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" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

8 sept 2018

El Tholos del Cerro de la Barca (Valdecaballeros).

El siguiente texto, corresponde a un extracto de una de las "Guías Arqueológicas de Extremadura", concretamente a la nº 9, referida al "Tholos del Cerro de la Barca", editada por la Consejería de Educación y Turismo, con la Coordinación de Hipólito Collado y Santiago Guerra, con textos de José Polo López y Mª del Carmen Valenciano Prieto. Para todo aquella persona que esté interesada en profundizar más sobre este tholos, puede consultar/descargar integramente esta guía en ESTE ENLACE.


"El tholos del Cerro de la Barca es uno de los elementos arqueológicos más antiguos encontrados en el término municipal de Valdecaballeros. Se localiza en un paraje de gran belleza junto a la antigua vega del Guadiana,sobre un pequeño cerro de unos 408 m. de altura, en la antigua confluencia de los ríos Guadiana y Guadalupejo, hoy cubierta por las aguas del pantano García de Sola.

Se trata de una zona geológicamente caracterizada por la presencia de afloramientos de esquisto pizarroso, denominada antiguamente Cerro de la Barca (de la que el tholos adquiere su nombre) y conocida en la actualidad como La Isla.

Su construcción debió realizarse entre el IV y el II milenio a.C., sin poder concretar más debido a la falta de datos más concluyentes, pero su uso perduró hasta época prerromana, dada la presencia de una inscripción prelatina documentada en uno de los grandes bloques de piedra del interior de la cámara.


El tholos de Valdecaballeros es un monumento funerario megalítico compuesto por:

• Una cámara de tendencia circular aunque algo irregular (de unos 4 m. de diámetro aproximadamente), configurada con grandes losas de piedra verticales hincadas (denominados ortostatos), algunas expoliadas, y cubierta con una falsa cúpula con aproximación de hiladas.




• Un largo corredor de acceso adintelado de más de 14 metros de longitud y unos 1,20 m. de anchura máxima, realizado también con piedras hincadas a cada lado sobre las que se apoyan losas colocadas horizontalmente (llamadas cobijas), si bien no se conserva casi ninguna de la cubierta.




Los corredores han sido interpretados como un recurso arquitectónico que simboliza el tránsito entre dos mundos muy diferenciados y su gran longitud como algo intencionado para dar mayor sensación de paso de un mundo a otro.

La entrada al túmulo se dispuso con una orientación astrológica hacia el Este, directamente hacia el nacimiento del sol y mirando al cauce del Guadiana. Finalmente todo el conjunto fue cubierto por un túmulo de cantos rodados, que daba al enterramiento un aspecto de “falsa cueva”.

 Entrada al túmulo vista desde el exterior. 
  Entrada al túmulo vista desde el interior.
Se trata de un sepulcro colectivo en el que se practicó un ritual que consistía en enterrar al difunto en el interior de la cámara, directamente sobre el suelo, y junto a él se depositaban los objetos de su ajuar. En general, suelen aparecer recipientes cerámicos, láminas y puntas de flecha de sílex, hachas pulimentadas, colgantes o pulseras y, rara vez, elementos metálicos, como pequeños punzones o hachas planas.

Su carácter colectivo no supone que todas las muertes fueran simultáneas, sino que se trata de una deposición continuada de cadáveres durante varias generaciones (como sucede en la actualidad con un panteón moderno). La arqueología muestra la frecuencia con la que los viejos esqueletos eran desplazados para que los nuevos tuvieran espacio, ya que muchos huesos aparecen dispersos y amontonados sin ningún cuidado. A veces incluso ocupaban el propio corredor y esta contingencia no siempre era por falta de espacio.

En nuestro caso, como consecuencia del tremendo saqueo al que ha sido sometido el tholos, tanto en la antigüedad como en tiempos recientes, hay una total ausencia de restos humanos, si bien podemos aseverar que fueron enterrados con su ajuar, tal y como demuestran la gran cantidad de cuentas de collar recuperadas, puntas de flecha talladas en sílex, alguna placa grabada o unos pequeños fragmentos de cerámica decorada. Algunos de estos objetos no fueron realizados con materiales originarios de esta zona, lo que revela que hubo intercambios con grupos humanos de otros lugares.

Una de las características más destacadas de este tholos es la profusa decoración de los ortostatos, mediante motivos pintados -de las que sólo se conservan pocos restos muy difícil de contemplar a simple vista- o grabados, más fáciles de apreciar, y entre los que podemos distinguir cazoletas (pequeños círculos horadados), reticulados, escaleriformes o soliformes, además de grafías prelatinas.

Las evidencias arqueológicas documentadas durante la excavación indican que, tal vez, el tholos pudo haber sido remodelado durante el amplio abanico temporal en que fue utilizado. El anillo de piedras que se observa en el lateral derecho del caparazón y su ausencia en el lateral izquierdo, la desigualdad del material en el que se realizaron los ortostatos, así como la presencia de una pequeña estructura circular adosada, igualmente expoliada, indicarían que el túmulo fue adecuado a las necesidades surgidas en cada momento".



Podéis ver las fotos que hice en mi visita a este tholos con más resolución, haciendo clic en ESTE ENLACE.

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