Salamandra común (Salamandra salamandra)
El día amaneció con el cielo completamente cubierto en los alrededores del refugio, aunque hacia el este, hacia el macizo central, aparecían pequeños claros; mucha humedad en el ambiente después de las lluvias de ayer tarde por la tormenta y las de esta noche, con temperatura fresca pero agradable para caminar y al menos no llovía y tampoco había niebla.
Tras el desayuno y después de la foto de grupo con el macizo central de fondo, nos pusimos en marcha, pasadas las nueve de la mañana.
La senda a seguir parte del propio refugio, señalizada como PR, adentrándonos por terreno de roca caliza y caminando con la mirada puesta en las montañas que tenemos frente a nosotros, dirección norte, hasta llegar al collado del Jito, a menos de un kilómetro, donde nos encontramos con una roca-mesa donde aparece un grabado con las diferentes dirección que se pueden seguir desde este punto.... pues nada, ¡mira que aparecía indicada la dirección hacia los Lagos!, hacia nuestra derecha, en dirección oeste, pero algunos ni lo miraron así que siguieron rectos en la misma dirección, siguiendo los innumerables hitos que aparecían, en dirección a la montaña, en un terrero de sube y baja.
A mi me extrañó que siguieran esa dirección, pero como se les veía tan decididos y como lo único que hacían era seguir los hitos pues yo me fui tras ellos, siguiendo también los hitos... el problema es que aquí hay hitos (jitos) por todos lados para las distintas direcciones a seguir y ésta en concreto por la que íbamos era la que llevaba al refugio Vegarredonda sin pasar por los Lagos, en una versión más corta pero algo más complicada, sobre todo si se la niebla hace acto de presencia.
La otra parte del grupo que venía detrás, simplemente siguieron las indicaciones, confirmando con el track que tenía Fernando en el móvil que iban en la dirección correcta.
Cuando nos tuvieron a la vista comenzaron a darnos voces para decirnos que la dirección que llevábamos no era la de los Lagos, así que tuvimos que retroceder hasta llegar a la senda donde se encontraba el resto de compañeros esperándonos, por zona de roca con contínuos sube y baja, lo que hizo que el compañero Luis, que ya llegó ayer maltrecho con las rodillas, comenzara a emitir algunos improperios por el esfuerzo extra e inútil al que estaba sometiendo a sus rodillas.
Al llegar a la altura de los compañeros nos repartimos parte del peso que llevaba Luis en su mochila para intentar que fuera más cómodo, a parte de quedar claro que teníamos que ir en grupo, para evitar estos desplazamientos extras y el tiempo perdido.
La verdad es que me extrañaba no haber pasado por la referencia de los dos enormes hitos que flanquean el pasillo-senda, aunque por otro lado pensaba que pudiera ser que estuvieran más adelante, pero estaba confundido, simplemente no pasamos por allí porque no íbamos en dirección a los Lagos, por contra, el resto del grupo que siguió las indicaciones correspondientes sí que pasaron por este punto de referencia.
Después del reagrupamiento continuamos siguiendo la senda, siempre en bajada progresiva, rodeados de rocas. El algunos tramos de bajada el ritmo es un poco más lento al pasar por zonas con escalones de piedra o directamente al ir la senda por roca, que al estar húmeda hacía que tuviéramos que extremár las precauciones.
En uno de los tramos de bajada con más pendiente, la Cuesta de las Reblagas, vemos frente a nosotros ligeramente a la derecha, una vega completamente alfombrada de hierba salpicada con algunas cabañas y corrales, es la majada de La Redondiella, con un bonito contraste entre verde hierba y el gris de la roca caliza que la rodeaba.
Al final de la bajada cruzamos un arrollo para continuar con un pequeño tramo de subida, continuando después por senda entre piedras. No tardamos mucho, después de pasar por una zona arbolada y dejar a la derecha una pared de piedra, en llegar a la majada de las Bobias.
Desde aquí seguimos en ligero descenso por senda más cómoda para llegar en poco tiempo al lago Ercina al que en el último tramo tenemos siempre frente a nosotros, en una bonita panorámica que pone el broche final a esta primera parte de la etapa que finaliza bordeando el lago hasta llegar al bar que hay junto al aparcamiento donde suben los buses autorizados y sólo los coches con permiso.
A primera hora de la mañana, cuando salimos del refugio, había algunos claros en el cielo aunque en dirección este, pero conforme fue avanzando el día y al tiempo en que caminábamos en dirección noroeste, el cielo se fue cubriendo con nubes más oscuras y desde la orilla del lago Ercina, al mirar al fondo, hacia arriba, hacia las montañas del macizo de Cornión, veíamos como sus picos se iban cubriendo por nubes más contundentes y amenazantes, algo que auguraba la posible tormenta o lluvias de por la tarde y nosotros nos dirigíamos precisamente hacia allí, dando un buen rodeo, aunque hoy solo nos quedaríamos a media altura, en el refugio de Vegarredonda y sería mañana cuando tendríamos que transitar por parte de la zona que ahora estábamos viendo desde abajo, desde el lago.
En la terraza del bar hacemos una pequeña parada, lo suficiente para tomar una cerveza y unos frutos secos con una temperatura fresca para la hora del día que era y para el mes en el que estábamos... aunque estuviérmaos en Picos. Había gente por los alrededores del lago, pero ni punto de comparación con lo que es habitual en esta zona tan turística, aunqueel día no acompañaba mucho.
Esta primera parte del recorrido lo hicimos con cierta comodidad, disfrutando del entorno, en un recorrido sin exigencias físicas ni técnicas, sin prisas pero sin pausas, casi siempre por senda de huella irregular en muchos casos, que unido a algunos tramos de bajada de más pendiente, hicieron que las rodillas de Luis que ya andaban muy tocadas lo estuvieran aún mucho más, pero de momento aguantaba y no se quejaba... o al menos esa es la impresión que daba...
Nos ponemos en marcha de nuevo para coger el camino que sale junto a la terraza del bar y que a base de subir escalones llega hasta el “Mirador de Entrelagos”, en la cima de la colina desde donde se tienen vistas a los dos lagos y uno de los pocos puntos del recorrido donde íbamos a tener cobertura en el móvil, así que aprovechamos para llamar por teléfono a casa o mandar algún whatsapp avisando de que todo iba bien hasta el momento.
Desde el mirador se puede ver parte del recorrido que tendríamos que seguir, bajando primero hasta el lago Enol por un camino peatonal que llega hasta la misma orilla del lago, siguiendo unos metros después por la carretera que viene desde Covadonga en dirección al parking, para después abandonarla por la izquierda, por una senda que transita entre el lago y la carretera, hasta empalmar con la pista que desde la carretera lleva hasta el aparcamiento de Pandercamen.
Una vez en la pista, seguimos bordeando el lago, quedando éste ahora algo más abajo y a nuestra izquierda, y más al fondo y arriba, el “Mirador de Entrelagos” en el que acabábamos de estar.
Toca ahora un tramo de pista ancha y cómoda, en perfecto estado, prácticamente llana, en un paisaje abierto que pasa por la Vega de Enol, dejando a la izquierda la ermita del Buen Pastor, en un tramo de unos cuatro kilómetros hasta llegar al pequeño aparcamiento de Pandecarmen, en un recorrido que me resulta un poco insulso, incluso hasta me aburro un poco, tan solo las cimas de las montañas a nuestra izquierda, al fondo, cuando los nubarrones oscuros dejan verlas, junto a la charla con los compañeros, hacen que se algo más ameno; lo bueno de este tramo es que suponía un descanso para las maltrechas rodillas de Luis.
Llegamos al desvío del mirador del Rey, a unos diez minutos si continuáramos rectos, por un camino más estrecho, pero aunque esto era un pequeño desvío alternativo de ida y vuelta que había planteado para el día de hoy con el fin de asomarnos al mirador, lo cierto es que el personal prefirió seguir con lo previsto, primero porque quizás no viéramos nada con las nubes bajas que ya veíamos al fondo desde que iniciamos la bajada desde el collado del Jito, con la consiguiente pérdida de tiempo y segundo porque la tarde se estaba volviendo por momentos cada vez más oscura, amenazando con descargar las nubes en cualquier momento, así que decidimos continuar por la pista justo cuando ésta hace un brusco giro a la izquierda, en ligero descenso hasta llegar unos metros más adelante al fin del tramo hasta donde se puede llegar con vehículos, el aparcamiento de Pandecarmen, en donde un cartel indica el recorrido con la subida hasta el refugio Vegarredonda y hasta el mirador de Ordiales.
En este punto hacemos la parada para comer antes de emprender el tramo final, porque a pocos metros de donde estábamos, tras cruzar las aguas del río Pomperi por el pequeño puente de Redimuña comienza la subida al refugio por senda irregular, con algunos tramos de zigs-zags, en un recorrido que puede llevarnos aproximadamente hora y media en circunstancias normales, así que esperábamos que no lloviera en lo que nos quedaba de recorrido o al menos lo hiciera ya en el tramo final, con el fin de disfrutar de la subida y de las vistas que se tienen, en lo que para mi es el tramo más bonito y entretenido de la etapa de hoy, junto con las vistas del macizo central al salir del refugio Vega de Ario; pero las cosas no salen siempre como uno desea y hay conformarse con lo que la montaña, la naturaleza y la climatología nos dejan hacer y ver.
Tras el picoteo variado y los tragos a la bota de vino, nos ponemos de nuevo en marcha para afrontar la última parte de la etapa, el único tramo que es algo más exigente puesto que hasta ahora ha sido todo un paseo prácticamente.
Nada más cruzar el puente comienzan los primeros desniveles, aunque es una subida constante, progresiva, que se hace llevadera, pero las rodillas de nuestro compañero no opinaban lo mismo, y a las primeras de cambio ya iba sufriendo y buscando cada vez de forma más frecuente un pequeño descanso, como el primero que hicimos en el bonito paraje de la majada de Vega la Piedra (a 1.120 m. de altitud), donde hay un unas cabañas de piedra alrededor de unos grandes bloques petreos, como la enorme roca redondeada que se encuentra a la derecha de la senda.
Al dejar atrás las cabañas, junto a la senda vemos en abundancia las flores de azul intenso correspondientes al acónito común (Aconitum napellus), una de las plantas más venenosas, a la par que bonita (también llamada 'matalobos' o 'casco del diablo').
A mitad de subida comienzan a caer unas gotas aisladas y poco después aparece el típico chirimiri, con lo que rápidamente tenemos que ponernos las chaquetas impermeables para protegernos no sólo del agua sino también del viento que comenzaba a soplar, haciendo que la temperatura o al menos la sensación térmica bajara en un visto y no visto.
Las vistas panorámicas con las que íbamos disfrutando al principio van despareciendo al ganar altura y adentrarnos en territorio de las nubes bajas, mientas la fina lluvia y el aire que soplaba, unido a la incomodidad de llevar el gorro puesto y en mi caso a las gafas sin “limpiaparabrisas”, hacían que no levantara la vista de la senda para evitar algún traspié en los tramos de piedras resbaladizas.
En la anterior ocasión que estuve haciendo esta ruta, la niebla espesa y continua nos acompañó desde antes del inicio de la subida, incluso hizo que nos pasáramos de largo el refugio, con lo que no pudimos disfrutar nada de las bonitas vistas que se tienen, ni en la subida ni en la bajada; al menos hoy en el primer tramo de la subida nos respetó la climatología.
El amigo Luis cada vez lo estaba pasando peor e iba requiriendo paradas más frecuentes, y no era cuestión de que todo el grupo estuviera parado y más aún bajo la lluvia, así que mi tocayo Manuel y yo nos quedamos con él, en la zona de la majada de la Rondiella (a 1.380 m. de altitud) mientras el resto del grupo tiró hacia delante buscando el cobijo del refugio, algo para lo que ya quedaba poco desde ese punto.
El último tramo fue un auténtico calvario y ya no pudo más, estallando con gritos de dolor, algo que llegó a asustarme porque no sabíamos que realmente estaba tan mal, porque de haberlo sabido o haberlo comentado él en el bar de los Lagos. hubiéramos improvisado alguna alterntiva. Lo que estaba claro es que en su estado era imposible que hiciera la siguiente etapa, la más exigente a nivel físico, la que más tiempo nos llevaría, la etapa más montañera, en la que tras la subida fuerte inicial habría que caminar por zonas jous, de rocas, con pequeñas trepadas y destrepadas y un fuerte descenso final en lo que sin duda era la etapa más dura y larga de las tres, en cuanto al tiempo para realizarla, y a la postre para mi y para el resto de compañeros que la hicimos, la más bonita y entretenida de todas, la etapa en la que realmente uno se siente en la montaña... pero esto, en la situación en la que se encontraba Luis era pura utopía, así que al llegar al refugio hablaría con el resto de compañeros las dos opciones que estaba barajando en función de como se encontrara él al levantarse mañana.
Al llegar al collado Gamonal ya vemos el refugio un poco más abajo, a la derecha de la senda pero separada de ésta por unas rocas que hacen que haya que bordearlo y entrar por la parte de atrás, por la parte sur, así que no me extraña que en la otra ocasión que estuve por aquí no lo viéramos con la espesa niebla y lo pasáramos de largo. Aunque podemos ver refugio, no podemos ver nada de las bonitas vistas que se pueden ver desde esta zona con algunos de los picos de este macizo: Torre de Santa María, Torres de Cebolleda, Los Argaos, Porru Bolu, etc... además de que se podría ver el recorrido con la subida inicial hasta el Porru Bolu, pevista para el día siguiente y que en ese momento quedaba vetada a nuestros ojos.
Ese último tramo desde que comenzamos a ver el refugio y hasta que llegamos a él fueron un verdadero infierno para Luis, con senda muy irregular, con roca resbaladiza, lluvia, charcos y algo de barro, algo que en circunstancias normales él lo haría de un salto y ahora estaba siendo un suplicio.
No sabemos qué es lo que le pasó en la Canal de Trea cuando se separó de nosotros, pero lo cierto es que sus rodillas quedaron muy tocadas, mucho más de lo que pensábamos y es curioso, porque quizás sea él quien suele estar en mejor forma física y quien más agilidad tiene, pero estas cosas pasan en las mejores familias... y sino que me lo pregunten a mi, cuando en la bajada del Mulhacén por la laguna de la Mosca, pasando por Cueva Secreta, mis rodillas parecían de gelatina y a duras penas era capaz de mantenerme en pie...
Por fin llegamos al refugio (a 1.460 m. de altitud), casi una hora o más con respecto a lo previsto para este tramo de subida. El refugio está dividido en dos edificios, por un lado el refugio propiamente dicho, con la recepción, cocina y comedor en la planta baja (además de los aseos) y las literas en la planta de arriba; por otro lado y frente al anterior, hay otro edificio únicamente para literas y es en este segundo edificio donde nos quedaríamos, así que para ir al edificio principal ya sea para asearnos o para la cena, tocaba mojarse porque seguiría lloviendo toda la tarde y al ir anocheciendo lo haría con más fuerza... al menos ya estábamos protegidos y según las previsiones meteorológicas, para los dos próximos días daban buen tiempo, algo que era un alivio porque no conocía nada de la siguiente etapa que era la más complicada de las que íbamos a hacer.
Una vez aseados y durante el tiempo de espera hasta la cena, sobre las 20:30, estuvimos hablando sobre el plan-B para el día siguiente, ya que en la situación de Luis era inviable que subiera con nosotros, así que quedamos en que al día siguiente y en la medida de lo posible, él regresaría junto con Ángel y Encarni, que se prestaron voluntarios para acompañarlo, primero realizando la bajada tranquilamente y haciendo todas las pausas que fueran necesarias y ya en el tramo de pista previa a los Lagos, si vieran algún coche de las personas que tienen ganado por allí, pararlo para que llevaran a Luis, o a los tres si pudiera ser, hasta el bar que está junto al parking de los Lagos, para desde allí bajar en bus hasta Covadonga o Cangas de Onis donde tendrían que coger algún bus si lo hubiera o un taxi hasta el albergue los Llanos de Valdeón, que es a donde también tendríamos que llegar el resto de grupo, los que íbamos a hacer la ruta. En el peor de los casos, si nuestro compañero al levantarse se encontrara igual o peor, harían los tres una noche más en el albergue, y al día siguiente intentar bajar hasta Covadonga o Cangas de Onis, donde los recogeríamos el resto del grupo con los coches para ir dirección a Sotres.
Lo que quedaba de tarde se hizo un poco aburrida, dentro del refugio, mientras fuera seguía lloviendo. Si hubiera estado buena la tarde, hubiéramos podido dar un paseo por los alrededores o acercarnos al mirador de Ordiales, cuya senda parte desde las traseras del propio refugio, pero había que conformarse con quedarse en el refugio y suerte tuvimos de que la lluvia más fuerte no nos cogiera en el camino y sólo tuviéramos en la segunda parte de la subida un chirimiri constante.
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