Ayer sábado, estuve con unos amiguetes a ver una obra del festival del teatro clásico de Cáceres. La verdad es que tenía ganas de ir allí, ya que hasta ahora solemos ir casi todos los años al de Mérida, y si bien es cierto que había dos representaciones, una en el Gran Teatro y otra en la plaza de San Jorge, en pleno casco antiguo y en un marco bonito e histórico, pues elegimos la que se hacía en éste último, y que no era otra que la célebre obra de Moliere, Tartufo.
A las seis y media de la tarde ya estábamos andando hacia el centro, hacia la Plaza Mayor, donde tomamos un cafelito contemplando las vistas que se disfrutan desde esta plaza, si bien es cierto que para el amigo Satur y para mi, ya tenemos el casco antiguo y la Plaza Mayor más que vistas, después de los años de estudios que pasamos en esta ciudad, pero la amiga Maché sólo había estado por aquí de paso, así que después nos dirijimos hacia el centro histórico, previo paso por el Arco de la Estrella, para disfrutar de un paseo por este fantástico y bien conservado casco antiguo de Cáceres, enseñándole a Maché, las cosas más típicas o de más renombre, porque el tiempo de que disponíamos tampoco permitía ir al detalle, pero por lo menos para que se fuera haciendo una idea.
A las 22 horas abrian las puertas, y la representación comenzaba a las 22:30, así que después de un par de horas de andar por las callejuelas y ver los palacios de este conjunto histórico, ya pasadas las nueve de la noche fuimos a comer algo antes de entrar en el recinto, con aforo reducido y entradas sin numerar.
Cuando llegamos, nos encontramos con una larga cola, aunque ésta corría rápido y prácticamente en poco más de diez minutos estábamos dentro, aunque eso si, ya con el aforo prácticamente lleno.
Como he dicho el aforo es reducido, pero mejor, así se aprecia mejor a los actores, y el sonido fue perfecto, y por detrás del escenario, se levantaban majestuosas las torres de la iglesia de Francisjo Javier, en plena plaza de San Jorge.
La decoración del escenario, en mi opinión, estaba con muy buen gusto, para la representación de esta obra, ambientada en los años 20, y la música que se utilizaba le venía al pelo para esta ambientación, musica de jazz y sonido charleston. Los actores estuvieron en su punto, muy bien, unos pedazos de profesionales, muy conocidos por las series de televisión.
La obra, a pesar de ser archiconocida y de haberse representado en infinidad de ocasiones, creo que gustó, al menos a mí sí, y en ella introdujeron algunos pasajes-representaciones cómicos en plan cine mudo, con interpretación-gesticulación y música, pero sin hablar, que despertaron alguna que otra carcajada y que dieron cierto dinamismo a la obra.
Para definir lo que fue la obra, nada más que recurrir a unas palabras de uno de sus actores, Roberto San Martín (conocido por su aparición en la serie de TVE, 'Amar en tiempos revueltos'), y que he leído no me acuerdo ahora donde:
“Molière no guarda ya secretos para nadie pero lo novedoso que nosotros proponemos es alejarnos de los encajes del siglo en el que fue escrito para meternos en los años 20 del siglo pasado, creando una puesta en escena con mucho ritmo, música jazz, improvisación e influencia del cine mudo”.
En definitiva, buena obra, buenos actores, buen entorno y buena temperatura, que también acompañó en esta noche, y espero que podamos repetir, ya sea aquí en Cáceres o en Mérida, aunque el programa de este año del festival de Mérida me atrae más bien poco.
En fin que lo peor, como siempre, es el viaje de regreso, llegando a casa sobre las 3 de la noche, después de hora y media larga de coche.
A las seis y media de la tarde ya estábamos andando hacia el centro, hacia la Plaza Mayor, donde tomamos un cafelito contemplando las vistas que se disfrutan desde esta plaza, si bien es cierto que para el amigo Satur y para mi, ya tenemos el casco antiguo y la Plaza Mayor más que vistas, después de los años de estudios que pasamos en esta ciudad, pero la amiga Maché sólo había estado por aquí de paso, así que después nos dirijimos hacia el centro histórico, previo paso por el Arco de la Estrella, para disfrutar de un paseo por este fantástico y bien conservado casco antiguo de Cáceres, enseñándole a Maché, las cosas más típicas o de más renombre, porque el tiempo de que disponíamos tampoco permitía ir al detalle, pero por lo menos para que se fuera haciendo una idea.
A las 22 horas abrian las puertas, y la representación comenzaba a las 22:30, así que después de un par de horas de andar por las callejuelas y ver los palacios de este conjunto histórico, ya pasadas las nueve de la noche fuimos a comer algo antes de entrar en el recinto, con aforo reducido y entradas sin numerar.
Cuando llegamos, nos encontramos con una larga cola, aunque ésta corría rápido y prácticamente en poco más de diez minutos estábamos dentro, aunque eso si, ya con el aforo prácticamente lleno.
Como he dicho el aforo es reducido, pero mejor, así se aprecia mejor a los actores, y el sonido fue perfecto, y por detrás del escenario, se levantaban majestuosas las torres de la iglesia de Francisjo Javier, en plena plaza de San Jorge.
La decoración del escenario, en mi opinión, estaba con muy buen gusto, para la representación de esta obra, ambientada en los años 20, y la música que se utilizaba le venía al pelo para esta ambientación, musica de jazz y sonido charleston. Los actores estuvieron en su punto, muy bien, unos pedazos de profesionales, muy conocidos por las series de televisión.
La obra, a pesar de ser archiconocida y de haberse representado en infinidad de ocasiones, creo que gustó, al menos a mí sí, y en ella introdujeron algunos pasajes-representaciones cómicos en plan cine mudo, con interpretación-gesticulación y música, pero sin hablar, que despertaron alguna que otra carcajada y que dieron cierto dinamismo a la obra.
Para definir lo que fue la obra, nada más que recurrir a unas palabras de uno de sus actores, Roberto San Martín (conocido por su aparición en la serie de TVE, 'Amar en tiempos revueltos'), y que he leído no me acuerdo ahora donde:
“Molière no guarda ya secretos para nadie pero lo novedoso que nosotros proponemos es alejarnos de los encajes del siglo en el que fue escrito para meternos en los años 20 del siglo pasado, creando una puesta en escena con mucho ritmo, música jazz, improvisación e influencia del cine mudo”.
En definitiva, buena obra, buenos actores, buen entorno y buena temperatura, que también acompañó en esta noche, y espero que podamos repetir, ya sea aquí en Cáceres o en Mérida, aunque el programa de este año del festival de Mérida me atrae más bien poco.
En fin que lo peor, como siempre, es el viaje de regreso, llegando a casa sobre las 3 de la noche, después de hora y media larga de coche.
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