Hacia ya mucho tiempo que no salía con ASTOLL de rutas senderistas, y el pasado domingo por fin pude realizar una escapada para hacer con ellos una de las célebres rutas senderistas de nuestra tierra, de Extremadura, la "Ruta de los Contrabandistas", ruta fronteriza, a caballo entre España y Portugal, y como se puede intuir por su nombre, es la ruta que se usaba para el contrabando/estraperlo de productos, en épocas en las que algunos de estos productos o mercancías no eran libres.
Era una de las rutas a las que le tenía ganas desde hace tiempo, una de las rutas del circuito extemeño de senderismo y una de las rutas organizadas y masificadas de las que se suelen hacer por esta Extremadura nuestra, al igual que lo son otras como: Peñas Blancas, Carlos V, Rey Jayón, Cornalvo, etc, y supongo que por esto es por lo que pensaba que la ruta que nos disponíamos a hacer era la oficial, o sea, la organizada, pero ya en el autobús el "presi" me dijo que no, que la ruta organizada es más tarde, por el mes de Abril, y que en esta ocasión la íbamos a hacer nostros por nuestras cuenta, o sea, los 20 miembos de ASTOLL que nos habíamos dado cita.
Habíamos quedado a las 7:30 en Llerena, y en mi caso particular eso significaba que tendría que salir una hora antes de casa y ¡con la que estaba cayendo! (de frío, que no de lluvia). Desde Llerena, con un cuarto de hora de retraso más o menos, cogimos el autobus que ya nos estaba esperando y que nos llevaría hasta Oliva de la Frontera, localidad que será el inicio y fin de esta ruta.
El autobús nos dejó cerca de la plaza del pueblo, y una vez allí lo primero que hicimos fue buscar una churrería a la que llegamos siguiendo en parte el rastro del olor a churros y en parte por las mujeres que ya iban con el paquete de churros tras salir de misa. En un bar estuvimos dando buena cuenta de estos churros y de un café caliente que es lo que apetecía.
Tras el desayuno, un poco de callejeo por el pueblo hasta dar con la salida de éste y llegar al punto de inico de la ruta, donde un panel informativo nos aclara que hay dos variantes con respecto a esta ruta, una circular de algo más de 16 km y que pasa por el Mirador del Molino de las dos Piedras, junto al río Ardila que es quien hace de frontera natural con la vecina Portugal; y otra lineal, ida y vuelta por el mismo sitio, más larga, de casi 29 km en total, y que llega al mirador sobre el río Ardila (cruzando el río se puede llegar hasta la vecina localidad portuguesa de Barrancos, en donde terminaba la ruta en alguna que otra ocasión tiempo atrás, según he leído en algún blog, con lo que había que cruzar el río, y su paso dependía del caudal que llevara).
Rafa, el "presi" tenía grabada en el gps la ruta circular, así que nos dispusimos a hacer esta variante, aunque la verdad es que la ruta está perfectamente señalizada y no lleva a confusiones o pérdidas.
El inicio de la ruta es por una pista amplia y en perfecto estado, así que más que ir por senderos o caminos, bien parecía que íbamos por una autopista, rodeados inicialmente de olivos que pronto ceden el protagonismo a los inabarcables encinares, a las tierras de dehesas que nos acompañaran hasta el final del recorrido.
El recorrido en general me defraudó, porque la ruta transita por mucho tramo de pista aburrida e insípida, tanto al principio como en el último tramo de esta ruta circular (del tramo lineal no puedo hablar, puesto que sólo coincide con él los primeros kilómetros). El primer tramo de pista ancha acaba en un primer desvío de rutas perfectamente señalizado, donde tras un giro a la izquierda la ancha pista se transforma en un camino también amplio y en perfecto estado. A partir de aquí, terreno ondulado, espacios muy abiertos, hasta donde la vista puede abarcar, con cerros de cimas redondeadas, suaves, cubiertas de encinas, y así, y tras dejar atrás las ruinas del Cuartel de los Carabineros, después de una brusca bajada, llegamos al paraje natural más interesante o bonito de la ruta, a la zona del mirador del Molino de las dos Piedras, junto al río Ardila, donde aprovechamos para realizar una breve parada para comer algo, aunque no es que hubiera mucha hambre, puesto que la dificultad física del recorrido es baja, y el firme del camino está en perfecto estado, con buena huella, lo que hace que el desgaste no sea mucho, y si le añadimos la ración de churros previa que tomamos en el desayuno, tenemos como conclusión que el tiempo dedicado a esta parada no se alargara como en otras ocasiones, aunque el paraje natural que teníamos frente a nosotros incitaba a quedarnos un poco más, y todo amenizado por un día de sol radiante con una temperatura agradable para el frío que hacía cuando salimos de Llerena.
A partir de aquí hay un punto de inflexión en la ruta, el camino comienza a picar hacia arriba, en ligera subida, con espacios más cerrados, y transitando por un camino más estrecho, flanqueado por paredes de piedra. Este tramo prometía más, al menos para mis gustos, pero duró poco, ya que finalmente acabó desembocando de nuevo en una pista ancha, una verdadera autopista, de nuevo con espacios muy abiertos, y pasando en alguna que otra ocasión por explotaciones porcinas, que para eso las encinas y las dehesas son la tónica dominante durante toda la ruta.
Con las vistas puestas en el pueblo de Oliva de la Frontera, frente a nosotros, al fondo, aceleramos el paso, ya que tampoco teníamos nada interesante como para entretenernos, al menos y como siempre digo, desde mi punto de vista. Finalmente, con el tramo de callejeo incorporado al inicio y al final, salieron 18 km de recorrido.
Un vez en el pueblo, al que llegamos después de dejar atrás el campo de fútbol, esperamos a que llegaran el resto de compañeros antes de irnos hacia el centro para tomar unas cervezas, acompañada del picoteo de rigor, para no perder las buenas costumbres.
En general y como he dicho, una ruta más bien aburrida para mi gusto, sin ánimos de ofender, y menos al grupo de los "Mochileros" de Oliva, con tramos largos de pista amplia, sobre todo en el tramo incial y final, y después, camino amplio en perfecto estado, con buena huella, donde lo único interesante para mi son las amplias vistas, hasta donde abarca la vista, de suaves lomas de cerros cubiertos de encinas, transitando por zonas tranquilas, silenciosas que te hacen aislar del mundanal ruido y sentirte en plena naturaleza. Al margen de esto, los otros puntos interesantes son el paraje junto al río Ardila, con la zona del mirador del molino de las dos piedras, y el tramo de camino flanqueado por paredes de piedra, que se inicia a partir de él.
Paraje del Molino de las dos Piedras juntos al río Ardila (I)
Paraje del Molino de las dos Piedras juntos al río Ardila (II)
Paraje del Molino de las dos Piedras juntos al río Ardila (III)
En cuanto a la localidad de Oliva, era la primera vez que la visitaba y la verdad es que me llevé una buena impresión a nivel general de este pueblo, así como de sus vecinos, muy agradables y simpáticos.
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