Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

Aquí mis batallitas sobre cicloturismo, senderismo, montaña, viajes, naturaleza, música, teatro, ...

"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

22 ago 2020

Montaña Palentina (I): El oso pardo, avistamiento de aves, rastreo de huellas, flora y más...

Es todo un lujo poder estar en la Montaña Palentina, toda una explosión de naturaleza, tranquilidad y armonía,  mucho más en estos tiempos de pandemia que nos está tocando vivir y tras el confinamiento de meses atrás.

El año pasado ya pudimos disfrutar de la Montaña Palentina cuando estuvimos allí para ver al lobo a primeros de septiembre y en esta ocasión, con más calma, puesto que tenía una semana por delante, aprovecharía para aunar naturaleza y cultura, puesto que además del fin de semana en el  monte para hacer las 'esperas'  para intentar ver al oso pardo (Ursus arctos), o de las caminatas tranquilas parándonos para poder observar aves, mariposas, insectos, rastros (huellas, excrementos, ...) de animales o charlas in situ sobre distintos tipos de plantas que nos iríamos encontrando, mi idea era dedicar otros tres días para hacer mis particulares “rutas del románico”,  y si tuviera tiempo alguna rutita de senderismo por el geoparque de las Loras...

Tener la suerte de ver amanecer arriba, en el monte, en plena Montaña Palentina, entre 1700 -1800 metros de altitud, ver cómo la luz tenue del alba deja entrever las marañas de niebla que a modo de jirones blanquecinos inundan los valles cercanos, ver cómo la luz del sol va bañando las cumbres calizas de las montañas tiñéndolas de un color anaranjado, ver cómo con el paso de los minutos los tentáculos del sol naciente van bajando pausadamente desde las cumbres hacia el valle, iluminándolo, ganándoles la batalla al velo blanco que lo inundaba hasta entonces, disfrutando los allí presentes de esa victoria de la luz sobre las tinieblas, con el premio de dejar ante nosotros una vistas claras y nítidas del valle, propicias para poder ver al oso pardo, en el caso de que éste hiciera acto de presencia... eso.. ¡eso es algo que no tiene precio!... y más cuando se vive el momento con un grupo de amigos que comparten las mismas sensaciones.


Son sensaciones únicas, irrepetibles, porque cada amanecer es distinto, porque cada montaña es distinta, porque cada día es distinto y porque puede que se compartan esos momentos con otros amigos o en solitario, pero disfrutar de esos instantes exige también algún que otro sacrificio, algo que algunos en su zona de confort no están dispuestos a pagar, porque son horas robadas al sueño, cansancio, ya que después de un largo viaje y de acostarnos tarde, tocaba madrugar a las 4:30, para preparar las mochilas, desayunar y a las 5:30 de la mañana, con frío pero también es verdad que con menos de lo esperado, sobre todo comparado con el año pasado, partir a nuestro punto de destino, aproximadamente a hora y media, porque aunque hay parte de carretera, también hay buen tramo de camino por monte, solo apto para vehículos apropiados para ello, lo que ralentiza la marcha y más aún cuando al final se va con las luces apagadas... Tras la primera 'espera' de la mañana, toca otro desplazamiento en coche para internarnos en un bosque y hacer nuestra rutita de pajareo-mariposas-flora-rastros de huellas y excrementos-etc... y después de comer, otro desplazamiento, para sobre las 6 de tarde comenzar otra 'espera' hasta que caiga la tarde sobre las 21:15, a lo que le sigue el regreso de cerca de otra hora y media hasta la casa rural donde nos alojábamos, así que cuando regresáramos a ella serian cerca de las 22:30, el tiempo justo para la ducha, la cena en común y cuando te quieres dar cuenta son las 12:30 de la noche, y al día  siguiente, o mejor, cuatro horas más tarde, vuelta a empezar otra vez... así que el domingo a la noche caímos todos completamente rendidos en la cama después de este agotador fin de semana...
 




El sábado por la mañana tuvimos una suerte impresionante, porque fue llegar a nuestro punto de observación sobre las 7 de la mañana, preparar el material: telescopios, prismáticos, cámaras, etc... y a las 7:20 aproximadamente, con las primeras luces del día, cuando éstas se fueron abriendo paso por el valle y barriéndolo de la ligera niebla que lo cubría, bañando de tonos rojo-fuego la cima del pico Curavacas (2.520 m), fue cuando uno de nosotros dio la voz de alarma: ¡el oso!, ¡el oso!... cual Rodrigo de Triana al avistar por primera vez las tierras del nuevo mundo... y rápidamente todos a los telescopios y manos en los prismáticos para deleitarnos con los andares de “Pintojillo”, un oso creo que de siete años, hijo a su vez de otro al que llaman “Pintojos” porque tiene dos características manchas de color café entre la espalda y la nuca.

Excitación por parte de todos, sobre todo al verlo desplazarse con esos andares tranquilos, pausados, a media ladera del monte, buscando los “pudios” (Rhamnus alpina) de cuyos frutos se alimenta, entre otros, a finales de agosto, por lo que es en esta época cuando es más factible poder verlo, ya que los “pudios” son arbustos que se encuentran en los claros de los bosques, entre los peñascos de roca caliza o en las pedreras, por lo que es posible ver a este animal en esta época del año fuera del manto protector del bosque, dándose un banquete... más adelante, conforme llega el otoño, se internará en el bosque en busca de hayucos o de bellotas de roble o de otro tipo de sustento (avellanas, castañas o frutos carnosos como: manzanas, mostajos, madroños, escaramujos, etc..) siendo más complicado poder verlo a distancia. Es un placer, una gozada verlo levantado, erguido sobre sus patas traseras intentando alcanzar los frutos situados en las ramas más altas.
 
Pudio (Rhamnus alpina) - Foto de mi compañero José A. Román.
 
Hayucos (comida otoñal para el oso, al igual que las bellotas de roble)

Dejo aquí un par de vídeos, de “Pintojillo” y de “Pintojos” (éste último nos lo ha pasado Tino, nuestro guía, porque corresponde a otra espera, y porque nosotros no grabamos vídeo o el compañero que lo grabó fue meramente en plan testimonial, y en estos dos vídeos hay un poquito más de calidad, aunque ¡tampoco son para tirar cohetes!); por supuesto, que nadie piense que va a ver al oso pardo en su hábitat natural y a veinte metros de distancia para hacerle la típica foto de recuerdo, porque no se trata de un sitio donde se le echa de comer y poder contemplarlo desde un hide, sino que se trata de verlo en su entorno natural, sin ningún tipo de intervención humana, lo que implica, o mejor dicho, lo que NO garantiza que podamos verlo ni mucho menos que lo vayamos a ver como si estuvieras en el zoo o en el patio de tu casa, como he dicho antes, o verlo como en un documental de TVE2... pero estar allí arriba, en la montaña, mientras amanece y poder ver como se desenvuelve en su hábitat el oso, es todo un lujo para los que disfrutamos con y en la Naturaleza.

El oso "Pintojillos", un oso de siete años, hijo del oso "Pintojos".

El oso "Pintojos" (llamado así por sus dos características manchas color café que tiene entre su cabeza y el lomo), es el padre de "Pintojillos", el del vídeo anterior.

Entre la 'espera' de la mañana y la 'espera' de la tarde del sábado, nos desplazamos en coche a otro sitio, a Montejerino, Reserva Natural (dentro del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, que ahora creo se llama Parque Natural de la Montaña Palentina), un fantástico bosque de hayedo de altura junto a robles albares, a los que se unen zonas de praderas, brezales, piornales y otros, todo en torno a los 1500 metros de altura aproximadamente; "una reserva considerada como área de refugio y de alimentación otoño-inviernal para el oso pardo, aunque además mantiene una variada fauna vertebrada en sus hayedos y robledales", como pudimos comprobar por los rastros que fuimos viendo.

En este enclave es donde hicimos la caminata-paseo y donde pudimos ver y escuchar diferente tipos de aves como:

- Buitre leonado (Gyps fulvus).
- Busardo ratonero (Buteo buteo).
- Carbonero común (Parus major).
- Carbonero palustre (Poecile palustris).
- Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax, a ésta la observamos en la 'espera' de la mañana)
- Curruca rabilarga (Sylvia undata).
- Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus).
- Papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca).
- Petirrojo (Erithacus rubecul).
- Pito negro (Dryocopus martius, lo escuchamos en varias ocasiones en el recorrido, pero no lo llegamos a ver).
- Tarabilla norteña (Saxicola rubetra).
- Trepador azul (Sitta europaea).

Además de las aves, pudimos observar en una pradera previa a la entrada en el bosque, muchos agujeros cavados en las tierra con su montículo de tierra correspondiente, y en principio uno puede pensar en topillos, pero Tino nos estuvo comentando que también podría tratarse de la “rata topera(Arvicola terrestris), y que para saber a quién correspondían esas “galerías”  bastaba con introducir los dedos y comprobar si la galería tenía extensiones horizontales, en cuyo caso se trataría de la “rata topera”, o verticales, en el caso de topillos.


Fotos de la aproximación al bosque, caminando por la pequeña pradera previa; en la foto de abajo, la flecha indica donde encontramos a la araña tigre  y donde se encontraba la polygonum bistorta. [Fotos cedidas por los compañeros de grupo].
 
En esta pradera, en una pequeña zona que en otras circunstancias estaría encharcada aunque ahora está seca, junto al curso de un pequeño arroyo, nos encontramos con una bonita araña tigre (Argiope bruennichi) posando tranquilamente en su telaraña, junto a la cual nos encontramos con la planta “bistorta” (Polygonum bistorta, que en la Península aparece en la Cordillera Cantábrica, Pirineos y Sistema Ibérico y Central) interesante para los amantes de las mariposas, ya que en la zona suroeste de Europa, ésta es la planta nutricia de la oruga de la  “Perlada de los pantanos” (Boloria eunomia), una mariposa que se da en  zonas montañosas hasta algo más de 1600 metros de altitud, en prados pantanosos cerca de lagos, ríos y turberas, muy escasa en la Península y que se da en colonias aisladas y muy localizadas, según he podido leer; al margen de esto, comentar también el uso de esta planta en la medicina tradicional.


  Araña Tigre (Argiope bruennichi)
 
Este tramo de pradera estaba repleto por doquier de la típica Merendera montana o también llamadas en algunas zonas la  Quitameriendas (Colchicum montanum). 


Merendera montana (Colchicum montanum). 
 
En el mismo camino por el que íbamos caminando, también pudimos encontrarnos con una hembra de Chicharra montañera (Steropleurus stalii), a juzgar por su órgano ovopositor, vestida con su traje de gala que contrastaba con color de la tierra y piedrecitas del camino.



Chicharra montañera (Steropleurus stalii)

Dentro del bosque de hayedos y robles albares, en el mismo camino por el que íbamos caminando, nos encontramos con numerosas huellas de animales, aunque muchas de ellas muy deterioradas por la lluvia caída el día anterior, pero había algunas de ellas en las que nos detuvimos para poder observarlas con detenimiento, así pudimos ver las de lobo (Canis lupus), zorro (Vulpes vulpes), gato montés (Felis silvestris), jabalíes (Sus scrofa) o de ungulados.

La huella de lobo, a diferencia de la del perro, es más alargada, más estilizada (más larga que ancha, mientras en el perro esta diferencia es menos visible), además en la del lobo se marcan más las uñas

Huella de  lobo (Canis lupus)
 
Huella de gato montés (Felis silvestris).

No hice ninguna foto de la del zorro porque las que vimos estaban deterioradas, pero las de éste se diferencian con respecto a las del lobo o la del perro en que son más pequeñas, más estrechas y alargadas, con las uñas delanteras muy afiladas y próximas entre sí, lo que provoca que se marquen bien, pero además, una de las características principales de las huellas del zorro es la separación entre las almohadillas delanteras y las traseras, de tal forma que si traza una línea recta justo detrás de las delanteras, esta línea no tocará a las traseras, cosa que no ocurre con las del lobo o las del perro.
 
Croquis huellas zorro-lobo-perro

Además de huellas, muchas de ellas muy deterioradas como he comentado antes por la lluvia caída el día anterior, en la primera parte de nuestro recorrido por el interior del bosque y por camino más estrecho, nos encontramos también con numerosos rastros de excrementos de marta (Martes martes), garduña (Martes foina), gato montés (Felis silvestris), erizo... siendo las más numerosas en este primer tramo las correspondientes a la marta y garduña, aunque normalmente la marta está más por el interior del bosque mientras la garduña transita más por los límites de éste. 
 
"Posible" excremento incompleto de armiño... ¿?

Excrementos de armiño, erizo, marta y garduña.

Aunque los excrementos de marta y garduña puedan llevarnos a confusión por le parecido en ciertos casos, hay una forma de distinguirlos y es por el olor, ya que mientras los de la marta tienen un olor más almizclado, dulzón, por decirlo de alguna manera, los de la garduña tienen un olor más fuerte, más repulsivo que el de la marta, como a pescado, debido a que ésta tiene las glándulas anales mucho más desarrolladas; los excrementos de la marta son más bien compactos, alargados,  retorcidos y acabados en punta (aunque los de las foto anterior no se corresponda con esta descripción, debido a que básicamente está compuesto por frutos del serbal de los cazadores).

El camino por el que íbamos caminando, en ligera subida, desembocaba en un camino más ancho, más tipo pista, más llano, y continuamos por éste girando a la izquierda, primero continuando por zona boscosa y un poco más tarde por un claro donde las hayas y robles dejan paso a las escobas, brezos y en menor medida al serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia).



Serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia)

Es este tramo de camino-pista donde llegamos a contar nueve o diez excrementos de lobo en un  corto recorrido, tanto en los bordes del camino como el centro de éste, así como en un cruce de caminos, y según Tino, entre estos excrementos se encuentran tanto los del macho alfa (cruce de caminos, zonas elevadas y en general lugares destacados visualmente) como los de hembras no gestantes o machos jóvenes (en el centro del camino, en los bordes... en cualquier sitio, mientras que el alfa lo hace en sitios más estratégicos), además, observando los diferentes tipos de excrementos se puede ver si en la comida han predominado los huesos (tienen un color blanco), o el tipo de animal que han comido, porque por ejemplo, las heces están mezcladas con pelo de jabalí, o si fueran frescas y oscuras significaría que han comido vísceras como  corazón, hígado, pulmones.. con sangre... en otras se pueden apreciar briznas de algunas hierbas, la Luzula lactea, que al parecer la comen como purgante o digestivo, mientras que otros animales como el oso, por ejemplo, puede comer de ella las semillas.

Excrementos donde se aprecian, sobre todo en el trozo de abajo, restos de hierbas, posiblemente de la Luzula lactea.
 
En esta foto se encuentran los excrementos de lobo de la foto anterior, junto a otros de color blanco, debido a la ingesta de huesos.
 
Las fotografías anteriores de excrementos de lobo, en este caso se encontraban en el borde del camino, como se puede apreciar claramente en la foto.

En este breve trayecto Tino nos comenta la importancia del conteo de los excrementos de lobo en función de la distancia en la que se producen, porque permite acotar el área por donde se mueve la manada, ya que en función de la época del año este área se va reduciendo, pasando por ejemplo de controlar un área de 11.000 - 12.000 hectáreas en época de celo (enero-febrero) a las 6.000 hectáreas cuando las hembras están preñadas (marzo-abril, o más o menos entre el fin del invierno y la primavera temprana),  reduciéndose este área mucho más cuando paren a sus cachorros... esto nos puede servir para tener una idea de en que área se están moviendo, en función del número de excrementos (rastros en general) encontrados en una determinada distancia (por ejemplo, si en un corto recorrido nos encontramos con muchos excrementos, significaría que área en el que se mueve está más acotada, como se puede ver en el gráfico siguiente). El perímetro que abarca la manada es marcado tanto por machos y hembras alfa, como por cachorros y hembras no gestantes.
 

Esquema de la reproducción del lobo.

En el tramo de aclarado del bosque, con escobas y brezales flanqueando el camino, paramos para hacer hincapié en distintos tipos de brezos y más en detalle en el brezo vizcaíno o Daboecia cantábrica, un tipo de brezo protegido que florece entre marzo y noviembre y que también se encuentra en Irlanda. Entre las escobas, aunque parecen todas iguales, resalta la Cytisus cantabricus, propia de claros de hayedos, robledales, o abedulares que es precisamente el entorno donde nos encontramos; en este caso, esta 'escoba cantábrica' se diferencia por su pilosidad en el extremo (se da sobre suelos secos, ácidos y soleados, estando presente hasta los 1500 msnm, en el sector central y oriental de la cordillera Cantábrica).
 
 
Caminando por zonas de escobas y brezos (estas dos fotos son del compañero Andrés).

Diferentes tipos de brezos. 
 
Brezo vizcaíno (Daboecia cantabrica).
 
Escoba cantábrica (Cytisus cantabricus).

Antes he comentado que en algunos de los excrementos de lobo que vimos se podían ver restos de la Luzula lactea, y a ésta planta también pudimos observala en algunos tramos del camino, en los laterales de éste.

Luzula lactea

Entre otros rastros que nos encontramos, además de huellas y excrementos, están los de marcaje de oso sobre tronco de haya, hechos con las garras, dientes y hasta se pueden encontrar también zonas del tronco donde el oso refriega su trasero.

Árbol marcado por el oso. En la parte de abajo los arrañazos paralelos de las garras y un poco más arriba el tronco mordido por el oso.

En la foto siguiente, los agujeros que se ven en el tronco del árbol no son otra cosas que nidos de pájaros carpintero: pito mediano o pito negro, los cuales tienen sus hábitats en estos bosques de hayedos y robles.

Nidos de pájaros carpinteros (Pito negro o Pito mediano)

También y en relación a la flora, pudimos encontrarnos con el Acónito común (Aconitum napellus) en unas ocasiones muy seca y en otras florecida; esta planta, también conocida como matalobos (porque con ella envenenaban a los lobos, envolviéndola entre trozos de carne)es muy venenosa (considerada la más tóxica de Europa) ya que contiene aconitina, uno de los alcaloides más activos y tóxicos que, tras un leve contacto, puede ralentizar el corazón hasta la muerte y apenas 1mg de esta planta es suficiente para matar a un adulto de 80kgs. Los síntomas que se producen tras tocar o ingerir acónito son quemaduras en la boca, salivación, vómito, diarrea, problemas cardíacos, el coma y en algunos casos, la muerte” [ver fuente]. Además del acónito, también nos encontramos con la Dedalera (Digitalis purpurea) y al igual que la anterior, en unas zonas con las flores totalmente secas y en otras zonas por las que nos movimos en la Montaña Palentina con buena floración; la dedalera es apreciada a nivel ornamental, pero también por su valor medicinal ya que sus hojas contienen una fuerte toxina, la digitalina, muy venenosas si se consumen,  y el extracto de su principio activo ha sido empleado como medicación para arritmias y otros problemas cardíacos desde finales del s.XVIII y como curiosidad, comentar que la cantidad de principios activos de las hojas varían mucho a lo largo del día, siendo durante la tarde cuando más cantidad se acumulan y después empieza a decrecer, ya que la propia planta los va destruyendo, por lo que al amanecer las hojas carecen prácticamente de ellos, es por este motivo por lo que la recolección de las hojas se hace durante las primeras horas de la tarde.

Acónito común (Aconitum napellus). 

Dedalera (Digitalis purpurea) - Foto de mi compañero José A. Román.

Encontramos algún que otro hongo, como la “lengua de buey o hígado de buey” (Fistulina hepatica) que se suele encontrar en robles y castaños, desde agosto hasta finales de otoño, en árboles vivos o sobre madera muerta. Os dejo dos fotos, una tomada en el bosque dentro de esta caminata, y otra tomada por un compañero en días posteriores pero también en la Montaña Palentina:


 Lengua de buey
o hígado de buey” (Fistulina hepatica). La primera foto es de mi compañero José A. Román y está hecha en el puerto de Piedrasluengas; la foto de abajo es propia y está hecha en Montejerino, en la Reserva Natural por donde estuvimos caminando.

Entre otras cosas curiosas que pudimos observar están las “agallas del haya”, que son como unas bolitas o protuberancias que cuelgan de las hojas como si fueran frutos y que en realidad son la reacción del árbol ante la picadura en su hojas de diferentes tipos de avispas, aunque también de ácaros, moscas o escarabajos, depositando cualquiera de ellos un huevo en algún lugar de la hoja, posteriormente, la larva que sale de él estimula químicamente los tejidos circundantes y estos se transforman en estructuras de variados aspectos y diversos colores [ver fuente].


Agallas en hojas de hayas.

Junto a un portentoso roble albar (Quercus petraea) con el que nos hicimos una foto de grupo, Tino nos señaló al lado un árbol para que nos fijáramos en detalles en su tronco, con algunas grietas producto del 'estrés hídrico', según nos comentó, algo que en cierto modo parecería inusual en esta zona, pero parece que en estos tiempos que corren la lluvia y humedad no es la que era otrora y que el cambio climático es un hecho...

Por la tarde, y después de la comida en pleno bosque, tocaba de nuevo otro corto desplazamiento  en coche, a la misma zona donde habíamos estado por la mañana, pero colocándonos en otro punto de observación para aprovechar, supuestamente, mejor la luz, pero en la 'espera' de la tarde del sábado no pudimos ver nada porque la niebla comenzó a entrar en el valle y aunque en algunos momentos hizo amago de levantar, lo cierto es que conforme iba avanzando la tarde la niebla se iba agarrando más al valle, al tiempo en que la temperatura bajaba; no era una niebla espesa, más bien una neblina, pero lo suficiente como para dificultar la visión. Por suerte, antes de realizar esta infructuosa 'espera' de la tarde, desde el punto de observación donde nos íbamos a colocar, parte del grupo emprendimos con Tino un corto paseo para hacer algo de tiempo, pudiendo avistar otras aves como el Alcaudón dorsirojo (Lanius collurio), la Collalba gris-Groenlandia (Oenanthe oenanthe leucorhoa), el Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) y un joven ruiseñor Pechiazul (Luscinia svecica), además de a la mariposa “Manto de oro” (Lycaena virgaureae).


Alcaudón dorsirojo (Lanius collurio).  



Collalba gris-Groenlandia (Oenanthe oenanthe leucorhoa).  


Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros). La primera foto está hecha en el murete que rodea la iglesia del pueblo de Revilla de Santullán.

Terminado nuestro corto, aunque siempre instructivo y gratificante paseo de la tarde, regresamos a lo que sería nuestro nuevo punto de observación, donde nos esperaban el resto de compañeros que habían decidido quedarse allí.

 
Fotos cedidas por mis compañeros de grupo. 
 

En la foto siguiente, el compañero Antuan, con su tele, intentando controlar la zona donde podía aparecer el oso, pero la niebla que comenzaba a entrar, a la derecha de la foto, hizo que la espera de la tarde se frustara...

Foto cedida por mi compañero Andrés. 

¡¡Tocaba retirada!!... la tarde del sábado la niebla acabó apoderándose del valle y frustrando nuestro intento de poder ver por segunda vez en el día al oso pardo.

En los días siguientes, realizando mi recorrido por el románico de la Montaña Palentina, en uno de sus pueblos, al parar a tomar café en un bar me encontré con este póster sobre cómo reaccionar frente a encuentros con un oso pardo.






0 comentarios:

Publicar un comentario