Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

22 may 2018

Senderismo: P.N.Sierra de Francia, de La Alberca a Miranda del Castañar por el GR10.

El fin de semana del 18 al 20 de mayo estuve con ASTOLL en el P.N.de la Sierra de Francia. La ruta que habíamos decido hacer fue una de las etapas del GR-10 (incluido a su vez en la “Red de Senderos Europeos” como E7), un sendero de Gran Recorrido que en su itinerario entre Valencia y Lisboa, atraviesa el Parque Natural de las Batuecas-Sierra de Francia, en una travesía de 48,5 km, de este a oeste, desde Sotoserrano a Monsagro.

Este parque natural forma parte de las estribaciones occidentales de la Cordillera Central y establece, como en tantos otros sitios, la divisoria de cuencas hidrográficas: los ríos Alagón, Francia y Batuecas vierten sus aguas en el Tajo, mientras que el Agadón las vierte en el Duero.

La ruta larga elegida para el sábado, dentro del GR10, fue una etapa que atraviesa el corazón del parque natural, y más concretamente la etapa entre La Alberca y Miranda del Castañar de aproximadamente 17 km., pasando además por otras dos localidades muy interesantes y dignas de ver como son Monforte de la Sierra y Mongarraz.

Si bien es cierto que en mi caso particular ya he estado en varias ocasiones en esta zona, y durante varios días en algunos de mis recorridos cicloturistas, también es cierto que muchos socios de la asociación no han estado nunca en este parque natural, y por eso, en lugar de elegir un etapa más exigente desde el punto de vista físico, pero quizás menos bonita en general, como era la subida a la Peña de Francia desde La Alberca, decidimos hacer la etapa que he comentado antes, más larga pero mucho menos exigente, mucho más bonita y entretenida, más apta para todos los socios, con la posibilidad para los menos andarines, de retirarse en alguno de los pueblos intermedios, y continuar el recorrido en bus, parando en los siguientes hitos para poder visitarlos en plan turístico, y reuniéndonos todos al final, en Miranda del Castañar; para completar el día, después de comer, el bus nos llevaría a la Peña de Francia para que el personal pudiera disfrutar de las inmejorables vistas que se contemplan desde allá arriba, desde las alturas, y de paso conocer el Santuario de la Peña de Francia.

Para mi, creo que era el recorrido más idóneo para que aquellos que no conocieran esta zona se llevaran una idea general de este parque natural, a la vez que una grata sorpresa, ya que transitaríamos por su parte más emblemática: bosques de robles y castaños principalmente, pero también de pinos, acebos y madroños, con zonas de frondosa vegetación y siempre en continuo contacto con el agua, fuente de vida, como podríamos ver al cruzar el río Francia, así como muchos de los arroyos que atraviesan toda esta zona, haciendo uso de vetustos puentes, unos de madera, otros de piedra, algunos medievales... es más, entre los pueblos de Mogarraz y Monforte de la Sierra hay una ruta circular, cortita, muy afamada, a la que llaman la “Ruta del Agua”, y parte de esta pequeña ruta la recorreremos también nosotros dentro del trazado previsto de esta etapa del GR10.

Por si todo esto fuera poco aliciente, tenemos que de los cuatro pueblos por los que tendríamos que pasar, tres de ellos están declarados como “Conjunto Histórico” (además de La Alberca, el más conocido por todos, y que creo que fue el primer pueblo de España declarado bajo esta figura en 1940, se le unen los de Miranda del Castañar, en 1973 y el de Mongarraz), todos dignos de ver, como he comentado anteriormente, unos por su arquitectura tradicional que han sabido mantener a pesar del paso del tiempo y de las modas, otros más medievales, con sus murallas, castillos y casas de piedra... y todos intentando mantener sus ricas tradiciones y costumbres populares...

Nos alojamos en los apartamentos y bungalows del Camping La Albereka, a un par de kilómetros de La Alberca, aunque el bus nos dejó directamente a la entrada de esta localidad, y tras las fotos de rigor en uno de los monumentos que hay a la entrada de su calle típica y comercial, comenzamos la caminata, aunque antes había que hacerse más fotos en su emblemática plaza porticada, para finalmente salir del pueblo atravesando una de las calles que parten de esta bonita, coqueta, emblemática y turística plaza.


 Plaza de La Alberca.

Dejamos atrás las últimas casas de La Alberca por un camino ancho y en buen estado, con algún que otro charco, pero cómodo y con buena huella y no tardamos mucho en estar rodeado de vegetación exuberante.

Un agradable recorrido en una bonita mañana, con un sol tímido que comienza a desperezarse pasadas las nueve de la mañana. En general, durante el día pudimos gozar de una buena temperatura para la práctica del senderismo, y sólo una vez hubimos terminado, fue cuando cayó una buena tormenta en Mirdanda del Castañar, que hizo bajar la temperatura y que el cielo permaneciera cubierto durante el resto de la tarde.

Poco llevábamos recorrido cuando a la izquierda de la senda-camino encontramos el primer hito de la ruta, en un espacio abierto; se trata un montículo de piedras sobre el que se levanta una pequeña cruz, y en donde al igual que ocurre en otros sitios, como en la 'Cruz de Ferro' en el Camino de Santiago, se suele depositar una piedra en este montón para pedir un deseo. Un poco más adelante, nos encontramos también a nuestra izquierda, unos enormes canchos en los que también se eleva una cruz, siendo en sus alrededores donde parece ser que apareció la Virgen que hoy se encuentra en la ermita situada un poco más adelante, dentro de una zona boscosa donde algunos comenzaban a instalar algunos chiringuitos, puesto que hoy andaban de romería por estos lares.

La ermita con pórtico románico y rodeada de un recinto de piedras, el cual habrá hecho hecho en alguna que otra ocasión, sobre en todo en días como hoy, de improvisado recinto taurino, a juzgar por los 'burladeros' que se intuyen. Ermita románica, con púlpito exterior, pequeña, bonita y coqueta, en mitad de una arboleda; en su interior cuenta con una talla románica de la Virgen de las Majadas Viejas (s.XI-XII) que a mi particularmente me gustó mucho, porque me fascinan estas tallas románicas policromadas... aunque en este caso no sé si trata de un réplica o de la original...

 Ermita románica de Majadas Viejas,  con pórtico y púlpito de piedra en el exterior.
Interior de la ermita románica de Majadas Viejas,
 
Talla de la Virgen de Majadas Viejas...

Según la leyenda, El Rey Don Rodrigo, después de perder el trono en la batalla de Segoyuela de Cornejas, vino a dar por estas tierras, y escondió una Virgen que siempre llevaba en sus batallas. La talla la encontró un ermitaño, Froilán Porqueiro, del vecino pueblo de Monforte, y los vecinos de La Alberca levantaron una ermita en el lugar para su veneración. Esta imagen sería llamada Virgen de Majadas Viejas, porque en el lugar donde apareció, los pastores levantaban sus cabañas y llevaban al rebaño, y se dispuso que en su honor se celebraría una romería anual la cual se sigue celebrando en la actualidad, en el día de Pentecostés”. [+info en este blog].

A partir de aquí, el camino prosigue en ligero descenso, con un firme muy irregular, con piedras resbaladizas, algunas sueltas, y pequeños tramos de barro, todo bajo la umbría que nos proporcionan los árboles que nos rodean por doquier, en un recorrido que va a ir de menos a más en sensaciones y belleza.

Cruzamos un pequeño arroyo utilizando unas piedras dispuestas a lo largo de su cauce y utilizadas para este fin, antes de adentrarnos en un camino que prosigue por un bosque de altos árboles por el que entre sus ramas y hojas se filtra la luz provocando un bonito juego de luces.

Llegamos entretenidos con este agradable recorrido a la zona donde comienza una acequia, un lugar idílico, con la acequia a un lado y el arroyo al otro lado, con sus aguas aportando el hilo musical de la jornada, con su característico ronroneo que se hace más intenso al pasar por pequeños saltos, siempre inmersos en este bosque de robles y castaños. El agua es vida, y da gusto ver tanta agua limpia y cristalina, corriendo a raudales entre la arboleda.


 Tramo de un par de kilómetros por senda paralela a la acequia.

Lo siguiente que teníamos por delante eran dos agradables, entretenidos y bonitos kilómetros por una senda que transita pegada y paralela a la acequia, que acabaría desembocando en un mirador que queda prácticamente a tiro de piedra de nuestro siguiente hito, el pequeño pueblo de Monforte de la Sierra.


 Calle de Monforte de la Sierra.

Tras un breve descanso que sirve para reagruparnos, continuamos la marcha caminando por algunas de las calles de esta pequeña localidad, de menos de 70 habitantes, calles estrechas, empinadas, de edificaciones vetustas y arquitectura tradicional bien conservada, para acabar saliendo de él por la carretera que va hacia Mongarraz, por la que tendremos que caminar apenas un kilómetro, antes de abandonar el asfalto, cogiendo un camino a la derecha, a la altura de una de las siete esculturas que jalonan el recorrido de la “Ruta del Agua”, y que es precisamente por estas esculturas, supuestamente integradas en la naturaleza, por lo que también se la conoce como la “Ruta del Arte” , aunque la verdad es que a mi no me gustan nada y la mayoría de ellas me parecen un auténtico pegote/mazacote en medio del bosque y de la naturaleza, sin conexión alguna, y encima hay que interpretarlas, porque mirándolas tal cual, ¡vete tu a saber lo que quieren decir o lo que el artista quiso que reflejaran o expresaran!... pero para gustos los colores....

Vistas de Mongarraz al fondo...
Esta primera escultura, junto a una especie de mirador al bosque y a Mogarraz, es “S/T”, de Alfredo Sánchez, y ¡a saber lo que representa!... cosas del arte moderno... y justo al lado otra, en lo que parece unos asientos, pero se trata de la obra “Elementos de paso o Asientos circulares“, de Juárez & Palmero.. ahí lo dejo...

A partir de aquí, ya metidos en parte del recorrido de la “Ruta del agua”, comienza uno de los tramos más bonitos del recorrido, así que no es de extrañar que a partir de ese momento nos fuéramos encontrando con más senderistas/turistas, la mayoría en sentido contrario al nuestro.

Llegamos en descenso a otro de los sitios bonitos e idílicos de la ruta, en medio del bosque, el cruce del arroyo de los Milanos de las Tisneras, afluente del río Francia, cuyas aguas salvamos por el bonito puente de madera de Monforte, en un paraje propicio para la ensoñación, para dejarse llevar... y junto al cual se encuentra otra de las esculturas de este recorrido, en este caso la La Serena”, de Virginia Calvo, “una sirena escondida, ligada al espacio que ocupa por el peso de la leyenda y la tradición, pues es en el arroyo en el que se refleja donde se encuentra el 'charco de la mora encantada', ese ser, al igual que el primero, que encandila a los hombres y los lleva hasta la locura”; la pieza, de entramado metálico, se integra armónicamente, o eso dicen al menos, junto al puente de madera.
Justo al pasar el puente, y antes de seguir hacia delante, una tortuosa senda a nuestra izquierda nos invita a adentrarnos entre la arboleda para mostrarnos una bonita panorámica de diferentes saltos de agua, que hace las delicias de mis compañeros, a juzgar por las innumerables fotos que se hicieron tomando de fondo este entorno de cuento...

 Puente de madera de Monforte.

 Escultura de La Serena”, de Virginia Calvo.

 Zona a la izquierda del puente, en el sentido que llevábamos. Un lugar con distintos saltos pequeños de agua en un entorno de cuento.

Tras la fotos de rigor, continuamos la marcha, ahora en ligera subida, por senda, no tardando mucho en llegar a otra zona del bosque que se abre a nuestra derecha, constituyendo un mirador natural, desde donde se pueden ver con claridad las cimas nevadas de la Sierra de Béjar, al fondo. En este mirador se encuentra otra de las obras escultóricas, que como sigo manteniendo, para mi no tienen ni pies ni cabeza; se trata K’oa” de Miguel Poza, o lo que es lo mismo, dos enormes jaulas de hierro, dos mazacotes de hierro, en mitad de estas preciosas vistas, que supuestamente, lo que intentan representar es la protección/conservación de la naturaleza, del agua y de los sonidos que rodea a este entorno... bueno eso es lo que dice... para mi como vengo diciendo, no tiene ni pies ni cabeza y no veo como esto se puede integrar en el entorno... aunque no me coge de sorpresa puesto que ya había estado por aquí antes y las conocía...

Poco después de dejar atrás esta escultura, termina el repecho y tras una ligera bajada y tramo de llaneo junto a muros de piedra que aguantan los huertos en bancales, anunciándonos la proximidad a Mongarraz, aunque antes salvamos el cauce del arroyo de los Bocinos cruzando por unas piedras circulares diespuestas para este fin.

Tras un corto repecho, alcanzamos la carretera que une La Alberca con Mongarraz, desde donde ya vemos las primeras casas del pueblo, así como el cartel que da la bienvenida a esta población... “una de las más bonitas de España”... según se puede leer en este cartel.

Mongarraz es una de las localidades de la Sierra de Francia que uno no puede dejar de visitar, y nosotros no queríamos ser menos, y a pesar de que ésta era la tercera ocasión en que la visitaba, no por ello ha dejado de sorprenderme, y de nuevo he podido disfrutar de un paseo por sus calles, limpias, estrechas, porticadas en algunos casos, de vetustas casas unas, otras muy adecentadas, algunas con descolchones en la pared, otras con el típico entramado de madera en su fachada, y sobre todo, con sus característicos retratos de sus antiguos dueños sobre las paredes de las fachadas, y es que si hay algo, además de estar declarado Conjunto Histórico Artístico, que caracteriza a este pueblo, es precisamente esto, las fotos de sus paisanos tipo carné, y a gran tamaño, sobre chapa, colocadas sobre las que fueron sus casas... y creo que las de aquellos que no tenían casas o que éstas han desaparecido, se encuentran sobre las paredes de la iglesia...



 Diferentes instantáneas de Mongarraz y sus calles.

La villa salmantina de Mogarraz, una de las pocas juderías conversas al cristianismo y Conjunto Histórico Artístico, -resucitó- los rostros de 388 vecinos de los años sesenta con una exposición, donde los lugareños mirarían al visitante desde la fachada de la casa que habitaron. Se trata de una obra del afamado pintor salmantino natural de Mogarraz, Florencio Maíllo, que ha querido colgar por las calles del pueblo un instante del otoño de 1967, cuando un fotógrafo de la villa retrató a todos los habitantes para que tuvieran la foto-carné necesaria para sacarse el DNI”. Texto extraído de ESTE ARTÍCULO publicado en el periódico 'El Mundo', en su edición de Castilla y León.



Durante el callejeo habitual se pueden ver colgadas por las calles del pueblo, un instante del otoño de 1967, cuando un fotógrafo de la villa retrató a todos los habitantes para que tuvieran la foto-carné necesaria para sacarse el DNI.

Tras un paseo por las calles del pueblo y las típicas fotos, una cervecita antes de continuar la marcha, para después salir de esta localidad por un camino empedrado y en fuerte descenso, por la zona conocida como “Los Pontones”, que nos llevará a otro de los puntos más bonitos y carismáticos de la ruta, y que de nuevo coincide con el cruce del arroyo de los Milanos de las Tisneras (en la segunda ocasión que lo cruzamos), en esta ocasión por el puente del Pontón, magnifico, bonito y vetusto puente de piedra de tres ojos, en el que nos volvemos a encontrar con otra escultura, la de las “Siete Sillasde Manuel Pérez de Arrilucea; se trata de un conjunto de siete enormes sillas de hierro de diferentes tamaños, ideales para sentarse en ellas y escuchar los sonidos de la naturaleza, el ronroneo del agua al pasar bajo el puente y la preciosidad de este enclave casi en la umbría del bosque que lo cobija...

Puente del Pontón, puente de piedra de tres ojos sobre el arroyo de los Milanos de las Tisneras.

De nuevo el personal disfruta con las fotos tanto por encima como por debajo del puente, antes de afrontar el tramo más exigente de la ruta, una fuerte subida por camino-senda que acabará desembocando en un altiplano, donde la senda se transforma en un camino más amplio, en medio del bosque de robles, castaños madroños y durillos...

Poco a poco el bosque se va abriendo, los robles y castaños van dejando paso a los pinos y comenzamos a caminar por caminos-pistas más anchos, por espacios más abiertos, donde tenemos las primeras tomas de contacto con Miranda del Castañar, anclada allá en lo alto, con las torres de su castillo sobresaliendo por encimas de los tejados de las casas del pueblo... bonitas panorámicas.

 Miranda del Castañar al fondo.

El camino desemboca en una carretera local (Mogarraz-Miranda del Castañar), aunque al principio continuamos por una senda paralela a esta carretera, hasta que ésta termina y no nos queda más remedio que continuar por asfalto durante poco más de 500 metros, pasando el arroyo de Muñoperro, y llegando a otra carretera en mejor estado, que cogemos a la izquierda, hasta llegar al puente sobe el río Francia. Quizás este tramo de 1,5 km sea el más insulso y aburrido.

Cruzamos el río Francia por el puente, aunque no por carrtera sino por un acceso paralelo a ésta. Junto al puente se encuentra el restaurante “El Molino”, con sus mesas al aire libre y sus manteles blancos inmaculados que resaltan sobre el verde hierba del prado, junto al río.

Cruzamos el puente y giramos a la derecha para dejar el asfalto y continuar por un camino en subida, empedrado y en zig-zag que en poco más de 700 metros nos conduce hasta la Ermita de la Virgen de la Cuesta, antesala de las primeras casas de esta bonita y coqueta localidad de Miranda del Castañar.

Una vez en Miranda del Castañar, y por problemas de logística, el grueso del grupo se va a La Alberca a comer, mientras que otros nos quedamos en este pueblo viendo caer una fuerte tormenta con granizo incluido, antes de refugiarnos en un restaurante para comer después de una bonita y agradable ruta, de las que enganchan al senderismo, tan sólo el tramo de poco más de un kilómetro, previo al río Francia, donde el recorrido se hace un poco insulso.

Tras la merecida recompensa en forma de opípara comida, y el café correspondiente, tocaba subir en plan turístico a la Peña de Francia, en una tarde fría y plúmbea tras la tormenta, a diferencia de la agradable mañana que disfrutamos.

Ya en la Peña, rachas de viento, niebla y chubascos que no impidieron disfrutar de las vistas desde sus distintos miradores, así como la visita al Santuario de la Peña de Francia.

 Vista panoráica desde la Peña de Francia mirando hacia el oeste, con el valle que lleva hacia Monsagro.

 Vista panoráica desde la Peña de Francia mirando hacia el este, con las cimas nevadas de la Sierra de Béjar y algunos pueblos de la Sierra de Francia rodeados del bosque parte del cual habíamos recorrido durante la mañana.

Talla de la Virgen en el  Santuario de la Peña de Francia.

Antes de regresar al camping, algunos nos acercamos a La Alberca para visitar por enésima vez este pequeño pueblo serrano y turístico, para acabar tomando unas cervezas antes de la cena en el propio camping...

En definitiva, un día completito, con una ruta bonita, amena, entretenida... una mezcla de senderismo en pleno parque natural, rodeado de bosque y con la omnipresente presencia del agua, aderezado con la visita a cuatro localidades de esta zona, tres de ellas declaradas como Conjunto Histórico Artístico, y con la visita por la tarde a la Peña de Francia y a su Santuario.

El track que hemos seguido para esta ruta podéis consultarlo AQUÍ.

¡¡NOTA: Podéis ver éstas y algnas fotos más, con mayor tamaño y resolución, EN ESTE ENLACE.!!

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