Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

Aquí mis batallitas sobre cicloturismo, senderismo, montaña, viajes, naturaleza, música, teatro, ...

"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

18 abr 2019

Senderismo Extremadura: Ruta de la Rosa de Alejandría (Sierra de Alor, Olivenza)


El pasado Domingo de Ramos quedé con otros cuatro compañeros de ASTOLL para hacer la ruta de la Rosa de Alejandría, una ruta a la que ya le tenía ganas, y sobre todo, hacerla en el período de floración de esta flor, o lo que es lo mismo, dentro de las dos semanas aproximadamente en las que explosiona (no florecen todas a la vez, porque de lo contrario el tiempo se reduciría aún más).

El año pasado, en esta misma época, ASTOLL como asociación estuvo aquí, y el problema fue que al ser una fecha que se pone en el calendario que se elabora a principios de año, resulta complicado después moverla en caso de que la floración no estuviera a punto, que fue lo que acabó pasando, debido a una climatología atípica, con un buen período de lluvias y temperaturas más frías de lo habitual, que hicieron que las peonías que se pudieron ver se contarán con los dedos de una mano, eso por no hablar de la niebla que envolvía la sierra y que hizo que tampoco pudieran gozar de las panorámicas que se pueden contemplar desde los miradores de la cima de la Sierra de Alor.

Este año, el Domingo de Ramos lo tenía libre, así que al final me lancé a hacer esta ruta y aunque en principio iba a ir por libre, finalmente me junté con otros cuatro compañeros de ASTOLL, algunos de ellos ya habían estado aquí, y aunque en este caso las temperaturas que habíamos tenido con respecto al año pasado habían sido más altas, excepto la de los días previos, y parecía que la primavera se había adelantado, lo cierto es que tampoco estaba muy seguro de si la floración iba a estar en plenitud debido a las escasas lluvias de este año, y por tanto, a la poca humedad.

Después del desayuno, en un bar a la salida de Olivenza, junto al cruce de San Jorge de Alor, comenzamos la ruta, callejeando un poco para salir de una urbanización y coger un camino amplio, completamente llano, que transita en un primer momento por campos de cereal, con el perfil de la Sierra de Alor de fondo, temperatura muy agradable para caminar y un cielo completamente nublado a primera hora, incluso durante el trayecto en coche a Olivenza, el castillo de Feria y los alrededores estaban cubiertos por la niebla, y era inevitable pensar en que quizás fuéramos a tener la misma mala suerte que el año pasado, pero finalmente la climatología fue mejorando y acabamos la ruta con bastante calor y cielo con más claros que nubes.

Aunque se puede hacer una ruta corta de unos 10 o 12 km, ya que habíamos hecho un desplazamiento largo, y como no teníamos excesiva prisa, decidimos hacer la ruta larga, desde Olivenza.

La primera parte de la ruta es común al inicio y final de ruta, y es completamente llana, rodeada de campos de cereal que se transforman rápidamente al pasar junto al “Cortijo del Caño”, justo al cruzar la carretera. A partir de aquí continuamos por caminos más estrechos e inmersos entre viejos olivares de gruesos troncos, huecos algunos de ellos, y poco a poco este ecosistema irá quedando atrás para dejar paso a otro donde comenzarán a aparecer encinas, alcornoques y matorral, en los que vemos algunas orquídeas como la Anacamptis papilionacea o la Orchis champagneuxii.

Pronto llegamos al desvío hacia el refugio del bandolero Diego Corrientes, que queda a nuestra izquierda. Se trata de un desvío de ida y vuelta, por una senda en continua subida rodeada de paredes de jaras completamente abiertas, florecidas, en un recorrido de apenas 500 metros, hasta llegar al escondido refugio del mencionado bandolero, en la espesura del monte bajo... y es que “en la época en la que Olivenza pertenecía a Portugal, gozaba de cierta 'prosperidad' debido en parte al contrabando, y fue en esa época donde el bandolero Diego Corrientes se dedicaba al robo de caballos en zona española para después venderlos en Olivenza, así que la justicia española acabó poniendo precio a su cabeza, pero no era empresa fácil capturarlo, puesto que utilizaba rutas montanas en la nocturnidad, sintiéndose seguro en esta zona oliventina, donde contaba con este refugio en lo más profundo de la Sierra de Alor, donde la espesura del monte bajo ocultaba su presencia, por no hablar de que además se servía de la complicidad de sus confidentes y de las gentes sencillas que conociendo sus hazañas no dudaban en protegerle, y así, trasladaba los caballos en pequeños grupos, facilitando su manejo y dejandolos en cortijos a lo largo de su ruta. 


 Senda en el desvío hacia el refugio del bandolero Diego Corrientes
 
Pero el regente de la Audiencia de Sevilla estaba decidido a capturarlo, y una vez que consiguió apresar a su banda en Badajoz, y tras aumentar a 1200 ducados la recompensa por su captura, su amante junto a un antiguo compañero suyo, lo traicionaron dando aviso a la justicia española mientras se encontraba en el “Cortijo del Pozo del Caño”, donde opuso una feroz resistencia ante los 20 alguaciles y una compañía de infantería portuguesa que lo asediaban, pero todo fue inútil y finalmente fue preso y ejecutado en la horca el 30 de mayo de 1781, siendo posteriormente descuartizado y sus restos expuestos para escarmiento público en cruces de camino”.


Sobre el techo del refugio-cueva del bandolero Diego Corrientes. Foto de la compañera Ana Tena.

Tras las fotos de rigor, deshacemos el camino andado para proseguir con la ruta que llevábamos, y a penas unos metros después de retomar el camino, a la sombra de un olivo, ya vemos la primera peonía, solitaria, inhiesta, altanera, fresca... y aquello se convierte en prácticamente una fiesta, lanzándonos a fotografiarla y a fotografiarnos con ella... no fuera que no nos encontráramos con muchas más, como sucedió el año pasado, pero en esta ocasión todo indicaba que sería distinto, porque apenas 50 metros más adelante ya nos encontramos a ambos lados del camino, junto a la sombra de olivos, con plantas que ahora sí tienen varias rosas abiertas...


Y así seguimos camino, encontrándonos cada dos por tres, aunque de forma aisladas, con plantas de peonías, en un recorrido que podríamos decir que desde que dejamos a la izquierda el refugio del bandolero Diego Corrientes es cuando se vuelve más bonito, interesante, cuando de forma gradual nos vamos introduciendo en la sierra, mientras los olivos van dejando paso a un bosque mediterráneo cada vez más espeso, donde sobresalen los diferentes tipos de jaras (jara pringosa, jara blanca, jaguarzo...), coscojas, lentiscos, acebuches... y todo con un suelo tapizado de verde, y en donde en algunos claros, con viejos olivos salteados, pacen mansamente rebaños de ovejas, ajenos a las miradas de los senderistas que pasan a su lado.




El amplio camino se va estrechando y tras pasar una zona de umbría y de sendas, dejando atrás el primer panel informativo de la ruta, llegamos a una bifurcación que hace que esta parte de la sierra se convierta en un recorrido circular, así que podríamos subir indistintamente por cualquiera de los dos lados y bajar después por el contrario, aunque nosotros nos decantamos por subir por el lado derecho, por un camino en subida, como no podía ser de otro modo, pero muy llevadera, rodeados completamente de vegetación, en algunos casos envueltos en túneles formados por ésta, y siguiendo encontrándonos a ambos lados de la senda con la bonita y colorida rosa de alejandría, en prácticamente todos sus estados, desde su inicio en forma de bola verde antes de abrir, hasta algunas que llevan ya algunos días totalmente abiertas y ya se encuentran un poco marchitas y descoloridas.



Así, muy entretenidos con este bonito recorrido, llegamos a un bonito e idílico rincón, donde se encuentra la Fuente de Val do Gral, donde fluye el agua en el interior de agujeros horadados en la propia roca; es ésta una fuente que “sirvió y sirve para quitar la sed del cabrero y su rebaño durante los meses del año que proporciona agua, así como para llevarla en cántaros a los cortijos aledaños”.

Fuente de Val do Gral
La condición calcárea de la Sierra de Alor favorece la existencia de multitud de agujeros y cuevas naturales, la mayoría de muy poca entidad, que se producen por la acción del agua sobre la piedra caliza al ir erosionándola; oquedades, cuevas, que se convierten en fuentes y de las que además del agua también emanan viejas leyendas relacionadas con tesoros ocultos en esta sierra”.

Tras un breve parada y algunas fotos, proseguimos por un sendero siempre inmerso de lleno en este bosque mediterráneo, con mucho monte bajo, donde en algunos claros nos encontramos con toda una explosión de colorido de los diferentes tipos de jaras en flor, mezcladas con el resto de flores y por supuesto con la flor estrella de esta sierra, la Paeonia broteri, además de algunas rarezas en el suelo junto a algunas jaras, como son plantas parásitas de éstas, concretamente la Cytinus ruber, con sus colores blancos y rojos...

 




En estas dos últimas fotos, la Cytinus ruber, parásita de las jaras.

Pero lo mejor aún estaba por venir... y es que el sendero desemboca en una zona más abierta, apenas a 500 metros antes de llegar a la cima, donde se encuentra la torre-mirador, una gran extensión cubierta completamente de plantas de las que brotan la rosa de alejandría con sus bonitas y espectaculares flores completamente abiertas, en todo su esplendor, una maravilla visual, impactante a la par que gratificante, regalo que nos brinda la madre naturaleza en este día, un espectáculo natural que te embarga de emoción y que intentas primero fotografiar con la mirada para intentar que quede retenido en la memoria, para pasar unos minutos más tarde a acribillar a disparos con la cámara de fotos, cada rincón, cada zona, cada metro... por si alguna vez se pierde el recuerdo en la memoria que al menos perdure en fotos, aunque de estás no faltarán, porque es una zona donde la rosa de alejandría es el reclamo turístico, y así, a pesar de ser Domingo de Ramos, son varias las familias que nos encontramos en lo alto de esta sierra disfrutando del entorno.



Llegados a este punto, y después de todo lo visto, no es de extrañar que esta sierra este protegida bajo la figura legal de zona LIC (Lugar de Interés Comunitario), y más concretamente como: “LIC Sierras de Alor y Monte Longo”, formando parte de la Red Europea de Espacios Protegidos Natura 2000.

Continuamos por sendero para afrontar el último el tramo para llegar a la cima, aunque antes volvemos a encontrarnos con otro espacio, éste algo menor, también cubierto completamente de peonías en flor.

La senda nos acaba llevando a la parte más alta de la sierra, donde se encuentran unas mesas merenderos, un vértice geodésico y un torreón que hace las funciones de mirador, desde la cual se tienen unas vistas espectaculares en 360 grados, desde enormes dehesas con sus respectivos cortijos, a pueblos, además de Olivenza, a uno y otro lado de una frontera marcada por el río Guadiana.


 Vértice geodésico en la cima de la Sierra de Alor convertido en improvisado mirador. Foto realizada desde el mirador del torrerón.

 Panorámica hacia el sur desde la torre del  mirador de la Sierra de Alor.

Castillo de Alconchel desde el mirador de la torre de la Sierra de Alor.

Después de estar unos minutos sen la parte alta de la torre-mirador, ésta se acaba llenando de gente, y acabo bajando para seguir a mis compañeros que ya van camino del segundo mirador, a corta distancia del torreón. Este segundo mirador en más simple, pero bonito y coqueto, aunque a diferencia del primero, desde éste solo se tienen vistas hacia el sur.
 

 El segundo mirador, con vistas hacia las dehesas del sur.

Panorámicas desde el segundo mirador. Foto del compañero Juan Antonio Tena.

Retrocedemos unos metros y emprendemos la bajada de la sierra por el otro lado, pasando primero por unos chozos de piedra, algunos restaurados. En la bajada no nos encontramos con muchas rosas de alejandría, aunque sí con algunos simpáticos escarabajos peloteros, enfrascados en su lucha de llevar cuesta arriba una gran pelota...


A pesar de la hora, pasado ya el mediodía, nos vamos encontrando con más gente en sentido contrario, que van subiendo a la sierra por este lado en busca de espectáculo de colores y sensaciones que nosotros acabábamos de presenciar.

Al bajar de la sierra, y enlazar con la llanura, se nota claramente que el día ha mejorado y la temperatura ha subido bastante, y los últimos kilómetros totalmente por zonas abiertas, campos de cereales, coincidiendo con el inicio de la ruta de esta mañana.

Al final han salido 19 km de recorrido, tras los cuales paramos a comer en el mismo sitio donde desayunamos por la mañana, para finalizar tomando un café en el centro de Olivenza antes de emprender el viaje de regreso a casa.



El track de la ruta podéis consularlo AQUÍ

Podéis ver una selección de las fotos de esta ruta, algunas de las cuales son las que aparecen en este artículo, a más resolución y calidad, haciendo clic en ESTE ENLACE.


0 comentarios:

Publicar un comentario