Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

Aquí mis batallitas sobre cicloturismo, senderismo, montaña, viajes, naturaleza, música, teatro, ...

"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

7 jun 2018

Montaña - Circular Gredos Sur: Guijo Santa Bárbara - Refugio de las Nieves - Estecillo - Refugio Angostura - Portilla Jaranda - Garganta Jaranda - Guijo.

Una ruta de reencuentros... el reencuentro con el grupo o con parte de él para estas batallitas, después de un año de sinsabores, el recuentro con Gredos,  con la montaña, y el reencuentro con los refugios y los sacos de dormir... porque en las últimas salidas que hemos tenido han sido alojándonos en bungalows o apartametos de algún campings, desde donde partíamos para hacer nuestras rutas diarias.

En esta ocasión la idea era hacer una circular con subida a la Covacha, haciendo noche en el refugio de la ermita de Ntra. Sra. de las Nieves y en el de la Angostura, aunque al final, por precaución, tuvimos que desistir de subir a la Covacha, ¡una lástima!, qué le vamos a hacer!...

El viernes, después de salir del trabajo y comer en casa, esperé a que me recogiera el grupo, en esta ocasión menos numeroso por diferentes motivos, así que finalmente nos juntamos siete. Partimos en dos coches sobre las 16:30, rumbo a Guijo de Santa Bárbara, con una parada para tomar café y no hacer todo el recorrido del tirón, aunque sin entretenernos mucho, porque teníamos más de una hora de marcha hasta llegar a nuestro objetivo de hoy, que no era otro que el refugio-ermita de Nuestra Señora de las Nieves...

Una vez en Guijo, lo cruzamos siguiendo siempre hacia la parte más alta, y aunque pensaba que íbamos a empezar la ruta desde la parte alta del pueblo o algo más arriba donde pudiéramos dejar los coches, que es desde donde hace ya algunos años subí al refugio, ellos tenían pensado iniciar el recorrido en otro sitio, al igual  que otras ocasiones que habían estado por aquí, así que después de salir del pueblo seguimos  en coche por caminos estrechos de hormigón, después de tierra, con algunos tramos en mal estado, para dejar finalmente los coches en una especie de pradera-plataforma. La verdad es que no entendí esto muy bien, porque al final creo que no varía mucho en tiempo ir por un lado o por otro, y si le sumas que tardamos cerca de 20 minutos en llegar y que a la vuelta, tendríamos que dividirnos, para que unos bajaran por completo la Garganta Jaranda mientras que otros tendrían que abandonarla para remontar la Garganta del Campanario y llegar a los coches (porque si bajábamos todos al Guijo y después subir dos de notros hasta los coches íbamos a perder muchísimo tiempo), pues creo que fue todo un poco rebuscado, pero tan solo son impresiones mías.

Al bajar de los coches tocaba estirar un poco las piernas antes de empezar con el reparto de la comida y las tiendas de campaña (por si no  hubiera sitio en el refugio de la ermita, o en el de la Angostura, aunque las previsiones climatológicas no eran muy halagüeñas para el sábado, lo que haría que muchos excursionistas se echaran para atrás, pero había que llevarlas... ¡by if the fly!...que se díría en inglés lepero).

Una vez repartido el material y las provisiones, con las mochilas preparadas, tocaba echárselas a la espalda y comenzar la marcha... y de primeras, cuesta acostumbrarse al peso, sobre todo por la falta de costumbre.

Iniciamos la caminata rumbo a la ermita, cerca de las 19:45, en una tarde con temperatura agradable, al menos desde donde comenzamos, y con sol, aunque mirando para arriba, las nubes ya se iban adueñando de las cimas de las sierras...

Un pequeño tramo de llaneo entre arboleda, en amor y compaña, al que le siguen unos metros de bajada por camino de firme irregular con bastantes piedras, y después de dejar una zona de piornos, comenzaba el sendero que obligaba a ir en fila de a uno y donde realmente comenzaba la subida, sin excesiva pendiente, pero con las mochilas cargadas se atragantó en un principio.

A partir de aquí poco a poco, no se si a raíz de alguna parada que hicieron el resto de compañeros, fui cogiendo algunos metros de ventaja. No había ningún tipo de dificultad ni técnica ni en cuanto a orientación, sólo había que seguir la senda, así que preferí ir a mi ritmo, despacito y sin hacer paradas, salvo para alguna que otra foto.

Enfrascados en las vistas que nos rodeaban y en los regatos de agua que bajan por doquier, poco a poco, como el que no quiere la cosa, se va subiendo y subiendo y al salir de una curva ya tengo la primera toma de contacto visual con el refugio-ermita, pero todavía quedaba un tirón hasta llegar a ella.


Diferentes vistas del refugio-ermita de Ntra. Sra de las Nieves.

Continuo subiendo y me encuentro con el guarda o agente forestal de esta zona que baja hacia el pueblo. Me pregunta si voy a hacer noche en el refugio y le digo que si, junto con el resto de compañeros que vienen atrás, y le pregunto sobre el estado en el que se encuentra el refugio, porque hacía unos meses me habían dicho que estaba un poco 'guarro', pero me dice que no, que estaba bastante decente; mis compañeros le preguntaron después por el estado de la subida de mañana y les comentó que estaba bien porque habían desbrozado la senda de subida porque  estaba completamente cubierta de piornos.

Llego al paraje donde se asienta el refugio, en una especie de altiplano, rodeado de cimas  más altas, donde las nubes se van encaramando, con la Garganta Jaranda a la izquierda, y previo al refugio, una mesa merendero con bancos de piedra, una fuente que expulsa un chorro con tanta fuerza que cae fuera y un pequeña acequia-canal por la que el agua corre abundantemente.

Fuente y merendero en los alrededores de la ermita-refugio.

El refugio-ermita se compone de tres partes: la parte central donde está la ermita propiamente dicha, abierta, sin bancos ni sillas, en un espacio diáfano, con el altar al fondo y una hornacina con la Virgen de las Nieves; la parte de la izquierda que es también totalmente diáfana, rectangular, y la que sirve propiamente de refugio, limpia, aunque el suelo estaba mojado, con algo de humedad; y la parte de la derecha, que es igual a la de la izquierda, pero divida en dos partes, siendo en la primera donde se encuentra una chimena y una especie de mesa, mientras que la parte de atrás, más pequeña, se comunica por una puerta con la zona del altar de la ermita.

Mientras llegan los compañeros, merodeo un poco por los alrededores y saco algunas fotos de este bonito entorno, aunque pasadas las nueve,  la temperatura se desplomó con respecto a la que tuvimos al salir del coche, y tengo que ponerme ropa de abrigo al igual que fueron haciendo el resto de compañeros.

Los compañeros colocando las mochilas en la puerta con forme iban llegando.

Como disponíamos de menos de una hora antes de quedarnos a oscuras, no tardamos mucho en sacar las viandas y disponernos para la cena sobre la mesa merendero, mientras abrimos una botella de vino, al tiempo que ponemos otra en el canal-acequia para que se enfriara... momento como este son impagables... no hay lujos, no hay glamour, pero en plena naturaleza, en la montaña, alejados del mundanal ruido, en un silencio roto tan solo por el murmullo del agua corriendo acequia abajo o por el chorro de la fuente  estrellándose con el suelo, enfundados en los forros polares, con las primeras luces tintineantes de los pueblos veratos que quedan allá abajo, en las profundidades,  con su iluminación nocturna que poco a poco va adquiriendo más intensidad a medida que la noche va cayendo, rodeado de un grupo de amigos que disfrutan, admiran y valoran las mismas cosas, y aderezado todo con un buen vino... ¡qué más se puede pedir!... estos pequeños momentos son las que hacen que uno se sienta vivo y valore ciertas cosas, y más en mis circunstancias, donde sólo puedo disfrutar de estos momentos de tarde en tarde...

Preparándonos para la cena... agua no iba a faltar... y vino tampoco...

Tras la cena, un momento de relax, en la oscuridad, sentados tras unas de las paredes del refugio para refugiarnos del viento gélido que empezaba a soplar, con las vistas al fondo, allá a bajo, de los pueblos de la zona oeste de La Vera: Jaradilla, Aldeanueva, Cuacos de Yuste, Jaraíz... e intentando adivinar otros que aparecen más lejos, mientras se comentan algunas batallitas...

No había mucho más que hacer, y la temperatura seguía cayendo en picado, así que sobre las 23:30, tocaba irse a desenrollar esterillas y sacos de dormir, y meterse en él en una noche fría, aunque al menos estaríamos bajo el manto protector de la Virgen de las Nieves que teníamos al lado... buenos momentos, buenas sensaciones...

Virgen de las Nieves, dentro de la ermita-refugio.

Para el sábado los planes eran estar en marcha sobre las 8, así que a las 7 toca levantarse, y tras el aseo en el chorro potente de agua fría que salía de la fuente, nos dispusimos para el desayuno en una mañana que a esa hora lucía radiante, con sol, y temperatura buena aunque fresca.

Sobre las 8:15 fueron saliendo los compañeros, aunque al final, y al igual que me pasaría al día siguiente, me retrasé algo más, siendo el último en salir, a las 8:30, y aunque la temperatura era fresca como he dicho, salí sin abrigarme en exceso, porque en cuanto comenzara a andar y con el mochilón a la espalda, no tardaría mucho en entrar en calor...

El principio es cómodo, saliendo del refugio-ermita siguiendo la acequia, a contra corriente, para después coger una senda bonita que va faldeando por la sierra que tenemos a la derecha, mientras a la izquierda, poco a poco vamos viendo la Garganta del Campanario, formada por el arroyo del mismo nombre, la cual desemboca en la Garganta Jaranda, así que mañana algunos tendrán que subir desde ésta, por la Garganta del Campanario, para llegar al refugio y desde éste, a la plataforma donde habíamos dejado los coches.

El refugio va quedando cada vez más atrás, a nuestra espalda, aunque prácticamente a la misma altura, hasta que llegamos al cruce del arroyo Campanario, que cae casi en vertical, ya que hasta aquí el camino es cómodo, una especie de falso llano. Es a partir de este punto cuando comienza realmente la subida, aunque al contrario de lo que creía, en lugar de seguir adelante una vez cruzado el arroyo, según indica el track que llevaba, el grupo que ya había estado por aquí otras veces, decide subir paralelo al arroyo, cruzándolo de nuevo más arriba, en una subida “a cascaporro”, vertical y entre piornos, hasta llegar a un collado donde se encuentra una alambrada.

Desde allí tenemos ya las vistas a la otra vertiente, así como a la Covacha y al Juraco que asoma tímidamente por detrás, con sus cimas con bastante nieve para estas fechas.


Al subir al primer collado, ya tenemos vistas a la otra vertiente y a las cimas más altas de Gredos Sur, aún  con nieve a pesar de estar ya en Junio, y es que este año la primaera no ha venido tan calurosa como el pasado año.

Es aquí donde me comentan el recorrido que tenían previsto realizar, que no era lo mismo que el que yo pensaba, o sea, la subida a la Covacha por el Estecillo, y la verdad que cuando vi in situ el recorrido que proponían me pareció muy largo, y más aún sin tener claro el camino a seguir ni tener una referencia del tiempo que se podía invertir...

Tras algunas fotos seguimos paralelo a la alambrada buscando una  portezuela que les servía a ellos de punto de referencia. Arriba, en el collado, el aire gélido soplaba con ganas y después del fuerte tramo de subida, no podríamos estar parados mucho rato, porque nos quedaríamos fríos en un pis-pas...

Cuando damos con la portezuela o zona de salto de la alambrada me doy cuenta que hay otro camino que llega hasta allí, y que sería el que me marcaba el gps, así que igual hubiéramos llegado hasta aquí de forma más cómoda y no con la trepada que habíamos hecho, pero como no sabía exactamente que es el lo que querían hacer...

Durante un rato estuvimos buscando alguna senda que bajara para seguir faldeando hasta llegar a la Covacha, bordeándola por la derecha para subir a ella después por la zona de la Laguna de los Caballeros, continuando hacia Azagayas y finalmente bajar hasta el refugio de la Angostura.

Con el tiempo que estábamos perdiendo, sin tener claro el camino, ni el tiempo estimado, y viendo que las nubes estaban cubriendo las cima de la Covacha, además de las que estaban entrando rápidamente por la Garganta de Cuartos, la que teníamos a nuestra derecha, y con los pronósticos de tormenta para esta tarde, propuse un cambio de planes, y subir en un primer momento hacia el Estecillo, y después, en función de como viéramos la climatología, hacer Azagayas y Covacha, o bajar directamente desde el collado de Losar hacia el refugio de Angostura.

Finalmente se impuso la cordura, y como ya estábamos en el camino correcto para subir al Estecillo, el mismo que la tarde anterior el agente de medio ambiente nos dijo que habían desbrozado, haciendo que el camino de subida sea fácil de seguir... pues todo a pedir de boca.

De nuevo tocaba subir, poco a poco, sin prisas, y aunque no lo parezca, sólo había que echar la vista atrás en algún descansillo para tomar aire, y ver todo lo que habíamos subido en poco tiempo, con unas panorámicas preciosas del refugio-ermita que queda allá abajo, en las profundidades, como un puntito, y más abajo aún, los pueblos veratos que están más hacia el oeste, y mientras que ellos quedaban bañados por el sol, arriba, donde estábamos, las nubes evolucionaban rápidamente y no presagiaban nada bueno...


Tras un pequeño descanso, para beber y un piscolabis, terminamos el último tramo de subida a Mesas Altas, unas fotos y proseguimos con unos metros de bajada hacia el Collado de Cuartos, para seguir por el Canchal de Ballesteros, entre grandes bloques de piedra, en un tramo entretenido, aunque con el peso de las mochilas hay que ir con cuidado guardando el equilibrio, pero al menos este tramo no es en subida y nos da un respiro.

Una breve parada para un pequeño piscolabis, mientras las nubes que se van formando van quedando por debajo de nosotros.

Un bonito tramo entre grandes bloques de piedra, con las vistas al fondo de la senda que sube hacia el Estecillo.

El respiro dura poco, y pronto comienza la subida definitiva hacia el Cerro Estecillo, abandonando los grandes bloques de piedra y continuando la subida entre piornos, aunque con senda bien marcada; el cielo esta completamente cubierto a esa hora, la temperatura ha bajado considerablemente, sopla algo de viento,  y las cimas de la Covacha y alrededores, con bastante nieve, aparecen y desaparecen entre las nubes movidas al son del viento, en una estampa más propia del invierno que del mes de junio.

Por debajo de nosotros un mar de nubes se ha formado y comienzan a subir rápidamente, como se ve en la foto, dodne por la parte izquierda las nubes van progresando rápidamente.

Las nubes evolucionan rápidamente, y encaramadas a la sierra progresan hacia arriba en un visto y no visto.

Llegamos al Estecillo después de pisar por primera vez en el día de hoy la nieve, al cruzar un nevero con nieve no excesivamente dura, aunque había  que ir clavando bien las punteras.

Desde el Estecillo, a la izquierda teníamos la Portilla Jaranda, y a la derecha de ésta la Angostura, con su refugio solo visible para los que saben donde está, en un ejercicio de agudeza visual; de frente, la Cuerda Mala... un canchal de grandes bloques por los que hay que pasar para llegar al collado previo a la subida a las Azagayas, o desde el que se puede bajar al refugio de la Angostura.

Refugio de la Angostura totalmente mimetizado con el entorno, visto desde el collado del Losar

Llegados a este punto hay que tomar una decisión, la climatología no parece la más propicia para seguir hacia la Covacha cuya cima aparece la mayor parte del tiempo oculta entre las nubes, y por si fuera poco, a la hora que lleguemos a ella y sobre todo a la hora de iniciar la vuelta, nos podríamos encontrar con alguna que otra tormenta, según las previsiones meteorológicas para esta tarde, así que al final decidimos bajar tranquilamente hacia el refugio de la Angostura, donde podríamos estar a una buena hora para comer, aprovechando que los bloques de piedra estában secos y que en esta zona no hay nieve ni hielo,  porque sino esto sería una trampa, aunque sí hay pequeños neveros que tendríamos que sortear...

No hay camino ni senda fácil para bajar, mejor dicho, no  hay nada, quizás desde el collado es por donde mejor se baje, pero al final nos dividimos en tres grupos, dos compañeros siguieron hacia delante cruzando la Cuerda Mala hasta llegar al collado y desde allí emprender el descenso, otros tres desde el inicio de la cuerda, decidieron bajar “a cascaporro” y por último, Fernando y yo nos quedamos en medio, a mitad de la Cuerda Mala y desde ahí bajamos en línea recta hasta alcanzar a los otros tres...

Bajada complicada, sobre todo por el peso de las mochilas, aunque por suerte y como he dicho, los bloques de piedra no estaban mojados ni tenían hielo.

Ángel y Antonio, que son los que bajaron desde el collado, fueron los primeros en llegar al refugio, aunque el resto de la tropa no tardaría mucho en llegar.

Una vez que dejamos atrás la bajada más pronunciada, y los malditos bloques de piedra que ponen a prueba las “bisagras” (rodillas), y después de pasar un par de neveros, accedemos a una zona de prados totalmente encharcados en los que disfruto mucho, ya totalmente relajado, con los deberes hechos, flipando con la cantidad de Narcissus bulbocodium que me encuentro por doquier, además del lila de las Crocus.



 Narcissus bulbocodium

Crocus sp.

En el refugio, y antes de empezar con los preparativos de la comida, lo primero es cambiarse de ropa y abrigarse, porque la temperatura sigue siendo fría.

Vista desde el interior del refugio de la Angostura, con el amigo Manolo descansando un poco al llegar.

El refugio, visto desde el exterior, me gusta mucho, y el hall o patio exterior, amurallado de piedras, con dos mesas merenderos y bancos también de piedra, es lo que más me gustó. La casa refugio está completamente mimetizada con el entorno, con las zonas rocosas que tiene a su espalda, y desde lejos cuesta identificarlo. Por dentro en cambio, deja mucho que desear, está muy descuidado, y aunque tiene un tablón de madera, allí sólo caben dos personas, así que el resto en el suelo, sucio y con bastante humedad porque había alguna que otra gotera, así que tuvimos que salir fuera para coger ramas de piornos que harían de improvisadas escobas con las que adecentar el interior y poder colocar a la noche las esterillas y sacos de dormir. En uno de los rincones una chimenea, y en el otro, algo de leña... El interior es pequeño porque no todo el refugio está abierto al público.



Diferentes vistas del hall o pequeño patio de entrada al refugio, con sus bancos y mesas merederos, mientras comenzaos a dar buena cuenta de las viandas acopañadas de un vino que no vendría mal para entrar en calor.

Mientras nuestro 'master cheff' particular, Ángel, prepara la comida, y otros van abriendo una botella de vino para amenizar la espera, Fernando sube siguiendo la goma que llega al refugio y que no suelta ni gota de agua, con toda la que hay por los alrededores, porque estamos rodeados de arroyos y praderas encharcadas; llegó casi hasta la larga cascada que se precipitaba desde bastante altura, y el problema parecía que estaba en un desprendimiento de rocas que habían aprisionado o roto la goma... aunque daba igual, porque el agua corría a raudales por doquier, así que a mi me tocó durante la tarde y la mañana dar varios viajes, a penas 30 metros más arriba del refugio, e ir llenando botes de agua para cocinar, beber, para hacer el té, el desayuno de por la mañana, etc..

Panorámica del refugio de la Angostura.

Ya disfrutando de la comida y del buen vino, entre amigos, y relajados después de la bajada entre canchales, el momento era de foto, de postal, allí sentados a la entrada del refugio, teniendo a un lado el Cerro del Estecillo, la Cuerda Mala y el recorrido que habíamos realizado en la bajada, con muchos tramos de nieve aún; al otro lado, la laaaargaaa garganta que desciende hasta el Jerte y frente al refugio, la portilla Jaranda, a la que nos dirigiríamos mañana.

Vistas desde la entrada del refugio de la Angostura.

Esos momentos, al igual que el de anoche en el refugio-ermita de Ntra. Sra. de las Nieves, son los que no tienen precio. Disfrutar de estos momentos y de este entorno, en plena montaña, en la Naturaleza, rodeados de amigos que comparten los mismos sentimientos, aficiones y gustos, sin más sonido que el de nuestras voces al hablar... y más tarde el de los truenos de la tormenta o de la lluvia al caer, son los que uno siempre intenta retener y no olvidar...

Teníamos toda la tarde libre, pero no pudimos aprovecharla mucho, no pudimos inspeccionar los alrededores porque las tormentas iban y venían, aunque por suerte sin mucha fuerza, pero gran parte de la tarde estuvo lloviendo intermitentemente, igual había un momento de tregua que caía un chaparrón de 15-20 minutos.

Vistas desde el interior del refugio por una de sus estrechas ventanas.

Antes de que empezara la lluvia intermitente, y después de comer, estuve haciendo fotos en los alrededores del refugio a la cantidad de Narcissus rupicola, así como de otras pequeñas flores que apenas levantaban 10 cm del suelo, y que crecían en esta zona de prados inundada, y que después me enteraría que se llaman “Verónicas”.



 Narcissus rupicola

Verónicas

Entre el agua y el frío, no nos quedó más remedio que meternos en el refugio, e incluso aprovechando la chimenea, prendimos un bonito y hogareño fuego, que no vendría mal para contrarrestar la humedad del suelo proveniente de las goteras en el tejado.

A la tarde, no podía faltar el té, y más cuando había poco que hacer... así que tocó tarde de tertulia, de algún que otro trago de vino, de contar batallitas y chistes, mientras se avivaba el fuego para que no decayera.

Poco a poco la tarde fue mejorando, y a última hora se abrieron algunos claros, entre las nubes por las que los rayos de sol se colaban y producían bonitos efectos de luces y sombras... Así que sobre las nueve de la tarde o  poco más, pudimos cenar fuera del refugio, en aquellos bancos y mesas con unas vistas impagables.

Al ir pasando la tormenta, hacia el Jerte podíamos disfrutar de estas vistas de luces y sombras con los rayos de sol colándose entre las nubes...

Al terminar de cenar y recoger todo, no había mucha gana de tertulia como ayer, así que como estábamos bastante cansados y algunos no habían dormido mucho la noche anterior, no tardamos en meternos en el saco en busca del sueño reparador... yo el primero...

El domingo tocaba levantarse a la misma hora, así que sobre las 7 de la mañana todo el mundo en pie, dispuestos para el desayuno en una bonita mañana, con sol y con nuestro primer objetivo de hoy frente a nosotros, la subida a la Portilla Jaranda desde la Angostura, para después emprender la larguísima bajada por la Garganta Jaranda hasta Guijo de Santa Bárbara.

Al igual que ayer, soy el último en salir, así que mientras algunos de mis compañeros empiezan a salir del refugio pasadas las ocho, no sería hasta las 8:20 cuando empecé la marcha dejando atrás el refugio, mientras al fondo ya veo a algunos de mis compañeros iniciando la subida a la portilla, después del primer tramo de bajada hasta el arroyo por tramos de praderas anegadas con el deshielo.

Unos cuarenta minutos tardamos en subir a la portilla, menos de lo que esperábamos, y tras el reagrupamiento y algunas fotos, tocaba afrontar la larguísima bajada, con sendero en zig-zag, muy pronunciado en el primer tramo, sobre todo hasta llegar a la altura del primer chozo de arquitectura tradicional.


Parte del grupo posando con el fondo de la Garganta Jaranda.

En el descenso intento ir relajado porque en estas bajadas pronunciadas y empedradas mis 'bisagras' sufren bastante, y siempre tengo en mente lo mal que lo pasé aquella vez que bajamos por la parte norte del Mulhacén...

La laaaargaaa bajada de la Garganta Jaranda, vista desde la Portilla.

En la bajada cada uno va a su ritmo. Había muchos tramos de senda inundados de agua, convertidos en riachuelos o en improvisadas acequias, y había que andar por las piedras de los bordes; en otras ocasiones la senda parece que desaparecía, teniendo que agudizar la vista para intentar encontrar los hitos de piedra y bajar por la zona menos dificultosas.

En el transcurso de la bajada de esta garganta, llegamos al primero de los varios chozos de arquitectura tradicional que se encuentran enclavados, mimetizados, en perfecta armonía con el entorno, constituyendo un aliciente más en las excursiones desde el Guijo a la Portilla Jaranda. A partir de este primer chozo, se puede decir que la pendiente se suaviza y las rodillas lo agradecen, aunque la huella, el firme de la senda, es siempre muy irregular, con mucha piedra y muchos regatos de agua, lo que implica piedras resbaladizas que hacen que suframos alguna que otra pérdida de equilibrio, aunque no hubo caídas...



Dos de los chozos de arquitectura tradicional que nos encontramos en la bajada.

Llegamos al primer puente, unos de los varios que hay que cruzar, porque si hasta aquí la bajada siempre la estábamos realizando por la vertiente derecha de la garganta, en el sentido de la bajada, a partir de ahora tendríamos que cruzar de un lado a otro, en zig-zag, en varias ocasiones.

Este primer puente era el punto de referencia que nos había comentado el agente forestal al que vimos el viernes por la tarde, para o bien seguir garganta abajo hacia el Guijo, o bien subir por la garganta del Campanario hacia la ermita-refugio de Ntra. Sra. de las Nieves, que es la senda que tendrían que seguir en subida Antonio y Manolo para llegar a la plataforma donde habíamos dejado los coches la tarde del viernes, para seguidamente bajar con ellos al Guijo, donde les estaríamos esperando el resto del grupo.

Ángel y yo llegamos los primeros a este puente, lo cruzamos, y enfrascados en la conversación, en lugar de seguir la senda paralela a la garganta, continuamos por la senda en umbría y en ascenso que remonta la garganta del Campanario; un cuarto de hora después, viendo que aquello seguía subiendo y que nos estábamos alejando de la garganta Jaranda, comenzamos a mosquearnos. Saco el móvil y veo por el track que la senda que habíamos cogido no era la correcta, al tiempo que Ángel en un claro de la arboleda, ve a otras dos personas que van subiendo hacia la Portilla y que están cruzando un  puente que está por debajo del que nosotros habíamos dejado, así que toca dar marcha atrás, ahora en bajada; poco antes de coger el sendero correcto, nos encontramos con Antonio y Manolo, que serán los dos compañeros que sí tendrán que subir por aquí para recoger los coches. Nos dicen que el resto del grupo viene algo más retrasado y que ellos se han adelantado para intentar llegar a los coches cuanto antes para después ir a buscarnos al Guijo.

Cogemos la senda correcta y antes de llegar al otro puente nos cruzamos con los dos chavales que habíamos visto desde de arriba y que efectivamente nos confirman que quieren subir a la Portilla Jaranda.

A partir de aquí, continuamos juntos Ángel y yo, los otros tres compañeros venían algo más retrasados, cruzando de un lado a otro la garganta en varias ocasiones, hasta llegar a la altura del turístico Charco del Trabuquete. Desde aquí la senda se ensancha y se convierte en camino, una veces empedrado completamente y otras veces de tierra (y al igual que otras ocasiones, nos encontramos muchas mariposas apelotonadas en el propio camino, en sus bebederos particulares de sales), pero en donde la bajada ya es mucho más suave y uno respira con la tranquilidad de tener hechos los deberes, porque a partir de aquí sólo es dejarse llevar hasta el pueblo, caminando un buen tramo por la parte derecha de la garganta (en la dirección de bajada), hasta que se cruza el último puente, desde donde  continuamos primero por pista y finalmente por senda, por la parte izquierda de la garganta, hasta llegar al pueblo.

Glaucopsyche alexis (o mariposa "Escamas verdes") apelotonadas junto al camino, libando sales. Aunque en esta foto no se aprecia, había ocasiones en las que en pocos cm cuadrados se amontonaban hasta 20 mariposas de este tipo que prácticamente había que ir apartando para no pisarlas...

Durante la bajada, de vez en cuando giramos la cabeza hacia atrás para contemplar la panorámica de la garganta y de la subida hacia la Portilla, con algunas zonas muy bonitas, salpicadas de pequeños saltos de agua que son una delicia visual y sonora.



A la altura del Charco del Trabuquete y mirando la vista atrás,  la fondo, a lo lejos, en medio de la foto, la Portilla Jaranda.

Ya dentro del pueblo, mientras buscábamos el bar a la salida, el punto de reunión donde habíamos quedado, nos llama uno de los dos Fernandos para saber donde estábamos, porque él estaba a punto de entrar en el pueblo, así que lo esperamos, y los tres nos fuimos al punto de reunión, al que acabamos llegando sobre la 13:30, buena hora, y eso que perdimos 20 minutos entre subir y bajar por la senda que subía a la ermita, en lugar de seguir bajando directamente... así que al final en torno a las cinco  horas y media de caminata para los que salieron a las 8 del refugio.

Mientras esperábamos a los otros dos compañeros y a los que tenían que venir con los coches, tocaba amenizar la espera con unas cervezas... más de las esperadas, porque los que tenían que bajar con los coches se hicieron un poco de lío entre la red de caminos que hay y acabaron dando un buen rodeo, así que cuando llegamos al restaurante de Jarandilla para comer, serían ya pasadas las tres de la tarde, dándonos un buen homenaje después de este fin de semana por la sierra...


El track de referencia para la primera parte de esta ruta lo podéis consultar en ESTE ENLACE.
Si queréis ver las fotos de esta ruta a más resolución y calidad podéis hacer clic AQUÍ.

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