El problema es que en este desfiladero de La Hermida solo hay hueco para el río y la carretera, con lo que es casi imposible aparcar fuera de los sitios estipulados para ello. En Urdón sólo hay un pequeño parking donde apenas caben un puñado de coches, y en esta época veraniega, con tanto turismo de naturaleza en Picos, aparcar aquí puede ser misión imposible a menos que uno se pegue un buen madrugón... En nuestro caso, la ruta de hoy sólo la íbamos a realizar cinco de nosotros, incluida la nueva incorporación al grupo, porque el resto, bien sea por cansancio después de los tres primeros días, bien por problemas físicos o bien por indisposiciones de última hora no iban a hacerla, con lo que la idea era que nos dejaran en Urdón parando lo justo y necesario en la propia carretera para que nos bajáramos los que íbamos a hacer la ruta y el resto subirían con los coches hasta Sotres donde teníamos reserva en el albergue, y desde allí dos coches irían hasta Tresviso, porque la única forma de llegar por carretera a Tresviso (Cantabria) es desde Sotres (Asturias).
De este modo, la ruta se reducía solamente a la subida, porque allí nos recogerían los dos compañeros que llegarían en coche para llevarnos a Sotres, donde nos esperaría el resto del grupo, evitando que ellos nos tuvieran que estar esperando en Urdón a que termináramos la ruta de ida y vuelta, por no hablar que era imposible aparcar allí como pudimos ver, porque al igual que nosotros un par de coches que iban delante de nosotros hicieron lo mismo, pararon para que bajaran otros y tras ellos paramos nosotros y los coches que venían detrás también tuvieron que parar y se formó un buen tapón, en un sitio donde no se puede adelantar, así que tocó escuchar concierto de pitos y cabreos varios y eso que el tiempo de parada fue mínimo...
Una vez que nos bajamos de los coches y pasó la caravana de vehículos que teníamos detrás, cruzamos la carretera y desde allí mismo sale el camino donde comienza la ruta, a la que ya le tenía ganas, sobre todos desde que hace un par de años estuve por aquí y le puse una cruz para hacerla en la primera ocasión que tuviera de estar por estar zona de nuevo. Había visto las imágenes de la ruta tomadas con dron y eran espectaculares, aunque muchos años atrás ya había visto y leído comentarios sobre esta ruta.
Recorrido corto, unos 6 km desde Urdón a Tresviso, pero con cerca de 900 metros de desnivel, aunque la verdad es que para los que hacen ejercicio físico con regularidad, la subida se sobrelleva bien porque no es vertical sino que la senda va haciendo muchas 'zetas', muchos zigs-zags o 'tornos' (que es el nombre que le dan por aquí) y no tiene ningún tipo de dificultad técnica, además de que no hay problemas de confusión en desvíos.
El origen de este camino, una magnífica obra de ingeniería, está en las explotaciones mineras, según se describe en los paneles informativos que nos encontramos junto al inicio del camino, a modo de "Notas o Apuntes históricos":
"La construcción del camino Urdón-Tresviso se remonta a mediados del siglo XIX, una vez se conoce la existencia de cinc en el macizo oriental de los Picos de Europa. En este período las empresas mineras comienzan a abrir vías de acceso necesarias para transportar el mineral extraído en las Minas de Ándara hasta el cauce del río Deva, en el desfiladero de La Hermida, donde se cargaba en barcazas de fondo plano que lo conducían hasta Unquera. Una vez en Unquera, el mineral era cargado en buques para ser enviado a Bélgica, Alemania y Reino Unido, aunque en ocasiones era transportado en ferrocarril para ser embarcado en Santander.
El descenso de mineral desde Ándara hasta La Hermida se realizaba tanto por el camino de Bejes como por el de Tresviso-Urdón. Es a raíz de la realización de este último cuando se explotaron temporalmente unos indicio de sulfuros y carbonatos de cinc en los Invernales de Prías, de los que aún quedan como testigo algunas bocaminas.
El mayor inconveniente en la explotación de estas minas fue el transporte del mineral ya que Agustín Mazarrasa, director de las minas del mismo nombre y quien mandó construir el camino de Tresviso a Urdón, prohibió la utilización de éste a la sociedad que explotaba las minas de Tresviso. Para salvar este obstáculo se instaló un cable que, accionado por una especie de noria movida por bueyes, bajaba el mineral y subía los víveres y utensilios mineros. El mecanismo de la noria de la que aún quedan vestigios estaba situado en Cotero La Cruz (la última curva importante según se accede a los Invernales de Prías, inmediatamente por encima del Balcón de Pilatos). Con un poste intermedio de carga y descarga en Ciabedo (algo después de La Bargona), el cable finalizaba a un kilómetro y medio de Urdón".
Como he comentado, sólo tuvimos que cruzar la carretera y ya estábamos en el inicio de este camino tradicional de Urdón, o también llamado “Camino de la Peña”, al principio por zona arbolada, llegado enseguida a una bifurcación, donde a la izquierda está el camino que lleva a la central hidroeléctrica por lo que nosotros tenemos que coger el de la derecha, quedando la central a nuestra izquierda.
Pronto llegamos al puente por el que cruzamos el río Urdón, en un tramo en el que sus aguas corren encañonadas entre las paredes verticales que forman una garganta que a esta hora del día permanece en completa umbría, al resguardo del sol y eso que la mañana ya iba avanzando, algo más de la diez, muy tarde para empezar la ruta, sobre todo por que en la segunda parte de ésta no hay ninguna sombra y el sol puede hacer estragos, más si no se lleva agua, porque la única fuente está en la zona de los invernales de Prías, prácticamente a un kilómetro de Tresviso.
Cruzamos este primer puente y seguimos la senda de la derecha, con las cristalinas aguas del río que bajan paralelas a nuestro recorrido, quedando éstas a nuestra derecha. Senda bucólica, en umbría, con buena huella, en tramo llano y de fondo, el hilo musical compuesto por el ronroneo de las aguas del Urdón junto a los trinos de los pájaros más madrugadores que revolotean o se posan entre la frondosa vegetación que rodea de la senda, además del típico bosque de ribera que la envuelve: sauces, olmos, hayas, fresnos...
Hay que disfrutar de este cómodo tramo, de esta calma (llano) que precede a la tempestad (subida). Son tres pequeños puentes los que hay cruzar en este primer tramo (de ahí que esta zona reciba también el nombre de "entrepuentes"), dos sobre el río Urdón y uno “sobre el sobrante del canal que alimenta la central hidroeléctrica”; pasado el último de ellos es cuando se acaba el tramo llano, y comienza la subida fuerte, más o menos a partir de la zona conocida como La Bargona ('la vueltona').
En un visto y no visto la senda comienza a serpentear entre las paredes de la garganta aunque continuamos aún dentro de ella, con el río ahora a nuestra izquierda, siguiendo por zona con árboles que surgen de entre las grietas de la roca, y zonas donde se puede caminar aún en sombras, pero este primer tramo de subida, quizás el más exigente o al menos a mi me dio esa impresión, aunque no sé si era por el cansancio del los tres días anteriores o que “las bisagras (articulaciones)” estaban frías y no andaban muy “lubricadas” o que pasamos del tramo llano a continua subida sin descanso, al menos hasta que se llega a la parte alta del “espolón” desde donde ya se tienen unas magníficas vistas de la subida que queda, del camino en zig-zag, de las “zetas”, sobre la ladera semivertical de la montaña, ganando altura hasta llegar al paredón que cae en vertical, a plomo, bajo el Balcón de Pilatos.
El recorrido no tienen ningún tipo de pérdida, tras cruzar el río simplemente nos limitamos a ir subiendo por senda más irregular, esculpida en la roca, con algunos tramos de mucha piedra suelta, a modo de rollos, aunque más adelante será toda así, supongo que para que siguiera siendo transitable en las épocas de lluvia y no se convirtiera en un barrizal intransitable.
Poco a poco la senda va ganando altura al tiempo que va girando progresivamente hacia la derecha, saliendo de las profundidades de la garganta, haciendo casi una espiral, los “tornos”, para ir bordeando un saliente, una especie de 'espolón' y ganar la parte alta de éste donde una pequeña explanada hace las veces de improvisado mirador natural. A un lado podemos ver la garganta estrecha, oscura y frondosa por la que hemos ido subiendo y ver la altura que hemos conseguido en tan poca distancia, al otro lado, hacia el fondo, vemos el recorrido del río Urdón abriendo en canal las montañas que se elevan a ambos lados, si bien por la zona por la que transita la senda el recorrido es mucho más abierto, en lo que sin duda es todo un ejemplo de como los ríos han ido modelando el paisaje en Picos de Europa.
Desde aquí, incluso un poco antes, ya se puede ver una panorámica completa del siguiente tramo de subida que nos espera, ya sin la protección del bosque y sin las refrescantes vistas de las aguas del río que quedan ocultas en las profundidades de la canal. A partir de aquí es cuando realmente comienza el tramo más icónico de la ruta, el de las “zetas”, sobre todo visto desde arriba, desde el Balcón de Pilatos, como tendremos ocasión de ver un poco más tarde.
Por un lado se puede ver casi todo el recorrido de la subida que queda pendiente y hasta el punto donde hay que subir, pero por otro lado se observa como el camino hace unos zigs-zags muy marcados, como si estuvieran hechos con tiralíneas, con largas rectas previas a cada curva, lo que hace que este tramo de subida sea más cómodo que la primera parte, en donde se ganaba altura mucho más rápido, en menos distancia.
Un poco más arriba de donde hicimos la primera parada sobre una especie de “espolón” visto desde arriba, se encuentra un pequeño muro de piedra de apenas medio metro, un balcón-repisa natural, junto a una torreta de hierro y unas serie de bancos de piedras, conocidos como “la posá de Ciabedo” (en este punto creo que es donde se encontraba el poste intermedio de carga y descarga de Ciabedo al que se hace referencia en los apuntes históricos del panel informativo comentado al principio), porque dicen que en estos bancos es donde se sentaban para descansar (y hoy en día para disfrutar de unas estupendas vistas del recorrido que estamos realizando hasta ahora) los habitantes de Tresviso en su ir y venir hacia La Hermida, ya que era el único camino que había para estar “conectados”, sobre todo antes de que hicieran la carretera entre Sotres y Tresviso, pero aún así, en los duros meses de invierno, las nevadas pueden hacer que la carretera quede cortada y sus habitantes incomunicados y este camino puede ser la única vía de comunicación.
En esta primera parada podemos ver parte del recorrido realizado hasta ese momento, viniendo desde abajo, desde el cauce del río Urdón y cotemplando todo el entonro montañoso que envuelve a este recorrido.
El camino-senda de piedra serpentea a lo largo de la pared de la montaña, construido a conciencia, de los que perduran, observando en las zonas de las laderas más verticales de la montaña como se construyó un muro que permitiera un ancho mínimo al camino; muros de sujección construidos creo que con la técnica de la piedra seca, al igual que tantas paredes de piedras y tantos chozos de piedra que perduran en nuestra dehesa extremeña.
Después de una breve parada sobre la cima del “espolón”, y de las fotos de rigor, nos ponemos en marcha de nuevo, ahora con una subida más suave, menos vertical, tomándola con calma y disfrutando de las maravillosas vistas que tenemos a nuestra izquierda y al fondo, con las montañas que se yerguen poderosas, mientras en el abismo, en las profundidades del barranco, el río Urdón se adentra en ellas cual “cuchillo caliente en la mantequilla”... de vez en cuando también conviene hacer una parada y echar la vista atrás para no perderse esas panorámicas espectaculares que quedan a nuestra espalda.
Poco a poco, pasito a pasito, y con calor ya a esta hora, en el mejor de los días que hemos tenido en cuanto a climatología, parando de vez en cuando para alguna foto o para simplemente regodearnos con las vistas que tenemos a nuestro alrededor, llegamos al famoso Balcón de Pilatos, parada obligatoria, desde donde podremos disfrutar de unas estupendas panorámicas, incluidas las imágenes más icónicas de la ruta tal y como he comentado antes, viendo todo el tramo de subida, el de los zigs-zags, pero ahora desde arriba. Bajo este balcón-mirador natural cae en vertical un paredón rocoso de unos 600 m. que muere junto al cauce del río. Desde allá arriba, frente a nosotros (mirando al río) se levanta la otra pared montañosa del barranco que surca el río Urdón, muchos más frondosa que ésta por la que estamos caminando, con un tupido bosque que la dota de un color verde intenso. Sin duda alguna merece la pena hacer esta ruta.
De nuevo hay que ponerse en marcha; yo me había adelantado un poco a mis compañeros y sólo restaban un par de 'zetas' para llegar al final de este tramo de zigs-zags, porque arriba la senda-camino se convierte en senda muchos más estrecha, que transita por una especie de cornisa por encima del paredón, en un trazado llano, que sirve para recuperarnos de la subida.
Tras una curva pronunciada, la senda ahora de tierra, se adentra siguiendo el trazado llano en las invernales de Prías, observando a la derecha algunas bocaminas y resto de construcciones de piedra semiderruidas de las antiguas explotaciones mineras, aunque también las típicas de las invernales, y al fondo, ya se ven algunas casas de Tresviso (último pueblo de Cantabria porque el siguiente, Sotres, ya pertenece a Asturias), situado entre las montañas al amparo de los gélidos vientos, rodeada también de praderas donde supuestamente pastaran las vacas, cabras y ovejas con cuya leche se elabora un queso azul con denominación de origen, el queso Picón Bejes-Tresviso o más comúnmente llamado Queso Picón.
"Los invernales en Picos de Europa son sencillas construcciones cuadrangulares, de piedra, donde se guarda el ganado vacuno en la época invernal; suelen tener una puerta y una ventana para meter la hierba en el pajar que está en la parte superior, además de un tejado a dos vertientes cubierto con teja árabe".
Llego a la fuente con pilón que hay junto a la senda, en una zona alfombrada de verde hierba, nada parecido a la zona pelada y caliza de las 'zetas', pero no paro porque llevo agua de más, al tiempo que veo al fondo el último tramo de subida, tan solo unos pocos metros mas pronunciados, una loma atravesada también en pequeños zig-zag por una senda con peor huella pero muy frondosa y húmeda.
Saliendo de esta pequeña loma se llega pronto a la zona donde la senda se transforma un camino enlosado, en un paseo en ligera subida hasta Tresviso, aunque unos metros antes de llegar a esta aldea hay un mirador a la izquierda para echar la última vista atrás y disfrutar de nuevo con las vistas. En este tramo me encuentro con los compañeros Ángel y Manolo bajando, que han llegado con los coches desde Sotres (el resto de los compañeros se han quedado allí), con la intención de hacer un poco del recorrido, pero ya les advierto que el resto de compañeros apenas están a cinco minutos, aunque ya que están allí deciden seguir bajando hasta encontrarse con ellos y después darse la vuelta todos juntos.
Vistas desde el mirador previo a Tresviso, visualizando el entorno por el que discurre el camino.
Junto a este mirador hago una parada para esperarlos mientras me dedico a encontrar y fotografiar algunas mariposas en una pradera junto al camino. Hasta llegar a este mirador, creo que han sido dos horas y media los que he invertido en el recorrido desde la carretera del desfiladero de La Hermida.
Una vez todos juntos, atravesamos Tresviso en subida y llegamos a la zona donde están los coches aparcados, pero antes paramos en el bar a reponer líquidos porque íbamos bien de tiempo; desde la terraza de este bar se tiene una buena panorámica del pueblo y de los alrededores, sobre todo de la zona por la que hemos venido.
El nombre oficial de Tresviso (907 m.) proviene de la derivación cántabra “tres-visu” del latín “trans visum” que vendría a significar algo así como "tras el collado desde el cual se empieza a ver un lugar" o bien del también latín “trans abyssum”, que vendría a ser algo así como "tras el abismo"... En cualquier caso ambos significados definen bien el emplazamiento de este pueblo, uno de los pueblos más aislados de Cantabria y también uno de sus municipios más pequeños, tanto por su pequeña extensión como por su población, 62 habitantes en 2019.
Como ya he comentado, Tresviso es uno de los pueblos más aislados de Cantabria desde donde curiosamente no se puede llegar directamente por carretera y para hacerlo hay que dar un buen rodeo y acceder por la parte asturiana, por la única carretera que existe: Sotres-Tresviso, ya que resulta inviable crear una carretera que suba desde el desfiladero de la Hermida hasta Tresviso, debido a las dificultades orográficas de la zona. De este aislamiento surgen curiosidades como que el código postal de Tresviso, siendo una localidad cántabra, sea el del concejo de Cabrales (Asturias), para que el reparto postal se haga precisamente desde la parte asturiana, o como que antes de que hicieran la carretera este camino o vía peatonal de montaña que hemos realizado fuera el camino tradicional para acceder desde/hacia la parte cántabra (La Hermida); otra curiosidad es que fue precisamente este aislamiento el que hizo que Tresviso fuera el último municipio de Cantabria en caer en manos franquistas durante la Guerra Civil, el 17 de septiembre de 1937 (según datos de la wikipedia).
Desde Tresviso se puede completar la ruta con la visita de ida y vuelta al nacimiento del río Urdón, e incluso desde el nacimiento se puede seguir realizando una ruta circular por los túneles (en un recorrido no apto para los que tengan vértigo), la Sierra de Bejes y la canal de Reñinuevo hasta llegar a nuestro punto de partida en Urdón, de uno 16 km., en una ruta espectacular por las fotos que he visto... pero eso será para otra ocasión... ahora toca disfrutar de la cerveza y más tarde de la comida junto al albergue de Sotres, con todo el grupo reunido, once personas en total con la nueva incorporación de hoy.
Conforme fue avanzando la tarde el tiempo fue cambiando, apareciendo las nubes y levantándose una ligera pero fría brisa y ya por la tarde-noche, comenzó a caer el chirimiri... ¡mal presagio para mañana, donde los pronósticos anunciaban agua!.
Podéis ver las fotos que aparecen aquí en mayor tamaño y resolución en ESTE ENLACE.
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