Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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"Viajar en bici es hacer más grande el Mundo. Es aprender lo esencial de la vida. Es vivir el presente sobre todas las cosas. El placer del cicloturismo está mucho más en el camino que en el destino, son los medios los que justifican el fin. Durante días, semanas o meses, no necesitas más que lo que llevas a cuestas
" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

18 feb 2018

Sederismo: Arroyomolinos de León - Los Bonales - Tentudía - Monesterio (subida a los techos de Huelva y Badajoz).

En esta ocasión no hemos tenido problemas con las “monterías”, y hemos podido realizar el recorrido previsto sin ningún tipo de problemas, y sin tener que buscar un recorrido alternativo, como ocurrió hace unos meses cuando estuvimos también por esta zona.

Recorrido lineal, con subida a los “techos” de Huelva (Bonales occidental, 1.055 m.) y de Badajoz (Tentudía, 1.112 m.), y entre ambos, otro pico de mil, Bonales oriental, con 1.059 m. (aunque éste pertenece a Extremadura). Ruta exigente a nivel físico en su primera parte, hasta llegar al Monasterio de Tentudía, después todo es bajar hasta Monesterio, realizando un total de poco más de 20 km.

Ruta bonita, entretenida, recomendable 100%, en la que se mezclan naturaleza, paisajes y deporte, porque requiere un poco de esfuerzo físico, y sin embargo, esta ruta creo que como asociación, ASTOLL no la había hecho nunca, a pesar de ser una zona a la que se viene al menos una vez al año, pero siempre se había hecho alguna ruta circular, con variantes de subida a los Bonales, o a la Buitrera, nunca la ruta completa, lineal, a caballo entre Huelva y Badajoz, con la subida a sus “techos” correspondientes.

Comenzamos en Arroyomolinos de León, y tras callejear un poco, tomamos el camino que nace en las proximidades de su iglesia, un camino  hormigonado, el “Camino de los olivos”, en buen estado, flanqueado por paredes de piedra, que conduce hacia el cementerio del pueblo, en un tramo donde el cultivo predominate es el del olivo, supongo que de ahí el nombre del camino.

Tras dejar atrás el cementerio, al coger una curva a la derecha, en una zona donde se mezclan olivos y encinas, dejamos atrás el hormigón para seguir caminando por firme con un empedrado irregular, camino antiguo, de los de antaño, más bonito y agradable, aunque más exigente físicamente porque la pendiente es mayor. 

Último tramo de hormigón, entre encinas, tras dejar atrás el cementerio y antes de coger un vetusto camino... [foto de Manolo Rodríguez]

Encajonados entre vetustas paredes de piedra, nos adentramos en terrero de encinas y alcornoques, por zonas aún en sombra, en completa umbría.
Caminos vetustos, de paredes de piedra, estrechos, rodeados de alcornoques y encinas, y en completa umbría...  [foto de JF Ramos]

Llegando a un alto, termina este primer tramo de subida, constante, desde que salimos del pueblo; toca después un falso llano, suave, hasta llegar a una bifurcación, en el Puerto de Gila, donde tomamos como en otras ocasiones, el camino de la derecha, en ligero descenso, con un firme de tierra, más cómodo, y disfrutando de las vistas a nuestra derecha de este gran bosque mediterráneo.
Tramo de ligero descenso al pasar Puerto Gila [foto de Manolo Rodríguez].

El cómodo y ligero descenso que nos hace disfrutar del senderismo, finaliza al cruzar el arroyo de las Vegas, en un doble giro derecha-izquierda, distantes entre sí a pocos metros, en los cuales se pasa por un túnel de vegetación, previo al comienzo de otro tramo de subida muy bonita, la del “castañar del cerro de la encina”, de nuevo por camino de firme irregular, con afloraciones de piedra, con un arroyo a nuestra izquierda y pared de piedra a la derecha, rodeado de robles y castaños, completamente desnudos en esta época del año, y con suelo alfombrado por la hojarasca ocre característica de este tipo de bosques.

Al llegar a un collado donde aparece una bifurcación, nosotros seguimos rectos, por el camino que llevamos, dejando a la izquierda otro camino más ancho, el que en otras ocasiones hemos cogido para subir a la Buitrera o para ir hacia Cabeza la Vaca. A penas unos metros después, aparece otra bifurcación, y en esta ocasión cogemos el “callejón” que sale a la izquierda, que nos obliga a ir en fila india, disfrutando del camino y de las vistas del valle a nuestra derecha, mientras al fondo, en los claros en los que la vegetación nos deja ver, se pueden observar ya los Bonales.

 Vistas del valle al coger la última bifurcación, por un callejón el ligero descenso hasta llegar al arroyo del Valle de la Mora [foto de Ana Tena].

Seguimos a buen ritmo por este bonito tramo, en ligero descenso, hasta cruzar el arroyo del Valle de la Mora, para justo después, comenzar otro tramo de subida, el más largo, en ascenso constante, sin apenas zonas de descanso, que nos llevará hasta el “techo” de Huelva, Los Bonales , con 1.055 m, después de un último y fuerte repecho que sacará de punto a más de uno, pero el esfuerzo merece la pena, y el recorrido hasta aquí es muy entretenido, tanto por las vistas, como por la variedad y alternancia del mismo.


 Diferentes tramos de falso llano antes de llegar a los Bonales, "techo" de Huelva.
 [Fotos de Manolo Rodríguez y Ana Tena]

Un pequeño hito, con una placa y el nombre de la cima con su altitud correspondiente, se convierte en lugar apropiado para las típicas fotos, mientras esperamos al resto de compañeros para el reagrupamiento de la tropa.

 Unos amigos junto al hito que indica la cima de los Bonales (1.055), 'techo' de Huelva.
 [Foto de Manolo Rodríguez]

Tras la pequeña parada, seguimos camino, y en a penas 500 metros, después de un sube y baja, con arboleda a nuestra izquierda, y unas vastas vistas a nuestra derecha y al fondo, de lo que ya es Extremadura, llegamos al otro pico, al de Bonales oriental (1.059 m.), éste un poco más alto que el anterior, pero está ya en la provincia de Badajoz. Aquí no hay un hito claro, tan solo un pobre, simple y raquítico palo, sujeto con unas piedras, para certificar o acreditar esta cima, desde donde ya es claramente visible el último pico a subir, el de Tentudía (1.112 m.), con el monasterio encaramado en su cumbre.

 Camino de otro pico Bonales, el situado en tierras extremeñas.
Vistas de Tentudía con el monasterio encaramado en su cima.
[Foto de Ana Tena]

Collado o Puerto de los Ciegos, donde se inicia un pequeño tramo de carretera. Al fondo Tentudía [foto de Manolo Rodríguez].

Descendemos por sendero hasta llegar a la carretera que sube desde Cabeza la Vaca, un poco antes del  punto conocido como collado o Puerto de los Ciegos, que es por donde realmente tendríamos que haber salido. Desde aquí un pequeño tramo de carretera, de poco más de 500 metros, para acabar abandonándola al coger una especie de camino/cortafuegos a la dercha, tras saltar una pequeña alambrada. Tramo corto, de camino ancho y piedra suelta, y muy empinado, con el colofón de llegar a las mismas puertas del Monasterio de Tentudía, en la cima del techo de la provincia pacense, y cuya visita al interior de un tiempo a esta parte, cuesta la cantidad simbólica de un euro, que se paga de muy buen grado, sobre todo para quien no lo haya visitado con anterioridad, para poder ver ese claustro mudéjar, la galería porticada, y todo su interior en general.


Fotos de Manolo Rodriguez y Ana Tena, del Monasterio de Tentudía desde fuera, y de su claustro y galería interior mudéjar.

En el bar que se encuentra en los alrededores del monasterio, toca de nuevo otro reagrupamiento de la tropa, amenizando la espera y el descanso con unas cervezas y un piscolabis.
En Tentudía, con el amigo Antonio Marín.

Hasta aquí, unos 11 km recorridos, y restaban poco más de nueve para llegar a Monesterio, aunque estos ya en bajada y en cómodo camino, si bien yo lo recordaba más irregular y con algunas trialeras, cuando hace ya 15 años o más, ascendíamos con bici de montaña desde Santa Olalla de Cala a Tentudía, con mis amigos del grupo de los “Toros Bikers” sevillanos. Tramo éste sencillo, que hacemos casi todos en grupo, a buen ritmo, disfrutando de la dehesa, después del esfuerzo de la primera parte. El único 'pero', es que a pesar de estar en pleno invierno, todo  está muy seco.

Buscando un pequeño atajo antes de coger el camino definitivo para bajar a Monesterio.
[Foto de Manolo Rodríguez]

Comenzamos a caminar a las 9:10 y llegamos a Monesterio a las dos de la tarde, aunque tuvimos un descanso largo, de casi tres cuartos de hora para algunos, en Tentudía, después de la última parte de subida, así que un buen ritmo de marcha para el grupo en general, teniendo en cuenta que la primera parte es exigente.

Al final, como siempre, unas merecidas cervezas en Monesterio, para celebrar esta bonita, amena, entretenida, y variada ruta,  que físicamente exige un poco, sobre todo en la primera parte, con la pena, como  he dicho antes, que quizás con más humedad y agua, con los arroyos corriendo, aún sería más bonita.

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