la época romana (posteriormente, con la llegada de los romanos, estos asociaron a esta diosa Ataecina con su Proserpina, con la que parece ser que compartía algunas similitudes), cuyo culto parece ser que estuvo bastante extendido, siendo en zona extremeña donde quizás tuvo mayor devoción, así que no sería descabellado pensar que antes de la construcción del complejo monástico y de la construcción del templo romano  y de la llegada de los romanos, hubiera en este entorno, en esta zona del Trampal, algún tipo de culto en honor a esta diosa, algo que no sería de extrañar porque este lugar tiene algo de misterio, de magia, de encanto, situado bajo el manto protector de la Sierra del Centinela, rodeada de alcornoques, encinas, de viejos olivos de gruesos troncos, de zonas de huertas, de naranjos y con abundancia de agua.

Ejemplo de sillar reutilizado... ¿base para escultura de Ataecina?.

Hacemos algunas fotografías y recorremos pausadamente todo su exterior para ver los distintos detalles, para terminar algunos sentados junto a ella tomando un pequeño piscolabis, ¡qué mejor sitio!.

Tras la visita y la pequeña parada, nos ponemos en marcha de nuevo, por la pista asfaltada que conduce a Alcuéscar, en lo que es el “Camino de las Huertas del Valle” (o "camino de las huertas del Trampal"), flanqueado siempre por exuberantes alcornoques de troncos rojos, desnudos...descorchados.

A poco más de un kilómetro después de dejar atrás el centro de interpretación, giramos a la izquierda para coger un camino y dejar atrás el camino asfaltado.

El camino por el que seguimos caminando es más estrecho y nos ofrece otra subida, de nuevo constante, sin grandes desniveles, con muy buenas vistas al mirar hacia atrás con forme vamos ganando altura. Es un camino donde la exclusividad de los alcornocales va desapareciendo para dejar paso al cultivo de olivos, huertos y alguna que otra casa de campo.

Ermita del Calvario al fondo, en el centro, vista desde el camino.

El camino llega hasta la falda del cerro donde se levanta la ermita circular del Calvario, de un blanco radiante, bordeándolo durante un corto tramo, para después girar a la derecha y emprender el descenso hacia al Alcuéscar, aunque  en mi caso, y junto a otros cuatro compañeros, decidimos seguir hacia delante e ir dando la vuelta al cerro para finalmente subir hasta la ermita desde donde ya sabíamos que se divisan unas fantásticas vistas.

El último tramo, con firme hormigonado y salpicado de cruces a los lados del camino, en lo que es un viacrucis, nos conduce hasta la cima del cerro donde se levanta esta circular, radiante e inmaculada ermita del Calvario, erigida en honor a la Virgen de Fátima a mediados del s.XX y situada en un lugar  inmejorable: a sus pies, abajo, unas vistas de Alcuéscar en su totatilidad, que son las que pueden contemplarse desde uno de los dos miradores que hay arriba; desde el otro mirador, las vistas son hacia la Sierra de  Montánchez, donde se puede ver el Castillo de Montánchez en lo alto y bajo la sierra, Arroyomolinos de Montánchez, y entre éste y Alcuéscar una inmensa dehesa; y hacia el otro lado, aunque en este caso sin mirador habilitado, la Sierra del Centinela como prolongación de la cima donde nos encontramos.

 Ermita circular del Calvario, erigida en honor a la Virgen de Fátima, con la Sierra de Montánchez tras ella.

 Vistas del pueblo de Alcuéscar desdel el primer mirador.

 Vistas de la Sierra de Montánchez desde el segundo mirador.

Alrededores de la ermita, con la cruz de piedra situada entre los dos miradores.

Entre los dos miradores-balcones habilitados, se levanta sobre un roquedal una cruz de piedra que también puede servir de improvisado mirador.


Tras merodear un rato por los alrededores de la ermita que se encontraba cerrada a esa hora, y disfrutar de las vistas que se pueden contemplar desde los miradores, emprendemos el descenso hasta Alcuéscar, y callejeando por sus calles llegamos de nuevo a la plaza, donde ya hay algunos compañeros sentados en una terraza, cerveza en mano y dando buena cuenta de algunas viandas...  nosotros nos sumamos también a lo que es uno de los mejores momentos del día después de realizar una ruta: cerveza, picoteo variado con la puesta en común de las viandas que lleva cada uno y una buena tertulia con una excelente compañía, la mejor forma de poner el punto final a una buena y agradable ruta de senderismo, donde los que hemos subido a la ermita del Calvario hemos acabado haciendo casi 20 km (os dejo en este enlace el track de la ruta).

[1] De la web: http://www.alcuescar.com/basilica.htm
[2] Blog del períodico "Hoy" en su sección: "Paraísos olividados: Santa Lucía del Trampal".


Podéis ver las fotos que aparecen aquí en mayor tamaño y resolución en ESTE ENLACE.

Os dejo un vídeo con el recorrido realizado sobre mapa en relieve, elaborado por nuestro compañero de ruta Juan Antonio Tena (¡no incluye la subia a la ermita del Calvario!):



Y para el que quiera profundizar un poco más en la construcción de la Basílica de Santa Lucía del Trampal, podéis ver este didáctico vídeo:


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