Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

2 sept 2018

Luces y Sombras en el Camino del Norte (Tramo II: Santander - Ribadesella).


Al igual que ocurrió el año pasado, el verano llegó y no había planificado nada, ni siquiera esperaba poderme escapar unos días, la situación familiar-personal es la que es... y eso por no hablar de otras circunstancias que se desencadenaron justo el día antes de coger las vacaciones.

Por suerte, un poco parecido a lo del año pasado, a última hora parece que todo volvió a la normalidad, y a finales de agosto pude escaparme unos días, y como tampoco tenía organizado o planificado “en firme” nada, y todo fue prácticamente de un día para otro, opté por seguir con lo que empecé el año pasado, o sea, continuar el Camino del Norte a pie, en lo que parece que se va a convertir en mi “comodín” para las vacaciones para cuando no tenga nada previsto.

Elaño pasado llegué hasta Santander, y este año podría hacer el tramo de Santander a Gijón, en principio bastante factible en los siete días con los que contaba. No tengo ninguna obsesión por avanzar lo máximo posible en el “Camino”, y mi idea es conocer y disfrutar del entorno, además de visitar tranquilamente ciudades o localidades de paso que aún no conozco, pero el año pasado acabé bastante desilusionado con este Camino por la cantidad de asfalto que había, y por muchos tramos insulsos y aburridos en algunas de las etapas, algo que no esperaba en un lugar como Cantabria que tanto encanto natural tiene... así que para este año, si la tónica iba a ser la misma, cuando llegara a San Vicente de la Barquera me desviará del Camino del Norte y haría el Camino Lebaniego, que en un principio, por lo que había leído y visto en fotos, me iba a atraer mucho más, y aún así, me quedarían unos días para reemprender el Camino del Norte, pero ya en Asturias, aunque de hacer esto no llegaría a Gijón, lo que por otro lado me daba igual.

La verdad es que etapas de 100% asfalto, algunas de ellas totalmente insulsas y otras edulcoradas con algunos cortos tramos de camino sobre los acantilados junto al mar y vistas a las playas, o exceptuando algunas panorámicas típicas de las tierras cántabras, o de algunos tramos de bosques o de algunas variantes que por suerte puede hacer y que no es sólo que no estuvieran señalizadas, sino que tampoco aparecía en la guía que llevaba y que gracias a lugareños que me la descubrieron pude realizarlas... el resto, como digo, decepcionante, al menos para mi, porque esperaba mucho más que etapas por carretera, carriles bici, pistas asfaltadas, y zonas que como he dicho, me parecían insulsas... poco bagaje para muchos kilómetros recorriendo el País Vasco y Cantabria, zonas precisamente muy ricas en cuanto a entornos naturales, pero la verdad es que exceptuando las primera etapas por el País Vasco, hasta antes de llegar a Lezama, que me parecieron bonitas y entretenidas, y en las que pude disfrutar realmente, el resto fue más de lo mismo...

Las sombras de este tramo del Camino del Norte que al final acabé realizando este año, Santander-Ribadesella, son las mismas con las que me encontré el verano pasado, porque todo lo que había leído se confirmaba, y ya puedo decir que prácticamente todo el discurrir por Cantabria de este Camino es por asfalto, con algunas etapas aburridas, de las de caminar por caminar, exceptuando algunas pinceladas paisajísticas y algunas localidades que tenía ilusión por visitar, que me han gustado mucho y que han sido casi de lo mejor de este tramo del Camino del Norte por Cantabria.

Ya de por sí, la primera etapa que tenía prevista hacer, entre Santander y Santillana del Mar, como bien dice en la guía que llevaba, es “una etapa más maratoniana que de peregrinación”... no sólo por el kilometraje, incluso ahorrándonos el rodeo entre Boo y Mogro (bien cogiendo el tren o bien si se va andando y cruzando el río por el puente sobre el las vías del tren, con las precauciones pertinentes), sino porque junto con el tramo entre Bilbao y Pobeña (exceptuando la llegada a ésta última), es la etapa más aburrida, fea e insulsa de todo lo que he realizado de Camino hasta Ribadesella. No es sólo que sea casi todo el trazado por asfalto, o que para 6 u 7 km exclusivos de camino que hay sean estos de lo más aburrido, con una larga línea recta, en ligera bajada, que parece nunca acabar y con la única compañía a la derecha, paralelo al camino, de dos grandes tuberías a ras de suelo, propiedad de una empresa perteneciente a un importante grupo químico y farmacéutico internacional, algo que no es muy motivante precisamente,... sino también porque el recorrido en general, no es nada gratificante, así que no es de extrañar que la gente, si pueden, intenten quitarse este tramo cuanto antes, en lugar de dividirlo en dos etapas; más concretamente, desde que termina el tramo de camino junto a las tuberías, hasta Queveda, para mi fue lo peor, porque hay que adentrarse en núcleos urbanos cruzados por alguna carretera nacional que hay que seguir, para después pasar por las mismas puertas de entrada de la empresa Solvey, la de las tuberías del camino, con sus enormes chimeneas, y desde ahí seguir por carretera pura y dura, con espacios muy abiertos, sin ninguna sombra, y más alejados del mar, con lo que ni siquiera podemos recrearnos con las vistas o panorámicas de las costas, acantilados o del propio mar para mitigar tanta monotonía que sólo se rompe a la entrada del coqueto y bonito pueblo de Santillana del Mar, sin duda alguna, lo único positivo de la primera etapa de este año.

De esta primera etapa sólo me quedaría con el final, con Santillana del Mar, que si bien es cierto que es un pueblo bonito y encantador, también es verdad que es muy turístico, demasiado diría yo, hasta el punto de parecer un pueblo artificial, como de decorado. Al margen, de esto, quizás un pequeño tramo pasada la iglesia de San Martín de Mogro, en el que aunque se camina por carretea local, al menos las vistas de terreno ondulado, pintado de verde y salpicado con algún que otro pueblecito junto al mar, mitigan los sin sabores de esta etapa.

 ..."pequeño tramo pasada la iglesia de San Martín de Mogro, en el que aunque se camina por carretea local, al menos las vistas de terreno ondulado, pintado de verde y salpicado con algún que otro pueblecito junto al mar"...




 Santilla del Mar

Del resto de recorrido por Cantabria, pues poca cosa, más de lo mismo, asfalto y más asfalto, bien por carretera, por pistas asfaltadas o caminos de hormigón, con un entorno que no me acaba de enganchar en ningún momento, exceptuando cosas muy puntuales, como pueden ser tres de las perlas de Cantabria: Santillana del Mar, Comillas y San Vicente de la Barquera, que sin duda alguna merecen una visita, recomendable totalmente, en cualquier viaje que se haga a esta comunidad autónoma; al margen de esto, tan sólo me quedaría con algún que otro pequeño tramo más rural, de interior, alejado del turismo costero o del interior (como Santillana) pasando por algunos pequeños pueblos o aldeas que parecen estar al margen de todo, en los que la única alegría la aportan los peregrinos que pasan por allí; con alguna que otra aldea con reminiscencias indianas; con el pequeño tramo de unos tres kilómetros por bosque y camino de tierra al dejar atrás Cóbreces (en la que destaca su imponente iglesia de San Pedro, con un característico color rojo), con el paso por la ría Puente de la Rabia, al dejar atrás Comillas, formada por la desembocadura de los ríos Turbio y Capitán, enclavada dentro del Parque Natural de Oyambre, buen lugar para el avistamiento de aves (en sus alrededores hallamos el extenso arenal de Oyambre y la marisma de Zapedo); e indudablemente me quedo con las inmejorables vistas, una vez que dejo atrás la playa de Oyambre y tras subir un pequeño repecho, de la puebla vieja de San Vicente de la Barquera, levantada sobre un promontorio, junto a la ría, entre el que sobresale el imponente torreón de su iglesia, y con el telón de fondo de las majestuosas montañas de los Picos de Europa, unas vistas que me acompañan durante varios kilómetros de descenso en los que paso por una sucesión de playas, de mucho ambiente surfero, hasta llegar al Puente de las Mazas, que da acceso al centro histórico de esta bonita localidad (este tramo fue un recorrido alternativo, no fui siguiendo la guía, simplemente pregunté y me lo recomendaron, porque por ambos sitios se podía llegar a San Vicente, por ambos sitios se 'chupaba' asfalto, pero al menos por aquí, aunque quizás también con algún kilómetro extra, se iba siempre junto a la costa, en un recorrido más vistoso y con el premio final de ver la panorámica que me había atrapado desde que vi una foto de San Vicente de la Barquera con los cimas nevadas de los Picos de Europa de fondo, en una foto de postal).

 Pequeño tramo de tierra por bosque frondoso al dejar atrás Cóbreces.

 Cementerio de Comillas, donde sus inquilinos pueden disfrutar de unas bunas vistas aunque sea desde el  más allás, además de estar bajo la protección del ángel guardián, escultura de Josep Llimona de estilo modernista, de 1895.

El "Capricho de Gaudí", en Comillas.

 Palacio de Sobrellano o del Marqués de Comillas




Diferentes vistas de San Vicente de la Barquera.

Tramo rural, más de interior, alejado del turismo costero... en este caso, después de abandonar Santillanar del Mar... el pequeño núcleo urbano al fondo corresponde a Oreña.
Al margen de esto, que como he dicho son cosas muy puntuales después de recorrer Cantabria prácticamente de este a oeste, el “Camino” en sí en esta comunidad autónoma me ha decepcionado mucho, porque esta zona es muy rica y variada en enclaves y entornos naturales, pero el trazado del camino es un mero trámite, es como si sólo se limitara a pasar por las zonas más insulsas, buscando lo fácil, pasando por asfalto y más asfalto, siguiendo carreteras locales o pistas asfaltados, ni siquiera se molestan en buscar trazados o alternativas, aunque vayan por la misma zona, pero con un recorrido que vaya más por caminos, más por senderos, más por bosques, más en la naturaleza y no tanta carretera... y es en que su recorrido por Cantabria, en lugar de llamarse “Camino del Norte” debería llamarse la “Carretera del Norte”.

En Asturias, al menos en las dos etapas que realicé, se notan los cambios, no sólo porque ya no hay tanto asfalto sino por la voluntad de cambiar para mejorar el Camino, algo con lo que, al menos desde mi punto de vista, no me he encontrado en Cantabria.

Es cierto que también, al menos inicialmente, en Asturias el recorrido oficial sigue utilizando mucho asfalto, pero también es verdad que hay alternativas que prácticamente se han convertido en el “nuevorecorrido oficial, porque es por donde suele ir todo el mundo, huyendo de la carretera, del asfalto y adentrándose en entornos naturales más bonitos y agradables en nuestro caminar durante este Camino.

Por ejemplo, el primer día en Asturias, al salir de Colombres (una localidad en la que podemos ver bastantes construcciones de tipo indiano, bonitas y bien conservadas) esperaba encontrarme según la guía que llevaba, y que por lo que he visto necesita actualizarse un poco, un tramo largo de asfalto con zonas de carretera peligrosa, pero al final me encuentro con caminos y alternativas señalizadas que hacen que te ahorres gran parte de ese suplicio, por no hablar que desde Pendueles, en lugar de seguir por carretera puedes seguir el recorrido hasta Llanes por el GR-204-E-9 (sendero europeo de la cornisa atlántica), que aunque no esté muy marcado con flechas amarillas, lo está con señales rojas y blancas propias de un sendero de Gran Recorrido (GR-204-Senda Costera), y que es el itinerario que sigue haciendo todo el mundo, con un tramo de 15 km prácticamente por camino, durante los cuales, en los 10 primeros kilómetros no se pasa por ninguna población, pero sí por enclaves naturales bonitos, alejados de la carretera y del mundanal ruido, y con puntos muy interesantes, tanto desde el punto de vista geológico, como son los “Bufones de Arenillas” ('son grietas o chimeneas abiertas en la roca, en la costa, y conectadas con simas marinas, por las que el agua salada penetra a presión, formando surtidores de agua pulverizada que pueden alcanzar más de 20 metros de altura', pero para esto se deben reunir las condiciones necesarias, algo que no ocurrió cuando yo estuve allí, aunque si es puro espectáculo el ruido que produce el aire a presión al recorrer estas grietas o chimeneas en la roca), como desde el punto de vista paisajístico o en cuanto a naturaleza se refiere, como es el mirador del río Purón, o las panorámicas de las playas y zonas costeras, o los bosques de galería junto a zonas de ríos y arroyos, uno de ellos hay que cruzarlo por un estrecho puente, en medio de un bonito enclave, pudiéndose leer a la entrada del puente: “20 personas máx.”, o las panorámicas desde el mirador de la Playa de La Ballota. Es desde este mirador, y hasta llegar a Llanes, donde podremos disfrutar de otro tramo de camino de la “Senda Costera”, del GR-E-9, altamente recomendable, por la zona alta de la parte costera, quizás no tanto por el entorno del camino, algo desprovisto de vegetación, pelado en algunos casos, pero si por las vastas panorámicas que se pueden divisar desde arriba y durante unos cuatro kilómetros: Llanes, algunas de sus aldeas, la zona costera, el mar, el islote de Castro...

Tramo de GR-204-E9 una vez que se deja atrás Pendueles


 Grietas y túneles horadados en la roca...  los “Bufones de Arenillas”.

Desde el mirador del río Purón.

Por la Senda Costera” del GR-E-9... al fondo queda Llanes.
Quizás lo más insulso de esta primer tramo por Asturias son los únicos tres kilométros, o poco más, de asfalto hasta Pendueles y la travesía de Llanes, que se hace super larga, tanto la entrada como la salida, y en especial ésta última por largas y rectas avenidas; lo mejor de Llanes el centro, la parte histórica, con mucha gente paseando o sentada en las terrazas, muy ambientado, algo normal a la una del mediodía y con una temperatura muy agradable; desde el centro un paseo sin prisas por el puerto y las vistas desde el mirador pertinente a los “Cubos de la Memoria”, obra del pintor y escultor bilbaíno, Agustín Ibarrola, y según sus palabras: “constituye el mayor reto al que me he enfrentado, convirtiendo la escollera del puerto llanisco en una gigantesca escultura policromada de infinitos escorzos"... yo ni quito ni pongo... ¡pa'gustos los colores!.

La siguiente etapa hasta Ribadesella, es por suerte una confirmación de que el Camino mejora, de que no tiene nada que ver con muchas de las etapas aburridas, insulsas y de caminar por asfalto de Cantabria, donde la primera parte transcurre principalmente junto a la costa, junto a las playas, pasando por unas sucesión de aldeas, para después el camino girar algo más hacia el interior y volver a dirigirse hacia la costa al final, para llegar a Ribadesella, en un recorrido en general muy atractivo, junto a la costa, con zonas de playas, transitando por caminos viejos, caminos reales, senderos y con puntos donde se puede disfrutar de bonitas panorámicas, como las de la Playa de San Antolín y Punta de la Dehesa, y es que es justo desde la salida de Llanes y hasta este punto, donde Camino del Norte y GR van más o menos de la mano, porque a partir de aquí, el Camino gira algo más hacia el interior mientra el GR sigue su itinerario costero, que por lo que he visto y leído a posteriori es mucho más interesante, por las zonas de acantilados, playas, bufones, etc... es un recorrido más largo pero seguro que más recomendable, y estoy totalmente de acuerdo con la frase siguiente que leí no recuerdo donde: "A veces, es mejor salirse del sendero y seguir tu propio camino, para descubrir la belleza de la costa", pero como siempre, habrá gente que simplemente quiera seguir el Camino marcado-señalizado, las flechas amarillas, otros a los que les da igual pero que por desconocimiento en ese momento no lo hacen (como fue mi caso) y otros que se preparan mucho más el recorrido antes de salir y tienen claro que es lo que quieren ver y por donde quieren ir... en cualquier caso, tanto si se sigue por el Camino del Norte como por el GR , se acaba llegando a Ribadesella. Lo que tengo claro es que me anoto este recorrido costero por el GR entre Llanes y Ribadesella para hacerlo enteramente en otra ocasión que me encuentre por esta zona, como bien dice la frase:

Y por supuesto, me quedo con Ribadesella, el punto final de mi segunda etapa en tierras asturianas y final de mi viaje este año, ya que si bien es cierto que inicialmente la idea era llegar a Gijón, no pudo ser porque decidí hacer el Camino Lebaniego y eso me restó unos días.


 Ribadesella

Son ya veinte años desde que estuve mi primera vez en tierras asturianas, una semana con una excursión organizada por un club de espeología de Sevilla, de la que guardo un grato recuerdo, y uno de esos días lo dedicamos para hacer el típico y celebérrimo descenso del Sella en piragua, pero además, Ribadesella bien merece un paseo por sus céntricas, históricas y turísticas calles, comer en uno de sus bares-restaurantes o realizar un paseo circular donde podemos subir al mirador de la ermita para tener unas vastas panorámicas desde allá arriba, para después bajar y seguir por la “Ruta del Puerto”, donde a nuestra izquierda podremos contemplar un conjunto de seis paneles sobre azulejos, pintados por Antonio Mingote, en el Paseo de La Grúa, en los que se repasa la historia de esta villa, desde la prehistoria a nuestros días... didácticos y entretenidos, a la par que bonitos; a la derecha, tendremos en unas amplias panorámicas de las playas y algunos edificios emblemáticos con arquitectura indiana, siempre con las montañas de fondo. 


Dos ejemplos de los paneles (azulejos) pintados por Antonio Mingote, en los que se repasa la historia de Ribadesella, desde la prehistoria a nuestros días

Por otro lado, a nivel particular me hubiera gustado ver la cueva del Tito Bustillo, pero al preguntar en la oficina de turismo me comentan que sólo es con reserva y que en ese momento estaba todo reservado, creo que hasta primeros de octubre... ¡lástima!, porque al final me he quedado sin ver la réplica de la Cuevade Altamira (porque los domingos por la tarde estaba cerrado, y a Santillana llegué en domingo y sobre las tres de la tarde y entre buscar alojamiento, ducha, comer...; la visita para las cuevas originales es para un grupo muy reducido de personas, unas cinco creo, solo los viernes y por sorteo), sin visitar las “Cuevas del Soplao” (aunque en este caso necesitaría haber hecho un desvío en el Camino Lebaniego y quizás gastar un día extra en ello) y en Ribadesella tampoco pude ver la cueva de Tito Bustillo, algo que no es de extrañar, es lo que tiene salir sin planificar ni mirar nada, simplemente hacer la mochila el día antes y lo que te vayas encontrando por el camino, algo que no suele ser lo normal en mi, pero estos dos últimos años parece que estoy abonado a esto, y suerte al menos de poder disfrutar de una semana de vacas haciendo cosas que me gustan y con las que me encuentro a gusto realizándolas...

En cuanto a la situación de los albergues públicos, lo mismo que comenté el año pasado en el primer tramo que hice, o sea, son pocos, con pocas plazas y concentrados prácticamente en los teóricamente finales de etapas, y en algunos casos ni eso, como en Unquera, Llanes (aquí hay un albergue juvenil) o Ribadesella, teniendo que hacer algunos kilómetros extras para dar con alguno, aunque sea privado, y si encima hay otros que están cerrados (espero que solo sea de forma temporal) como en el de San Vicente de la Barquera, pues sólo queda el recurso de albergue privados, que por suerte están proliferando y compensando al menos el déficit de los públicos, aunque también es verdad que entre tanto albergue privado, algunos de ellos intentan hacer caja a costa de los peregrinos. La verdad es que todo esto de los albergues ha cambiado bastante desde la primera vez que hice el Camino Francés, en 1998.

 Peregrinos esperando a que abrieran el albergue de Comillas, en el edificio que en otros tiempos sirvió de cárcel.

Albergue de Serdio.

PODÉIS VER UNA SELECCIÓN DE LAS FOTOS DE ESTE TRAMO, A MÁS RESOLUCIÓN, EN ESTE ENLACE.

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