El sábado por la tarde fuimos a las Cueva del Valle o Cuevas de San José (cueva-abrigo santuario), y entre que nos entretuvimos un poco y que aún no habían cambiado la hora (era justo la tarde previa al cambio), al final nos acabó cogiendo la noche al regreso.
La primera parte del recorrido es de sobra conocida por nosotros, pero para alargar la ruta un poco y no hacer la ida y la vuelta completamente por el mismo sitio, decidimos ir primero por el camino del Docenario y después girar a la izquierda por el camino que va hacia las trasera de la presa de Zalamea ("La Charca"), aunque antes de llegar a ésta, cogemos el camino de "ronchaviro" hasta llegar a la carretera, que seguimos hacia la derecha durante unos 500 metros hasta llegar al río Ortigas, donde comienza la segunda parte de la ruta, adentrándonos por la parte izquierda de la carretera en zona de "coto privado", para continuar por el trazado del camino que transita paralelo al río, a nuestra derecha, durante aproximadamente un par de kilómetros, hasta llegar de nuevo a una cancela, y al pasar ésta, tenemos que abandonar el camino, para girar a la izquierda, campo a través, dejando el río a nuestra espalda, y subiendo suavemente por la falda de un cerro hasta llegar a la altura de un cortafuegos que tiene su borde superior delimitado por una alambrada.
Una vez que llegamos al cortafuego, simplemente nos limitamos a seguir por él, hacia la derecha, hacia el norte, y poco después cuando tenemos frente a nosotros, ligeramente a nuestra izquierda, las vistas del "cerro del Docenario", al girar la vista completamente a nuestra izquierda, podemos ver el afloramiento de cuarcitas en el que se abre una cavidad en la parte superior, abierta dicha cavidad hacia el norte, de ahí que un principio sólo veamos una zona rocosa, al ir bordeándola por su parte este.
Localizada la boca de la cueva, ahora queda cruzar dos alambradas separadas apenas por metro y medio, para seguir después con un mar espeso de jaras y retamas por el que intentamos abrirnos paso de la mejor forma posible hasta llegar a la parte baja de la cueva, donde los arqueólogos estuvieron escavando hace unos años, aunque ahora está todo de nuevo cubierto de jaras y retamas que dificultan el acceso a dicha cueva.
Una vez que llegamos a la explanada inferior, justo debajo de la boca de la cueva, cruzamos otra alambrada y ahora sí, subiendo unos estrechos escalones retallados sobre los afloramientos naturales, sobre la propia roca, la cual se encuentra resbaladiza por la humedad y la verdina, accedemos por un corto "pasillo", de unos metros, por la zona este, a la entrada de este abrigo, cuya boca se encuentra orientada al norte, como he dicho antes.
Justo al subir los escalones y llegar a este pequeño pasillo, nos encontramos con una inscripción en latín perfectamente visible, como se puede ver en la foto. Se trata de una inscripción rupestre-romana realizada en letra capital libraria, donde puede leerse: “Q. CORNELIVS QVARTIO VI”, y según los expertos, la fecha de realización de esta inscripción nos remitiría a la franja cronológica comprendida entre el 31-70 d.C., pudiéndose tratar, según la mayoría de especialistas, "de un voto a Júpiter realizado por Quinto Cornelio Quartio".
Si bien es cierto que la boca de la cueva es ancha en su entrada, tiene poca profundidad, en parte debido a lo que creo es un derrumbe parcial de dicha cueva, que por otro lado, tiene su parte superior rebajada artificialmente, y en algunas zonas está bastante negra, desconozco si porque fue incendiada tras su abandono o por fuegos que hubieran hecho cazadores, ya que también se ven algunas inscripciones y nombres realizados recientemente, que desvirtúan el entorno.
Después de un pequeño reconocimiento por su interior, donde nos encontramos con un nido de golondrina dáurica, hacemos unas fotos, y para no entretenernos más les digo que subamos a la parte alta de la cueva que es desde donde se divisan unas vistas muy buenas y amplias de toda los alrededores, sin lugar a duda, lo mejor de este sitio, al margen del valor histórico o arqueológico (esto último por la cantidad de exvotos y vasos-cuencos de cerámicas encontrados en las proximidades).
La parte alta esta divida en varias plataformas o terrazas prácticamente lisas, planas, dispuestas en escalones, tallados artificialmente y "actualmente no se tienen elementos de juicio para determinar si esta plataforma natural fue desbastada con anterioridad para aprovechar la piedra o bien responde, como parece probable, a la adecuación de este espacio para la realización de determinados rituales de culto", lo cierto es que es desde allí arriba, es donde tenemos la mejor recompensa posible, una pasada las vistas que contemplamos y en esta ocasión, a diferencia de la última vez que vine por aquí, donde el viento frío soplaba con fuerza y sin ningún tipo de protección, ahora se podía estar a gusto, de pie y disfrutando de las vistas con o sin prismáticos.
Los 'tres mosqueteros' en la plataforma situada en la parte superior de la cueva.
Se divisan sin ningún tipo de problemas y de derecha a izquierda: Zalamea, la sierra de Tiros, las sierras de Benquerencia y Castuera, Malpartida, Benquerencia, Castuera, el Docenario, Quintana y una amplia dehesa llana por la que transcurren el río Ortigas y el arroyo Cagancha. También se pueden divisar otros yacimientos arqueológicos como cerro Bartolo o el cerro del Tesoro o el más famoso, el de Cancho Roano, aunque éste algo más lejos, y es que todos estos yacimientos, junto con el del recinto-torre de Hijovejo, están en la confluencia de esta cueva-santuario, y por supuesto, del río Ortigas y del arroyo de Cagancha.
Vista aérea de la cavidad, con indicación de los distintos elementos del santuario: A: cavidad; B: localización de la inscripción rupestre; C: plataforma superior; D: terraza natural inferior (actualmente cubierta de jaras y retamas).
A nivel técnico, sobre esta cueva-abrigo santuario de la Cueva del Valle, comentar que en función de algunos de los materiales encontrados, se propuso el comienzo de la actividad cultual en dicha cueva a finales del siglo V a.C. o más probablemente a comienzos del IV a.C., coincidiendo así con la destrucción ritual del templo de Cancho Roano. Por otro lado, Sebastián Celestino Pérez comenta a partir de los estudios realizados (este documento completo podéis consultarlo en en enlace que pongo al final de este artículo), dentro del apartado de conclusiones, lo siguiente:
"Si atendemos a las características establecidas tradicionalmente para las cuevas-santuario (localización en paisajes abruptos, dificultad de acceso, presencia de materiales significativos, vinculación con cursos de agua próximos, etc.) observamos que muchas de ellas no se cumplen en el santuario pacense. La Cueva del Valle goza evidentemente de una posición destacada sobre su entorno, pero su situación y su propia morfología no implican un difícil acceso, pudiéndose alcanzar con facilidad el sitio ascendiendo desde la ladera del Cerro del Puerto. Sus dimensiones parecen en efecto más propias de un abrigo profundo, circunstancia que diferencia la cavidad frente a muchas de las cuevas-santuario levantinas. Respecto a la vinculación con el agua, el curso más próximo es el río Ortigas, sin que la formación cuarcítica donde se sitúa el santuario responda en ningún caso al desarrollo de procesos cársticos, configuración bastante frecuente en este tipo de yacimientos dentro del ámbito levantino. Los materiales documentados en la cavidad constituyen otra diferencia básica, por cuanto no encontramos uno de los elementos considerados habituales como son los vasos caliciformes, al menos no en sentido estricto ya que sí se han encontrado algunos vasos en miniatura realizados a mano que reproducen claramente sus tipos. La presencia de exvotos realizados a mano en arcilla permite establecer un único paralelo hasta el momento, con la cueva valenciana de Les Meravelles, mientras que el numeroso conjunto de cerámica común documentado relaciona el santuario pacense con otros enclaves como la Cova de La Moneda, Cueva Merinel o las Cuevas del Puntal del Horno Ciego. En estesentido optamos también por explicar la presencia de muchas de estas formas como posibles contenedores de ofrendas, dado el escaso valor intrínseco de estas piezas. Igualmente, cabría contemplar la posibilidad de ue parte de las mismas respondan a la celebración de ciertos banquetes y comidas en el lugar por parte de los fieles que acudiesen al santuario, hipótesis que quizá pueda integrarse bien con la interpretación de este yacimiento como un lugar de culto de base claramente popular. En todo caso, el importante volumen de material cerámico recuperado establece de nuevo una clara diferenciación frente a otras cuevas-santuario peninsulares".
Os dejo aquí un pequeño vídeo de lugar donde se encuentra esta cueva-santuario y de las vistas que se divisan desde ella.
Por otro lado, para el que tenga más curiosidad sobre este lugar, desde un punto de vista más técnico-histórico-arqueológico os dejo este documento en detale, que podéis consultar en ESTE ENLACE.
Hola.
ResponderEliminarEs un lujo disfrutar de tus fotografias.Saludos.